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2017

Contenidos con fecha 2017

Revolución y libertad de expresión en Cuba

por Joe Michel López Inguanzo 28 septiembre 2017
escrito por Joe Michel López Inguanzo

Por azares del destino vivo en un barrio del municipio 10 de Octubre. Como todo vecino solo me bastó pisar el barrio el 13 de Septiembre para recibir comentarios sobre la protesta popular que ahí había ocurrido.

Guardé la mochila y como todo cubano curioso salí por el barrio a indagar para sacar mis conclusiones. A varias personas les pregunté lo siguiente:

¿La gente gritaba abajo la Revolución?

NO, las decenas de personas solo pedían que le pusieran el agua y la luz, que sin luz se podía vivir pero sin agua no y que no querían muela, lo que querían era agua y luz.

¿Las autoridades detuvieron a los que estaban al frente la manifestación?

NO, se les permitió expresarse de manera libre en todo momento e incluso la cosa empezó en una apartada calle y a todos le permitieron desplazarse a la avenida principal (Ave. 10 de Octubre) para que se sumaran todos los ciudadanos que quisieran, cosa que sucedió y la suma de personas protestando llegó a más de 100.

¿Se reprimió a la gente que se estaba manifestando?

NO, al contrario, sucedió algo que no sucede en ningún otro país pobre donde hayan protestas populares. En menos de media hora funcionarios del barrio y el municipio dejaron las acciones de recuperación que estaban haciendo en otros lugares y fueron al lugar para escuchar a las personas y explicarles el estado de gravedad que había en muchos lugares.

¿Fue la policía al lugar?

¿La policía?, no solo fueron varias patrullas sino que también estaban ahí más de 4 guaguas de tropas especiales…

¡Candela! ¿Y qué hizo la gente, retrocedieron?

Si ta’ bien, la gente ahí estaba obstinada y cuando el cubano se obstina se cierra y si usas la violencia con ellos no los paras ni con un tren”.

Yo por dentro repaso nuestra historia y concluyo compartiendo su criterio.

¿Y en qué acabó la cosa?

Las autoridades cambiaron los cronogramas de reparación de averías eléctricas del municipio y pospusieron los trabajos de reparación eléctrica que estaban haciendo para reparar postes semicaídos, les pusieron la luz en ese momento a ese barrio, con postes semicaídos y todo. También movieron camiones de recogida de desechos sólidos que estaban trabajando en otros municipios para que recogieran escombros y arboles caídos allá. Hasta agua le bombearon a esa gente, sabrá Dios como.

Ese día dormí un poco más tranquilo. Mientras las autoridades de municipios como 10 de Octubre den respuesta revolucionarias, como esas que se vivieron ahí, para manejar crisis en las que priman lo humano y revolucionario, tendremos esperanza de salir de futuras crisis. Mientras seguimos buscando la fórmula de un socialismo sostenible.

Quedó en evidencia que el Gobierno Revolucionario no les da el mismo tratamiento a las manifestaciones populares genuinas que a las que hacen el grupo de personas que reciben dinero del gobierno de Estados Unidos con el fin de destruir la Revolución.

Días después leo una entrevista que le hicieron a nuestro prestigio intelectual Aurelio Alonso. Ahí habla de Fidel y nos recuerda cómo este manejó otra pasada protesta popular, de mediana magnitud, que sucedió en el año 1994. Al llegar al lugar Fidel le dijo a todos los militares que ahí estaban: “pase lo que pase aquí nadie puede sacar un arma”, luego se dirigió a las personas y les dijo “bueno, yo vengo aquí porque me han dicho que hay disturbios, que hay oposición, que hay una situación, ¿qué es lo que pasa?” y la gente empezó a dialogar con él. Los mismos que estaban gritando “abajo Fidel’” , “abajo la Revolución”, acabaron gritando “qué viva Fidel!”. El límite a la libertad de expresión en una Revolución, es la conciencia de los hombres.

