En los tiempos que corren, cada mañana uno se entera en las redes sociales de la última barbaridad hecha o dicha por los políticos. Es como si se hubiesen difuminado los límites entre lo que antes era la prensa amarillista y la política real. Llega el momento en que uno se acostumbra, a las locuras y sandeces de Trump y Bolsonaro, a los dimes y diretes, también a los desmanes de la prensa cubana y de sus ideólogos. Pero lo peor es que uno ve cómo ese desbordante espectáculo de estupidez humana que desfila por las social media no augura el fin de los viejos problemas humanos: hambre, guerra, deshumanización, opresión. Por el contrario, el abuso del poder parece convertirse en norma.
Donald Trump aparece como el héroe indisputado de la nueva época. Con él ha llegado al poder el espectáculo carnavalesco, el desparpajo, la mentira constante que sin embargo es honesta. Trump le dice a sus seguidores: te estoy engañando y lo sabes, y además te gusta. La inmensa masa de votantes conservadores norteamericanos va y vota por él, como para hacer gala de su falta de autenticidad; en el fondo, están disfrutando una de las formas de sentirse superior, aquella en la que renuncias a aparentar valores superiores, y declaras firmemente que no los necesitas, porque ya eres superior a los mexicanos, los negros, los liberales, y los comunistas.
Trump encarna el espíritu de una época que se acerca peligrosamente al abismo reaccionario.
No es casual, por tanto, que promulgue por estos días un decreto que pretende limitar la libertad de expresión en las redes sociales. Con su gran saco lleno de fake news y post-verdades, el clown imperial ha reeditado una vieja dinámica de los movimientos fascistas, sacarle el máximo provecho a la libertad de expresión de las repúblicas burguesas en crisis para luego, una vez consolidada la fanaticada, aplastar los derechos de las minorías. Una importante diferencia estaría, sin embargo, en que los viejos fascismos al menos pretendían de boca para afuera preservar una apariencia de seriedad, algo que ha quedado desechado en la versión post-moderna.
Es cierto que también en Cuba el extremismo partidista ha parido algo como el Decreto 370. Pero uno esperaría que el líder del mundo libre no le siga los pasos a la “dictadura” y proclame un Decreto 370 para EEUU. En realidad, más allá de sus diferencias, se trata de dos decretos farsescos. El de Trump, es defendido por alguien que dice querer proteger la libertad de expresión, y acto seguido plantea que cerraría Twitter si pudiera. El cubano, tiene dos incisos que niegan cualquier sentido revolucionario, pero tampoco se atreve a ser verdaderamente estalinista y dictatorial: amenaza con una multa a los que violen las buenas costumbres.
¿Qué significa que tanto en Washington como en La Habana los redactores de decretos estén desbancando de sus papeles a los humoristas? ¿Y qué significa que las bromas vengan acompañadas, o más bien, sean hoy los heraldos del horror? Entre otras cosas, que como civilización estamos en decadencia, y que los ideólogos estrellas en el gobierno cubano tristemente han aprendido a estar a la altura de los tiempos. Vaya, punto para Hegel.
No soy yo el primero en decirlo, pero lo repetiré: la política cubana desciende por ambas partes al nivel de una disputa entre reguetoneros. En lugar de argumentos, tenemos la desfachatez radical de un Otaola, o el cretinismo de los artículos de Lagarde, que reparte la etiqueta de mercenario como si fuera el pan de la libreta.
El efecto Trump ya está en Cuba, con background y resabios criollos.
Esta realidad pone contra las tablas a todos los que tenemos una comprensión de la política que parte de ideales superiores. Porque chocamos con una pregunta que hoy atormenta a muchos en el mundo. ¿Cómo ser efectivos contra alguien como Trump? ¿Cómo se lucha contra la mediocridad y el desparpajo cuando estos están institucionalizados? ¿Qué se hace cuando las personas prefieren la bajeza? ¿Cómo reaccionar cuando los discursos de alto vuelo intelectual o moral les parecen falsos, aburguesados, ajenos?
Lo peor de estos discursos decadentes que se entronizan hoy es que conectan con una parte de la cultura que sigue muy presente a nivel de folklore y sentido común en la gente. No estamos tan lejos todavía como quisiéramos del aldeano medieval, que disfrutaba con las ejecuciones públicas y le arrojaba frutas podridas al prisionero que estaba en el potro. Somos eso aun en gran medida. Las redes sociales no han hecho peores a las personas, en realidad solo han sacado a flote la mediocridad que ya estaba allí.
