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Urbanismo

Estudios de urbanismo sobre ordenamiento territorial, planificación y desarrollo urbano

Deterioro de ciudades

El deterioro generalizado de las ciudades cubanas: reflexiones sobre sus causas

por Abel Tablada 28 junio 2022
escrito por Abel Tablada

Hace unas semanas visité la azotea mirador del hotel Paseo del Prado y me extasié ante tanta belleza durante las horas del atardecer. Al frente, la entrada de la bahía y el Castillo de los Tres Reyes del Morro; rotando a la izquierda, la silueta del Malecón; girando hacia la derecha, el Paseo del Prado, con el Capitolio inmenso rematando la perspectiva. Pocas ciudades en el mundo poseen tanta belleza arquitectónica y paisajística, tanta historia y monumentalidad.

Deterioro de ciudades

Vista panorámica desde mirador del Hotel Paseo del Prado en Prado y Malecón, La Habana. (Foto: Abel Tablada)

Sin embargo, al mirar hacia atrás, lo que percibí no era para enorgullecerse. A pesar de que mantenía cierta belleza, era una vista triste y gris: la gran masa descolorida y deteriorada de toda la ciudad detrás de esas fachadas de Prado y Malecón.

No es mi intención describir en detalle ni proveer cifras sobre el estado alarmante en que se encuentran La Habana y demás ciudades cubanas, porque resulta obvio ante la mirada y experiencia de todos. No obstante, se debe enfatizar que el deterioro abarca todas las esferas: física, económica, ambiental, sanitaria, estética, moral y espiritual.

Deterioro de ciudades

Bodega en calle 21 con persona durmiendo en el portal, Vedado, La Habana. (Foto: Abel Tablada)

En las ciudades de la Isla y en especial en la capital, se produce una combinación fatídica de deterioro progresivo y acelerado de todo el fondo arquitectónico y de la producción de una nueva arquitectura de poco valor estético-ambiental. Nunca se había construido en Cuba, —ni por medios propios, ni por parte del Estado—, con tan baja calidad estética, tan pocas consideraciones ambientales y tan pobre calidad constructiva, y nunca antes el deterioro del fondo construido había sido tan generalizado y dramático.

La visión de una Ciudad Maravilla que celebró hace dos años su 500 aniversario, se desmorona ante nuestros ojos a diario. Desde los hechos más lamentables que causan muertes, como la caída de un balcón sobre la acera, techos que se desploman y fachadas que se derrumban enteras; hasta la imposibilidad de que cualquier propietario de una vivienda pueda arreglar sus ventanas, un simple problema de plomería o adquirir pintura para sus paredes. Es un desastre, no natural ni producto de un bombardeo, el que heredan las nuevas generaciones, y al menos deberíamos hacer un esfuerzo por reconocer las causas.

Deterioro de ciudades

Casa en Ruinas adyacente a palacete Ecléctico convertido en ciudadela en Calle 17, Vedado, La Habana. (Foto: Abel Tablada)

A pesar de los esfuerzos de entidades como la Oficina del Historiador en La Habana, y sus similares en provincias, que han hecho una labor heroica durante décadas, y de los recientes esfuerzos en barrios precarios; a diario vemos cambios que, casi a cuentagotas, van ocurriendo en la ciudad y la han transmutado, de maravillosa, con enorme patrimonio, buen gusto, limpia, avanzada y vibrante, en una urbe que no sabe mantenerse, se va desluciendo, ensuciando, retrasando, empobreciendo, apagando y entristeciendo.

La era Trump, con el aumento de las sanciones, barrió con la ola esperanzadora de los últimos años de Obama y, sumado a los dos de pandemia con bajísimas tasas de turismo; incidieron en que los ingresos, a nivel estatal y privado, se redujeran drásticamente, lo que ha repercutido en la disminución de inversiones constructivas. Pero el problema de la degradación generalizada de las ciudades cubanas es de más larga data y no está solamente relacionado con el capital disponible, por lo que se pueden identificar siete —o más— causas, que son a su vez consecuencia de otras, fundamentales y sistémicas:

  1. La imposibilidad, por parte de privados y entidades estatales, de realizar mantenimientos frecuentes y obras de rehabilitación en edificios con deterioro medio y avanzado, debido a la descapitalización de la sociedad y la inexistencia de mecanismos compensatorios para una mayor asequibilidad de recursos materiales a todas las escalas.
  2. La participación reducida de arquitectos como proyectistas en los procesos de renovación o construcción de nuevas viviendas u otros tipos de edificios, tanto por parte de sectores con bajo nivel adquisitivo, como en los de altos ingresos, siendo estos últimos los de mayor impacto en la transformación del entorno urbano.
  3. La forma de contratación de arquitectos y empresas de proyectos —estatales cubanas o privadas extranjeras— no incluye un proceso de licitación o concurso, y posteriormente de evaluación/aprobación, eficaces sobre la calidad estético-ambiental de las nuevas edificaciones.  
  4. El papel relegado conferido a la arquitectura como parte de la cultura de la nación cubana y, junto al urbanismo, el no reconocimiento del impacto de sus valores en la transformación de la sociedad.
  5. El deterioro general de los sistemas de valores y referencias culturales, que combinan el gusto importado de los «nuevos ricos» de países vecinos y la poca formación estético cultural de amplios sectores populares que, si bien se beneficiaron de las políticas educativas del proceso revolucionario, fueron más efectivos en diseminar sus valores estéticos y costumbres que en asimilar los de la parte de la población más educada, rechazados por burgueses.
  6. Falta de sentido de pertenencia, sea entre residentes en un edificio multifamiliar o directivos de una entidad estatal, decisores y servidores públicos a todos los niveles.
  7. Incumplimiento continuado de las regulaciones urbanas por parte de entidades estatales y privados, ineficaz control de las entidades regulatorias y ausencia de mecanismos que, antes de sancionar, instruyan y prevengan las contravenciones urbanas.
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Paisajes urbanos degradados, típicos de cualquier ciudad en Cuba. A: Barrio al noreste del río Yumurí, Matanzas. (Foto: Abel Tablada)
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Calle del Municipio Cerro, La Habana. (Foto: Abel Tablada)

La degeneración de la calidad estético-ambiental de La Habana y otras ciudades a partir de estas causas, se refleja en lo que podríamos llamar categorías de la actividad constructiva o modificadora del ambiente urbano actual:

– Una categoría podría denominarse «precaria o de llega y pon». Son las intervenciones que aumentan como un cáncer por toda la ciudad y combinan la carencia de recursos y la pobre ejecución y diseño. Es la arquitectura característica de la favela o barrios insalubres, hoy llamados vulnerables en Cuba. Constituye un paisaje urbano común en Latinoamérica y otros países de bajos ingresos en África y Asia, y fue eliminado en gran medida en la Isla a inicios de la Revolución.

Sin embargo, por motivo del empobrecimiento de la población y la migración interna, se fue extendiendo nuevamente, no solo en barrios precarios de la periferia, sin servicios e infraestructuras básicas, sino también en repartos considerados de alto valor urbano arquitectónico, como el Vedado o la Víbora, donde proliferan cercas metálicas, carposhes o ampliaciones constructivas supuestamente temporales.

La proliferación de este tipo de intervenciones, junto a fenómenos como la presencia de basura, calles y aceras rotas y una imagen de precariedad general extendida en el tiempo; contribuye a que la gente vaya tolerando y aceptando este estado como parte de su entorno diario y no haga nada por mejorarlo. Ello es nocivo para una sociedad, pues causa un daño antropológico difícil de desterrar.

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Intervenciones constructivas pertenecientes a la categoría «precaria» en Calle 25, El Vedado, La Habana. (Foto: Abel Tablada)
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Intervenciones constructivas pertenecientes a la categoría «precaria» alrededor de ruinas de palacete neoclásico del Siglo XIX en el Cerro, La Habana. (Foto: Abel Tablada)

– En la segunda categoría, que podríamos llamar «de “nuevo rico” o kitsch», se ubican las soluciones arquitectónicas con mayores recursos y más duraderas, pero sin el asesoramiento de arquitectos o diseñadores. Son realizadas principalmente por privados, pero también en inmuebles estatales.

El resultado es un diseño que no toma en cuenta el contexto y cuyos valores arquitectónicos son considerados pobres, pues incumplen leyes compositivas básicas como la armonía y la proporción y, en muchos casos, se ejecutan con muy baja calidad. En esta categoría se encuentran las ampliaciones o modificaciones de edificios y viviendas con uso de materiales que pueden ser costosos pero que desentonan, o simplemente no cumplen con las regulaciones urbanas de la zona donde se emplazan.

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Ejemplo de categoría «nuevo rico o kitsch» en El Vedado, La Habana. (Foto: Abel Tablada)

– Una tercera categoría sería la de «nuevas micros», es decir, la construcción de viviendas por instituciones con recursos, pero sin un diseño adecuado y correspondiente con las necesidades y tendencias arquitectónicas actuales. Una vez pasada la etapa del edificio de micro-brigada, repetitivo y poco integrado al entorno, los nuevos han retomado formas y soluciones de la arquitectura inmediata anterior al período revolucionario. Se toma como referencia al edificio mediano de viviendas de la década del cincuenta, pero sin la calidad constructiva ni compositiva del movimiento moderno de esa etapa.

Son generalmente muy pesados, se distinguen por amplias zonas opacas y ventanas reducidas, con tecnologías constructivas muy artesanales o prefabricadas sin el debido control de calidad. Esto hace que sea una práctica extendida que no se logre una línea recta en una arista y que un muro terminado no consiga una superficie verdaderamente lisa y pulida.

Un balcón con grandes y pesadas vigas para su sostenimiento es otra prueba casi infalible de este tipo de edificación, algo resuelto con mucha elegancia más de medio siglo atrás. Por otra parte, cuando se construyen conjuntos de edificios en varias manzanas, las soluciones urbanas tampoco cumplen con las expectativas contemporáneas en cuanto a un urbanismo inclusivo, diverso, vibrante y sostenible.

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Ejemplo de categoría de «nuevas micros». a: Edificio de viviendas en Nuevo Vedado, La Habana. (Foto: Abel Tablada)
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b: Entrada principal y caja de escalera de edificio de viviendas en el Vedado, La Habana. (Foto: Abel Tablada)

– En la cuarta categoría, que se podría nombrar «Edificios GAESA», se incluyen las edificaciones que requieren mayores presupuestos. Estos son los nuevos hoteles, inmuebles residenciales de alto estándar y edificios institucionales derivados de acuerdos con corporaciones extranjeras o con entidades nacionales de grandes recursos.

Aquí el problema, más grave aún, es que los proyectos no se licitan y se contrata por parte del conglomerado GAESA a una sola empresa de proyecto extranjera o a un número reducido de empresas de proyecto estatales. Y, para colmo de males, los proyectos con presupuestos aprobados, o no pasan por el tamiz de una comisión de patrimonio y urbanismo o pasan sin ser aprobados, pero se ejecutan de todas formas, justo lo que se criticaba fuertemente a los gobiernos republicanos. Al no haber transparencia en los procesos, ni un periodismo que dé seguimiento, se crea el caldo de cultivo para especulaciones sobre la posible corrupción que pueda existir entre las partes implicadas.