28 septiembre 2017 79 comentarios 281 vistas
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La lógica imperial

por Miguel Alejandro Hayes 27 septiembre 2017
escrito por Miguel Alejandro Hayes

Hace algún tiempo, estuvo en debate el anuncio de política hacia Cuba del tan citado presidente Trump. Muchas opiniones intentaban dilucidar la dinámica que estaba detrás de esta, y penetrar algo que ya se menciona como si fuera del pasado, que queremos traer a la fuerza al presente, la lógica imperial.

La lógica imperial, dicho así, nos pudiera sonar a una generación tan alejada de los fuegos en llanos y montañas, nacida en eras tecnológicas, como una frase extraída de las más veneradas sagas de Star Wars, o peor, de algún discurso pronunciado en otros tiempos por algún manual del otro lado del meridiano 0.

 Lo cierto es que no. Los tiempos cambian, las modas y modos cambian, pero las esencias no lo han hecho mucho. Los ricos ya no se pasean  con “Mercedes” que apenas alcanzan 100 km/hora, ahora usan un Bentley personalizado, pero siguen siendo los ricos. Ahora de entre los de abajo salen los que pueden jugar golf, pero siguen siendo los de abajo. El imperio del norte, ahora está en decadencia, pero sigue siendo el imperio.

¿Si las esencias del mundo siguen siendo las mismas, si siguen siendo capitalistas, por qué a veces queremos explicar lo que sucede olvidándolas? El imperio del norte, es imperio en el sentido de su posición ante el resto del mundo, pero es esencialmente, un imperio capitalista. Estados Unidos es un país imperialista, donde el grado de concentración y centralización del capital es tal, que existen relaciones sociales de monopolios. Si obviamos esto, estaremos alejándonos de la realidad, y conocer bien el problema, nos hará darle las soluciones correctas.

El hecho de ser capitalista el sistema, nos dice que tiene una lógica, un fin que obtener, y que todos sus mecanismos se acomodarán en función de esto. A este fin le llamamos en esencia plusvalor, que no es más que la alta ganancia. Pero también se sabe que para que el sistema se mantenga debe moverse de forma ampliada, es decir, su ganancia debe ir en ascenso e invertir cada vez más. Para lograr estas cosas, se buscan métodos. Aparecen así el despido, porque el salario es un costo, y los intentos de apoderarse de otros países para invertir en ellos y tomar sus mercados.

Esta es la lógica del sistema, la del capital. Sobre el capitalista, dentro de este, Marx escribió que no es otra cosa que la personificación del capital[1]. Entenderlo es saber que no luchamos contra personas ambiciosas, sino contra la lógica del capital. Entonces podemos decir que sigue siendo la naturaleza del imperialismo la que bestializa los hombres[2]. Un capitalista puede ser el mejor, más educado y cariñoso padre del mundo, pero al llegar a su fábrica debe despedir para gastar menos. Trump podrá ser un loco, un ambicioso, pero es un capitalista y tiene que hacer  que su negocio y el de sus amigos, los círculos de poder que lo apoyaron, sea rentable.

Dejar  el análisis en el plano de los deseos y ambiciones de un individuo es caer en el juego de las películas donde nos pintan al dueño como un tipo despiadado que quiere despedir porque si, sería renunciar y traicionar la tradición teórica de al analizar ir a la esencia del sistema. Si lo vemos así, seguimos siendo revolucionarios, pero perdemos en puntería.

Tenemos que recuperar nuestras formas de explicar las circunstancias. No se trata de llamarse marxista o no, se trata de pensar más allá. Al igual que Martí en su tiempo supo prever que Cuba podría, con su independencia, ser el freno a la expansión imperial de Estados Unidos[3], y lo que la construcción de un canal en Panamá representaría para nuestro país, al igual que Fidel, tenemos que aprender a escuchar la yerba[4].  Nuestra lectura de los hechos debe ser profunda, porque en política lo real, ya sabemos que  no se ve[5].

