El 11 de julio de 2021 tuvo muchos significados para la sociedad cubana. También los ha tenido para el mundo del Derecho. A las manifestaciones, mayormente pacíficas, que se realizaron en decenas de ciudades del país, el gobierno dio una respuesta jurídica-política que ha zarandeado la precaria legitimidad que la legalidad y el Estado de Derecho conservaban en Cuba.
El Derecho cubano antes del 11 de julio
La bienvenida en 2019 a una Constitución con derechos humanos, supremacía constitucional, Estado socialista de derecho, consagración del habeas corpus y reglas del debido proceso, podía hacer creer que la respuesta a situaciones como las del 11 y 12 de julio de 2021 encontraría formas jurídicas distintas; sin embargo, la reacción del gobierno no dio margen a la prudencia ni a la moderación. El Derecho cubano, atado de forma asfixiante a directrices ideológicas y políticas concretas distintas a las que la Constitución y la ética informan, no pudo resolver —ni científica ni técnicamente— los dilemas jurídicos derivados de aquellos días.
Todos los ordenamientos jurídicos nacionales, del país que sea, han sido producidos por un aparato de poder estatal y tienen lastres políticos e ideológicos. El Derecho no se declara, entonces, independiente de una maquinaria política, pero su legitimidad depende, sin excepciones, de que él mismo produzca los límites de la intervención del Estado, y de los gobiernos que se sucedan, en el desempeño de la legalidad y en la administración de justicia.
El Derecho cubano es, por ende, el del Estado socialista; al menos el del Estado que emergió de la Constitución de 2019: un derecho de la reforma liberal de la economía cubana, jamás completada, y de la reforma de la democracia, jamás comenzada. Si se estudia el ordenamiento jurídico insular, encontraremos en él contradicciones típicas de las etapas de transición del socialismo con un estado todopoderoso, al socialismo con una economía mixta, con propiedad privada, que apuesta por la inversión extranjera y elimina el vocabulario y principios del constitucionalismo soviético.

Votaron por el “Sí” a la Constitución de 2019, un total de 6.816.169 cubanos, lo que representa el 73.31 % de los electores. (Foto: BBC)
Por otro lado, el Derecho cubano padece graves problemas de unidad interna de su ordenamiento jurídico, pues en él coinciden propuestas de leyes como el Código de las Familias —avanzado, progresista, técnicamente complejo, al rescate de la autonomía de la voluntad para la solución de muchas relaciones jurídicas familiares—, con otras como el Código Penal, que conserva la pena de muerte frente a una Constitución que consagra el derecho a la vida, y penaliza conductas eminentemente civiles, como la manifestación política y la utilización de fondos extranjeros, legalmente recibidos, para desarrollar cualquier actividad que los intérpretes del Derecho consideren contraria al orden político vigente.
A este momento hemos llegado tras décadas de una férrea administrativización del Derecho civil cubano, en un ambiente donde el tráfico jurídico patrimonial —en el que debían resolverse la aplicación de las normas de los derechos de obligaciones y contratos, de propiedad, de sucesiones por causa de muerte, mercantil—, fue amarrado a decisiones menores del Ministerio de Justicia y a otras normas especiales, que redujeron estas ramas del Derecho a indicaciones que los notarios y notarias debían conocer con más profundidad que la ley.
En el ámbito penal la crisis tampoco es nueva. Las políticas penales han sido más importantes que la franca interpretación de la ley durante toda la historia de la institucionalización socialista. Se ha llegado a concebir abominaciones como el Índice de Peligrosidad Pre-delictiva, afortunadamente abrogado en la nueva Ley de Procesos Penales, o como los Delitos Priorizados, estos no reconocidos en la ley pero sí presentes en la vida cotidiana de los operadores del derecho penal en Cuba.
Un delito que se considere priorizado debe juzgarse de forma distinta a la que indica la ley, sus consecuencias trascienden el momento de la instrucción, y de su posible condena porque llega hasta a la prohibición de los beneficios penales que un sancionado merece. Si el delito es priorizado, el sancionado puede encontrarse ante un callejón sin salida.
Aquí también los controles administrativos han sido inmensos. Los jueces son inspeccionados por sus sentencias absolutorias, los fiscales por no mantener la petición de un marco sancionador alto para el acusado, y la propia administración de justicia se ha organizado para priorizar la sanción de los procesados y no precisamente el hallazgo incontestable de la verdad.
La Constitución de 2019 mantuvo la regla, ya existente en la de 1976, de que los Tribunales reciben directrices del Consejo de Estado. Con esto se redondea la influencia del Partido en la administración de justicia, porque en Cuba el Partido dirige al Estado y a la sociedad toda. A tenor con ello, queda en entredicho el principio, también constitucional, de independencia de los jueces.
