Me siento a conversar con Ahmel Echevarría Peré en la terraza de su casa, que ha sido durante los últimos años el lugar de creación que comparte con su esposa, la artista visual Cirenaica Moreira Díaz.
Me cuenta que tras graduarse de ingeniería mecánica en la CUJAE hizo el servicio social en una unidad militar. Era un civil, inversionista al que le sobraba tiempo. «En los primeros meses no tenía contenido de trabajo, tampoco oficina. Mi jornada transcurría en un parque, parte de ese tiempo lo dediqué a leer.
»Teniendo ya oficina, menos tiempo y más contenido de trabajo, empecé a escribir por el amor a una muchacha. En la unidad conocí a dos escritores: Abel de la Milera y Michel Encinosa Fú. El chino Encinosa me recomendó el taller de formación literaria Salvador Redonet, coordinado por el narrador Jorge Alberto Aguiar Díaz (JAAD).
»En el Redonet está mi verdadero kilómetro cero, el diamante del que parte este camino que he estado recorriendo. JAAD nos habló de literatura, no solo desde las técnicas narrativas, nos convidó a pensar la literatura, a entender la sociedad en que vivíamos y los vectores que la afectan».
Además de los talleres en el Salvador Redonet, también cursó el curso de Técnicas Literarias en el Centro Onelio Jorge Cardoso. ¿Cómo influyen estos cursos en un joven escritor?
«No son similares, en las experiencias de los alumnos en el Onelio, cada cual hace del curso lo que desea o necesita. Los hay interesados en aprehender los contenidos impartidos e ir a por todas, otros se quedan bajo el encantamiento de la buena vibra y la camaradería, que no está mal. Pero la literatura no suele ser cofradía, lamentablemente. El staff del Onelio pone recursos y contenidos a disposición de los alumnos,como en todo taller o curso de escritura creativa, la otra parte está en manos del estudiante. Este debe aprender a pensar, a ejecutar asociaciones, a sospechar, a poner en duda, en crisis».

Ahmel Echevarría / Cortesía del entrevistado
Algunos de los egresados de estos talleres formarían parte de la llamada Generación Cero, un grupo de escritores más unido por la irreverencia y la transgresión que por una temática, eran aquellos que habían sobrevivido su juventud durante los duros años 90 y que ahora, con la ligera calma que traía el 2000, necesitaban construir un nuevo paradigma. Sobre esto comenta:
«Existe cierta diversidad temática en los integrantes de la Generación Cero. Puede que las similitudes estén en la zona transficcional, en el punto donde las fronteras entre géneros se difuminan. Del cuento a la novela, de la ficción a la crítica literaria, del cuento a la poesía, y del realismo a lo fantástico o al absurdo. ¿Literatura menor a lo Deleuze y Guattari?
»Lo del escenario en el que se desarrollan las historias, y el Factor Cuba al interior de las ficciones, son categorías que le atañen a los estudios críticos, a la academia. Segmentan y etiquetan para estudiar. Necesitan arribar a conclusiones para propiciar un canon».