Olvidemos la maldad de los hombres como centro de alguna explicación y centrémonos en los intereses que están representando. Estados Unidos no quiere apoderarse del mundo, sino que necesita apoderarse del mundo. Necesita hacerlo para que su sistema perdure, ahí debemos apuntar. Debemos entender que a nosotros nos guían valores morales, a ellos, solo los guían valores de la alta ganancia, los sigue guiando el plusvalor.

Si bien es necesario el deseo humanista del bien de todos, hay que entender los problemas que nos rodean de la mano de nuestra rica tradición teórica revolucionaria, que por eso, también se ha luchado.

[1] Carlos Marx: ¨El Capital. Tomo I¨

[2] Ernesto Guevara: “Discurso pronunciado el 30 de noviembre de 1964”, en ocasión del alzamiento de Santiago de Cuba.

[3] José Martí: “Obras Completas. Tomo XX.” Centro de Estudios Martianos. 2001.La Habana

[4] Frase dicha por Raul Roa a sus amigos en numerosas ocasiones.

[5] José Martí: “La Conferencia Monetaria de las Repúblicas de América”. La Revista Ilustrada, Nueva York, mayo de 1891. Obras Completas tomo VI.

27 septiembre 2017 184 comentarios 388 vistas
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Por qué no crece la economía en Cuba

por Mario Valdés Navia 26 septiembre 2017
escrito por Mario Valdés Navia

Los primeros ecónomos eran esclavos de confianza que llevaban la administración de las casas (eco-nomía) de los ciudadanos griegos; si las cosas iban bien eran premiados, si había problemas los castigaban y si la casa quebraba eran los primeros en ser rematados en el mercado para cubrir las pérdidas. ¡Suerte la de los economistas cubanos que esos tiempos han pasado!

Realmente hay en Cuba una pléyade de economistas brillantes, pero sus trabajos no son determinantes en la toma de decisiones económicas que corresponden a la alta dirección y, como regla, se basan más en factores políticos que económicos. Por tanto, dejemos a los economistas en paz que ellos, en el fondo, ni pintan ni dan color en el manejo de la economía cubana.

Lo cierto es que tras la crisis mundial del 2008, nuestra economía no ha vuelto a crecer por encima del dudoso 4% del 2015, e incluso decreció en 2016 en un 0,9%. Hoy por hoy, la mayoría de los indicadores no ha vuelto a alcanzar los niveles de 1989. Lo peor es que casi nadie habla de eso en público. Ni dirigentes, ni economistas abordan el asunto y el pueblo está tan metido en la sobrevivencia familiar cotidiana que un tema tan complejo tiende a ignorarlo. Mas, si no crecemos no podremos distribuir más y el desarrollo –y con él el socialismo- quedará para las calendas griegas.

Para que crezcan los indicadores económicos hay dos factores imprescindibles: el aumento de la inversión y el de la productividad del trabajo. El primero depende de la atracción de capital extranjero, porque las arcas del estado están exhaustas y en Cuba prima la convicción inexplicable de que el dinero de los nacionales no vale para invertir. Por ello se emiten leyes para fomentar la inversión extranjera, pero ni se piensa en hacer una semejante con aquella que provenga del ahorro interno.

De todos modos -y como yo no pienso en invertir, por razones que no vale la pena explicar ahora- creo que lo más inmediato para el país sería buscar vías para que crezca la productividad. Y ahí entramos en la vieja cuestión de la estimulación al trabajo. A pesar de todos los llamamientos, a la mayoría de los trabajadores cubanos parece que no les gusta la idea de que primero deben trabajar más y mejor y confiar en que, más adelante, en algún momento futuro, se les aumentará el salario al nivel que el estado considere oportuno.

De manera increíble se han concebido “experimentos” en los que se escogen determinadas empresas a las que se les aprueban inversiones modernizadoras y  esquemas salariales que multiplican varias veces el salario y siempre se obtiene como resultado el incremento de la producción y la productividad.

