Entre los elementos culturales que integran nuestra identidad cuyo estudio necesita ser profundizado, se encuentra el espiritismo, una religión bastante difundida. Curiosamente, existe una relación muy peculiar y casi desconocida entre esta práctica religiosa, la salud pública y la atención a los enfermos mentales en Cuba. Intentaré exponerla a través de una mirada histórica basada en documentos y testimonios.
El 27 de julio de 1943 fue legalizada en el Registro de Asociaciones de la ciudad de Camagüey una institución que recibió el nombre de «Clínica del Alma». En su reglamento señalaba como objetivos, «asilar y sostener enfermos mentales debidos a trastornos psíquicos para su asistencia exclusivamente de carácter espiritual, por medio de la conversación y la persuasión, en un ambiente adecuado y ajeno por completo al tratamiento médico».
Por estar interesado en esa institución, a finales de la década del 70 del pasado siglo, indagué en algunos materiales de la época: documentos de las asociaciones religiosas conservados en el Archivo Histórico Provincial de la ciudad de Camagüey; periódicos, revistas, publicaciones espiritistas; las «historias clínicas» donde eran reflejadas por los creyentes las evoluciones y el «tratamiento espiritual» de los pacientes. Además, recogí testimonios personales de los participantes en la Clínica, especialmente de la última persona en aquel entonces viva que había estado en su fundación: el espiritista Juan González.
En marzo de 1942, en la ciudad de Camagüey se celebró la VIII Concentración Nacional Espiritista en la que el grupo femenino «Lury-Estela» de dicha ciudad, fundado en 1929, propuso la creación de la «Clínica del Alma». Lo hacían «considerando la gran cantidad de personas obsesas que vienen sufriendo por una parte los efectos de tratamientos médicos que no pueden curarlos, y por otra, la incomprensión y a veces los escasos recursos de los familiares que no pueden recluirlos en clínicas u hospitales para someterlos a curación adecuada».
En aquella época no existían ni psiquiatras ni instituciones en la provincia que atendieran a los enfermos mentales, razón por la cual éstos eran recluidos en la Jefatura de Policía, de donde eran conducidos al hoy Hospital Psiquiátrico de La Habana, conocido popularmente como Mazorra. No fue sino hasta 1944, dos años después de haber sido formulada la propuesta, que la «Clínica» comenzó a funcionar y en agosto de ese año ingresó el primer paciente.
La institución estaba dirigida por un patronato y se dividía en dos secciones: la ya mencionada «Clínica del Alma» y el «Instituto de Estudios Psicológicos», consagrado a la investigación científica y filosófica del espiritismo según las enseñanzas del sistematizador de esa doctrina, el francés Allan Kardec.
La atención era gratuita. Su reglamento a través del tiempo fue sufriendo modificaciones. En la primera de ellas, con fecha del 21 de julio de 1943, elaborada para solicitar la aprobación del Gobernador Provincial, se habla de la presencia de médicos para la atención de los enfermos; la del 27 de noviembre de 1947 se refería al «asilo y sostén» de los enfermos mentales, sin mencionar a los médicos y utilizaba el término «obsesos» en lugar de enfermos, sí empleado en el primer reglamento. El 2 de mayo de 1958 ya se refería a que los «obsesos» recibirían sólo tratamiento espiritual.
El 10 de marzo de 1961 el Jefe de la Unidad Sanitaria en la provincia dispuso que se suprimiera la denominación de Clínica, ya que según las Ordenanzas Sanitarias, la palabra se aplicaba al «local donde uno o más médicos asisten a sus enfermos particulares». Entonces cambiaría su nombre por el de «Hogar Espiritista de Cuba».
En la institución no se utilizaba ningún tipo de tratamiento biológico. Los domingos, los «obsesos» eran atendidos en las sesiones espiritistas mediante la oración y la persuasión. Al respecto, en una ocasión escribieron: «se presentó hoy el “espíritu obsesor”, conversamos con él y tratamos de convencerlo de que se modificara. Es un espíritu muy fuerte».
Para Kardec, la obsesión es el imperio de algunos espíritus inferiores sobre las personas. Según los creyentes, estos espíritus «se ríen diabólicamente de la ciencia, cuando esta, en su afán de curar, aplica el electroshock al paciente porque en ese instante hace abandono voluntario de su presa para no recibir él mismo la descarga que ya conoce y teme, pero vuelve a sus dominios apenas cesa la misma».
La «Clínica del Alma» desapareció con el desarrollo científico, social y económico, el avance de la salud pública y las nuevas concepciones que entraron en abierta contradicción con sus enfoques. Sencillamente, fue un producto de su época. Juzgada sin apasionamientos, su aparición debe ser considerada como un acto humanitario de ayudar al enfermo mental en una provincia donde estaba sumido en el más completo abandono.
No se puede enfocar el pasado con el prisma del presente, sin correr el riesgo de ser injustos. Recuerdo a pesar del tiempo transcurrido, al anciano espiritista Juan González, el último sobreviviente del grupo fundador con quien conversé toda una noche y parte de la madrugada, ante cuya memoria hoy me inclino con respeto.
10 comentarios
Los comentarios están cerrados.
Agregar comentario