El resultado es la utilización de lotes en entornos de alto valor histórico, arquitectónico o paisajístico para la incorporación de grandes edificios que no solo no le añaden valor, sino que, de acuerdo a la opinión de muchos arquitectos, causan daño a la ciudad por no cumplir regulaciones urbanas, criterios de respeto al entorno construido, normas ambientales y principios bioclimáticos para un bajo consumo energético. En consecuencia, se desaprovecha la oportunidad de constituir una pieza que, adyacente a edificaciones más anónimas, se convierta en un nuevo hito urbano de alta calidad, representativa de la contemporaneidad e identidad citadina y de los caminos a seguir para un futuro sostenible.  

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Construcción del Hotel K23, que será el edificio más alto de Cuba, en Calle 23 y K, ejemplo de categoría «Edificios GAESA». El hotel 5 estrellas tendrá 42 niveles y 154 metros de altura y es financiado por la Empresa inmobiliaria Almest perteneciente a GAESA. La empresa constructora y de proyecto es la francesa Bouygues Batiment International junto a UCM y DCH. (Foto: Abel Tablada)

Tampoco existe la consulta popular para este tipo de edificaciones con gran impacto urbano. La ciudadanía no tiene voz ni voto y se entera, en medio del período más difícil de la nación, del inicio de la construcción del hotel y edificio más alto de Cuba a cien metros del Habana Libre, o de otros hoteles en puntos neurálgicos de la capital, como Paseo del Prado, o el Gran Aston, a lo largo del Malecón, nuestra más emblemática avenida costera.

En esta categoría se incluyen asimismo renovaciones de edificios importantes, como la Terminal tres del Aeropuerto «José Martí» de La Habana, cuyo espacio principal fue decorado con elementos neocoloniales, que muestran un malogrado uso de proporciones, color y materiales. Pero el mayor daño es de concepto, pues la primera o última imagen que tendrán los visitantes será la de un país que recurre a un pasado pastiche porque no está capacitado para proyectar un presente atractivo y un futuro esperanzador.

Resulta una paradoja lo difícil que es obtener financiamiento para proyectos bellos, con beneficios comunitarios y ambientales como las inconclusas Escuelas Nacionales de Arte, y lo fácil que se consigue para ejecutar obras de pésima o mediocre calidad.

Muchos pensadores han fundamentado el estrecho vínculo entre la política y su expresión en la arquitectura y el urbanismo. Las ciudades son el reflejo de la historia de las sociedades que las han ido moldeando. Los problemas que se aprecian en las mega-ciudades de países capitalistas emergentes, donde el patrimonio edificado ha sido seriamente dañado, las desigualdades llegan a extremos alarmantes y la contribución al cambio climático es sustancial, especialmente en las ciudades latinoamericanas y asiáticas; es consecuencia directa e indirecta de las políticas económicas, la ideología imperante y la forma de gobernar.

Lo ocurrido en las ciudades cubanas durante el período republicano y revolucionario, también es consecuencia parcial de la política y la ideología. Se reconoce, por una parte, que gracias a la ausencia de una inversión capitalista descontrolada en el período post 1959, se salvó y se mantuvo en pie gran parte de nuestro patrimonio constructivo, a la par que se construyeron edificaciones con carácter social que compensaban las grandes desigualdades territoriales.

Por otra parte, sin embargo, existe un cúmulo complejo de causas, más esenciales y sistémicas que las expuestas en este trabajo, que deberían analizarse por arquitectos y otros especialistas para comprender, primero, el desequilibrio en las prioridades que dio el gobierno a un área de desarrollo a expensas de otras —como la arquitectura y el urbanismo—, y segundo, por qué, cuando la arquitectura ha tenido oportunidad de manifestarse de forma esporádica en décadas recientes, no dio frutos tan deseados como en los primeros años de Revolución y anteriores a esta.

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Escuela de Danza Moderna, Ricardo Porro, 1965. (Foto: Abel Tablada)

Ello se plantea sin demeritar ejemplos siempre remarcables, tanto en nuevas edificaciones como en la restauración y renovación urbanas de los centros históricos en nuestras ciudades.

Entre las conjeturas que se pudieran analizar, debatir y/o demostrar, están los impactos que, durante el período revolucionario, produjeron en la arquitectura y el urbanismo cubanos ciertas decisiones, tendencias y formas de gobernar.

Como ejemplos, podríamos enumerar los impactos, previstos o no, que tuvieron:

  1. la centralización y estatización de toda la sociedad, que eliminó la rica y diversa tradición de saberes y haceres, siempre en evolución, de pequeños, medianos y grandes negocios y empresas; así como de la sociedad civil cubana, a la que pertenecía el Colegio de Arquitectos; todos parte fundamental de la cultura nacional,
  2. la aspiración de distribuir una riqueza creada durante el período Republicano en forma de inmuebles, tierras cultivables, servicios públicos e industrias, con la aplicación de medidas de corte popular como la Reforma Urbana y la desmonetización parcial de las relaciones económicas, pero sin crear bases e incentivos para su regeneración, a pesar de invertir en el desarrollo educacional de toda la población,
  3. las respuestas a las agresiones constantes por parte del gobierno de los EE.UU., de la clase burguesa afectada por el proceso revolucionario y de parte de la emigración posterior, por la necesidad de supervivencia del estado socialista, lo que, junto a otras razones, redujo considerablemente parte de las libertades y derechos por los que lucharon los cubanos,
  4. establecer en la política de cuadros a todos los niveles, la posición ideológica en tanto prioridad por sobre otras cualidades humanas, a saber: la inteligencia, la preparación, la experiencia y la idoneidad; y hasta por encima de principios como la honestidad,
  5. la personalidad excepcional de Fidel, su forma de gobernar, sus prioridades con el paso del tiempo, y el impacto de esto en la actuación de subordinados y organismos decisores intermedios,
  6. el cambio de mentalidad de gran parte de la población bajo los empujes liberadores de la Revolución, al pasar de ser servidoresde una clase pudiente y dominante a ser iguales, despojándose de la sumisión y rechazando ciertos valores por burgueses; pero, contradictoriamente, no ganando poder de decisión ante el nuevo Estado y, de cierta forma, también perdiendo el respeto o reconocimiento hacia el conciudadano, hacia la contraparte, con la instauración a todos los niveles del « ¿y quién tú eres para…?»,
  7. y quizás la más importante, el impacto que tuvo no haber hecho cambios sistémicos cuando, además de saber que el capitalismo neoliberal no era factible para todos los seres humanos y constituía una amenaza para la supervivencia del planeta; la ciencia, las experiencias y evidencias de otros países también demostraron que el sistema socialista de corte estatista, centralizado y excluyente en varios factores tampoco funcionaba en Cuba ni para los más vulnerables, sobre todo bajo el enorme impacto del bloqueo impuesto por el gobierno de los EE.UU.

En la recién concluida asamblea de la Sociedad de Arquitectura de La Habana se plantearon importantes reclamos y posibles acciones para el gremio de arquitectos y para la ciudad. Ellos pueden ser pasos que contribuyan a detener el proceso de deterioro de las urbes cubanas en las cuatro categorías mencionadas.

El más trascendental fue el llamado a recuperar la posición de la arquitectura dentro de la cultura cubana con el fin de elevar el reconocimiento e importancia que tienen ella y el urbanismo para transformar y mejorar la vida de la sociedad.

El segundo es la pertinencia de admitir el trabajo profesional independiente y no estatal de los arquitectos e ingenieros como una de las formas de trabajo dignas y necesarias para contrarrestar las condiciones descritas en este artículo, además de que sería un potencial freno a la emigración, ya casi masiva, de jóvenes universitarios.

Y una tercera demanda, quizás generalizada en la sociedad, fue la más rápida aplicación de medidas que materialicen los discursos referidos a la liberación de las fuerzas productivas y a los vínculos entre la ciencia y los resultados productivos palpables.

Otros colegas (1, 2, 3) ya se han pronunciado al resumir tales reclamos y propuestas, y se podrían escribir nuevos artículos que abordaran también la necesidad de formación, preparación y superación constante de arquitectos y decisores urbanos.   

La ciudad, como la vieron Eusebio Leal y Mario Coyula, y como la valoramos muchos colegas, es una fuente de riqueza y no solo una carga a la que haya que ir apagando fuegos y tapando baches, como la juzgan quizás algunos directivos municipales con poco poder de decisión y presupuesto asignado.

Deterioro de ciudades
Ejemplos de rehabilitación urbana como método más efectivo para elevar el valor estético, cultural, ambiental y económico a las ciudades cubanas. a: Paseo Cultural Narváez a la orilla del río San Juan, proyecto llevado a cabo por la Oficina del Conservador de Matanzas. (Foto: Abel Tablada)
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b: Calle Obispo y Mercaderes, de las primeras áreas restauradas y conservadas por la Oficina del Historiador de La Habana. (Foto: Abel Tablada)

El suelo, las edificaciones, los viales, la vegetación, son bienes a cuidar y aprovechar. Pero son igualmente una fuente de riquezas que hay que saber gestionar, aplicando conceptos de ciclos de vida sostenibles desde el punto de vista económico, social y ambiental para que perduren por generaciones. Y esos gestores deben poseer un mínimo bagaje cultural para apreciar el valor de la ciudad y percatarse de que invertir en rescatar dichos valores y modernizar su infraestructura decadente, es más provechoso a largo plazo que sembrarla de grandes hoteles anodinos y consumidores de recursos.

Las ciudades que aspiramos algunos para Cuba las debemos pensar y construir entre todos, basados en indicadores multifactoriales pero con la participación activa y con el liderazgo de los profesionales, que, además de ser el recurso más valioso de la nación, son el ejército más efectivo contra el bloqueo externo.

Y a este recurso, sensible y en franco declive, no se le debe ignorar y no se le puede maltratar por parte de las autoridades con una pregunta que es la antípoda de la emancipación que ha buscado el pueblo cubano desde los tiempos del Padre Varela: ¿Y quiénes son ustedes para criticar, para proponer, para reclamar cambios o derechos?

Pues somos cubanos y con eso basta.

***

(1) Eduardo L Rodríguez: «Arquitectura: Modo de Empleo», Artcronica, no.18, 2021, p.10.

(2) Humberto Ramírez y Universo García: «Panorama actual de la Arquitectura Cubana», Artcronica, no.19, 2021, p. 38.

(3) Universo García, Universo. Post publicado en Facebook. 

28 junio 2022 26 comentarios 2.896 vistas
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Caguazo

«El caguazo», la otra cara de Bejucal

por María Lucía Expósito 23 abril 2022
escrito por María Lucía Expósito

Al noroeste de la provincia Mayabeque, a 22 kilómetros de La Habana, Bejucal guarda entre sus fronteras distintas postales.

En todo el país, la situación de decadencia constructiva es un factor común. Además del mal estado de las edificaciones fundacionales, abundan en muchos territorios de la isla los espacios informales conocidos como Llega–y–pon. El este del centro urbano bejucaleño es uno de esos espacios: un basurero salpicado por viviendas en condiciones deplorables enclavadas en el sitio conocido como «El caguazo».

Una nota de Prensa Latina y compartida por el sitio web Radio Mayabeque del pasado 14 de abril, asegura que la construcción este año de 37 mil 991 mil viviendas en Cuba, impulsará un programa atendido por la máxima dirección del país.

Caguazo
Caguazo
Caguazo
Caguazo
Caguazo
Caguazo

El plan incluye terminar 15 mil 721 casas hechas por el sector estatal, 11 mil 786 células básicas habitacionales y 10 mil 484 por esfuerzo propio de la población. No obstante, la información aclara que las cifras planificadas de producción de materiales constructivos para esos fines están por debajo de la demanda, pese a que se dispusieron montos para importarlos.