Sin embargo, es un grave error adoptar la posición del escandalizado, del que cree que los viejos tiempos eran mejores, y quiere restablecer el discurso político a sus viejos y respetables cauces. Esta es la posición de muchos conservadores, liberales y también socialistas, que hoy resultan impotentes cuando tratan de enfrentar los fenómenos de la era Trump. Mi recomendación: lo primero es darse cuenta de que los viejos modelos discursivos siempre fueron bastante ilusorios, siempre fueron funcionales solo a una capa ilustrada de la sociedad, mientras dejaban fuera a la mayoría.
La gente es mediocre en gran medida porque son un resultado de un sistema. El mismo sistema que le daba el usufructo de la palabra y la cultura a una parte de la sociedad. Entonces, esa vieja política republicana, ilustrada, liberal en el sueño de algunos, no puede ser la solución al problema porque es parte del problema. Aquel viejo mundo generó este. Expulsar a los idiotas de nuevo hacia el margen, dejarlos sin voz, es una ilusión antidemocrática, que además se ha vuelto imposible de llevar a la práctica. Lo que se necesita es educación popular, un proceso que permita a la gente por sí misma superar sus vicios y sus tendencias hacia lo peor.
En esta nueva época, los liberales dan pena.
Cuando intentan ridiculizar a Trump, sacarlo del juego, solo quedan mal parados ellos mismos y ni entienden bien por qué. Puede ser que Trump pierda las elecciones en noviembre, pero lo que él representa como fenómeno solo está comenzando y se repetirá. El viejo mundo republicano y liberal, por el que algunos suspiran como si se tratara de una Arcadia, va para abajo por sus propias contradicciones. La principal, porque fue edificado sobre la base del capitalismo, y en la medida en que esa base se corroe se hace imposible mantener lo que sobre ella fue construido.
Esta crisis del liberalismo también tiene un impacto sobre el problema cubano. En primer lugar, deja descolocado el discurso según el cual el sistema cubano es un “régimen” primitivo, en el que los liberales tienen la misión histórica de ser sus enterradores. Sería absurdo pensar que, en un momento en que el mundo no va en esa dirección, triunfe en Cuba una democracia liberal de libro. Hay gente, pobre, que sueña con transiciones a la española o a la chilena, y uno se pregunta de qué lado de la cama están durmiendo.
El problema que tenemos en Cuba no es el mismo que tienen en EEUU, por supuesto. En nuestra isla el orden liberal que Batista puso en crisis, no solo no fue restituido sino que fue barrido. En ese sentido, fuimos unos adelantados a nuestra época. El problema es que en el ansia de ir demasiado rápido, y por las malas influencias, desechamos demasiadas cosas del viejo mundo y dimos forma a nuestras propias clases de horror. Hoy estamos en el doloroso proceso de darnos cuenta de que algunas realidades e ideas del viejo mundo no eran tan negativas ni tan superables de manera sencilla: como por ejemplo el mercado, la democracia y la libertad de expresión.
Lo malo es que en medio de este nuestro proceso, cuando debíamos estar refundando los principios de nuestro sistema socialista, buscando la forma socialista de gestionar el mercado, la democracia y la libertad de expresión, la decadencia general de la civilización nos arrastra a la deriva y nos empuja también hacia la mediocridad. En tiempos de revolución se cometieron muchos errores, y hoy esos errores viven y se agitan como cultura dentro de cada canción del peor reguetón. El peligro es que en este declive universal de los ideales liberales, también sean arrastrados los ideales socialistas, que ya no seamos capaces de reconocer la revolución en nosotros mismos y que quedemos a merced de lo más reaccionario de nuestra sociedad.
Socialismo o barbarie.
El Trump cubano está en las defensas obtusas de Cubasí a Etecsa, en los ajusticiamientos públicos del NTV para diversión de la aldea, en el comportamiento pandillero de los cibercombatientes de más baja calaña, en PostCuba, en las barrabasadas de Granma hablando del problema de la carne en EEUU. Enfrentarlo es tan complejo como enfrentar al otro Trump. Resulta fácil quedar como un utópico, un “intelectual”, alguien alejado de la práctica.