Tal práctica pudo constatarse en el video, difundido recientemente por Diario de Cuba, de una reunión efectuada en el año 2018 entre dirigentes del Tribunal Supremo, la Fiscalía General de la República y el Ministerio del Interior. En ella, el presidente del Tribunal Supremo declara a viva voz que la administración de justicia se pacta entre los diferentes órganos intervinientes en el proceso penal y deja claro cómo los Tribunales Populares ayudan a la Fiscalía a arreglar sus expedientes y conclusiones provisionales acusatorias con el fin de sancionar de manera categórica a los acusados.
Todo esto ha sucedido en un contexto político de expansión del totalitarismo en el que el Derecho no es precisamente la baza preferida. La ojeriza manifiesta de los cuadros de dirección cubanos a las cuestiones jurídicas no es consecuencia únicamente de su acomodamiento en el burocratismo, sino del desprecio a los límites, a los valores de justicia, equidad, legalidad, transparencia, rendición de cuentas, y a cualquier enfoque de derechos humanos en la administración pública y en el funcionamiento interno del Partido.
Se ganó la batalla por la inclusión de los derechos humanos en la Constitución, pero la batalla por la realización de los mismos no ha traído similar victoria. Cuba es, desde la incorporación de esta institución en el proyecto constitucional de Chile, el único país de América Latina que no cuenta con una Defensoría del Pueblo. Somos asimismo un Estado sin control constitucional como actividad especializada en un órgano, ya que no existen en la Isla un Tribunal Constitucional ni otra institución política independiente que realice dicha función, que recae esencialmente en la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Para colmo de males, la reciente Ley de Amparo cubana ha reducido la defensa judicial mediante recurso interpuesto a salas de lo constitucional en los tribunales, a los derechos que no puedan defenderse por otra vía procesal, es decir, que no cuenten con un proceso propio de protección. De tal forma, se reducen mucho las posibilidades de desarrollo de esta garantía, esbozada en la Constitución de 2019.
El Derecho ante los hechos del 11 de julio
En este contexto el Derecho cubano no hizo otra cosa que responder como podía. La orden de combate dada el 11 de julio por el presidente de la República, no solo fue para que el pueblo que apoyaba al oficialismo y las instituciones armadas del país se enfrentaran a los manifestantes, sino que se extendió al ámbito de la justicia.
Los días posteriores a los hechos de julio no anunciaban una respuesta legal ajustada a Derecho. Tampoco lo hacían las cientos de detenciones arbitrarias del 11, 12 y días venideros. Además, las manifestaciones fueron consideradas como organizadas desde territorio de los Estados Unidos y orquestadas por la contrarrevolución, lo que dejaba el escenario listo para la represión, también penal.
Es en momentos como estos que una administración de justicia independiente es necesaria y se echa de menos. A la hora en que políticos y miles de personas exigen respuestas punitivas, alguien debe poner un paño frío sobre la zona candente de tensión. Cuando debió darse el ejemplo de una Fiscalía que protegiera los derechos humanos y la Constitución, nos encontramos con miles de detenidos sin garantías del debido proceso, sin paradero conocido, sin derecho a una defensa con las manos desatadas.

A la hora en que políticos y miles de personas exigen respuestas punitivas, alguien debe poner un paño frío sobre la zona candente de tensión. (Foto: Adalberto Roque/AFP)
La petición fiscal de graves sanciones de privación de libertad por el delito de sedición a los acusados, demostraba que estos procesos no discurrían por un camino de independencia política e ideológica. Ningún fiscal en Cuba habría sido capaz de calificar las manifestaciones del 11 y 12 de julio como sedición, si no se les hubiese indicado cual solución ejemplarizante.
Los Tribunales también tenían las manos atadas. La propaganda política oficial que acompañó este proceso no permitía juzgar de forma independiente y neutral. Gran cantidad de personas menores de edad, pero imputables, habían sido detenidas; las sanciones que se solicitaban para ellas no eran lógicas, no eran educativas, no encontraban correspondencia con los hechos juzgados. Pero fueron sancionados, y cuando fue necesario reducir las sanciones, ello se hizo de la misma manera arbitraria con que se impusieron.
Muchos jueces, fiscales y abogados cubanos no quieren ser parte de ese carnaval dantesco, donde la justicia no importa y los juicios y procesos son resueltos en lugares y momentos distintos a los que manda la ley; pero ese es el ambiente real en el que trabajan y en el que tratan de ser honestos y honestas alguna que otra vez, cuando se les permite.
El Derecho cubano, la legalidad, el orden y la justicia, se tambalean desde mucho antes del 11 de julio de 2021. El golpe brutal que recibió la inocente quijada del Estado cubano hace un año, cuando supo que el pueblo sí se podía cansar, gritar, andar, levantar, exigir; no lo ha hecho aprender la lección con humildad y respeto por el soberano a quien se debe, sino que lo ha conducido a reforzar las bases políticas y legales para responder con más severidad a cualquier intento semejante de la gente.