Realmente esas empresas no son experimentales, ellas volvieron a la normalidad. El experimento somos el resto. Los que luego de dos décadas de crecimiento del índice de precios al consumidor y la coexistencia de la doble moneda -con su correlato de TRD y CADECA- hemos sostenido el volumen mayor de la producción y los servicios y, al mismo tiempo, realizamos actividades suplementarias para sostener la imprescindible economía familiar. ¡Felicitémonos porque somos unos verdaderos ecónomos griegos exitosos!

En el plano de la ética, la pasamos peor los que trabajamos en ramas de servicios como educación, cultura y administración pública, a los que dirigentes y periodistas nos recuerdan periódicamente que no creamos valores y el poco dinero que nos pagan sale del fruto del trabajo de los empleados en las ramas productivas.

Realmente esto es una falacia inadmisible. En todo el mundo los servicios de este tipo –y también el pago de los militares, de los científicos y de los burócratas- sale de los impuestos que pagan las empresas, y todos los ciudadanos que tienen ingresos de cualquier tipo, para financiar actividades que se consideran imprescindibles para el bienestar social y que, a la altura del 2017, son gratuitas en muchos países del mundo.

Si no parece ser así en Cuba es porque los impuestos quedan tan solapados en la información económica pública que parece que solo los pagan los TCP, campesinos y artesanos, cuando todos los pagamos, incluso algunos tan disparatados como el viejo impuesto de circulación, de origen estalinista.

Termino sosteniendo que una reforma de salarios y precios que incremente sustancialmente el salario real de los trabajadores según sus resultados productivos, podría influir más en el crecimiento económico de Cuba que unos cuantos cientos de millones invertidos por el capital trasnacional.

26 septiembre 2017 57 comentarios 387 vistas
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Trump a Cuba sin novedades

por Javier Ortiz 20 septiembre 2017
escrito por Javier Ortiz

Si un experimento se repite un número de veces y cada vez ofrece el mismo resultado, es muy probable que lo siga haciendo en el futuro, a menos que cambie uno o varios de los factores.

La política de Donald Trump a Cuba va a fracasar porque, a diferencia de Obama (y hasta de Carter), no es un proceso diferente a lo que han hecho sus antecesores. Olvídense de la bravata política y los análisis hechos a la medida del lector: al dejarse llevar por el senador Marco Rubio, la Administración Trump escogió lo mismo con lo mismo y no obtendrá nada, en especial por hacerle caso a un sujeto tan poco informado sobre Cuba como Rubio.

A la isla le dieron un lugar en la lista de horrores mencionada por Trump en su primer discurso ante la Asamblea General de la ONU. Habló de Venezuela, Irán y Corea del Norte. Mientras el 45º Presidente de los Estados Unidos tomaba el camino viejo, la Comisión Bilateral Cuba EE.UU. sesionaba en Washington. Diplomáticos del ministerio cubano de Relaciones Exteriores y funcionarios del Departamento de Estado se veían una vez más, cara a cara.

Que la referencia a Cuba en el discurso de Trump coincidiera con la reunión de esa Comisión, es un ejemplo de las diferencias entre el pasado y el presente en desarrollo. Mientras funcionarios de los dos gobiernos se ponían de acuerdo para resolver problemas de interés mutuo (como los incidentes que afectaron la salud del personal diplomático estadounidense en La Habana), el Donald recordaba el camino que durante décadas no llevó a ninguna parte.

Donald Trump no le dice a Cuba nada nuevo. En la ONU, el Presidente de los Estados Unidos repitió las líneas de Eisenhower, Kennedy, Johnson, Nixon, Reagan, Bush padre, Clinton y Bush junior. A Raúl Castro y los altos cargos cubanos, Trump les debe sonar a disco rayado. Con otra música bailaron las Administraciones de Carter y Obama, que vieron más allá, pero sin renunciar al veneno retórico.

Cambiar la normalización por más bloqueo es una receta descartada de tozudez bruta. Vender viejas amenazas como una novedad, en un teatro de Miami o en el podio de las Naciones Unidas, es una estafa, un mal negocio para el consumidor: a bad deal.