Pero hay que enfrentar a Trump y sus avatares dondequiera que estén. No se puede hacer desde una moralidad escandalizada, ni desde un romanticismo platónico. No se vencen así la payasada y la bajeza. Se le vencen con la práctica decidida de la autenticidad. Nadie se ríe del que es auténtico, del que no pretende ser lo que no es. Es difícil, pero es el único camino.
23 comentarios
Hoy estamos de acuerdo.Buen y valiente trabajo. Saludos.
Cuanto puede, realmente, Trump coartar las libertades de expresion de los Estado Unidenses.
Cuanto puede, realmente, el gobierno cubano coartar las libertades de expresion de los Cubanos.
Con la 370 cubana en USA no existiese ahora un movimiento nacional de protestas por la justicia contra el abuso policial el caso de Sr Floyd.
Si, Trump es un pobre(humanamente hablando) personajucho, pero el sistema no le da poder ilimitado sobre la vida de los Estado Unidenses tanto asi que la propuesta a la que se refiere este articulo, no ha sido ni tomada muy en serio por las plataformas digitales, pues saben que no tiene soporte en el plano judicial y que no va a ser mas que otro show del personaje para cautivar a parte del electorado o desviar la atencion de problemas mas serios.
Debemos de enfocarnos en nuestros problemas internos para poder avanzar como país.
Excelente trabajo.
Solamente voy a anotar un detalle, el DL 370, su letra, no es el problema, el problema es su aplicación, en cierta medida, en estos primeros momentos, agravada por la interpretación de algunos términos como: interés social, moral y buenas costumbres y, en menor grado, integridad de las personas, que no son, a su vez, categorías nuevas para el derecho, o sea, en alguna medida la doctrina jurídica tiene fijado su contenido y alcance.
Los instrumentos internacionales establecen límites a la libertad de expresión, que deben ser establecidos por las leyes nacionales, estos pueden ser los fijados en nuestro país.
En cuanto a la interpretación, que yo creo que ha sido fatal en los casos en que ha sido aplicado, tiene que respetar el derecho fundamental reconocido, a riesgo de inconstitucionalidad, pero esta norma jurídica, establece los recursos administrativos por los que la persona puede defenderse y agotada esta vía, permite el acceso a la justicia, por su parte, los órganos judiciales tendrán que evaluar e interpretar, igualmente, conforme a la Constitución, que es ley suprema, por lo que se creará una doctrina judicial, respecto a la interpretación y aplicación de estos preceptos, pero para ello hay que llevar los casos a los tribunales, que tendrán la última palabra, mientras tanto, yo, por lo menos, me abstengo de conclusiones definitivas.
¡Felicidades! No debe ser la única, pero es la primera persona que leo que se refiere al 370 no por su contenido, sino por su implementación. Tuve un largo debate con unas amistades sobre la diferencia, peor para ellos era mucho más fácil decir que la ley estaba mal, porque servía de pretexto al gobierno.
Les tuve que dar la razón, sin embargo, en que no sirve de mucho que una ley tenga un texto presto a tergiversación si no hay un mecanismo legal establecido para evitar los excesos o para demandarlos. Es parte de lo incompleta(para los simples mortales) que son las leyes y el sistema de leyes en Cuba.
“Socialismo o barbarie.” vamos hombre, Yassel, xfa, no nos hagas la vida tan facil a los que estamos, tranquilos y expectantes, esperando por los cambios finales del capitalismo cubano, hacia una etapa mas abierta y democrática en las practicas económicas, sociales y políticas, la cosa es en realidad, ¡Capitalismo o muerte!
Lógicamente el capitalismo necesita una revisión, pero en Cuba, no tienen 100 años mas para esperar los resultados, de hecho la pobreza y la hambruna del próximo quinquenio, solo se puede palear de alguna forma, con cambios radicales y un aceleramiento del proceso económico, social y politico que tiene lugar en estos momentos, exilio, embargo y covid-19 incluidos, para no hablar de los desastres naturales endémicos de nuestra region, ciclones, huracanes, etc.