En «El caguazo», nacido en un terreno destinado a la siembra del mango, han ido creciendo los asentamientos ilegales en pésimas condiciones de vivienda. Cada vez las casas se acercan más al vertedero que rodea la carretera, incluso sus pobladores usan los desechos para apuntalar exteriores e interiores.

Mientras esto sucede, al oeste del municipio, continúan las obras de nuevos edificios multifamiliares en la comunidad científica del Centro de Biopreparados. Las habitaciones se otorgarán a miembros del Partido asociados al polo científico, y no estarán dentro de un plan de damnificados o asistenciados, afirman vecinos del lugar.

El contraste arquitectónico es una realidad nacional. Las promesas se vuelven un ciclo sin fin para las familias pobres, llamadas eufemísticamente vulnerables. La prioridad «incuestionable» es alzar más hoteles y, eventualmente, otros centros de propiedad estatal.

23 abril 2022 11 comentarios 1.070 vistas
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Planificación

La planificación urbana y el manejo de los recursos

por Carlos García Pleyán 1 abril 2022
escrito por Carlos García Pleyán

La crisis del planeamiento tradicional

El creciente cuestionamiento a la conveniencia y utilidad de la planificación no es exclusivo de la economía, también ha alcanzado el ámbito de la planificación territorial y urbana. Planificar requiere un mínimo de estabilidad en un contexto en el cual imaginar un futuro deseado y los modos de concretarlo. Sin embargo, es un hecho que en los últimos decenios se han acelerado los cambios socioeconómicos a escala global, en particular por la revolución tecnológica (sobre todo en el transporte y las comunicaciones).

En un pequeño país como Cuba se incrementan los niveles de incertidumbre y vulnerabilidad, al presentar una economía abierta y dependiente de altibajos en los precios mundiales, variaciones en los flujos turísticos, cadenas de transporte internacional, junto a la incidencia incontrolable de acontecimientos externos: el bloqueo norteamericano, guerras, pandemias o eventos meteorológicos adversos.

No siempre fue así. La integración de la economía cubana en el sistema económico del socialismo europeo y sus planes quinquenales permitió, en las décadas del setenta y ochenta, disfrutar de bases relativamente solidas sobre las cuáles formular planes de desarrollo a largo, medio y corto plazo.

El planeamiento físico se articulaba al proceso inversionista por medio de la macro y micro localización de todas las inversiones previstas en los ámbitos productivo, de servicios, vivienda e infraestructural. En ese marco, la planificación física actuaba no solo «traduciendo» los planes económicos a sus aspectos territoriales, sino que se constituía en contraparte a las exigencias sectoriales de eficiencia económica por parte de los ministerios, al defender criterios de equidad social —por ejemplo, en la distribución espacial del empleo— así como de protección al medio ambiente.

Ese escenario permitía diseñar con bastante detalle las soluciones deseadas a largo plazo en el uso del suelo, localización de los programas industriales, grandes infraestructuras, etc., desde la escala nacional hasta los planes directores de las ciudades. La brusca y dura crisis de los años noventa trazó un panorama radicalmente distinto al evidenciar la inutilidad del planeamiento de futuros lejanos cuando era casi imprevisible el presente.

Planificación

Mapa de Cuba, 1819

El nuevo escenario cubano

Es sintomático que el propio Instituto de Planificación Física —ahora de Ordenamiento Territorial y Urbanismo (INOTU)—, haya considerado oportuno desplazarse terminológicamente de una ambiciosa «planificación» a un más prudente «ordenamiento». El debate internacional sobre la inutilidad de una planificación urbana detallada a largo plazo se ha superpuesto, en el caso de Cuba, a otra polémica referida al eje plan y mercado.

Sin caer en extremismos que absoluticen el papel de uno u otro cual mecanismos de asignación de recursos, hay que tener en cuenta la tendencia actual a una mayor diversificación de los sujetos socioeconómicos y de los centros de toma de decisiones.

En un escenario que liquidó de forma casi absoluta la propiedad privada y centralizó de manera radical la toma de decisiones, tenía sentido una planificación física al servicio de un único dueño —el estado—, que localizaba sus inversiones de acuerdo a las políticas adoptadas, aseguraba la coherencia de las obras y preveía y trazaba las infraestructuras necesarias a largo plazo.

Ello no impedía que se generaran problemas como la insuficiente previsión de suelo para la vivienda por esfuerzo propio, o las contradicciones en la toma de decisiones entre los intereses sectoriales y los sociales o ambientales; pero se trataba de un modelo factible en su contexto.

En la medida en que cambió el escenario económico y político y empezó a conformarse, en el último decenio, un modelo regido por otros principios: descentralización, diversificación de actores sociales, aparición de miles de pequeñas y medianas empresas privadas y cooperativas; el papel del mercado empezó a adquirir otra magnitud y, con ello, varió el papel de la planificación.

Surgieron entonces preguntas insoslayables: ¿Cómo transformar y adecuar el planeamiento físico a un planeamiento económico en evolución? ¿Tiene sentido diseñar en detalle un futuro incierto? ¿Cuáles son los límites en la capacidad de planificar y decidir centralmente las inversiones? ¿Cómo armonizar las miles de decisiones y transformaciones urbanas autónomas?

¿No habrá que reforzar los aspectos normativos del ordenamiento territorial —regulaciones urbanas—, en un marco en que se han multiplicado los actores —gubernamentales, empresariales y comunitarios—, que inciden en la transformación de las ciudades?

Planificación

Croquis de la ubicación de la ciudad de La Habana, 1610.

El modelo de planificación y la descentralización

Es imposible examinar, evaluar o diseñar un modelo de planificación sin tomar en cuenta la estructura política, administrativa y de gestión económica del país en cuestión. Se comprende que en una primera etapa el gobierno revolucionario haya requerido estructuras muy centralizadas para acometer transformaciones radicales y enfrentar fuertes obstáculos sin disponer de cuadros suficientemente preparados, ni de una infraestructura legislativa e institucional adecuada.

Ello agilizaba la toma de decisiones, pero conformó también una institucionalidad y una cultura de ordeno y mando que privilegia la disciplina sobre la creatividad, baja decisiones con rapidez y efectividad, pero frena u obstaculiza que suban opiniones o propuestas diversas desde la base, es decir, desde los territorios.

Varias veces se ha intentado modificar el modelo para hacerlo más participativo. La Constitución de 1976, que concluyó el llamado «proceso de institucionalización», pretendía transformar esa tendencia mediante el sistema del Poder Popular —que debía facilitar la participación—, y de una división político-administrativa más cercana a la base. Un segundo impulso descentralizador se desarrolló de manera espontánea en el inicio del Período especial, al debilitarse las estructuras estatales y multiplicarse las iniciativas no gubernamentales, con mayor protagonismo de la sociedad civil.

El tercer intento viene desarrollándose desde que Raúl Castro anunció un proceso de reforma cuyo contenido se ha plasmado en documentos como los Lineamientos, el Plan de desarrollo al 2030, la Conceptualización del modelo económico y social cubano de desarrollo socialista o la propia Constitución del 2019.

Esos impulsos han sido frenados por intereses creados en el cuerpo burocrático del Estado, sedimentados y solidificados a lo largo de décadas a todos los niveles. Se ha conformado una cultura política y administrativa que se siente más cómoda «exhortando» y «bajando orientaciones» —o «cumpliéndolas» sin riesgos en la base—, que abriendo el debate y apoyando el pensamiento creativo. Ello ha logrado diluir o descafeinar cualquier intento serio de descentralización.

Nos encontramos pues en el tercer round de una batalla no ganada. Pero no hay que olvidar que el marco en que hoy se desarrolla el debate no es el mismo: la Isla se halla ahora realmente «al borde del abismo», en una situación sumamente crítica, hay nuevas generaciones que reclaman su lugar, Internet existe, las discrepancias se manifiestan abiertamente —incluso en la calle— y el país es mucho más diverso.

Planificación

Plano de Baracoa, 1840.

Es esencial entender que para conformar un sistema de planificación descentralizado no basta con cambiar el nombre a las instituciones, emitir otras leyes y decretos o escribir nuevas metodologías. Es ineludible modificar las estructuras políticas y administrativas, así como la cultura de gestión. No se puede, por ejemplo, reclamar una activa participación de los municipios en el desarrollo del país trasladándole solamente atribuciones y responsabilidades, sin traspasarle asimismo los recursos financieros, materiales, humanos y tecnológicos requeridos.

Cuba se enfrenta en este momento a tres retos esenciales: el proceso de diversificación de los sujetos económicos, en el que habrá que admitir que no es lo mismo la propiedad estatal que la social, y que esta debe complementarse con la privada y la cooperativa; el proceso de real y efectiva descentralización hacia los municipios, no solo de desconcentración de funciones; y un entorno político y económico de máxima incertidumbre, donde es vital la capacidad de gestión distribuida, flexible y adaptativa.

La estructura económica que heredan las actuales generaciones responde todavía a un Estado extremadamente centralizado. Ello ha generado un fenómeno esencial para entender las dificultades enormes a las que se enfrenta el actual intento de descentralización.

Los canales previstos se organizaron desde un inicio a través de ministerios sectoriales que distribuyen verticalmente recursos materiales, financieros y humanos de acuerdo a una lógica decidida en los máximos niveles de dirección. En cambio, las estructuras del Poder Popular, es decir las estructuras políticas y administrativas territoriales, no disponen de los recursos necesarios para realmente gobernar. Tan solo administran —bajo directivas, orientaciones y normativas nacionales— los débiles presupuestos de que disponen. Su capacidad de decidir y ejecutar nuevas inversiones ha sido prácticamente inexistente.

La pérdida de confianza de la población en la capacidad de los delegados para resolver los problemas proviene de ahí. Asimismo se explican: la necesidad de movilizar ministerios para solucionar realidades locales como los barrios «vulnerables»; la debilidad e insuficiente formación de cuadros locales y la creciente debilidad del planeamiento territorial.

Este modelo centralizado condiciona la elaboración de planes sectoriales, concebidos para la distribución vertical de inversiones y recursos que, cuando se desglosan territorialmente, llegan a la base carentes de integralidad. Los municipios se enfrentan entonces al difícil ejercicio de dotar de coherencia a planes cuyas prioridades a veces tienen poco que ver con las necesidades del territorio, pues responden a otras lógicas.

Los ministerios y sus direcciones locales correspondientes están al tanto de sus presupuestos, pero es improbable que conozcan el presupuesto integral de un territorio. De consultar los planes de ordenamiento urbano aprobados, se constatará que ninguno contiene un cálculo relativamente completo del monto de inversiones necesarias. Este sistema pone en situación extremadamente compleja a los gobiernos locales, que deben enfrentar multiplicidad de dificultades y demandas locales sin disponer de medios para resolverlas.

El gobierno y la administración municipal se convierten en un equipo de apagafuegos sobrecargado de problemas puntuales, más reactivo que propositivo, sin tiempo ni capacidad para una visión global de la situación, sin poder establecer líneas articuladas de actuación ni disponer de recursos materiales o intelectuales. Trabajan con una visión cortoplacista en la que cualquier reflexión sosegada les resulta una pérdida de tiempo ante las continuas urgencias, conflictos y calamidades.

La actual diversificación de actores económicos complica más el funcionamiento del sistema heredado. Basta constatar las dificultades con que el Sistema Nacional de Estadística e Información registra la actividad económica no estatal. Finalmente, no hay que olvidar los altos niveles de incertidumbre en los que se mueve la actividad económica y que obligan a adaptaciones, actualizaciones, perfeccionamientos y ajustes del plan que hacen dudar de su utilidad. Ajustes y rectificaciones que, además, no siempre provienen de incógnitas externas sino de vicios propios de un exceso de idealismo y voluntarismo.