20 septiembre 2017 60 comentarios 294 vistas
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¿Y del cambio de mentalidad qué?

por Mario Valdés Navia 19 septiembre 2017
escrito por Mario Valdés Navia

Elemento cardinal de la Actualización del modelo socialista en Cuba es el cambio de mentalidad, cuestión particularmente difícil de medir por su carácter subjetivo y la falta de variables que permitan identificar su progresión. En principio creo que nadie sabe realmente cuál es el cambio de mentalidad que se pretende lograr. Si el objetivo es que los trabajadores y dirigentes se vuelvan productivos, eficientes y ecológicos a partir de las exhortaciones y consignas al respecto, aun cuando sean emitidas por dirigentes de la Generación Histórica en visitas a centros y comunidades, bien podemos sentarnos a esperar porque el proceso va a ser largo y lo más probable es que no se llegue a nada concreto.

Lo cierto es que en la burocracia y el resto de los trabajadores ha arraigado durante décadas un habitus de pensamiento y modos de actuación que ha funcionado –para bien y para mal- y nos ha traído hasta aquí, y eso no va a cambiar porque se emitan orientaciones “novedosas” que entran en contradicción con la realidad del día a día.

Por eso es que los periodistas se cuidan de apuntar las flechas de sus críticas más allá de las dianas tradicionales (gastronomía, cuentapropistas, comunales, construcciones atrasadas…); los dirigentes siguen atareados en sus sempiternas ocupaciones (reuniones, implementación de orientaciones, elaboración de informes…), ajenos a los problemas de la gente de a pie; y la mayoría de los trabajadores continúan laborando a media máquina en sus ocupaciones oficiales, bajo el criterio ampliamente compartido de que: “el estado se hace el que te paga y tú te haces el que trabajas”.

Creo que la nueva mentalidad es difícil de modelar, ante todo, porque no está claro cuál es el proyecto de socialismo que queremos y que podemos construir en el contexto de la Cuba actual, a pesar del rosario de buenas intenciones que contienen los “Lineamientos” y el exagerado optimismo que alienta al “Plan Estratégico hasta el 2030”. Eso tiene que ver también con la persistente indefinición del socialismo cubano y sus posibles modificaciones, según la clasificación actual más corriente que divide los modelos de socialismo en tres tendencias: de estado (Cuba, RPDC); de mercado (RPCh, Viet-Nam) y autogestionario (experiencias latinoamericanas).

Lo más importante es que la convocatoria a cambiar la mentalidad no ha calado en las clases trabajadoras, ni siquiera a nivel de empresas, a pesar de que los medios reporten algunos ejemplos ocasionales extraídos con pinzas y fruto de “experimentos” que -aunque casi nunca se declara- habían incrementado sustancialmente los ingresos de los empleados de la organización.

Sostengo que este añorado cambio de mentalidad no marcará una tendencia predominante hasta que la lucha contra el dominio burocrático no pase al orden del día y cualquier esfuerzo de obreros, campesinos e intelectuales por enfrentarlo deje de estrellarse, inexorablemente, contra los privilegios de los magnates burocráticos, principales elementos de freno para el florecimiento de una conciencia crítica, productiva y democrática, ajena a la cobardía y la doble moral que impone este tipo de hegemonía.

19 septiembre 2017 63 comentarios 467 vistas
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¿Canto al bidet o a la libertad de expresión?

por Alina Bárbara López Hernández 18 septiembre 2017
escrito por Alina Bárbara López Hernández

A pesar de criterios denostadores que la consideraron en su época una publicación moderada, conservadora y españolizante,[1] Revista de Avance (1927-1930) ha sido valorada por estudios posteriores como la portavoz del vanguardismo en Cuba.[2] Sus páginas se abrieron a la producción artística, literaria y —en menor medida— filosófica más novedosa de esos años. Ella daba la espalda a los presupuestos del Modernismo, pero su intención declarada de ser una plataforma de intercambio y polémica permitió que concepciones estéticas y filosóficas de opuesto signo dialogaran en igualdad de condiciones.