El capitalismo puede caer, pero el socialismo mi amigo, ya esta muerto hace mucho tiempo. Fíjate en un detalle, un pequeño pro-capitalista como yo, puede sostenerse sin ayuda gubernamental, puede trabajar en el medio de la crisis sanitaria, puede realizar laborales humanitarias, como repartir alimentos gratis a los mas necesitados, puede participar en el debate politico del pais donde resido y del cual soy digno ciudadano, puedo sostener y expandir mi carpeta de acciones en la bolsa de valores, en la peor crisis de este siglo, compara, con el Presidente de Cuba, explicándole a la humanidad, que la base de todo, es la limonada desaparecida junto al guarapo de las tiendas y mercados cubanos, si eso fuera realmente “la base de todo”, YO podría ser un campeón socialista, produciendo las toneladas de jugo que fueran necesarias, no solo de Guarapo y Limonada, agrégale, jugo de Mango, Guayaba, Naranja, Piña, etc, pero, por favor, que compartan los 5 centavos de la ganancia! jajajajaja!! 🙂 🙂 🙂 Saludos
¡Bravo por.Yasel! ¡Diez veces bravo! Estoy absoluta e inclaudicablemente de acuerdo. Ahora a prepararse para la arremetida de los bocoyoteros contra él.
@ Giordan, Ay asere, tu padeces del mismo virus que tienen los que tu criticas, los que no concuerdan contigo, son “bocoyoteros”, tu victimismo, tu sensibilidad frágil, te asemeja a los Otaolas e Iroeles que pululan el ciberespacio ¨cubiche¨. 😉 Saludos 🙂 🙂 🙂
El problema, que a la vez se convierte en diferencia ,es este . Trump fue elegido para un período de 4 años, con posibilidades reales de 4 años más. Depende del electorado. Después entrará uno mejor o peor,eso no lo sabe nadie.
Aquí, no hay necesidad de esperar ni 4 ni 8 años,ni mucho menos suponer que el nuevo tenga ideas y proyectos diferentes. Sabemos que nos trae,y sin ser adivinos. Nos toca y ya. Corta y pega,no cambian ni los signos de puntuación.
Muy bueno, tenemos trumpismo de derecha y de izquierda.
Vamos a ver: la falta de libertades, el bloqueo interno, el “socialismo” de corta y clava retranquero, los disparates económicos uno detrás del otro, etc, etc y etc, no empezaron en Cuba cuando Trump fue electo en 2016, sino que venían de antes. Digamos que … desde el mismísimo 1959. Por lo tanto, no se puede hacer descansar sobre Trump la horrible dinámica interna del gobierno cubano.
Si los neocentristas cubanos no son capaces de analizar el país donde viven y continúan mostrando la misma dependencia de lo que hagan o digan en Washington para explicar lo que pasa dentro de Cuba, entonces nada les diferencia de sus padres ideológicos, mismos de los que parecen querer desprenderse como hijos rebeldes. Ustedes deberían, si en verdad quieren diferenciarse de los señores del partido único, analizar los fenómenos sociales cubanos desde otro ángulo, uno que sea transformador de verdad, que vaya a la raíz de nuestra problemática nacional sin medias tintas.
El problema de Cuba no es Washington, el el sistema/modelo implantado en Cuba y mantenido tercamente en contra del sentido común. Cuba está estancada por la incompetencia de sus gobernantes, no por las medidas tomadas en EE.UU.
Afecta el bloqueo gringo? Por supuesto que si!, pero precisamente por eso nada justifica un bloqueo interno que parece colaborar con el gringo para que nos vaya peor como pueblo. De hecho, mientras peor sean las medidas gringas más inteligente debería ser nuestro gobierno propiciando desatar nuestras propias fuerzas productivas en vez de ahogarlas con limitaciones y más limitaciones que ni ellos mismos entienden.
Los neocentristas cubanos no se dan cuenta, o no se quieren darse cuenta, que si Cuba está en la actual situación de escacez perpetua es porque el gobierno no colabora para que cambie la cosa. Más bien siguen apretando a base de la “continuidad” de un sistema que “no funciona ni para ellos mismos”, imagine usted para el pueblo.
Nuestra tierra es fértil, no hay limones. Alguna vez fuimos líderes mundiales en la producción de azucar de caña, hoy se importa azúcar, nuestros centrales fueron desmantelados, la cuantía de la producción azucarera retrocedió a 1915 y ni guarapo hay. Alguna vez el percápita de ganado fue de 1×1, hoy los cubanos hacen colas de horas y horas para conseguir un pedasito de pollo o unas croquetas bochornosas. Todo va para abajo allí y todavía criticamos lo que sucede en la casa del vecino?