Tampoco es inocente ya el pueblo de Cuba. No lo fueron nunca los pobres que se lanzaron a las calles en julio, los más necesitados y los más preteridos por el proyecto socialista cubano, que hace mucho abandonó su camino hacia la socialización y se concentró en una sola vía hacia el poder absoluto e incontestable de un Partido y una forma exclusiva e incuestionable de organización política, económica, y su correspondiente administración.
La gente aprendió, eso sí, que la ley del pueblo no existe. Que el Derecho en Cuba debe ser cambiado, tanto como la economía y como las formas de hacer política. Que la ley no basta, que hacen falta un Estado y un gobierno que la defiendan, que la respeten, que la dejen ser y proteger, aun cuando esto tenga que ser muchas veces contra los intereses de los poderosos.
15 comentarios
Excelente, cómo siempre
Excelente artículo.
Sin embargo, discrepo del último párrafo.
No creo que la gente en Cuba haya aprendido algo más que el miedo, al menos considerando como “gente” a la mayoría del pueblo.
Hace poco veía las imágenes del adolescente asesinado por la policía en Villa Clara. Me recordó los videos del joven cienfueguero protestando parado en un muro en el Boulevard de San Rafael. Una cosa en común tienen ambos hechos. Cuando se escucha lo que hablan las personas que están grabando los videos, se puede apreciar la falta total de empatía con las víctimas. Es sorprendente como la gente puede grabar algo tan repudiable y no hacer nada por evitarlo. La gente no se identifica con la víctima, es incapaz de ayudar, están petrificados por el miedo.
A este pueblo le arrancaron el criterio propio, la dignidad, la valentía.
Sin embargo, yo estoy seguro que eso va a cambiar.
Primero porque este país carece de una vía a la prosperidad y cada día vamos a ir peor.
Segundo, porque tanto los actuales títeres como Diaz Canel, como los verdaderos dueños del poder que los manejan, todos, son unos mediocres.
Ya no existe el genio malsano de Fidel Castro, por suerte para la patria.
Solo la miseria finalmente va a inducir un estallido social, no me cabe la menor duda.
La reacción del partido/gobierno, a raíz del 11/7 no se quedó en la reprensión a los manifestantes y las órdenes y leyes posteriores para otros posibles actos de protesta social, sino que marcó un grado mayor de reprensión en toda la sociedad en su día a día.
Todos sabemos que el tema de conversación del cubano es la respuesta a la interrogante: cómo está la cosa? y a partir de ahí fluye un análisis de críticas a la miseria en que se vive y de la deficiente gestión del gobierno. Esos comunes comentarios han hecho que con la luz verde dada a los “revolucionarios”, cualquier persona que emita criterios críticos de la situación actual son catalogados de disidentes, de recibir prebendas de EEUU, de tener hecha las maletas para emigrar, y lógicamente pasan a convertirse en la oveja negra del centro de trabajo. Conozco a un hombre respetado, trabajador que fue citado a la dirección de su empresa por cuestionar, en una conversación con otros colegas del centro, la situación del sistema energético en Cuba y decir que no tenía solución, que el gobierno no puede resolver ese problema y teme dar apagones grande a La Habana y otras ciudades, por lo que comete un abuso infernal con los municipios,
Los que mas danno le hacen al pais no son el grupito de bastardos que detenta el poder absoluto y que se relevan dia a dia como cucarachas en la basura. Ni siquiera sus mas connotados esbirros y sirvientes sino la gente que ve una victima y no se empatiza con ella, la gente que pone una cara servil cuando se tropieza con los barrigones vivebien o aquellos que no quieren meterse en nada, ni siquiera una negativa a cooperar con la dictadura o simplemente no evitan sustentarla ya sea desde dentro o desde fuera.
Si la gente se acostumbrara a no poner caritas de carneros cuando son interpelados o cuando tienen que opinar esa gente sentiria el rechazo y lo mas importante, EL RECHAZO SERIA VISIBLE AUN SIN EXPRESARLO O MANIFESTARLO VIVAMENTE AL RESTO Y SERA COMO UNA REACCION EN CADENA.
QUE CUANDO SE PRESENTEN EN PUBLICO RECIBAN EL ABUCHEO DE LOS QUE LOS SUFREN Y QUE DEJEN DE ASENTIR ANTE LA MENTIR DEL “BLOQUEO ” CON QUE SE LOS ESTAN COMIENDO DESDE HACE ANNOS.