Esto explica la reacción de los avancistas —Jorge Mañach, Juan Marinello,  Felix Lizaso y Francisco Ichazo— ante una nota que publicara la revista peruana Amauta, dirigida por el marxista José Carlos Mariátegui, sobre la aparición en Revista de Avance de “Oda al bidet”, del español Ernesto Giménez Caballero, que los intelectuales del continente entendieron como ejemplo de deshumanización del arte. Los editores cubanos responden en su sección “Directrices”:

Este  intento  de valorar el  arte  según  sea humano o deshumanizado parece en  exceso esquemático, y  la  discusión  que  lo  mantiene sobremanera  ociosa.  El  arte  no  es  bueno  ni  malo porque  sea  humano  o deje  de  serlo. Su  autenticidad responde a criterios estéticos y  no morales  ni  sociales. Publicamos, pues,  la composición  del Sr. G. C. porque  la  juzgamos de  un  genuino  valor  estético,  cuyo  grado  no importa  ahora precisar.[3]

El juicio de Amauta ignoraba el hecho de que una característica de la poesía vanguardista fue evadir la tónica ensimismada, ascética y contemplativa del sujeto lírico modernista, que se aislaba, pesimista, de su entorno; y ser irreverente al tomar como motivo, no a la muerte, la soledad o el hastío, sino a objetos inanimados —recordemos “Salutación fraterna al taller mecánico”, de Regino Pedroso— y a veces, como es el caso del bidet,[4] insólitos. Pero los responsables de la revista cubana tenían, además, otro argumento, en mi opinión más contundente: “entendemos que uno de los modos de contribuir al enraizamiento de las nuevas ideas consiste en ofrecerles una oportunidad de contrastación enérgica, en someterlas a la prueba polémica, contra las ideas adversas fina y fuertemente sustentadas”. [5]

Era esta la generación del veinticinco, cuyas relaciones estuvieron basadas en el respeto a la diversidad, el culto a la polémica y la capacidad de sostener debates. A ello hacían honor con este tete a tete, que, por demás, no enfrió para nada las relaciones con Mariátegui, la Revista de Avance representó por un breve tiempo a Amauta en la Isla y, a la muerte del pensador y revolucionario peruano, le dedicaron íntegramente su número de junio de 1930.

[1] Así opinaron Raúl Roa, Alejo Carpentier y Luis Cardoza y Aragón.

[2] Es el criterio de Yolanda Wood y otros especialistas.

[3] Revista de Avance. Directrices, año II, T III, no. 25, agosto de 1928, p. 204.

[4] Un bidé o bidet (del francés «bidet», caballito, en alusión a la postura que se emplea durante su uso) es un recipiente bajo con agua corriente y desagüe, generalmente fabricado de porcelana o loza, ideado para asear los órganos genitales externos y el ano, aunque también utilizado para lavarse los pies. Es útil también para baños de asiento en personas que padecen hemorroides. Elemento habitual del cuarto de baño de muchos países, y prácticamente desconocido en otros.

[5] Ibídem

18 septiembre 2017 19 comentarios 341 vistas
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Una Cuba polémica

por Joe Michel López Inguanzo 15 septiembre 2017
escrito por Joe Michel López Inguanzo

Vivir en un país donde muchos toman partido en casi cualquier materia, sea o no de nuestra competencia, nos pone en situaciones dignas de polémica. Les traigo 2 cotidianos ejemplos para que valoremos juntos.