Trump es un problema de los norteamericanos. En noviembre los ciudadanos de este país decidiremos si ese señor continúa por otros 4 años o no. Pero … quiénes competirán en las próximas “elecciones” cubanas por el puesto de presidente? Pueden los cubanos presionar a su gobierno para que cambie siquiera su política económica? Puede un opositor al partido único llegar a la presidencia? Acaso dejan a los cubanos de la isla expresar frontalmente su descontento sin sufrir persecusión por ello?
Pero por Washington andamos.
Gracias por tu artículo, Yasser. Se lee con interés.
Nos quedamos leyendo el contenido dos veces.
Analicemos los problemas cubanos de manera profunda, para poder avanzar como país.
El artículo está bastabte acertado, solo hay una cosa que me “da ruido”. El mensaje del último párrafo es bastante certero y esperanzador:
“Pero hay que enfrentar a Trump y sus avatares dondequiera que estén. No se puede hacer desde una moralidad escandalizada, ni desde un romanticismo platónico. No se vencen así la payasada y la bajeza. Se le vencen con la práctica decidida de la autenticidad. Nadie se ríe del que es auténtico, del que no pretende ser lo que no es. Es difícil, pero es el único camino.”
Pero… ¿Para enfrentar a Trump? ¿A sus avatares? Creo que hacer algo por “darle en la cabeza” a alguien es tan ilégítimo como lo que sea que ese alguien haga para merecer tanta atención. ¿Es que acaso no hay ideas auténticas, objetivos propios y planes auténticos que llevara a cabo sin que haya que mirar pal lado a ver cómo lo voy haciendo?
Así escrito, parece que bueno, malo o peor, seguiremos pendientes de lo que pase en el norte o diga el payaso de turno para decidir qué y cómo hacer o escribir. Deberíamos ser más proactivos y menos reactivos.
Buen análisis, sobre todo balanceado; ningún bando sale ileso.. Supongo que la requerida síntesis obvie algunos ingredientes, entre los que observaría el hecho de que Trump podrá anunciar sus intenciones pero tendrá mucho cuidado en llevar a cabo sus movidas. No me atrevo a vaticinar lo que en la práctica pueda quedar en la letra de su plan mordaza y menos en lo que pueda aplicar. Refiriéndose a Trump nos dice el autor en uno de sus párrafos “cerraría Twitter SI PUDIERA”.
La sociedad NA no es una panacea, está repleta de defectos pero aún conserva vitalidad, dispone de variados recursos y alternativas para oponerse a lo indebido, desde un escrito o un recurso legal hasta una protesta pública que pueden tener su origen en lo individual o en lo colectivo. En definitiva, allá ellos, ese no es nuestro problema.
En esta orilla del estrecho los políticos la tienen mucho más fácil. No hay que complicarse con tendencias, todo es uniforme. Si la economía no funciona otro es el culpable. Hacer política en Cuba es señalar todo lo nefasto de otros países, decir consignas y pensar en el pasado. Todos van a entender y a estar de acuerdo. No hay razón para preocuparse. Saludos.
Ahí está el detalle: en Cuba no se hace política, se impone la política del partido único.
Es realmente muy fácil ser el presidente de la Cuba post 1959. Te puedes cansar de hacer y decir disparates; puedes prometer millones de cosas y no cumplir ni media promesa; puedes abusar de tu pueblo hasta límites increíbles sabiendo que no habrá respuesta popular; nadie te presiona; nadie te pide cuentas; eres Dios. Cualquier discurso opositor o disidente será aplastado y sus apoyadores enviados a prisión o asesinados moralmente.
Y para colmo, tendrás a tu alrededor una corte de chupamedias que siempre te va a justificar y una prensa que más servil no podría ser, cuya única función es maquillar todos tus yerros. Y si no puede porque la metedura de pata fue demasiado grande, pues le echamos la culpa al imperialismo.
Qué vacilón es gobernar en Cuba!
Pobre pueblo. 🙁
Muy valiente este texto de Yassel, a quien le recomindo la lectura de “El lápiz rojo: prensa, censura e identidad cubana (1878- 1895), de Alain Basail Rodríguez. Después de leer ese libro, es posible establecer un paralelo entre todas las normativas legales y las políticas que limitan las libertades de expresión y de prensa en la Cuba contemporánea, y las medidas que para el mismo fin adoptó el gobierno colonial español. O sea, el decreto – ley 370, por citar la norma más reciente, es regresivo, nos devuelve a los tiempos coloniales. Incluso las razones que en aquella etapa justificaron la censura, eran bastante similares a las que hoy esgrime el actual gobierno.
