¿Caerá definitivamente Bob Menéndez? ¿Qué significará para Cuba?

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El senador demócrata cubanoamericano Bob Menéndez, según se ha informado prominentemente en los medios el 22 de septiembre, ha sido encausado por delito de corrupción, por segunda vez en menos de diez años, en esta ocasión por el Fiscal Federal de Distrito Sur de Nueva York (Manhattan), Damian Williams.

En el contexto norteamericano varios rasgos distinguen a Nueva Jersey, el estado por el cual entró y se mantiene en el congreso el mencionado político. Pues tiene una serie de condiciones que, a la vez que facilitaron su carrera, lo predispusieron en su récord de corrupción, que parece haber trascendidos los límites de lo tolerable. En la Cámara Alta del Congreso estadounidense existe una tolerancia desmedida a lo que se ha designado como la «corrupción blanda» o «goldilock rules». En The Hill, el sitio web especializado en temas congresionales, ha aparecido un texto del doctor Jonathan Turley, profesor de políticas públicas en la Universidad George Washington, argumentando que en este caso Menéndez fue más allá de lo permisible.

En el territorio de Nueva Jersey cohabitan Atlantic City, el más grande conglomerado de casinos de juegos del país, mayor incluso que Las Vegas, y las prestigiosas Universidades de Princeton (privada) y Rutgers (estatal). Los lectores que lo hayan jugado, recordarán que una de las propiedades más valiosas de Monopolio —el popular juego de mesa norteamericano— es precisamente el icónico Paseo Tablado, la calle peatonal antológica de Atlantic City. Otros, que la hayan visto, podrán tener presente una afamada serie de televisión norteamericana de la década del 2010, cuyo nombre lo evoca: «Boardwalk Empire» («El imperio del Paseo Tablado» en español).

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Foto: Press of Atlantic City

Nueva Jersey es también conocido por la gran incidencia que tiene la corrupción en su entramado político. Desde las autoridades locales hasta las más altas esferas del Estado, pasando por las alcaldías de los más importantes núcleos urbanos, prácticamente no pasa una semana sin que salga a la luz pública un nuevo escándalo de corrupción que involucre a figuras políticas estaduales.

Un prestigioso periodista local ha acuñado la frase siguiente: «Al parecer, en Nueva Jersey la política y la corrupción van de la mano como se enroscan los huevos y el tocino en alguna de las numerosas fondas (diners) del estado». Pues este lugar es famoso también por sus «diners» como uno de los negocios más lucrativos.

Los cubanoamericanos de Nueva Jersey

Una característica adicional de Nueva Jersey es que ahí habita el cuarto núcleo más numeroso de estadounidenses de origen cubano (94 960) después de Florida, Texas y California. Por supuesto, las diferencias de esos tres estados con la Florida son abismales según consigna el estimado del censo del 2021, pero los tres le siguen en términos absolutos y relativos y Nueva Jersey, junto a Nevada, figura entre los 5 primeros como muestra la siguiente tabla:

Estado Población Cubano Americana en el Estado en términos absolutos Posición Porcentaje de la población total del Estado Posición relativa
Florida 1,589,455 1 7.4 1
Texas 123,565 2 0.4
California 103,500 3 0.3
Nueva Jersey 94,960 4 1.1 3
Nevada 36,041 1.2 2

O sea, si en términos absolutos los cubanoamericanos de Nueva Jersey cedieron el segundo lugar que ocupaban en el censo del 2010 a Texas y el tercero a California; en términos relativos continuaron siendo el segundo estado con una mayor población de origen cubano. Ello los hace suficientemente importantes como para elegir de su seno un senador y un Representantes. Pero a diferencia de la Florida, en la cual la inmensa mayoría de los legisladores pertenecen al partido republicano, Nueva Jersey es un coto demócrata.