  • Un cubano con posibilidades de viajar al extranjero hace un simple estudio de mercado y decide traer productos o medicamentos como el chancapiedras (utilizado para destruir cálculos de riñón e imposible de comprar legalmente hoy en Cuba) para lucrar acá y sin pagar impuestos ¿Cómo enjuiciar moralmente a esta persona? Les dejo mi juicio moral subjetivo; que traiga lo que le dé la gana y venda al precio que le dé la gana. Mientras el Estado centralice en exceso sin resolver el abastecimiento básico de algunos medicamentos, sería doble moral o extremismo llegar a una conclusión diferente.
  • Los revendedores y el mercado negro, sobre esto no hace falta ni explicar, los sufrimos y los necesitamos la mayoría de los cubanos. ¿Mi juicio… en este caso?; que hagan también lo que les dé la gana, de hecho, lo que les tengo es una mezcla de amor con odio que ni se si los quiero o los condeno moralmente. Gracias a ellos es que muchos cubanos de a pie podemos acceder a productos y herramientas indispensables e imposibles de alcanzar de manera legal. Negar esto sería no tener las manos y los oídos en la tierra, mucho menos los pies.

Tenemos que seguir abogando por un modelo cada vez más revolucionario, inclusivo y sostenible, pero mientras lo construimos política y económicamente no podemos olvidar que este se hace para el pueblo, no al revés.

15 septiembre 2017 90 comentarios 557 vistas
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El guardián de los campos de Cuba

por Mario Valdés Navia 5 septiembre 2017
escrito por Mario Valdés Navia

Hay seres que vienen al mundo con un sino nefasto, aún cuando sus orígenes hayan sido nobles. Ejemplo de ello es el de la Dichostachys cinerea, más conocida como aroma, o marabú, una de las plantas más importantes de Cuba, al punto que muchos la consideran nuestro verdadero Árbol Nacional.

Dicen que fue traído como ornamento de jardín por una dama colonial, pero pronto escapó del ámbito doméstico, se aplatanó en las sabanas y empezó a molestar con sus espinas a cuanto labriego, o criador, lo veía aparecer en sus tierras. Por eso, durante decenios,  los retoños de marabú terminaban en los jolongos de los campesinos que se preocupaban por quemarlos y enterrarlos bien lejos de los potreros y los campos de cultivo.

Mas, a él también le llegaría su hora de fama. Fue hacia los años sesenta del siglo XX, cuando el interpretar las leyes de la historia como sucedáneas materialistas de la Divina Providencia, hizo que se concibiera a la implantación de la propiedad estatal socialista en el agro como un pase de magia que convertiría al sector nacionalizado en un dechado de virtudes económicas, capaz de superar a las trasnacionales en ramas tan disímiles de la producción como el azúcar de caña, la carne de res, los lácteos y hasta el vino y las fresas. Así, en cada terreno que quedaba arruinado e improductivo -incluyendo los inmensos espacios deforestados innecesariamente para crear nuevos latifundios socialistas- el aroma se extendía como un manto protector.

Ya en el siglo XXI, cuando ocurrió el desmantelamiento de la agroindustria azucarera y miles de hectáreas quedaron a su merced, San Marabú  impidió que los campos del archipiélago se convirtieran en una sucursal del Sahara en medio del Caribe. Desplegaba sus poderes como una de las leguminosas más ricas de la flora mundial, capaz de realizar un intercambio de nutrientes con el terreno que permite conservar y enriquecerlo durante el período en que se encuentre en barbecho bajo la protección del hado. Si no, que lo digan los miles de finqueros que han desmontado en los últimos años sus tupidas maniguas y han vuelto a explotar los terrenos que él conservara más feraces que nunca.

Por estos tiempos emprendedores, carpinteros y carboneros se han encargado  de potenciar aún más sus méritos al emplear su madera para ebanistería fina -a la par de sus aristocráticos congéneres: el cedro y la caoba- y su carbón vino a ser -¡quien lo hubiera dicho!- el primer producto de exportación de Cuba a los EEUU en 56 años.

Es increíble que este árbol milagroso siga siendo vilipendiado por ingratos que debían colmarlo de ofrendas y no dejarse llevar por la propaganda absurda que lo presenta como el causante de los males de la agricultura cubana. A él que ha sido todo resguardo para nuestros suelos y aliciente para esta maltratada economía.

5 septiembre 2017 35 comentarios 568 vistas
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