Acotar, finalmente, que si bien Trump publicó una orden ejecutiva para regular las redes sociales, hay que esperar cuál será la respuesta del Congreso y de las cortes federales a esa disposición legal. El Estado de derecho, la independencia de los poderes judicial y legislativo, es una ventaja que el modelo cubano no ofrece. Por lo tanto, no esperamos ni en sueños, la impugnación del 370, en parte o en su totalidad, de parte del Parlamento o de un tribunal cubano, por muy inconstitucional que parezca.
Lo que nos queda es denunciarlo y denunciarlo.
Trump dice que cerraría Twitter si pudiera.Pero no puede porque aquí hay una democracia y él no es señor de vidas y haciendas, como los mandamases de allá que lo mismo decomisan una carretilla de viandas o le cortan o limitan el acceso a internet a todo el mundo. Si usted no se leyó la orden ejecutiva, sepa que su objetivo es que los que administran esas redes sigan siendo eso, administradores y no editores, más bien censores. que es en lo que se habían convertido. Google, Facebook, You Tube, eliminan aquellos materiales que no se ajustan al discursode la mainstream media.Todo el mundo tiene derecho a expresar sus puntos de vista con independencia cuales sean éstos. Yo lesugiero al autor quenen lugar de enfrentar a Trump se ocupe de enfrentar en Cuba a los que impiden el discurso libre de las ideas y la reunión civilizada de ciudadanos donde puedan expresar abiertamente sus propuestas de cómo resolver los problemas que aquejan a la sociedad. Que puedan cuestionar a esos mismos que se resisten al mercado aunque han sido incapaces de dar de comer al pueblo después de 60 y más años de usurpar el poder. Al menos aquí, en esta sociedad burguesa que según el autor se desmorona, me fui ayer al Walmart mcercano y me compré una piña ,tres mangos y cuatro aguacates, qfue stán ahí todo el año. cada vez que los quiera y cuantos quiera.
Yassel, te preocupas mucho de Trump y de los derechos y libertades de los norteamericanos, cuando tu foco, como patriota cubano que presupongo que eres, debería de estar en la defensa de los derechos y libertades de los cubanos.
Por cierto, me hace mucha gracia eso de las “repúblicas burguesas” como si los burgueses fuesen los únicos que votasen. Alguien debería de hacer un censo con el porcentaje de “burgueses” en cada país, para poder calcular el porcentaje de “voto burgués” en cada partido y su verdadero poder político. ¿Quedan burgueses en Cuba?
Me queda una pregunta clave, ¿cómo se distingue un burgués? quiero decir, ¿tiene algo que lo identifique cuando nos cruzamos con uno por la calle? Eso es demasiado simple, supongo que habrá que hacerle una encuesta, o tal vez analizar su declaración de la renta.
Acá alguien de verdad sabe sobre “ el decreto de Trump”?, porque lo que busca en realidad no es coartar la libertad de expresión sino, al contrario, prohibir que Twitter u otra plataforma puedan censurar comentarios considerados “ indeseables”. Que Trump diga que cerraría Twitter es irrelevante, como muchas sandeces que dice y que son imposibles de ejecutar porque las leyes del país no lo dejan. Mejor preocúpense por lo que está pasando en Cuba, donde cualquiera con cierto poder, y no tiene que ser el presidente, puede tomar acciones de censura sin que el afectado tenga protección alguna de las leyes.
Amigo, cada cual se preocupa por lo que considere correcto, esto se lo digo con todo respeto, por los EE. UU., por su política y presidente se preocupa todo el mundo porque es el centro del poder mundial, político y económico, aunque eso este disminuyendo, precisamente, por las características de su política y últimamente gracias al señor Trump, particularmente para Cuba y para los cubanos, es un país muy importante por varias cosas, porque el nuestro es un país del mundo, porque los EE. UU. tienen una especial política para él que incluye sanciones económicas fuertes y porque allí vive la comunidad cubana en el exterior más grande. Por otra parte, me preocupa y lamento que algunos de ustedes no vean el paralelo no tan sutil que establece el autor entre la situación en ambos países, que constituye una crítica al estado de cosas en el nuestro.
“No es casual, por tanto, que promulgue por estos días un decreto que pretende limitar la libertad de expresión en las redes sociales. ”
Esta oracion evidencia que quien escribe no tiene la mas minima idea sobre el decreto, que pide exactamente todo lo contrario.
[…] Translated from the original […]
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