Una peculiaridad de los cubanoamericanos en este territorio es la presencia a su interior de una importante maquinaria del crimen organizado que data del establecimiento en la década de 1970 en su territorio de «La Corporación», una pandilla mafiosa encabezada por José Miguel Battle, veterano de la operación de Bahía de Cochinos (Playa Girón), quien con el tiempo se convirtió en el Rey de «La Bolita» en la zona de Nueva York y Nueva Jersey, llegando a competir y enfrentarse con la mafia italiana. Esta historia ha sido revelada recientemente por el investigador norteamericano T.J. English en su libro «The Corporation: An Epic Story of the Cuban Underworld».

Bob Menéndez: su trayectoria y personalidad

Aunque nació en 1954 en Nueva York de padres cubanos que habían emigrado a Estados Unidos en 1953, Robert Bob Menéndez creció en Union City, Nueva Jersey, la zona del estado con más inmigrantes provenientes de la Isla. Se graduó de Saint Peter’s College (hoy Universidad), una institución jesuita, y después continuó sus estudios en la Escuela de Leyes de la Universidad Rutgers.

Dio sus primeros pasos en la política en 1973 (a los 19 años) de la mano de William Musto, entonces alcalde de Union City y uno de los políticos demócratas más populares del Estado. Pocos años después en 1977, Musto sería enjuiciado por corrupción y Menéndez testificaría en su contra. Ya su carrera política había sido lanzada en ese contexto.

Terminados sus estudios de derecho en Rutgers en 1979, ocupó varios cargos electivos en las Juntas de Educación locales y estaduales hasta que en 1986 fue electo alcalde de Union City, cargo que cubrió hasta 1991. Debido a la peculiar constitución de Nueva Jersey, Menéndez ocupó paralelamente el cargo de miembro de la Asamblea General del Estado (1988-1991).

De 1991 a 1993 fue senador estadual, consolidando su posición como uno de los líderes del partido demócrata en el Estado Jardín, lo que le permitió saltar a la política nacional como Representante a la Cámara en 1993. Entre ese año y el 2005, durante 14 años, se convirtió en un hombre clave de su partido en la Cámara de Representantes, al ganar 7 elecciones consecutivas. Se destacó además como uno de los demócratas que defendían con más fuerza los derechos de los inmigrantes.

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Foto: New York Times

Su acenso a la posición de senador se produjo en el 2006, cuando fue nombrado para terminar el mandato de otro experimentado político de Nueva Jersey, Jon Corzine, quien ese año ganó el puesto de gobernador del estado. Sus 14 años como Representante demócrata por Nueva Jersey a partir de 1993 contribuyeron a que pudiera ganar las elecciones para senador por primera vez en el propio 2006. Era ya uno de los dirigentes clave su partido en el Congreso.

Durante los 17 años que ha estado en el Senado, Bob Menéndez ha ido escalando en los principales cargos del liderazgo en la Cámara Alta asumiendo por primera vez la presidencia del Comité de Relaciones Exteriores en el 2013, durante la administración de Barack Obama. Su trayectoria en el Comité ha sido muy controversial debido a su estilo autoritario y prepotente.

El anterior enjuiciamiento tenía mucha menor envergadura que el actual. Se le acusó de hacerle favores políticos al oftalmólogo Salomon Melgen a cambio de donaciones a su campaña, regalos, viajes en un avión privado y estancias en la casa del médico en un centro turístico de República Dominicana. Menéndez trató de proteger a Melgen de ser procesado, pero al final fue condenado por un fraude de Medicare.

En el caso actual se le está acusando a él y su esposa Nadine de recibir regalos mucho más suntuosos, —medio millón de dólares, unas barras de oro y un convertible Mercedes Benz— a cambio de facilitar información y beneficios a un hombre de negocios egipcio vinculado al gobierno de ese país. Las informaciones pudieron contener elementos de peligro para la seguridad nacional. Junto a al matrimonio están encausados otras tres personas, entre ellas el hombre de negocios egipcio norteamericano Wael Hana, quien obtuvo, por mediación del senador, una licencia para la venta en exclusiva de comida halal a Egipto.

