Los «peros» de Juan Valdés Paz

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Hoy la vida tocó a mi puerta con otra cuota de desolación: murió Juan Valdés Paz. Hubiera querido escribir que era un hombre del que es difícil hablar mal, pero no es cierto. Siempre existía una razón para fustigarlo: era intrusivo, hablaba alto, discutía sin compasión, robaba libros, entre otros hábitos intratables. Pero, aun cuando nos cargara lo suficiente para abominar de él, siempre que había que terminar con un «pero». Y el «pero» era lo más importante, porque tras él se parapetaba un hombre íntegro, solidario, erudito y de un humor ingenioso y sarcástico que incendiaba todas las reuniones en que figuraba.

Tuve la oportunidad especial de compartir profesionalmente con Juan en el Centro de Estudios Sobre América, donde Juan era, sin lugar a dudas, el referente teórico más importante. Poseedor de una biblioteca impresionante que no dudaba en derramar sobre sus colegas —prestando libros o pontificando con sabiduría y gracejo peculiar— siempre tenía tiempo para leer lo que los más jóvenes escribíamos, y hacernos entender errores, déficits y redundancias.

Aunque tenía una formación marxista, su sabiduría siempre lo empujaba a un eclecticismo fructífero cuyo punto innegociable era una inclinación por los enfoques sistémicos donde anidaban Weber, Durkheim, Parsons, Walzer y una gama amplia de autores neomarxistas españoles e italianos que nos proveía un amigo entrañable de aquellos tiempos: Manuel Monereo.

Personalmente aprendí de él una ética profesional diría que ruda, el valor de la crítica y el debate en la construcción del conocimiento y, lo que no es menos importante, la separación de dos tipos de verdades: la política y la teórica. Juan lo hizo, y por ello acompañó su obra teórica –escrita o simplemente hablada, pues siempre fue más juglar que escritor—  de una lealtad a lo que el denominaba el «proyecto revolucionario».

El término no era inocente. Creo que nadie en el CEA fue capaz de desarrollar una crítica holística al sistema-realmente-existente que se amparaba tras el epíteto de socialismo, como lo hizo Juan antes de que el Período Especial mostrara sus terribles fisuras. Fue un mérito de su talento. Pero siempre creyó que «el proyecto» —que remitía vagamente a justicia social, democracia, desarrollo e independencia nacional—, era rescatable y que nada justificaba un retorno a un pasado que él conoció desde sus muy modestos orígenes.

Podemos discutir sus puntos de vista, y de hecho fue lo que hicimos la última vez que nos vimos, almorzando en un restaurant dominicano en 2006. Justo cuando entendí que nuestras posiciones se bifurcaban para siempre, aun cuando ambos creyéramos en una alternativa socialista. Juan defendió un imaginario que derivaba de una realidad que se tornaba más deplorable según desaparecían sus soportes artificiales, pero que en última instancia era también su experiencia vivida. Era su propia vida.

Se puede argumentar que ese fue el drama de toda una generación de intelectuales. Y es cierto, pero con una diferencia que vale resaltar: Juan nunca bajó la cabeza y nunca hizo concesiones, aunque lo pagara con el silencio. Durante el affaire CEA buscamos la manera de incluirlo en el consejo de dirección que debió afrontar la discusión con la burocracia partidista, pues para entonces —1996— ya él había dejado todas sus funciones de dirección en la institución. Aceptó el reto y garantizo que fue de los que nunca titubeó en que no había marcha atrás, ni espacios para componendas.

Terminado este proceso fuimos dislocados en diferentes organismos, y a Juan le tocó una trinchera de la peor ortodoxia denominado Instituto de Historia, donde los enanos morales a cargo le hicieron la vida muy difícil hasta obtener su retiro. Nunca lo vi hacer guiños para arriba, ni conceder un tantico. Y así fue siempre: convencido de su historia, pero celoso de su integridad. Y, recalco, esa es la diferencia de Juan Valdés Paz, a favor de su grandeza.

Si la sociedad cubana hubiera sido más abierta y democrática, Juan hubiera terminado sus días en una catedra muy bien pagada de la Universidad de La Habana, solo investigando e impartiendo postgrados. Pero Cuba perdió esa oportunidad. Y el régimen lo prefirió  relegado a su modesta casa en Pogolotti, aprovechando las franquicias de la UNEAC y con un premio de consuelo.

En este día pensaré en Juan, como lo hacía desde hace mucho tiempo, en que nuestras posiciones políticas hicieron una diferencia que nunca mellaron mi cariño y admiración hacia él, y supongo que tampoco de él su afecto hacia mí. Con alguna frecuencia intercambiábamos comentarios por email, en los que siempre me llamaba —nunca supe la razón— «ostrogodo». Fue particularmente atento con mi familia, que también lo recuerda. Y a su tribu —Deisy, Karen, Elena y Alejandro— va nuestro pésame y al mismo tiempo nuestra felicitación por haber conseguido compartir sus vidas con un ser tan lleno de «peros».

14 COMENTARIOS

  1. Confieso que nunca había escuchado su nombre o no lo recuerdo, pero todo lo que he leídos sobre él a raíz de su fallecimiento, me hacen admirarlo y que su muerte me duela.
    Mis condolencias para sus familiares y amigos.

    • Gracias Dr Haroldo Dilla por sus palabras. Hemos perdido a un gran intelectual, además de ser brillante, efectivamente, era excelente persona.

  2. Cubadebate reporta entusuasmada que varias provincias de Ecuador son escenario este martes de manifestaciones protagonizadas. No entiendo nada ¿Y eso, esta permitido?

