La Joven Cuba
opinión política cubana
  • Inicio
  • Quiénes Somos
    • Equipo
    • Historia
    • Nosotros
    • Consejo Asesor
  • Grupo de Estudios
    • Libros
    • Dossiers
  • Contacto

dirigentes

creer

Jugando a creer

por Ely Justiniani Pérez 18 septiembre 2020
escrito por Ely Justiniani Pérez

Me llamo Elianys de la Caridad. Esa mención a la Virgen fue el punto de entendimiento entre mi madre católica y mi padre dirigente: “si no la vamos a bautizar, por lo menos que lleve ese nombre”- acordaron.

Ambos eran militantes del Partido, y para que nadie se atreviera a señalar algún “desvío ideológico” en ellos, llegaron a una especie de pacto que implicaba reservar la religión para puertas adentro de casa. Es así como crecí alejada de la Iglesia, pero no de la Fe, combinando discursos de Fidel con oraciones a San Luis Beltrán que mi madre leía al pie de mi cama cada vez que me enfermaba.

Con el tiempo, mis padres han admitido que la causa de esa decisión no fue una prohibición, sino el miedo.

Ya en 1995 -cuando nací- apenas se hablaba de gente expulsada del trabajo debido a sus creencias, y no existían ya los campamentos de las UMAP, donde décadas antes llevaban -entre otros grupos- a los religiosos para ser “reeducados”. Sin embargo, todavía en el último quinquenio del siglo XX, se percibía el tufillo de esa discriminación; el temor a aquella avalancha que se precipitó sobre los creyentes en los 60, cuando un crucifijo en el pecho, podía representar una pesada cruz a cuestas.

No hablaré de esos años. Creo que de ellos ya hemos tenido bastantes testimonios y no es mi intención ahondar en esa herida. Prefiero celebrar que esas tensiones se hayan relajado hace mucho y que cada día se ejerza con mayor libertad la religión en Cuba, donde coexisten con bastante respeto los protestantes, católicos,  yorubas, abakuás y minorías como los judíos, budistas y musulmanes.

Sin embargo, el perdón no significa olvido.

Aunque se haya llegado a la comprensión de que un toque de santos o un culto evangélico no tienen por qué estar divorciados de la fiesta del CDR, me rehuso a aceptar las crecientes incoherencias de quienes aún no han pedido disculpas por daños cometidos, y hoy se presentan como hijos devotos de “las once mil vírgenes” en el intento de reescribir una historia que aún duele.

Felicitar a los fieles en el día de sus santos, apoyar y elogiar las festividades, o resaltar a la Virgen de la Caridad como patrona de Cuba, e incluso mostrarse como sus seguidores, es un acto generoso, y políticamente inteligente. Pero simular que de repente el chip fue reseteado, y creerse con la facultad de enunciar de quién aceptará ofrendas o no una santa, no es solo bastante risible: es la segunda parte de una mala película que tiende a rozar el ridículo.

Que el Estado busque en la religión una tribuna para su discurso, muestra que no está tan alejado de esos a los que llama enemigos.

La diferencia radica más bien en el tacto detrás de la comunicación política: mientras unos convocan a colgarse un girasol en la solapa, los otros, con su sutileza de corral, intentan excluir a “mercenarios” y “vendepatrias” de una Fe que admite a todos. Lejos de interesarse por quiénes son aceptados en cada dogma, el gobierno cubano debería resolver asuntos pendientes para asegurar que el ya alcanzado ejercicio abierto de la religión, no interfiera con los derechos de la ciudadanía en general, ya sean creyentes o no.

Pudiéramos comenzar por exigir que nuestras avenidas y espacios públicos no se conviertan en repositorios de ofrendas y sacrificios animales, y que se reserven estas actividades para lugares apartados; o por garantizar que los protestantes construyan sus templos en sitios despejados, donde puedan cantar y alabar con su alegría de costumbre, sin que el ruido o la aglomeración diaria de personas, moleste a la comunidad.

Un Estado que garantice derechos de todo tipo.

Sería coherente con los principios de un Estado laico, el evitar que la presión religiosa respecto a algunos asuntos, medie en las decisiones tomadas por país, y hasta ahora hemos mostrado algunos puntos flacos en este sentido, como la propuesta de llevar a plebiscito el matrimonio igualitario, a sabiendas de que algunos grupos, por sus creencias, podrían tronchar a otros este derecho.