Planificación

Plano de la ciudad de Cienfuegos, 1839.

Las iniciativas actuales

Es necesario constatar que no hay todavía una respuesta coherente a las dificultades referidas, sino más bien tanteos aislados, a veces contradictorios, sobre cómo adaptar el planeamiento urbano a las nuevas realidades. Mencionaré los que considero más importantes.

Ante la evidente inadecuación y obsolescencia del viejo Decreto sobre Planificación Física de 1978, en diciembre de 2020 se promulgó la Ley de ordenamiento territorial y urbano y la gestión del suelo. Además de definir las competencias, instrumentos y procedimientos para el planeamiento, gestión y control territorial y urbano; contiene la novedad de abordar el tema de la gestión del suelo.

En la norma se precisa el contenido del plan de ordenamiento urbano (las determinaciones urbanísticas para la organización del uso del suelo, su ocupación y utilización, la estructura y morfología, las regulaciones urbanísticas y el programa de acciones), y se determina un alcance temporal de corto y mediano plazos. Se regula también el régimen jurídico y urbanístico del suelo y su articulación con el proceso inversionista, a través de instrumentos de gestión como la macro y microlocalización, los permisos de construcción, los certificados de habitabilidad, etc.

Pero el problema fundamental de estos planes es su débil operatividad. Ellos debieran convertirse en instrumentos de dirección de los gobiernos territoriales, pero ya fue explicada la actuación de los mismos, más presionados por urgencias cotidianas que por visiones estratégicas. Por otra parte, los niveles de indisciplina urbanística, tanto de la ciudadanía como de organismos estatales, son considerables, por cuanto los esfuerzos de difusión y comunicación de los planes y las regulaciones —así como la participación en su elaboración— son prácticamente inexistentes.

En estos días el INOTU ha comenzado por fin a publicar en su portal web los textos de los planes de ordenamiento urbano de diversas ciudades, pero se trata de volúmenes de 300-400 páginas que requerirían un trabajo de edición y simplificación si en verdad se pretende que la ciudadanía los conozca. Es compleja e insuficiente también su articulación con la planificación económica, financiera, o ambiental. Y muy preocupante, finalmente, la re-verticalización del sistema institucional, que ha vuelto a supeditar centralmente las instancias provinciales y municipales, hasta ahora subordinadas a los gobiernos locales.

Otro núcleo importante de pensamiento urbanístico se ha ido conformando en el equipo del Plan Maestro de la Oficina del historiador de la ciudad de La Habana. Entre otros aspectos novedosos, merece la pena destacar su enfoque integral. Su instrumento principal, el Plan Especial de Desarrollo Integral (PEDI), articula las dimensiones económica, social, cultural, ambiental e institucional de las transformaciones urbanas en un intento de superar el extremo sectorialismo de los planes de desarrollo y el proceso inversionista. Es esencial igualmente su involucramiento en la fase de implementación del plan.

Planificación

Plano de la ciudad de Camagüey, 1950.

El hecho de que el PEDI esté integrado a una institución cuyo modelo económico permite una autonomía y sostenibilidad inhabituales en Cuba a escala local, explica una aplicación más efectiva que la de los otros planes urbanísticos. En este caso se puede afirmar que el plan y las regulaciones urbanas han constituido una guía para la gestión. Este enfoque exitoso ha sido apreciado como modelo a imitar por otros municipios. Su difusión ha iniciado felizmente a través de la conformación de una Red de ciudades patrimoniales, aunque de modo paradójico no logra trascender aún el área del centro histórico habanero.

La única excepción, hasta ahora, la constituye el novedoso Plan perspectivo de desarrollo de la Bahía de La Habana, que involucra varios municipios. Se trata de planes estratégicos que desarrollan programas y proponen medidas específicas, acciones y proyectos, aunque deben desafiar el reto de gestionar un territorio manejado también por un consejo de administración municipal.

Finalmente, es ineludible mencionar un tercer grupo de iniciativas relacionadas con el descubrimiento reciente por parte de las autoridades nacionales de las oportunidades y potencialidades del desarrollo local.

Aprovechando la experiencia de programas en tal sentido, como el dirigido al Fortalecimiento de las capacidades municipales para el desarrollo local (PRODEL), liderado por el Centro de desarrollo local y comunitario (CEDEL); o la Plataforma Articulada para el Desarrollo Integral Territorial (PADIT), dirigida por el PNUD de conjunto con el gobierno cubano, se ha sistematizado un enfoque que cristalizó en el interesante Decreto 33/2021 para la Gestión estratégica del desarrollo territorial, en el cual «se regula lo relativo a la implementación de las estrategias de desarrollo y la gestión de los proyectos de desarrollo local». 

Las primeras —que deben ser elaboradas, implementadas, evaluadas y actualizadas por el Consejo de la Administración Municipal—, definen las líneas estratégicas y los programas correspondientes, y articulan los proyectos de desarrollo local. El Decreto y tres Resoluciones posteriores fijan igualmente los modos de implementación de los proyectos, así como su financiación. En estos momentos se informa que han sido aprobadas más de cien estrategias municipales (de 168 municipios), así como más de cuatrocientos proyectos de desarrollo local.

Paralelamente se adoptaban los Decretos 44, 46 y 47 sobre el trabajo por cuenta propia, las micro, pequeñas y medianas empresas, así como las cooperativas no agropecuarias. En marzo de 2022 rebasan ya las 2 600 entidades aprobadas. Todo ello —junto a crecientes proyectos de desarrollo local—, está creando un rico entramado económico y social de iniciativas, en su inmensa mayoría no estatales, que abren oportunidades de desarrollo a escala municipal pero requieren un marco que las oriente y articule a los planes económicos, territoriales y financieros estatales para el territorio. Tal es el papel previsto para las estrategias municipales.

Lamentablemente, la preparación metodológica y hábitos de dirección de los funcionarios de los Consejos de administración municipales no están a la altura de lo que requiere la formulación de una estrategia de desarrollo. Buena parte de estos documentos —redactados a menudo por especialistas o académicos ajenos al CAM—, se limitan a presentar un análisis DAFO y a definir líneas estratégicas, pero sin desarrollar los indispensables programas correspondientes, por lo que resulta difícil articularlas a proyectos en marcha.

Estos problemas se agudizan hasta el absurdo en el caso de la capital, donde la ciudad no está en un municipio, sino que quince municipios están en la ciudad. Si ya es complejo articular las acciones, decisiones y recursos en un municipio; en La Habana se hace imprescindible un instrumento de planeamiento a escala metropolitana, sea un Esquema de desarrollo provincial o un Plan general de ordenamiento urbano.

Recientemente (junio de 2021), se aprobó el PGOU de la ciudad de La Habana, pero las deficiencias y desactualización del documento son de tal calibre que lo tornan inviable e inútil. Ello facilita los altos niveles de indisciplina urbanística y descontrol en el proceso inversionista, donde tanto entidades estatales como particulares incumplen las regulaciones impunemente. Aquí se verifica la máxima de que no hay viento favorable para el que no sabe adónde va. Se trata de un forcejeo entre iniciativas privadas, decisiones y medidas municipales y programas inversionistas sectoriales de los ministerios que debiera ser arbitrado de modo más eficiente.

Planificación

Plano de Santiago de Cuba, 1899.

Algunos temas pendientes

Quisiera enfatizar en cuatro aspectos esenciales pero insuficientemente abordados aún.

En primer lugar, la gestión del suelo. El suelo urbano y el fondo inmobiliario, principal recurso del que dispone una ciudad, están hoy administrados por organismos sectoriales que se consideran sus dueños y toman decisiones inconsultas o arbitrarias sin estar facultados para ello. Por otra parte, los Consejos de la Administración territorial prácticamente no tienen facultades sobre el manejo del suelo, por lo que difícilmente puedan incidir en su adecuado uso.

Es necesaria una norma jurídica que defina los derechos privados y públicos al respecto y, en particular, las competencias del gobierno de la ciudad sobre el patrimonio inmobiliario estatal (suelo y edificaciones). El hecho de que no se disponga de un catastro urbano operativo ni de un Registro de la propiedad actualizado, agrava la situación.

En segundo lugar, el tema de la información, la comunicación y la participación. A pesar de la profusa «narrativa» sobre la participación, hay que admitir que estamos muy lejos de una genuina participación en el planeamiento. Sin una adecuada información, cualquier convocatoria a la participación es, por lo menos, demagógica.

La información sobre las ciudades es muy deficiente, pues el sistema de estadística e información está concebido para el uso de los ministerios. Además, la publicación y divulgación de esa información es pobre. Basta consultar los anuarios provinciales o municipales en la página web de la Oficina de Estadística (ONEI) para tropezar con vacíos, errores e incoherencias en las cifras.

Por otra parte, si los esfuerzos de comunicación por parte de las instancias de planeamiento —nacional o local—, son pobres o inexistentes, es inútil pensar en que pueda avanzar la participación. ¿Cómo cumplir unos planes que se desconocen o unas regulaciones que no se publican? Y en el caso de que la participación incursione en la distribución de recursos financieros, las resistencias son entonces mayores. El único experimento de presupuesto participativo, realizado dentro del Centro Histórico de La Habana, fue rápidamente desautorizado.

En tercer lugar, la cuestión del control, el monitoreo y la evaluación. Es una práctica habitual —tanto en la planificación territorial como en la económica—, el no definir ni los indicadores ni las formas de monitoreo y evaluación de la marcha del plan. Se formulan los planes y, cuando comienzan a desviarse de la realidad o a incumplirse, la reacción no es analizar y evaluar las razones de los incumplimientos, sino formular nuevos planes. ¿Dónde están los informes de rendición de cuentas? ¿Cuándo los Consejos de administración o el gobierno territorial rinde cuentas de su actuación ante la población?

El acuerdo del Consejo de ministros que aprobó el Plan de La Habana afirma que «el Gobernador de la provincia de La Habana entrega al IPF, antes del 30 de abril de cada año, el informe anual de la evaluación de la implementación del Plan». Será interesante comprobar cómo se logra redactar ese informe si en el Plan no existe ni un programa de acción ni un sistema de indicadores. Informe que, dicho sea de paso, sería extremadamente importante que fuera de conocimiento público.

Planificación

Plano de la ciudad de Matanzas de J. J. Romero, 1837.

Al fin y al cabo, el Gobierno no solo se debe al presidente del IPF sino, en primer lugar, a sus conciudadanos. ¿Cómo se puede llamar a la participación ciudadana sin dar a conocer esta elemental información?

En cuarto lugar, el imprescindible tema del fortalecimiento de las capacidades. Se requerirá un paciente trabajo de capacitación de los cuadros municipales. El papel de la universidad es necesario, pero no para sustituir a los cuadros locales sino para entrenarlos y aprender de ellos, porque la universidad debe ser capaz no solo de conceptualizar sino también de aprender a actuar en la urgencia y en la carencia.

Sería interesante Debería evaluarse hasta qué punto los instrumentos metodológicos y normativos que se proponen son efectivos y lograr que los intendentes y sus equipos se pronuncien sobre ello. Y habrá que preparar las condiciones necesarias para producir un trasvase de especialistas desde los organismos centrales a las oficinas provinciales y municipales.

