El optimismo en ocasiones se atribuye a personas soñadoras. Confieso que lo soy hasta cierto punto; pero de cara a los próximos Juegos Centroamericanos y del Caribe (JCC) de San Salvador, a celebrarse entre el 23 de junio y el 8 de julio próximos, la objetividad me hace pensar que a Cuba le costará recuperar la hegemonía regional.
Hablamos de un vellocino que nos arrebató México en la edición de Barranquilla 2018, con récord de 341 preseas contra las 242 obtenidas por nuestras huestes, mientras Colombia quedó en un tercer puesto en calidad de anfitriona y potencia emergente indiscutible en el panorama centrocaribeño.
Cuba se encumbró en la convocatoria de Panamá 1970 con 98 preseas doradas, y mantuvo su posición hasta Veracruz 2014; pero posteriormente diversas variables incidieron en la pérdida de ese primer lugar. Ante la inminencia de la cita multideportiva en San Salvador, dilucidemos cuáles de esos factores siguen golpeando o se han acentuado cuatro años después.
De cara al balance global, hay que considerar que en Barranquilla, el 66% de nuestros 515 atletas se estrenaba en este tipo de lides, a lo que se suma el hecho de no concurrir a 92 pruebas desde antes del silbatazo inicial por no practicarlas en nuestro país, no haber clasificado, o no formar parte del programa de Juegos Panamericanos y Olímpicos.
Para esta ocasión, el Instituto Nacional de Deporte y Recreación (Inder) detalló en el espacio Mesa Redonda de la televisión cubana que la delegación estará conformada por 504 atletas que competirán en gran número de las 456 pruebas que convocan 36 deportes, y cuyo promedio de edad es de 25 años.
Del total de participantes, 380 han participado en Juegos anteriores (el 75.396%), mientras 124 son debutantes (el 24.6%).
Cuba, referente regional y ¿manantial de conocimiento compartido?
En buena medida, el crecimiento del deporte en la región se debe a la colaboración y la socialización de los conocimientos de entrenadores cubanos, así como a la inserción de nuestros deportistas en certámenes ligueros del área, tanto en disciplinas colectivas como individuales.

Foto: Roberto Morejón
Cuba asumió, con el nuevo milenio, la asesoría a sistemas deportivos foráneos, como realizaron los técnicos rusos y de otros países del bloque socialista en las décadas de los 70 y los 80 del siglo pasado, que propició el despegue de nuestro deporte en escenarios competitivos cualitativamente elevados.
Cabe señalar la influencia de la variable económica, pues la exportación de bienes y servicios se erige como el principal renglón de nuestra deteriorada economía.
Fue así como más de 60 entrenadores cubanos asesoraron a atletas de otras naciones que participaron en Barranquilla, como la otrora estelar judoca Dayma Beltrán (México), los luchadores Arturo Yánez (Puerto Rico), Juan Luis Marén (México) y Elio Garraway (República Dominicana), los atletas Yassen Pérez (República Dominicana) y Ubaldo Duany (Colombia) y el tirador José Ignacio Cruz (México), por solo mencionar algunos de los más avezados y cuyos discípulos patentaron rendimientos de relieve.
Esta demanda de saberes no es exclusiva de los países de la región que presentan cierto grado de desarrollo en el deporte, sino que con el paso de los años y ante la urgencia de recaudar ingresos, otros de menor rango solicitan los servicios de nuestros preparadores, ya sea a través del mecanismo de contratación de Cubadeportes S.A. como dependencia del Inder, o por otra vía de autogestión de los propios preparadores.

Foto: United World Wrestling
Venezuela es el ejemplo de mayor relieve, pues desde los inicios de la misión Barrio Adentro Deportivo contó con la ayuda y asesoría de técnicos cubanos a todos los niveles, incluso vinculados con su Ministerio de Deportes y la esfera del alto rendimiento.
Mención especial merecen los Juegos del Alba y las Olimpiadas del Deporte Cubano, certámenes multideportivos surgidos a raíz de la ausencia de Cuba a los Centroamericanos y del Caribe de San Salvador 2002 y posteriormente a Mayagüez 2010, que evidencian los grados de consolidación del deporte de la región, además de un nexo indiscutible entre alianzas deportivas y políticas.
Los saberes cubanos esparcidos por disímiles latitudes además de posibilitar un mayor scouteo y conocimiento de las potencialidades y debilidades de nuestros efectivos, ha facilitado un escenario de roce, crecimiento y aprendizaje a muchos países.
De cara a San Salvador, el área de entrenadores cubanos asistirá con una renovación del 50%, pues de acuerdo con el Inder, únicamente 64 de los 128 preparadores inscritos poseen experiencia en ediciones anteriores.

Foto: Manuel Navarro
Infraestructura y otros demonios
El presente ciclo olímpico es atípico, pues una duración de tres años por el impacto de la pandemia de la Covid-19, interrumpió los procesos naturales de preparación y, en ocasiones, de clasificación de muchos atletas.
Como consecuencia, en el actual 2023 se encararán tanto los Centrocaribe de San Salvador como los Panamericanos de Santiago de Chile, para los cuales en tierras salvadoreñas habrá 142 pruebas en 13 deportes con posibilidades de clasificación directa al país austral.
Ante este cronograma sui generis se han hecho ajustes en los planes de entrenamiento y la ruta crítica competitiva de nuestros deportistas, acciones que, ante la escasez de recursos y una infraestructura visiblemente deprimida – recordemos que la mayoría de nuestras principales instalaciones deportivas fueron construidas de cara a los Juegos Panamericanos de La Habana 1991, y casi ninguna ha sido sometida a planes regulares de mantenimiento o reparaciones capitales-, muchas veces han carecido del alcance y la efectividad deseados.