Nadine y Bob Menéndez
Nadine y Bob Menéndez / Foto: The Times of Israel

No obstante, lo más importante políticamente en este caso, es que la mayoría de sus correligionarios demócratas en Nueva Jersey —incluyendo el gobernador Phil Murphy— han reaccionado pidiendo su renuncia, no sólo a la presidencia del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, sino a su propio escaño en la Cámara Alta. Sintomático de lo grave de las acusaciones es que el exsenador Robert Torricelli —su predecesor y promotor de la tristemente célebre Ley Torricelli—, quien lo defendió en el 2015, ahora se suma a la petición. Por el momento, Menéndez ha renunciado al Comité, pero se ha negado a abandonar su escaño de senador, aunque ya le ha surgido un contrincante para la nominación demócrata.

Además de la mayor gravedad de los hechos que se le imputan en esta ocasión, algo que probablemente perjudicará a Menéndez es que el proceso tendrá lugar en un tribunal de Nueva York y no de Nueva Jersey, donde en aquella ocasión un grupo de miembros del jurado se negó a condenarlo.

Sobre lo incongruente y contradictorio de su política, Ben Rhodes, ex asesor del presidente Obama, en un Tweet (X) reciente: «Menéndez ha tenido derecho de veto sobre la política hacia Cuba, imponiéndole una sanción tras otra a un pueblo empobrecido envolviéndolas en un lenguaje de valores democráticos mientras aparentemente apoya a un dictador egipcio para su beneficio personal».

Menéndez y Cuba

Desde su ingreso al Congreso como Representante a la Cámara por Nueva Jersey en 1993, Menéndez se ha caracterizado por apoyar todas las medidas unilaterales coercitivas contra Cuba, incluyendo la Ley Helms-Burton de 1996.

Según ha testimoniado el historiador Taylor Branch en su libro The Clinton Tapes: Wrestling History with the President, en el cual recoge las conversaciones confidenciales que sostuvo en la Casa Blanca con el ex presidente demócrata entre 1993 y 2001, este último se quejó de que Menéndez, entonces un novel representante a la cámara, lo llamaba constantemente para que firmara la Ley Helms-Burton y para que aplicara a Cuba la mayor cantidad posible de sanciones.

Menéndez se las agenció para que el día de la firma de la Ley Helms Burton en la Casa Blanca, apareciese él en primera fila, opacando incluso al senador Jesse Helms y al representante Dan Burton (autores de la Ley) y a la congresista Ileana Ross-Lehtinen, las más veterana de los representantes cubanoamericanos a la Cámara.

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Bob Menéndez junto a Bill Clinton firmando la Ley Helms-Burton

En enero del 2000 el político cubanoamericano firmó una carta dirigida al presidente Clinton oponiéndose a la implementación de la decisión del Servicio de Inmigración de Estados Unidos, por la cual Elián González fue devuelto a su padre y llevado para Cuba. Incluso estuvo entre los congresistas que pretendieron la aprobación de una ley que le diera al menor de edad la residencia en Estados Unidos.

Durante toda la administración de George W. Bush (2001-2009), Menéndez aprobó las políticas agresivas de este último, a pesar de pertenecer a otro partido. Ello incluyó la limitación de viajes y de remesas, el establecimiento de una «Comisión para Ayudar a una Cuba Libre» y de un cargo titulado «Coordinador de la Transición Cubana» dentro de las estructuras del Departamento de Estado.

Asimismo, se opuso fuertemente a la política adoptada hacia Cuba por el presidente Barack Obama el 17 de diciembre de 2014 luego del acuerdo que llegó con Raúl Castro sobre la normalización de relaciones. Ello incluyó su negativa a retirar a Cuba de la lista de estados promotores del terrorismo y a la participación del presidente Obama en la Cumbre de las Américas de Panamá en el 2015.

El 13 de enero del 2015 fue tan lejos como para pronunciar un discurso en el Plenario del Senado oponiéndose absolutamente a toda la política hacia Cuba de un presidente de su propio partido. En esa ocasión dijo: «Creo que el acuerdo que la Administración ha alcanzado con el régimen de Castro es unilateral y equivocado».