Nos encontramos una vez más en un momento de posible cambio, en el que hay que aprovechar las oportunidades que se abren y actuar con decisión. Es importante identificar los obstáculos a vencer, pues no solo los tradicionales instrumentos de planeamiento no son ya operativos, sino el propio diseño institucional del país debiera re-balancear los poderes sectoriales (ministerios) y los territoriales (gobiernos locales).

Hay que articular más orgánicamente el planeamiento urbano a la administración local de los recursos; reforzar las instancias municipales, no solo en atribuciones sino en recursos y conocimiento; articular los planes y los presupuestos, entre sí y con las iniciativas privadas y comunitarias que requieren apoyo y no obstrucción. Todo ello será posible si se demuestra una verdadera voluntad de cambio.

1 abril 2022 59 comentarios 1.595 vistas
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Ciudad (1)

Ciudad y Arquitectura en los medios cubanos

por Abel Tablada 17 febrero 2022
escrito por Abel Tablada

Una ciudad congelada

A mediados de los años 70s, cuando comencé a tener uso de razón, me encontré con una ciudad que parecía como si siempre hubiera existido y que así se quedaría por siempre; una ciudad concluida e inamovible. No imaginaba que esa ciudad tan antigua, y a la vez tan joven y moderna, se había desarrollado de forma acelerada durante las décadas previas a mi nacimiento, esas mismas en las que mis jóvenes padres habían crecido y visto cambios importantes.

Pensaba que el mundo era así, que todas las ciudades tenían edificios, avenidas e hitos similares: un paseo marítimo con un mar muy azul, hoteles nacionales con torres y otros modernos con lobbies lujosos, un lugar grande donde se iba a tomar helado, un capitolio inmenso, un castillo a su entrada o avenidas con jardines centrales y árboles excelentemente podados. Tampoco era consciente del privilegio de vivir en uno de los barrios más bellos, El Vedado, en una de las urbes más hermosas del mundo, La Habana.

En las ciudades viejas, con valores históricos excepcionales o poco dinámicas constructivamente, el entorno se convierte en una realidad semi-congelada que aceptamos, amamos y hasta exigimos. Y ese estado no es necesariamente el que definió Schimmel y después Goethe repitiera en algunas de sus obras, al referirse a la arquitectura como «música congelada». En el caso de nuestra Habana, encontramos una congelación poco robusta, con derretimientos graduales, colapsos abruptos y homicidas, algunas acciones de recuperación y escasas novedades.

Ciudad (2)

Edificio en ruinas en Centro Habana – noviembre de 2019.

La arquitectura ausente

La escasa actividad en cambiar y mejorar nuestro entorno, se refleja en la poca frecuencia con que los medios de difusión masiva reportan temas relacionados con las ciudades y la arquitectura en Cuba.

A pesar de haberse creado barrios enteros en su periferia y completado la red de servicios médicos y educacionales, el perfil de las zonas centrales de La Habana permanece casi intacto, lo que ha permitido a su vez conservar una parte importante de su patrimonio. Eso explica que, por más que los periodistas y redactores culturales quisieran, la cantidad de actividades y obras remarcables relacionadas a la arquitectura y el urbanismo son escasas en comparación con otras manifestaciones artísticas, como la música, el teatro o la danza.

Esto lo constaté durante veinte días: del 5 al 24 de enero, cuando observé todos los noticieros del mediodía y la emisión estelar de las 8 p.m. —con la excepción de cinco emisiones—, especialmente la sección «Culturales».

De un total de 125 noticias relacionadas con artes y cultura general, se dedicaron cuarenta y tres a la música, veintitrés a cultura general y eventos teóricos o educativos, veintidós a la literatura, ocho al teatro y solo tres respectivamente a la danza y ballet, al cine y audiovisuales, a la escultura y a la pintura o dibujo. A la fotografía solo se dedicó una noticia, dentro de las culturales.

Ni una sola referencia versó sobre la arquitectura o el urbanismo. No obstante, como noticias relacionadas con el acontecer nacional, hubo seis que reportaron actividades y acciones renovadoras en barrios vulnerables o periféricos, pero sin realizar crítica alguna a las obras realizadas.

La carencia de noticias sobre arquitectura y entorno urbano no se explica únicamente por la falta de acontecimientos en esos ámbitos. El silencio noticioso también se hace evidente en presencia de eventos importantes, lo cual es injustificable.

El pasado 23 de noviembre se celebró en la sede de la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de Cuba (UNAICC), la entrega de premios del XIII Salón Nacional de Arquitectura y Urbanismo, el Premio Ciudad a las mejores obras concluidas en La Habana y se anunciaron los ganadores del Primer Concurso de Viviendas, convocado por el Ministerio de la Construcción (MICONS). Este fue quizás el segundo día más importante para el gremio de los arquitectos durante el año, solo superado por el 13 de marzo, en que se festeja el día del arquitecto por la creación del colegio de arquitectos de La Habana en 1916 (1).

Ciudad (3)

Casa en Mercaderes 116, sede del Plan Maestro y antigua sede de la Dirección de Arquitectura Patrimonial de la Oficina del Historiador de La Ciudad de la Habana (OHCH) – Octubre de 2021.

 A pesar de la importancia del evento, este no fue reportado por la prensa escrita ni por los noticieros de televisión nacionales, a excepción de una nota publicada por la Agencia Cubana de Noticias (ACN). Medios televisivos y periodísticos provinciales, como el Canal Habana, junto a medios digitales de La Habana, Cienfuegos, Sancti Spiritus y Holguín; fueron más entusiastas al resaltar la participación de arquitectos de esas localidades en el Salón y Concurso. 

Desde noviembre para acá, y ante reclamos y contactos con los medios, algunos arquitectos han sido invitados por revistas televisivas y por el Noticiero Cultural. En años anteriores, las crónicas sobre la labor de restauración e historia de nuestra ciudad eran magistralmente contadas por el Dr. Eusebio Leal en el programa Andar La Habana. Sin embargo, ningún otro espacio similar lo ha sustituido.

Este fenómeno tiene dos lecturas. La primera corrobora la poca importancia que le otorgan nuestros medios a la arquitectura como arte, a la par de la escasa formación de periodistas en temas urbano-arquitectónicos. Como bien señalaba el profesor y arquitecto Mario Coyula en sus palabras durante el VI Congreso de la UNEAC en 1998:

«(…) es necesario rescatar a la arquitectura del papel secundario adonde ha sido relegada por los que en definitiva no han podido resolver los problemas de la calidad y masividad constructiva; y situarla nuevamente dentro del mundo de la cultura, de donde nunca debió salir. Eso implica un vuelco en la actual posición institucional de la arquitectura, pero también en la atención por el aparato estatal y político, y por los medios de divulgación masiva».

Más recientemente, el profesor Ruslan Muñoz, en su reflexión «Lo incómodo de la Crítica», expresaba: «Sin embargo, resulta peor el vacío en la prensa o en la televisión de debates y noticias sobre la ciudad y la arquitectura, (…) Con la excepción de algunos trabajos publicados al calor del aniversario 500 de la ciudad, la ausencia de debates y análisis profundos es remarcable».

La segunda lectura indica la relativa pasividad de nuestro gremio ante los debates sobre la ciudad y las políticas de la vivienda y la planificación urbana. Gracias a las redes sociales, tal actitud ha disminuido, pues son más los que se manifiestan de disímiles formas para opinar, reclamar y apoyar posiciones.

El presidente de la Sociedad de Arquitectura de La Habana (SOCA-UNAICC), arquitecto Humberto Ramírez, en su post «Hay que detener el desorden», de mayo de 2021, denunciaba las acciones violatorias de regulaciones e imagen urbanas en toda la ciudad. Y a raíz de este, el profesor Muñoz planteaba que solo después que «las redes sociales estallan», los periodistas reaccionan para reflexionar sobre hechos que están a la vista de todos.

Por su parte, el profesor y arquitecto Universo García ha enfatizado en la necesidad de que los medios programen espacios enfocados en la ciudad, su arquitectura, patrimonio y proyectos. También ha publicado escritos informativos y de crítica arquitectónica, que van desde la denuncia ante las muchas acciones que atentan contra la imagen citadina y de nuestro valioso patrimonio construido hasta la promoción de la obra de arquitectos cubanos y los reclamos por el trabajo independiente de arquitectos e ingenieros.

Profesionales de otros ramos, como el profesor y sociólogo Carlos García Pleyán, han publicado en medios digitales artículos de gran valor para comprender los problemas actuales de La Habana y sus posibles soluciones.

Ciudad (4)

Asentamiento informal en pleno crecimiento en los terrenos del otrora Central Toledo, Marianao, La Habana – Abril 2021.

La escasa presencia de la arquitectura y el urbanismo en medios periodísticos no es exclusiva de Cuba. A nivel mundial, su mayor visibilidad es a través de revistas especializadas, impresas o en la web. Los periodistas instruidos en temas arquitectónicos, constructivos y de ciudad son igualmente escasos.

No obstante, en prestigiosos medios de prensa internacionales es común que se aluda a esos asuntos, no solo para informar acerca de eventos o inauguración de obras, sino además como forma de crítica especializada que cumple la función primordial de educar en dichas cuestiones, de enorme relevancia en la calidad de vida de los ciudadanos.

Las publicaciones seriadas

En el caso de Cuba existen insuficientes publicaciones seriadas referidas a arquitectura y urbanismo. La revista Arquitectura Cuba, inaugurada en 1917 como Arquitectura, órgano oficial del Colegio homónimo, publicaba con frecuencia trimestral e incluía reportes sobre nuevas obras, artículos de crítica e historia, entrevistas a arquitectos, entre otras secciones. Tras varios años sin salir durante el Período Especial, volvió a publicarse en 1997 pero dejó de imprimirse en el 2007, sin que una versión digital continuara (2). 

La Facultad de Arquitectura de la Universidad Tecnológica de La Habana J. A. Echeverría edita desde 1980 la Revista Científica de Arquitectura y Urbanismo. Su acceso es en línea, pues dejó de imprimirse en el 2007. Por otro lado, Opus Habana, de la Oficina del Historiador de la Ciudad, y Obras, del MICONS publican algunos trabajos sobre obras de restauración y nuevas construcciones respectivamente.

Con la llegada de internet y las redes, el discurso arquitectónico ha tenido una mayor visibilidad, gracias fundamentalmente a blogs y medios independientes dedicados a temas culturales y de acontecer nacional (3). La revista Artcrónica, enfocada en temas de diseño y artes diversas, dedicó los dos últimos números del 2021 a la arquitectura y el urbanismo. La Joven Cuba, Cubahora, IPS Cuba, La Jiribilla, OnCubaNews y otros medios también han publicado aislados artículos sobre el acontecer arquitectónico y los reclamos y preocupaciones actuales de los arquitectos.

Enfoques, profesionalidad e independencia periodística

Además de la escasez de noticias y discusiones públicas, la forma de reportar acontecimientos relacionados con la arquitectura y el entorno urbano tienen frecuentemente un enfoque político-ideológico complaciente y de alcance limitado. Usualmente se notifica el avance de las construcciones como un hecho productivo, adoptando un estilo periodístico más similar a los reportes de cosechas de viandas y hortalizas, o del cumplimiento de una meta de confección de uniformes escolares, que a los de una obra creativa en un entorno complejo.

Ciudad (5)

Restos del muro demolido del Paseo Marítimo de 1ra y 70, Miramar, a raíz de la presión popular y de la opinión de expertos en las redes sociales – 4 de julio de 2020.