Para mostrar inconformidad bastaria con NO MOSTRAR SERVILISMO Y COMPLACENCIA, NO APLAUDIRLOS O RESPONDER A SUS IDIOTECES QUE ELLOS MISMOS SON LOS PRIMEROS QUE NO CREEN Y SOLO CONSTITUYEN UN TERMOMETRO PARA MEDIR NO YA EL RECHAZO QUE VIVE EN LOS CORAZONES AUNQUE NO SALGA A FLOTE, SINO EL MIEDO QUE IMPONEN DIA A DIA..
como ayer le dije al Profesor Larrondo,refiriendome a la economia y las Proyecciones. creo que hablar de Justicia y Leyes en la cuba totalitaria.sencillamente,no es serio.Apartir de la escabechina de los personeros batistianos ,del juicio a los pilotos ,etc,etc……la justicia en cuba se volvio “revolucionaria” “socialista” y como todos sabemos, para los “revolucionarios y leales” los que disienten,son agentes de una potencia extranjera,los que se manifiestan en contra son “marginales y delincuentes”,los espias de cuba son heroes del silencio,los guerrilleros del escambray son “bandidos” los robos y despojos son “actos revolucionarios de jisticia historica”…etc,etc,etc..Las nuevas generaciones,deben aprender lo que significa caer en la trampa izquierdosa,donde todo cae en ser un “problema ideologico ” y el pensamiento liberal,es un pecado.Olvidense de lo estudiado,esta es la revolucion de los humildes en contra del capital y….todo vale !!!
Quizas usted no se acuerde ,pero la Constitucion en Cuba fue cambiada en tres dias cuando hizo falta !!
Ya no hay ni por dónde agarrar a este mal gobierno. Ni Estado de Derechos y mucho menos separación de poderes. Todo es una cadena de mandos, finamente elaborada desde las directrices más absurdas del único partido hacia los organismos de obediencia como son el Minfar y el Minint, sobre todo este último para que ejecute las tareas más sucias.
No quiero ser un ave de mal Agüero, porque no me gusta, ni es mi deseo, que se derrame la sangre entre hermanos, pero todo indica que vamos en camino de una guerra civil.
Le pido a Dios 🙏 que se apiada del pueblo Cubano.
Lamentable y que dios nos coja confesados, pero lleva razón en su visión. Ademas, aveces pienso que es lo que quieren, para de una vez terminar con sus ¨ penurias¨ y vivir lo que ya por ley se repartieron.
Provocan constantemente y la paciencia tiene limites.
Magnífico, Julito, como siempre. Tristemente certero el estado de cosas que describes. Un abrazo y gracias a ti y a LJC
Hacerles sentir que ellos estan aqui no porque los escogimos sino porque no hemos sacarlos de ahi todavia.
Fe de errata
En el comentario anterior quise escribir: Hacerles sentir que ellos estan dondr estan, no porque los escogimos o los queremos sino porque aun no hemos podido sacarlos..
[…] Rights and Law in Cuba one year after July 11 (Spanish), Julio Antonio Fernández Estrada, Joven Cuba […]
Julio en españa el consejo general que gobierna los jueces los eligen los partidos politicos la justicia la manipula en cuba y todo el mundo los que gobiernan
Pero en Cuba el único Partido que existe es el que gobierna el poder judicial, sin que exista una separación de poderes.
simplemente mentira, el sistema de justicia es un sistema independiente del poder, incluso en una tirania como la de batista (si es que a eso se le puede llamar tirania comparado con lo que hemos tenido por 6 decadas) los asaltantes del moncada fueron condenados a 15 annos de prision y el abogado manuel urrutia lleo argumento que asaltar el moncada era un derecho de los ciudadanos, el “poder” podia intentar manipular los juicios pero ejercer el control que tuvieron y tienen los comunistas donde inventan pruebas, mienten y hasta prohiben asistir a los juicios, eso solo se vive en dictaduras ferreas.
Sacado de una publicacion en El Toque:
Un levantamiento popular, una revuelta de grupos sociales desarmados que se manifiestan de manera pacífica —aun cuando por momentos sean violentos, ataquen instituciones estatales o se enfrenten a la policía— no es de manera alguna un golpe de Estado.
Los pueblos no dan golpes de Estado, los pueblos no realizan actos ilegítimos porque los pueblos son los soberanos o deberían serlo. Cuando un pueblo derroca una monarquía despótica que impide el ejercicio de derechos porque no permite la existencia de una ciudadanía, no se considera un golpe de Estado contra un reino instituido por la gracia de Dios, sino una revolución que derroca a un príncipe que era un tirano. Los tiranos deben ser derrocados por el pueblo, porque no han sabido, en cualquier caso, ni siquiera ser soberanos justos.
En las repúblicas, el pueblo es el soberano que constituye el Estado. Sin pueblo no hay tipo alguno de Estado, pero sin pueblo soberano no hay república. Los pueblos no se levantan como vándalos ante Gobiernos tiránicos, sino que exigen a los gobernantes sus derechos políticos inmanentes.
Los comentarios están cerrados.