Por supuesto, Menéndez apoyó la política de presión máxima del presidente Donald Trump.

Es un secreto a voces que Menéndez tiene mucho que ver con que Joe Biden haya sido tan reticente a cumplir las promesas de campaña que hizo en el 2020 en el sentido de que revocaría las medidas punitivas que Donald Trump adoptó entre el 2017 y el 2021, para revertir la política de normalización por la había apostado Barack Obama.

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Bob Menéndez y Joe Biden / Foto: Hudson TV

Que el senador tuviera una suerte de veto sobre cualquier acción hacia Cuba del equipo del actual presidente demócrata, quedó demostrado a la luz pública con un incidente que tuvo lugar al terminar Biden su discurso del Estado de la Unión en enero pasado. Según reportaron Fox News y otros medios de prensa, al salir del recinto de la Cámara, donde pronunció el discurso, el presidente le dijo al senador: «Bob, tenemos que hablar sobre Cuba». A lo que Menéndez respondió: «Ok». Pero Biden, queriendo hacer llegar el mensaje le dijo: «En serio». Al final no pasó nada.

En fecha tan reciente como el 11 de mayo, Menéndez le dirigió una carta a sus colegas demócratas en el Congreso oponiéndose a las demandas de estos últimos de que se flexibilizaran las sanciones contra Cuba.

¿Qué pasará?

Por lo pronto, Menéndez ha tenido que renunciar a la presidencia del Comité Relaciones Exteriores, lo que indudablemente le quita presión a Biden para poder implementar la política de su elección. A pesar de ello, al menos por un tiempo, el senador continuará ejerciendo su influencia, si bien ya sin una posición de poder.

Lo que resulta bastante discutible es que Biden quiera aprovechar la coyuntura para hacer avanzar más las medidas de flexibilización que muchos otros legisladores demócratas han demandado. Un ejemplo de ello es el paquete de medidas para beneficiar el sector privado de las MIPYMES, que se viene anunciando hace un tiempo, particularmente en la última semana, y no acaban de salir de forma oficial.

Un segundo aspecto del problema es la posibilidad de que Menéndez se vea obligado a abandonar su escaño de senador y que los demócratas logren un candidato que lo retenga y adopte una posición más constructiva o al menos neutral. Eso sin duda facilitaría el camino.

Pero no hay que hacerse ilusiones. La administración Biden ha sido muy conservadora en el caso cubano. Se ha demorado enormemente en adoptar medidas elementales, incluso prometidas, como, por ejemplo, la reapertura de los servicios consulares en la Habana. O otras, que son bastante obvias, como retirar a Cuba de la lista de estados terroristas, ni siquiera las ha abordado, a pesar de la insistencia del presidente de Colombia, Gustavo Petro, quien ha afirmado que debe retirarse a Cuba de la lista para ayudar al proceso de paz en su país.

No hay razón para pensar que esa falta de voluntad se explique sólo por las presiones del senador, aunque sí han tenido mucho que ver.

Para decirlo en el argot popular: Menéndez es una gran piedra en el camino; su eliminación ayudaría. Pero no es la única: el camino de la normalización de las relaciones cubano-norteamericanas está lleno no sólo de piedras, sino de seborucos.