Cada obra finalizada es considerada un logro por las condiciones muchas veces paupérrimas en que se encontraban los beneficiarios. Por tanto, las noticias enfatizan el agradecimiento de estos hacia la Revolución y se hace caso omiso a los indicadores de calidad de las mismas, sean construidas de materiales poco duraderos y sostenibles, con evidentes errores constructivos o de muy baja calidad estético-ambiental.  

Con algunas excepciones, se puede apreciar determinada falta de sensibilidad o preocupación en muchos medios de prensa y televisivos hacia las condiciones de vida y el estado de las ciudades cubanas, lo cual contradice su misión de informar al pueblo, alertar sobre dificultades, denunciar desviaciones y señalar responsables, como vías para el debate y futura resolución de problemas que afectan a la sociedad.

Es una prensa que, al estar controlada por un gobierno y partido único, y ser contraparte en la guerra mediática contra el sistema imperante en nuestro país —guerra que no se debe ignorar, pero con la que se debe convivir como hacen todos los gobiernos con la prensa y los partidos opositores—, no logra cumplir satisfactoriamente el objetivo de servir al pueblo. 

En los casos en que ese partido y gobierno se equivocan, no es capaz de reaccionar y posicionarse junto a la ciudadanía, o al menos de representar la diversidad de criterios y posiciones existentes. Esto le resta credibilidad y le regala argumentos, espacios y lectores a la prensa alternativa, sea o no financiada con fondos del gobierno de los Estados Unidos. Es decir, es una prensa que al tratar de dibujar una realidad edulcorada, se torna débil y poco efectiva.

En países donde la preocupación por los más vulnerables es supuestamente menor, porque el objetivo de los grandes medios, controlados también en pocas manos, es incentivar el consumo y mantener el status quo de las grandes corporaciones y élites gobernantes; hay, por el contrario, cierta diversidad de medios y criterios que permiten sacar a la luz verdades incómodas para los poderes reales.

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Hotel Gran Aston de La Habana en Avenida 1ra y D, noviembre de 2019. Al igual que en otros hoteles, el proyecto ha sido elaborado por una compañía extranjera sin previa licitación, concurso y discusión pública.

Ese fue el caso de algunas publicaciones cubanas de corte progresista, como Bohemia o Carteles, antes de 1959. Un ejemplo, relacionado con la expansión incontrolada de la pobreza en los barrios llamados indigentes, fue un artículo aparecido en 1949 en Carteles, que denunciaba la dura realidad en esos barrios al calificarlos como «vergüenza nacional» (4). 

Hoy día, tuvieron que producirse manifestaciones y protestas desde los barrios de La Habana profunda y otras ciudades y pueblos a lo largo de toda Cuba, para que el gobierno tomara nota y se apresurara a reactivar programas de mejoramiento de la calidad de vida de miles de ciudadanos; planes que, a pesar de su existencia previa, estaban adormecidos y sin recursos.

Y la prensa oficial cubana, que estuvo décadas ignorando la situación ruinosa, vergonzosa y de pobreza de cientos de barrios, que en la actualidad se nombran «informales» o «vulnerables»; solo ha reaccionado tras el llamado del gobierno para adentrarse en sus calles y patios.

Al problema de llegar tarde y por órdenes superiores a la noticia, se suma el enfoque errado de algunos reportajes dedicados a los barrios vulnerables. Ellos priorizan documentar el paso de un dirigente de alto rango por sus calles y los intercambios con un grupo de vecinos —casualmente todos contentos, revolucionarios y agradecidos—, que a informar críticamente respecto a las condiciones existentes y el proceso renovador, que deberían ser el centro de la noticia.

Sobre todo porque suele ocurrir que las soluciones para aliviar tal realidad son improvisadas, poco duraderas y contraproducentes a largo plazo; más cercanas al populismo que a resolver conscientemente los problemas mediante estrategias bien coordinadas.

El retraso de varios años en la emisión del documental Canción de Barrio, de Alejandro Ramírez Anderson, alusivo a los conciertos de Silvio Rodríguez en barrios de la capital es, a la vez, un gran avance y prueba de control que todavía existe por parte del Departamento Ideológico del Partido Comunista de Cuba sobre los medios de difusión masiva.

El anonimato de los arquitectos como creadores

A pesar de cierta mejoría, ha sido común durante décadas el anonimato de los arquitectos como creadores, en contraste con la preferencia a resaltar la labor de los constructores. Esto se refleja en la ausencia de placas de identificación de las obras con el nombre del arquitecto principal, en reportes de premios, de obras recién terminadas o con algo de historia.

Lo sufrí personalmente cuando en el año 2006 obtuve el Premio Nacional de Conservación y Restauración de Monumentos, como proyectista principal por la Restauración de la Droguería y Farmacia La Reunión, más conocida por Sarrá, sita en la esquina de Teniente Rey y Compostela, del centro histórico de La Habana. El premio se mencionó en el noticiero, pero solo apareció la institución galardonada y no los nombres del proyectista principal, inversor y constructor.

Ciudad

Droguería Sarrá o La Reunión.

Si bien es cierto que un proyecto arquitectónico y su realización es un logro de muchas partes y actores que pertenecen a instituciones —en este caso, la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana—, no reconocer el esfuerzo y labor creativa de los arquitectos y actores principales desalienta y reduce el componente moral del galardón. Resultaría inconcebible que cuando fueran reportados los ganadores del festival de Cine Latinoamericano, al referirse el premio a la mejor película o director no se mencionara al productor o director de la misma para adjudicarle el premio al ICAIC.

Venerar y aprender para crecer

La pérdida de reconocimiento hacia los autores de obras arquitectónicas y urbanas data de décadas atrás, en paralelo con la supresión de la arquitectura como una de las artes en nuestros medios y como parte del nuevo espíritu no elitista y de colectividad dentro de la Revolución.

La no terminación de las Escuelas Nacionales de Arte a mediados de la década de los 60s, posiblemente marcó ese antes y después de la arquitectura cubana. Quizás también indicó el cambio en muchas esferas de la naciente Revolución, que iría perdiendo su espíritu libertario, innovador, esperanzador y movilizador de mentes creativas; para pasar gradualmente a la centralización, el estatismo, el burocratismo multiplicado, la censura y la desconfianza hacia la individualidad y diversidad.

Como todo proceso revolucionario, fue un período de renovación y creación, pero también de destrucción de viejas formas de hacer. Y, en ese proceso de sustitución, con el propósito de beneficiar a las mayorías, lamentablemente se desmantelaron mecanismos y formas de producir que eran parte importante de la cultura misma de la nación. Entre ellas estaban el engranaje y saberes cultivados durante décadas para hacer la ciudad, diseñar espacios y construir edificios con calidad.

Promover la crítica arquitectónica y el periodismo en temas urbanos ayudaría, por un lado, a evitar el facilismo nostálgico de «todo tiempo pasado fue mejor» como si de una postal, que enaltece por una parte y borra por otra, se tratara.

Fomentar una mayor regularidad de análisis y debates públicos acerca de estos temas, que conciernen y afectan a todos, evitaría por otro lado, que la frase «todo tiempo futuro tiene que ser mejor» se convierta en falso optimismo para barrios bellos o vulnerables, en ciudades hermosas pero altamente amenazadas por la inacción o agresión de entidades y ciudadanos, privados, por mucho tiempo, de una cultura urbana y arquitectónica. Parafraseando a Eusebio Leal, debemos venerar —y aprender— para crecer y fomentar la belleza, que es tan importante para la vida como el pan.

***

1. El 13 de marzo de 1957 ocurrió el asesinato del presidente de la Federación Estudiantil Universitaria y miembro del Directorio Revolucionario José Antonio Echeverría, que estudiaba arquitectura en la Universidad de La Habana, después del asalto al Palacio Presidencial y la toma de Radio Reloj. La coincidencia de fechas ha hecho que se confunda el motivo de la celebración del Día del Arquitecto.

2. Eduardo L. Rodríguez: «Arquitectura: Modo de Empleo». Artcronica, no.18, 2021, p.10.

3. La periodista Maya Quiroga ha publicado trabajos, entrevistas y reportajes sobre la labor de los arquitectos cubanos, sus reclamos para el trabajo independiente y sobre los valores y problemas de la ciudad. Entre ellos, una entrevista a la Prof. Arq. Gina Rey y el artículo «Apuesta por el futuro: comunidades resilientes y sostenibles», ambos en Cubahora, agosto y noviembre de 2021 respectivamente.

4. Lolo Acosta: «La vergüenza de los barrios de indigentes», Carteles, 1949; Año 30, 20 de febrero (8): 22- 23. Citado en: María V. Zardoya: «Entre crónicas y críticas. Los barrios de indigentes de La Habana vistos por la prensa. 1930-1959», Arquitectura y Urbanismo (enero-abril 2020) 41(1) p.15.

17 febrero 2022 19 comentarios 3.167 vistas
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Vietnam, Cuba y los arquitectos

por Abel Tablada 14 febrero 2021
escrito por Abel Tablada

Los arquitectos cubanos estamos reclamando el derecho a ejercer de forma independiente.

En los últimos 30 años Vietnam redujo la pobreza del 75% al 5%. Actualmente es uno de los países más prósperos y comercialmente activos del sureste asiático, con un crecimiento de alrededor del 7% anual antes de la pandemia gracias a que en 1986 aplicara reformas económicas y políticas llamada Đổi Mới.

Aunque la desigualdad aumentó y quedan sectores pobres como parte de una población de 95 millones de habitantes, y a pesar de que tienen problemas medioambientales producto de la avaricia y la corrupción, lo cierto es que hoy son líderes regionales y mundiales en la producción de algunos artículos agropecuarios e industriales.

En el sector constructivo, el desarrollo ha sido impresionante y además de las empresas de proyectos estatales que se ocupan de diseñar hospitales y otras grandes obras, también existen empresas privadas de todos los tamaños, algunas haciendo arquitectura de menor calidad y falsamente pintoresca, pero otras con gran prestigio internacional. Vietnam se convirtió además en un imán para firmas extranjeras de arquitectos e ingenieros que se han establecido allí permanentemente o que participan en concursos internacionales. 

Es cierto que su situación es diferente a la de Cuba: por una parte fue un país casi destruido por los bombardeos estadounidenses que causaron más de un millón de fallecidos hasta 1975; por otro, debido a varios factores, el bloqueo estadounidense fue eliminado en 1994. A la liberación de las fuerzas productivas internas se sumó entonces la posibilidad de comerciar sin restricciones y entrar en organizaciones internacionales de comercio. Su cercanía a China fue, además, bien aprovechada a pesar de sus diferencias históricas. 

Una vista de la Ciudad Ho Chi Minh, la urbe mñas poblada del país.

Tuve la posibilidad de visitar Vietnam cuatro veces por motivos de trabajo y turísticos y conocer cinco de sus ciudades. En 2017 llevé a mis alumnos a Hanoi para hacer un proyecto de curso en el Hanoi Viejo, específicamente en una casa de cuatro metros de ancho por cuarenta metros de largo, todo un reto. Y además, con la ayuda de amigos arquitectos vietnamitas, organizamos visitas a oficinas de arquitectos jóvenes y a varias de sus obras. 

Si tengo que contar a alguno de mis amigos vietnamitas que en el 2021, los arquitectos cubanos estamos reclamando el derecho a ejercer de forma independiente, se me caería la cara de vergüenza. Quizás un francés o un canadiense pudiera entender algo, al asumir que vivimos en un Estado socialista centralizado, pero no un vietnamita, que aun con un sistema de partido único, tiene muchas más libertades económicas.