  3. Conmovedora evocación. GRACIAS. Así lo recordaremos, como ese ser íntegro, con voz tronante, sabiduría enciclopédica y vocación pedagógica a prueba de balas. Qué gran hombre se ha ido.

  4. «Se nos acusa de intentar desestabilizar el país, sin embargo, el que ha desestabilizando el país es usted”, expresa la misiva, dirigida a Diaz Canel por dos jóvenes valerosos que pronto estaran guardados. Dios los proteja: Fernando Almeyda Rodríguez y Leonardo M. Fernández Otaño.

  5. En Venezuela, a pesar de todo, la situacion economica ha mejorado ligeramente. Una razon. Permiten que los ciudadanos reciban directamente remesas del exterior. En Cuba, al contrario, el gobierno pretende apoderarse de mas o.menos un 90 por ciento de las remesas con sus tarjetas prepagadas y precios abusivos.

  6. Conocí personalmente a Juan Valdés Paz, un día, hace varios años, en el Último Jueves de la revista Temas, me lo presentó su hija, la Dra. Karen, mi ex alumna, una personalidad que mucho tenía de su padre, inteligencia destacada, firme en sus ideas, con una diferencia, ella no tiene peros. Le vi personalmente dos o tres veces más en el Último Jueves, en uno de ellos, a la salida, al saludarle me dijo, con una sonrisa en su rostro: «Ud. sigue con el socialismo», porque yo invariablemente, en todas mis intervenciones reclamaba por el verdadero socialismo. Hace varios meses le visité en su casa, ya no en Pogolotti, sino en la Víbora, donde disfrutaba de una pequeña terraza muy ventilada que le encantaba. Le obsequié un libro que él no había leído: «El régimen postcapitalista, Eslabón perdido en la evolución política de la humanidad», de Adalberto León Almario, un libro impreso en Cuba a fines de 2018, tirada de 2000 ejemplares y que describe el fracaso del «socialismo real» en la Unión Soviética y en el resto del «Campo socialista», que califica como la “ideología centroestatalista”, que para mí es el estalinismo, y termina planteando la superación del capitalismo por un régimen «colectivista» que para mí es el verdadero socialismo. Él me obsequió cuatro libros, dos sobre historia, uno sobre la Ley de reforma agraria en China y el Tomo II de «La evolución del poder en la revolución cubana», de su autoría, se disculpó por no tener el Tomo I. Conversamos casi dos horas porque él tenía un compromiso. El mantenía aún su creencia en el “proyecto revolucionario cubano”, yo le expuse mis ideas sobre el fracaso de este modelo y la necesidad de cambiarlo, en ese punto es que entiendo los «peros» que señala Dilla. A su esposa, que conocí en la visita, Dra. especialista en Pediatría, Profesora Titular y que se mantenía aun en su trabajo, a Karen mi querida alumna y a demás familiares mis más sinceras condolencias. Hemos perdido a uno de los intelectuales mejor preparados y más dignos de nuestro país.

    • Reconozco con pena no conocer la obra de Juan Valdéz Paz y asumo que entiendo sus » peros «.
      Perdí a mi suegro en julio de 2020, vivía en Matanzas. Con 80 años ya jubilado, trabajaba un torno de metales haciendo lo imposible para que la vida de sus vecinos matanceros, fuera mejor . Con 10 años tuvo que dejar la escuela para trabajar, en las vías férreas del central España, donde vivía. Su maestra le dijo al marchar: eres el mejor alumno que he tenido, en los años que llevo en el magisterio. En 1960 retomó los estudios y sacó titulaciones técnicas en mecánica, trabajando para los servicios de garantía, de productos chinos y soviéticos, que comenzaron a entrar por esos años. En los 90 trabajamos la tierra para poder comer a la familia y en el 2005, vendió su casa » toda mi vida en un puñado de pesos), para ir con su familia a Matanzas, con su otra hija. Me queda su imagen leyendo su Granma, todos los días o el País, aquí en España, cuando los trajimos un mes a el y a mi suegra. Leyó todo lo que pudo y dejaba sitio para mirar el Discovery Channel, con sus singulares temas- Era su Hilo Directo ( Granma), pero a lo bestia-.
      Murió siendo un hombre sabio pero, y aquí utilizo el pie que da título al artículo, murió convencido del beneficio social de ése proyecto revolucionario.
      Hecho en falta mís debates con el y sus acertados juiciosa.
      Descansen en paz, Juan Valdéz y Wilfredo Navarro.

  7. MI comentario recibido en Cubadebate, me imagino que lo aprueben y luego…me pongan nuevo

    Orl dijo:

    ¿Varias provincias de Ecuador son escenario este martes de manifestaciones protagonizadas por diversos sectores sociales y no puedo preguntar porque las permiten?

  8. La verdad que yo no me leo un libro de ese señor que en paz descanse ni aunque me paguen ni aunque me peguen. ¿Este comentario es irrespetuoso?

  9. Lamento, mucha la pérdida, fue amigo de Juan y su familia, conocí esa parte de su vida, de la cual todos hablan ,pero tuve la oportunidad de compartir con el otra facta , en una cancha de frontenis cubano, que el disfrutaba mucho, y que todos disfrutábamos su presencia y jococidad, así como su sabiduría, EPD, mi amigo, guardo agradables recuerdo de tu paso por mi vida.

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Haroldo Dilla Alfonso
Haroldo Dilla Alfonsohttps://es.wikipedia.org/wiki/Haroldo_Dilla_Alfonso
Haroldo Dilla Alfonso es un sociólogo e historiador cubano, nacido en 1952 en La Habana. Director del Instituto de Estudios Internacionales en Chile.

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