12 COMENTARIOS

  1. Las esperanzas de Cuba sobre la flexibilizacion de las medidas no tiene un fundamento real. El gobierno cubano sigue apostando por qué ocurra un milagro y no sobre un análisis político serio. Hoy el gobierno carece de los analistas con que contaba Fidel. Diaz Canel no es capaz de acercarse a la inteligencia y la capacidad de análisis de Fidel. Y mucho menos la cúpula militar Raulista. Sólo hay que ver los desaciertos en las relaciones internacionales y en la economía. La salida de Bob Menendez no va a decidir el juego. Biden está ahora mismo en una cuerda floja, hay muchos problemas más acuciantes para Biden que el tema Cuba. Las acusaciones a Trump y el caso de Hunter Biden, el intento de impeachment, las divisiones internas, la guerra en Ucrania, la crisis migratoria y la discusión por el presupuesto unido a la crisis económica y la inflación son temas que roban la atención de un presidente viejo atacado continuamente por un congreso de mayoría republicana que le está haciendo la vida imposible. Por todo esto pensar incluso en la aprobación de la ley de las Mypimes es como jugar a la ruleta rusa. Su escrito es un buen intento de crear una expectativa pero no siempre las buenas intenciones han decidido la política estadounidense hacia Cuba. Más bien diría yo que han sido las malas intenciones las que han hecho más daño a la isla de uno y otro Partido. Vivir para ver.

    • «El gobierno cubano sigue apostando por qué ocurra un milagro y no sobre un análisis político serio. Hoy el gobierno carece de los analistas con que contaba Fidel. Diaz Canel no es capaz de acercarse a la inteligencia y la capacidad de análisis de Fidel. Y mucho menos la cúpula militar Raulista. Sólo hay que ver los desaciertos en las relaciones internacionales y en la economía.»
      Enteramente de acuerdo con este comentario…

    • Gerardo y Jagger, ¿ustedes se leyeron mi artículo hasta el final? Les cito la conclusión final que parece que no se leyeron pues dice exactamente lo mismo: «Para decirlo en el argot popular: Menéndez es una gran piedra en el camino; su eliminación ayudaría. Pero no es la única: el camino de la normalización de las relaciones cubano-norteamericanas está lleno no sólo de piedras, sino de seborucos.»

  2. ¿Qué es esta pretensión de EE.UU. de querer dictar a Cuba? Hay que dejar a Cuba el derecho absoluto de gestionar su propio destino sin injerencias de ninguna parte.
    Lo que resulta aún más intolerable es ver a una persona cuyos orígenes están en Cuba comportarse de forma contraria a la legalidad del país de acogida y permitirse dar lecciones de comportamiento democrático al país de sus orígenes…
    Antes de dar lecciones, ¡hay que estar limpio!
    ¿Qué significa SEBORUCOS? ¿Es argot cubano?

    • Seboruco se refiere a una piedra enorme, tambien puede ser persona poco inteligente. ?Cuales serian algunos de esos seborucos en el camino de la normalizacion?

  3. Yo me leí todo su extenso artículo, tan extenso que se pierde dentro de tanta historia y muela. La concreta es; que no se trata de Bob Menendez ni de cualquier otro personero de uno u otro Partido. Se trata de que los «seborucos» como usted los llama que están dirigiendo a Cuba acaben de entender que para negociar con el gobierno de los Estados Unidos tienen que ceder, dejar la represión y el totalitarismo y dejar que sea el pueblo quien decida que hacer. Dejar que la gente hable y proponga sin que los reprimen y decidir el asunto por los cubanos y no por un emporio empresarial militar que solo piensa en el desarrollo de sus empresas turísticas a costa del sacrificio y carencias del pueblo. Y de una cúpula gobernante senil. Díaz Canel está en la misma encrucijada de Estrada Palma en elegir la anexión con los Estados Unidos o la guerra económica, Estrada Palma escogió la anexión y de él solo quedaron sus zapatos en lo que fue un célebre monumento en la Avenida de los Presidentes. O como Machado que cogio la seña del embajador americano y optó por renunciar. Tanto Estrada Palma como Machado tomaron una decisión pero Díaz Canel no acaba de decidirse , le echa la culpa a otros, el bloqueo lo aguanta todo, mientras el tiempo pasa, Cuba se deteriora y los cubanos siguen padeciendo por su indecisión. Y créame que cuando llegue la hora de Diaz Canel no quedarán ni los zapatos.

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Carlos Alzugaray Treto
Carlos Alzugaray Treto
Embajador y Profesor Titular retirado, analista internacional independiente y ensayista

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