No sería posible explicarle que nosotros, que tanto ayudamos a su país hace cinco décadas, estemos ahora con tal atraso en el sector constructivo y posponiendo una discusión de la que se sabe su conclusión: prohibir la actividad independiente de arquitectos e ingenieros y otras profesiones es una decisión antidemocrática, poco pragmática y poco revolucionaria, sobre todo porque se conoce que excepto para algunos sectores estratégicos, los monopolios y algunas grandes empresas estatales no han funcionado muy bien en nuestro país por más que se ha querido. 

Si bien este paso de autorizar a casi 2000 actividades menores es positivo para la economía, el hecho de no haber consultado y discutido con cada gremio profesional es un error grave. Ni siquiera se explicó en las dos emisiones de la Mesa Redonda que supuestamente informaron sobre las medidas. Hasta donde sé, no se ha explicado el daño que le puede hacer a la seguridad, prosperidad y al medio ambiente del país estas prohibiciones, excepto por algunos entendidos en redes sociales que no han visto ninguna amenaza.

La publicación de estas medidas es el hecho más importante de las últimas semanas y nadie refleja las inquietudes y opiniones de los diversos sectores beneficiados o afectados. ¿Qué papel tuvieron nuestros parlamentarios, la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción de Cuba (UNAICC) y el Ministerio de la Construcción (MICONS) en esas decisiones? 

Ese diálogo que tantas veces se reitera que ha ocurrido entre los servidores públicos, instituciones, autoridades ministeriales y los ciudadanos, en especial en el sector de la cultura, en el caso del sector constructivo no ha sucedido. Espero que los canales existentes sirvan para propiciarlo y se de una rectificación que evite otras formas más confrontacionales y poco efectivas.

El orgullo de que nuestro país sea capaz, bajo todo tipo de limitaciones y presiones, de desarrollar cuatro proyectos vacunales contra la COVID-19, contrasta con la vergüenza de tener una estructura obsoleta y mecanismos mal engranados para diseñar, construir y mantener edificios, comunidades y ciudades. Algo que sí se ha logrado durante décadas en la Oficina del Historiador de La Habana y otras provincias. 

Anoche vi un spot televisivo que recuerda una frase de Fidel donde decía algo así como que las nuevas generaciones tienen la palabra. No creo que haya sido así en este caso, aunque reconozco que puede ser más debido al lastre de un aparato burocrático que no ha entendido que los tiempos de imposiciones y poco respeto a la ciudadanía ya pasó, que por una deficiencia del actual gobierno que tantas batallas tiene abiertas y lucha para revertir errores pasados.

Recibimos educación gratuita para ser cultos y por lo tanto, para ser libres y servir a la nación y a nuestras familias con nuestro esfuerzo, conocimientos e ilusiones.

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Este texto fue publicado originalmente en el perfil de Facebook del autor.

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Súmese a la iniciativa del Consejo Editorial de La Joven Cuba y firme la Carta Abierta al presidente de Estados Unidos solicitando el fin de las sanciones contra Cuba.

Carta Abierta al presidente Joseph R. Biden, Jr.

14 febrero 2021 26 comentarios 5.081 vistas
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construida

Historias de-construidas

por Giordan Rodríguez Milanés 23 diciembre 2020
escrito por Giordan Rodríguez Milanés

Hace dos años, Neris se sintió dichosa. Las autoridades municipales le comunicaron que le habían concedido un subsidio para arreglar su vivienda previamente construida. La mujer de casi 60 años, que vive sola con su nieto de 18, guarda el recorte del periódico en el cual se menciona la aspiración de ejecutar con la mayor calidad, la construcción de una vivienda diaria en cada municipio de Cuba. Que se cumpliera con lo establecido y comenzaran la reparación general de la casa de Neris, podría servir de argumento para un thriller.

«Que me otorgaran el dinero –lo que creí sería lo más difícil– fue lo más fácil. Luego comenzaron los problemas. No lograba completar los materiales necesarios para iniciar la obra. El cemento y el acero, sobre todo, siempre faltaban. Un entonces vice-presidente del gobierno se apareció con que no sé quién estaba haciendo un experimento tecnológico para la fabricación de un mosaico de nuevo tipo, más eficiente y barato, pero que debía cederle una parte del cemento para que los hiciera» –rememora Neris.

Resultó un desastre. Se desmoronaban. Se fueron acumulando en mal estado en la acera. Los inspectores amenazaban con multas: que si ya te dimos el cemento y no te lo podemos volver a dar. Hasta que me puse pesada y amenacé con ir a la prensa y a las redes sociales y contarlo todo. Entonces me asignaron un albañil, apareció más cemento, y comenzaron. No sé cómo pagaron o si pagaron lo perdido».

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La Asociación Cubana de Limitados Físico Motores (ACLIFIM) le otorgó a Mirtha el derecho a una casa. Un día de junio del 2018, el Presidente de la República recorrería el Centro Histórico Urbano de Manzanillo. Por allí andaba Mirtha. El entonces Primer Secretario del PCC del Municipio, Calixto Santiesteban, la reconoció sentada en un banco, se le acercó y le preguntó qué hacía allí.

Ella le respondió que esperaba al Presidente para entregarle una carta, «porque no creo en ninguno de ustedes». El dirigente le pidió que no hiciera eso, que el siguiente lunes la atendería personalmente. La mujer no transigió.

Al cabo de unos minutos «alguien» marcó a Mirtha ante la Seguridad Personal del Presidente como una persona desequilibrada y propensa a la violencia. La detuvieron. Mirtha se puso muy nerviosa. Un hijo que trabajaba en una cafetería cercana se enteró y acudió a la sede del Gobierno Municipal de Manzanillo donde la custodiaban. Se armó un alboroto. Mirtha fue trasladada a un centro hospitalario y el hijo fue arrestado.

El historiador de Manzanillo, Delio Orozco González, envió una carta de denuncia a las autoridades por el hecho. La respuesta de la provincia fue su exclusión de un programa sobre el 10 de octubre que hacía por esos días en la televisora local.

El asunto trascendió a las redes sociales y algunos medios en Miami hicieron su zafra. Mirtha cuenta que, unos días después, la visitó una funcionaria del Consejo de Estado. Le comunicó que todo había sido una lamentable confusión, que ella tenía derecho a la construcción de su casa y que las autoridades de la provincia se encargarían de chequear que se la hicieran con la calidad debida. Delio Orozco no ha vuelto aún a la televisora local.

***

Las viviendas de Neris y Mirtha aparecen en el reajustado plan de construcción del año 2020. Ambas fueron «trasladadas» de un plan similar –también reajustado– del 2019. «El inversionista de la Dirección Municipal de la Vivienda, quiere que acepte que la casa está terminada, pero vea cuántas chapucerías», me dice Neris. «La instalación sanitaria está llena de salideros, la taza del baño está puesta sin el tanque de agua y sin herrajes, tampoco llega agua a los lavaderos, el tubo de los desechos desemboca justo en la acera de un vecino, falta pintura, una puerta…».

Neris me explica que, puesto que ella ha sido beneficiada por un subsidio, el Gobierno Municipal, a través de la Dirección Municipal de la Vivienda, tienen que velar por la calidad de los trabajos. Así aparece en el recorte de periódico que ella guarda como talismán. «Ni se sabe cuántas veces he llamado a Idania, la Intendente, y no me responde. Quise demandar al albañil particular que trabajó aquí, pero el banco es quien tiene la copia del contrato y no me la quieren dar. Hay otros muchos subsidiados en Manzanillo que están en la misma situación que yo».

La casa de Mirtha es grande. «Se ve que está hecha a conciencia» –le digo–. «No te creas, mijito» –me responde–. «Nosotros tenemos que dar las gracias al delegado de la construcción de Granma, que ha seguido esto en detalle personalmente y que ha gestionado las puertas, las luminarias, la pintura» –me cuenta el esposo de Mirtha–. «Así y todo, hemos tenido que lidiar con los “inventos” de la brigada constructora del municipio Bartolomé Masó –acota Mirtha–.

El delegado llama para decirnos que nos compró tantas lámparas y el jefe de la brigada nos miente y dice que llegaron menos. Y entonces el hombre tiene que venir de Bayamo y emplazar al otro. Que si son tantas puertas y el jefe brigada dice que todas no eran para nosotros. Que si informan que la pintura está completa y al final falta».

Señala la zona inferior de la sala. «Mira, ahí no pusieron los rodapiés y el jefe de la brigada dice que ellos ya terminaron, que eso es un problema de nosotros. Y no les ha dado la gana de llevarse esos escombros de allá afuera ni de pintar la reja. Y nosotros no tenemos por qué dar por terminada una casa incompleta para que ellos cumplan un plan».

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Pedro Rodríguez Figueiras era profesor de economía y auditor cuando se acogió a la jubilación. Vive en la Avenida «Primero de Mayo», de Manzanillo. Luego de retirado, como asesor del gobierno colaboró con las comisiones de la Asamblea Municipal que chequearon la calidad de la ejecución de las inversiones en obras sociales. Al cabo del tiempo prescindieron de él.

La ocasión en la que fui a visitarlo, su esposa me dice que había salido. «Debe andar por el policlínico con la presión alta. Acaba de tener una discusión con el jefe de la brigada que ejecutó los portalones de la avenida. Hicieron una chapucería. Toda el agua nos cae y se estanca en nuestra placa que, cuando la construyeron, también fue una chapucería y se filtra» –explica la señora.

Días después, Pedro y yo conversamos. «Todos quieren que le quede “algo” de materiales a su favor. El ayudante, el operario, el jefe de la obra, el jefe de brigada, todos quieren que sobren materiales. Hasta el presidente de la cooperativa quiere que le quede algo a su favor, porque tampoco hay un mercado mayorista estable.

El gobierno tiene como política que en las tiendas se garanticen los materiales de las viviendas que están en el plan del año, ya sea por subsidio o inversiones directas. Ese mismo gobierno contrata una cooperativa, o a un albañil cuentapropista, para que arregle, por ejemplo, estos portalones. Pero ninguna entidad estatal les vende los materiales completos. A veces no les venden ningún material. Entonces sacan de aquí y de allá.

Compran para la casa de Neris, pero lo usan en esa columna. Les dan rodapiés para la casa de Mirtha, pero una parte los venden, por ejemplo, a una obra social contratada a particulares en Bartolomé Masó».

A menos de 300 metros de la casa del profesor Figueiras está el cabaret «Costa Azul», reinaugurado en febrero último luego de varios años de reparación capital. «Ya las paredes se filtran. Tuvieron que cerrar uno de los reservados por mala calidad de la ejecución. Los camerinos son un desastre…Vengan, vengan, para que vean» –nos dice un trabajador que pasa casualmente mientras me despido de Pedro en el umbral de su casa. «Es la de nunca acabar» –suspira el viejo economista.

En dirección opuesta al cabaret «Costa Azul», como a cien metros, una brigada avanza en la rehabilitación de una heladería llamada «El Jardín», nos preguntamos si una vez reinaugurada, antes del año, también le saldrán las chapucerías.

23 diciembre 2020 12 comentarios 1.356 vistas
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kafka

Quédate en Kafka

por Alejandro Muñoz Mustelier 14 octubre 2020
escrito por Alejandro Muñoz Mustelier

Quédate en casa. Es comprensible, es nuestro deber evitar contagiarnos, contagiar, y terminar con este estilo de vida alienante. Sin problemas, muchos lo entienden, quédate en casa, pero, en qué casa.

Las condiciones de la vivienda en la capital logran que sea insostenible para centenas de miles de personas pasar la mayor parte del tiempo en el hogar. Muchísimos habaneros no saben de qué hablan los anuncios televisivos que muestran habitaciones espaciosas y poca gente en convivencia. No. Su quédate en casa está marcado por hacinamiento y condiciones habitacionales desfavorables.