Foto: Ricardo López Hevia
Si bien la contratación de deportistas en el exterior ha favorecido los ciclos preparatorios de un grupo de atletas, en especial de disciplinas colectivas, el grueso de nuestra delegación escapa de este bálsamo en cuanto a adquisición de nivel y visiones en otros escenarios distintos o de calidad.
Semejante dinámica de clubes desde categorías tempranas, se erige como la cantera fundamental de la estructura deportiva y criterios de elección para conjuntos nacionales en muchos países, a la vez que constituye un eje medular dentro de una industria devenida lucrativa, donde patrocinadores financian, además de preparación, competiciones, calidad de vida y ciencia aplicada al deporte.
Esta espiral, en la cual Cuba ha intentado insertarse bajo una serie de características propias y contrastantes, difiere del concepto de deporte como derecho de todo el pueblo sobre el que se construyó el movimiento deportivo revolucionario, y que tras la crisis del Período Especial ha estado cogido con pinzas o reposa sobre una patana.

Foto: World Athletics.
Si a esto le sumamos que desde el punto de vista demográfico se intenta pujar con una cantera reducida para formar atletas de primer nivel en disciplinas que en ocasiones carecen de medios elementales para su desarrollo, resulta difícil pretender ganar el pulso a México, un país con más de 127 millones de habitantes y que se coloca en el escaño 15 entre las economías más poderosas del mundo. Solo en 2021, el Estado mexicano destinó a ese rubro un presupuesto erogado de 2.675 millones de pesos mexicanos, equivalentes a 133.21 millones de dólares. Mientras Colombia, con más de 52 millones de habitantes se coloca en el peldaño 45 del mencionado listado.
Tampoco se le debe volver la espalda a las consecuencias de la peor crisis migratoria que enfrenta Cuba desde 1959. Por tal motivo se han acelerado a la fuerza los procesos de transición o renovación de equipos en no pocas disciplinas colectivas, fenómeno extrapolado a deportes individuales que se cuentan entre los que más aportan. La discóbola Yaimé Pérez, los luchadores Ismael Borrero y Reineris Andreu, el canoísta Fernando Dayán Jorge y los boxeadores Andy Cruz y Yoenlis Hernández, emergen como los ejemplos más connotados de figuras que, de asistir a San Salvador, serían sólidos candidatos al cetro.
Predicciones
Con los anteriores elementos, el vicepresidente del Inder, Ariel Saínz, vaticinó que nuestra delegación deberá pugnar por un segundo puesto frente a Colombia en la cita salvadoreña, con entre los 70 y 80 títulos, en un escenario donde México obtenga una cifra superior al centenar de cetros, como virtual campeón de los Juegos.

Foto: Deporte Cubano
El peso de un posible performance para Cuba recaerá nuevamente sobre las disciplinas de combate como lucha, judo, boxeo, y taekwondo, además del atletismo, el canotaje y el tiro deportivo en calidad de otros posibles baluartes.
Una mirada a lo acontecido en las últimas tres ediciones de JCC en las que Cuba ha participado, arroja que en Cartagena de Indias 2006 nos impusimos con 138 oros, mientras 123 títulos fue la cifra de Veracruz 2014, antes de ceder a manos de los aztecas en Barranquilla 2018.

Foto: @tvmaxdeportes.
Allí devinieron pilares de rendimiento la lucha (13-2-3), el tiro deportivo (12-10-5) a la escolta de los mexicanos (13-8-6), el atletismo (10-8-6) por detrás de Colombia (11-5-9), el judo (8-3-6), el boxeo (6-1-0), la esgrima (7-1-4), el canotaje (6-1-2), la gimnasia artística (7-9-2) viendo las espaldas a los aztecas (10-9-3), lo mismo que en el remo (5-5-1) por (6-4-1) y el taekwondo (6-1-2) ante (8-7-5).
En esencia, en esas mismas disciplinas están cifradas las esperanzas de un país que ha dejado de latir por el deporte como en otras épocas.
Tales condicionantes hacen aterrizar las predicciones de los entendidos dentro de las autoridades deportivas antillanas, para no volver a caer en ese optimismo que desvaría respecto a cuántos elementos inciden o se esconden detrás de un título, una presea o un resultado, descollante o no, y que nos hizo asestar un falso ataque en Barranquilla 2018.
Cuba libra una cruenta batalla deportiva, incluso desde mucho antes de presentarse a cualquier escenario competitivo. La libran nuestros atletas, protagonistas de esta cruzada y quienes no escapan a los entornos de supervivencia cotidiana con los que lidian junto a sus familias. Esa, como las otras variables antes esgrimidas, se les paran enfrente, cual rival de mayor magnitud que aquel al que verdaderamente se miden en el carril continuo, o al otro lado del cuadrilátero o tatami.
San Salvador está al doblar de la esquina, y siendo objetivo y sin pecar de pesimista, creo que incluso preservar la segunda plaza de Barranquilla 2018 se antojará en extremo rocoso.