Ahmel Echevarría / Cortesía del entrevistado
Su graduación del Centro Onelio es una de las más prolífica. ¿A qué cree que se deba esto?
«Si no lo dices tú, no lo habría advertido. Tampoco tengo una respuesta. Pero tengo mis dudas al respecto, —sonrie— Está la primera promoción que también fue muy prolífica, aunque no pongo en dudas tus conclusiones».
¿En sus comienzos cómo escritor tuvo el apoyo o tutoría de algún otro exponente de la literatura cubana?
«Le di mi primer libro inédito y algunos textos sueltos a varios escritores: Amir Valle, Alberto Guerra, Orlando Luis Pardo, Eduardo Heras León. Cada opinión fue valiosa. He tenido una comunidad de afectos e intereses con Orlando Luis y Jorge Enrique Lage. Se ha mantenido en el tiempo, hemos puesto a circular entre nosotros textos, ideas, información. De ahí salió el e-zine de literatura irregular the revolution evening post. De nombrar un tutor, mentor o maestro, su nombre no sería otro que Jorge Alberto Aguiar (JAAD). Es una figura central para no pocos escritores de mi generación».
¿Tiene preferencia por alguno de sus libros?
«Nunca lo vi de ese modo. Cada libro mío respondió a un instante de vida. A intensidades diferentes, incluso a personas diferentes. Cada uno está conectado con una persona cuya biografía no es estrictamente esencial para la historia narrada, pero que parte de su vida, o su interacción conmigo, sirvió para activar algo que luego derivó en un libro.
»Pongamos que son dispositivos colectivos de enunciación. No hablan estrictamente de mí, ni de la persona en cuestión al interior de ese magma. Entonces, mi libro preferido es el que está en proceso de escritura debido a la investigación, la escritura, en especial por el desafío, la derrota o la pérdida implícita ―una frase un poco injusta e inexacta, que sirve para no escurrirle el bulto a tu pregunta».

Ahmel Echevarría / Cortesía del entrevistado
En estos momentos Ahmel Echevarría se encuentra en el proceso de creación de la novela Los perros. «Forma parte de lo que he llamado Trilogía del encierro. Un fragmento se tradujo al inglés para Review: Literature and Arts of the Americas, No. 105 (Havana Revisited: Evolving Connections), revista de The City College of New York, CUNY. Lo narrado allí transcurre en un campamento de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP). La trilogía aborda varias formas extremas del encierro al que un individuo puede ser sometido. Tiene a Cuba como escenario».
¿Considera que escribir es un acto de rebeldía?
«Nunca lo pensé de ese modo. No creo que haya utilizado esa categoría para definir una toma de partido estética a contracorriente. Puede que lo sea. Me dan pavor ciertos sustantivos o adjetivos que asocian la postura artística o el arte con la jerga política o bélica. Por los usos. Por la manipulación.
»La escritura se instaura como el resultado de la observación, de la asociación. Debería contener preguntas que de antemano no sepamos su respuesta. Se trata de una alta apuesta en la que no faltarán detractores, ausencia de interlocutores, soledad. Cierta vez Orlando Luis me disparó esta frase en una entrevista que le hice: “la creación es una piscina vacía”.
»¿Qué puedes hacer con esa piscina? ¿Qué hacer en ella? ¿De qué manera deberías entrar, permanecer, salir? Me parece fundamental responderse lo siguiente: ¿en lugar de quién uno escribe? Desde ahí es preciso pensar y enunciar las preguntas».

Ahmel Echevarría / Cortesía del entrevistado
Para Ahmel Echevarría «el escritor de ficción tiene compromiso artístico con la realidad. Cualquier otro, no es literario». Desde ese compromiso fue uno de los artistas e intelectuales que se personó frente a la sede del Ministerio de Cultura el 27 de noviembre de 2020, en aquella protesta sin precedentes que estremeció la relación de los creadores con las instituciones culturales. Para él, su vínculo con aquellos sucesos se puede resumir en una fase de Lorenzo García Vega:
«Estuve ahí por varias razones, todas de orden personal. Fue hermoso, fue bonito mientras —la ilusión de muchos jóvenes— duró. “Vocación de narrador es vocación de testigo”, dijo Lorenzo García Vega. Al final de aquella larga y tensa noche, los elegidos para la reunión leyeron los acuerdos a quienes permanecieron frente al MINCULT. Uno de esos puntos más o menos decía: “Nos prometieron que podemos regresar a nuestras casas sin preocupaciones, no nos va a pasar nada”. La frase iluminó con luz negra la correlación de fuerzas, el verdadero lugar en donde todo estaba ocurriendo, un espacio que no solo era físico, sino también simbólico».
1 comentario
Que lástima que esa piscina se quedó vacía. ¿ No hay nadie, con deseos de ayudar a llenarla ?
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