Aunque el aislamiento social obedezca a una causa mayor, el tema de la vivienda debe ser tomado en cuenta no sólo en el período de cuarentena. Más allá de virus y del distanciamiento, antes de que el patógeno llegara y cuando se haya ido, es quizás este el mayor problema que enfrentan los cubanos.

El déficit y el mal estado de las viviendas tiene consecuencias que atraviesan casi todo los aspectos de la vida y el desarrollo del ser humano, desde problemas intergeneracionales, hasta altísimas tasas de divorcio, pasando por la ausencia de la más mínima comodidad y la imposibilidad de ejercer con plenitud la libertad de casarse, tener privacidad o divorciarse sin que una operación simple como es la división de números enteros, se vuelva un problema de física cuántica.

No por gusto el tema se encontraba y se encuentra en nuestra Constitución misma, porque es un derecho a la dignidad.

Pero todos los mencionados son problemas menores si los comparamos con las más duras experiencias que en este sentido sufre la sociedad, sobre todo la habanera, y que consisten en perder, por derrumbe, una vivienda: el desarraigo total y- legalmente sustentado- hacia los conocidos albergues, tristemente célebres por superar a muchas prisiones en materia de precariedad y tiempo de sentencia, porque ser enviado a uno de estos lugares es una pena de hasta 20 años para ciudadanos de casi cualquier estrato, profesión, y de cualquier edad, cuyo único crimen es que los cimientos de sus hogares no hayan aguantado, como reza el dicho, ni una mentira más.

Al menos las prisiones convencionales no guardan menores, y casi siempre el recluso ha recibido un juicio justo. En Cuba hay 45 mil familias en estos albergues, 44 mil son de La Habana.

La vivienda en Cuba socialista y las reformas estructurales

Puede parecer hiperbólico, ojalá lo fuera, pero no; de lo contrario, por qué hay otros miles de personas que prefieren quedarse en sus edificios una vez declarados inhabitables, aun a riesgo de su propia vida, evitando así a toda costa ir a los susodichos albergues donde ya hay 130 mil personas, y de donde sabe la gente de cierta edad, que quizás no viva para ver su problema resuelto.

Algunos logran que se les reubique, y entonces hay otro barrio, otra escuela, otros vecinos y en general, una vida reiniciada, un desde cero; y estos son los venturosos. Los menos afortunados tienen un destino mucho menos soluble en adaptación, uno que va en contra de todas las políticas del Estado, de los eslóganes, de la esencia misma del sistema socialista.

Sin ir más lejos, el 28 de septiembre hubo un derrumbe en un edificio, el 319 de la calle Amargura, en La Habana Vieja Vieja, el saldo fue de varios heridos y un fallecido. Los grupos de rescate llegaron inmediatamente, ya son grupos acostumbrado a trabajar en este tipo de eventos, como siempre hicieron lo mejor que pudieron.

Los heridos fueron puestos en manos del personal de salud, en hospitales donde se hizo de todo por cuidar sus lesiones, como es costumbre en nuestra sociedad, pero a los que pierden la vida en este tipo de sucesos no les sirve de nada la salud gratuita, ni el altruismo y profesionalidad de los médicos, sus vidas estaban en manos del altruismo y la profesionalidad de otros expertos que no son altruistas ni profesionales.

No es primera vez que algo así ocurre en La Habana, es más, se ha vuelto común: basta una semana de lluvia, seguida por algunos días de sol, porque de los 854 edificios en estado crítico que hay en el país, 696 están en la capital, o sea, el 81%, tradúzcase a 7000 apartamentos en condiciones críticas muy a pesar de la Ley No. 65: Ley General de la Vivienda, y de la Política General de la Vivienda para el período 2016- 2021.

¿Quiénes son los culpables? Todos menos los cimientos que ceden y la gente que pierde su vivienda. Pero hay algunos que vale la pena destacar: por supuesto que la falta de fondos y el bloqueo, lo digo sin ironía; además las políticas tibias desde hace años para resolver un problema que es el más grave a mi consideración en el desarrollo del bienestar individual y colectivo; pero el más preocupante es la corrupción, por supuesto.

La cartelización casi mafiosa que ocurre desde las tiendas de materiales de la construcción hasta las Oficinas de Vivienda, porque en muchos, muchos casos incluso estando asignado los fondos, las obras no se llevan a cabo en edificaciones perfectamente salvables, y, cuando a fuerza de pasar el tiempo y llover reclamos “aparecen” los materiales, ya es demasiado tarde, el edificio es declarado inhabitable y toda la familia tiene que irse por muchos años a la prisión del albergue, -esto también es una forma de desahucio- a olvidar toda una vida, los amigos del aula y los vecinos de siemprea.

Lo expuesto no es uno de esos saberes populares, que se saben y ya –aunque también-, no es ético andar acusando a instituciones a diestra y siniestra, por eso era menester buscar una muestra, una prueba, y como están tan a flor de piel, tan a vuelta de la esquina, y alarmantemente tan donde quiera, no fue difícil encontrar una, dos, veinte; el edificio 1164 de la calle 21 del Vedado, por ejemplo, hogar de 11 menores de edad y 14 ancianos. Sus vecinos han agotado los medios formales –los únicos que conocen- para llamar la atención de las autoridades sobre el inminente peligro que representa el estado constructivo del inmueble.

Lo han venido haciendo antes de que el peligro fuera inminente, cuando una inversión mesurada en el 2007 podía resolver el problema.

Pero las Oficinas de Vivienda tienen caminos inescrutables, bolsillos profundos, autómatas en plantilla; entonces han escrito muchas cartas más: el 4 de octubre de 2012 elevaron una al presidente de la República, el 15 de noviembre a la Primera Secretaria del PCC Provincial, el 26 de marzo de 2019 al Secretario del Comité Provincial del PCC, el 25 de septiembre de 2020 a Atención a la Población del Consejo de Estado.

A veces las instituciones responden, sí, hay un plan para el edificio. Luego resultó que no había ninguno, y luego resultó que el plan era el de demolición. Tres versiones, ninguna solución. En el 2016, cuando por fin parecía que se iban a efectuar reparaciones, Las Oficinas de Vivienda alegaron que se habían robado las hojas donde aparecían los datos de la obra. Parece una obra de Kafka, pero lo es: tantas instituciones, tantas siglas, tantos funcionarios que se “personarán” con rostro compungido -como quien de hecho tiene la capacidad de sentir dolor- cuando la estructura no aguante más, y haya que explicarle a la prensa qué ha pasado.

Y lo que ha pasado es que se les viene avisando, casi gritándoles en los oídos que arreglen un problema salvable, entonces, la respuesta no debe ser esperar a que sea insoluble para, cómodamente, ya no hacer nada, y palmear el hombro desdichado de las personas que han creído y confiado en los mecanismos y las vías del sistema cubano, y verlas quedarse sin hogar, mientras la televisión nacional repite que lo que hay que hacer es, por tu salud, y la de tu familia, quedarse en casa.

14 octubre 2020 6 comentarios 781 vistas
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agua

El agua que no llega a la fuente

por Karla R. Albert 9 octubre 2020
escrito por Karla R. Albert

El parquecito de la fuente seca, ubicado en la calle Monserrate, acogió en sus bancos y quicios a una veintena de vecinos el pasado sábado. Desde temprano, diversas representaciones de algunas familias de La Habana Vieja llegaron al parque y, apropiándose de sus escasos metros, montaron una especie de campamento. Más de seis horas estuvieron allí.

A la derecha de la fuente, una joven madre amamantó alrededor de cinco veces a su bebé. En otra esquina, tres generaciones de una misma casa compartieron miradas de cansancio, bebida de un único pepino y esporádicas meriendas. Un hombre con muletas que iba solo entabló amistad con el parqueador de la zona; sus conversaciones, con el entusiasmo propio del cubano, discurrieron entre la Serie Nacional de Béisbol y el contagio de Trump.

Aunque el grupo trató de mantenerse unido, sufrió dos bajas. La primera fue la señora del nasobuco azul, que cometió el “crimen” de recostarse a una de las barandillas que delimita el parque. No pasaron cinco minutos y ya tenía en sus manos una multa de 200 pesos. La pagó al momento, desistió de la espera y se fue a casa. Poco después, otro “quiso probar fuerza” y repitió la acción de la sancionada, pero la sonora negativa al pago de su “deuda con la sociedad” lo hizo merecedor de un viaje exprés a la estación de policía.

Los vecinos congregados reclamaron justicia, pero ninguno abandonó los límites del parque. Nadie quería ganarse la multa colateral, mucho menos un boleto a la unidad. El revuelo se fue como mismo llegó y continuó la espera.

¿Qué hacían esas personas aglomeradas en el minúsculo espacio? Aunque ninguno pretendía entrar al centro comercial Harris Brothers o al Mercado Ideal San Juan de Dios, que figuraban a sus espaldas, sí estaban al acecho de un producto. El más indispensable de todos: agua.

En este empeño, el parquecito les ofreció una posición estratégica para emboscar el camión de cisterna que abastece el estanque del mercado.

¡Qué cruel mofa del destino esa! Cerca de veinte personas esperando a la pipa justo en el parque de una fuente vacía, sobre la cual descansa el busto de Manuel Fernández Supervielle, el alcalde que se suicidó en 1947 cuando no pudo cumplir su promesa de resolver el problema del agua en la capital. Como versa el slogan de los 500: La Habana, real y maravillosa.

Ese sábado se cumplían dos días de sequía total en La Habana Vieja. El desesperado gesto de los habitantes del municipio responde a una de las peores crisis de abastecimiento del recurso hídrico en los últimos años. Crisis que no parece entender de coronavirus, cuarentena o extrema higiene.

En la capital cubana cerca de 500 mil personas sufren afectaciones en el suministro de agua. En el municipio que transcurre esta anécdota, más de 91 mil habitantes padecen el mal. Tras la cursada excusa de la falta de lluvias, las víctimas de la sequía también aguantan la pasividad con que se enfrenta el problema en el país. Ninguna gota acaba de colmar el vaso de la mala organización y la desidia.

El titular del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH), Antonio Rodríguez, declaró en comparecencia televisiva que, de las 111 fuentes de abastecimiento de agua existentes en la capital, 89 están afectadas parcialmente y otras 22 de forma total. En este momento, solo se encuentra en estado favorable una de las cinco cuencas que proveen a La Habana.

Un desajuste tremendo que, en medio del rebrote de la actual pandemia, atenta contra la contención del virus en la provincia más afectada en estos siete meses. Un acto de negligencia en mayúsculas. Aun así, son reprendidos los que se apoyan en barandillas de parques.

En La Habana Vieja, muchos pensaron que la cuarentena pondría fin a los constantes viajes semanales de los carros de cisternas, a las peleas de los residentes por el llenado de sus cubitos y al habitual alarido: “¡llegó la pipa, caballero!”. Nada más lejano a la realidad. Lo que naturalizó la cuarentena fueron las reuniones en el parque de Supervielle y la necesidad de “tocar” con más pesos al que abre la manguera.

Entre multas, la fuente seca y la espera de la pipa transcurrió una nueva batalla habanera contra la sequía. El característico ruido del camión espabiló a los reunidos. Cualquier vínculo creado en más de seis horas de espera juntos desapareció ante la posibilidad de pasar un día más sin agua.

9 octubre 2020 4 comentarios 1.015 vistas
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