Creo que si en algo coincide una gran parte del pueblo, ateos o creyentes, es en la necesidad de tener dirigentes comprometidos con los derechos de todos y todas, que unan y no separen, que dejen de interpretar papeles absurdos, y asuman posturas lúcidas e inteligentes para favorecer al país. El tiempo pasa… para qué perderlo jugando a creer cuando aún hay tanto por arreglar.

18 septiembre 2020 33 comentarios 696 vistas
0 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
impulso

El mito del primer impulso

por Mario Valdés Navia 5 febrero 2020
escrito por Mario Valdés Navia

El Escambray digital reporta la visita de Machado Ventura a la asamblea de la ANAP en el espirituano municipio de Taguasco donde orientó: “echar pa`lante con lo que tengamos”. En realidad, es lo que siempre han hecho esos productivos campesinos para los que la agricultura sostenible no es una alternativa por la falta de recursos –como reiteran los visitantes una y otra vez—, sino su modo de producción habitual, de probadas eficacia y eficiencia.

En los comentarios al artículo, Rigo refleja el pensamiento de muchos:

Es una Asamblea con funcionarios importantes, no solo se trata de hablar de resultados y compromisos, se trata de brindarle apoyo al campesino. Como país garantizarles recursos materiales y financieros. Por ejemplo: donación, regalo, venta o simplemente renta de: tractores, arados, turbinas, forrajeras, ayudarlos con viviendas, micropresas, viales, facilitarles pies de cría para mejorar la ganadería, piensos, semillas mejoradas, petróleo, gasolina, abono, fertilizantes. Los campesinos piden poco y aportan mucho, hoy Cuba se alimenta gracias a ellos.[1]

La visita de dirigentes del primer nivel a la base es una práctica extendida, y muy publicitada, en el nuevo modelo de gobernanza que el presidente de la república ha promocionado. De tal forma se rescata una práctica habitual en los tiempos de Fidel. Tales recorridos se agradecen porque así se fortalece el vínculo de los dirigentes altos con el pueblo trabajador y pueden enriquecer saberes para perfeccionar sus labores ejecutivas. Pero hasta ahí, tampoco hay que exagerar.

Creer que la visita de un funcionario de alto rango va a provocar un efecto multiplicador en la gestión de un colectivo de trabajadores y actuar como pivote de los necesarios incrementos productivos es una quimera. Su fundamento está en la teoría del primer impulso, según la cual la inercia provocada por un buen empujón inicial bastaría para mover eternamente un objeto cualquiera. Sirvió de fundamento religioso para la física mecánica y su hipérbole: el mecanicismo, extendido al resto de las ciencias, la política y otras ramas del pensamiento desde fines del Medioevo.

Para el burocratismo el mecanicismo verticalista es un rasgo distintivo, pero querer aplicarlo como pivote en la economía intensiva actual es un desastre. La extensión de formas productivas medianas y pequeñas, la flexibilización de los procesos y el entorno cambiante de los mercados hace que el empoderamiento de las bases (municipios, empresas, cooperativas, campesinos, TCP) constituya una necesidad de la práctica productiva cubana contemporánea que ningún visitante puede suplir.

De hecho, su intromisión externa altera la marcha habitual de los procesos y, si no porta algún tipo de apoyo para los productores directos, puede afectar más que ayudar. Para reiterar que: “Hay que producir más”, “Es necesario aumentar las exportaciones” y “Hay que darle comida al pueblo”, podrían usarse otras vías más baratas y menos perturbadoras.

En los tiempos del liderazgo carismático de Fidel sus visitas tenían un componente emotivo que despertaba el entusiasmo de las mayorías, pero no solo eso. Por lo general, venían acompañadas del empleo del llamado Fondo del Comandante, cuyos aportes copiosos permitían resolver problemas acuciantes de una empresa, o territorio del país, más allá de las posibilidades locales.

No vale tratar de repetir el gesto en épocas de liderazgo institucional, donde los modos de gobernar son otros y los recursos extraordinarios brillan por su ausencia. Sería conveniente que los medios, además de reportar las visitas, lo hagan también con lo ocurrido en esos lugares un tiempo después. De tal manera podríamos constatar cuánto de mejoramiento productivo se obtuvo gracias al impulso provocado por la visita de alto nivel y cuánto a la práctica habitual, las inversiones ejecutadas en el ínterin y las iniciativas del colectivo de marras.

[1] José Camellón: “Machado Ventura: Hay que echar pa’lante con lo que tengamos”. Escambray, 30-1-2020.

5 febrero 2020 31 comentarios 563 vistas
0 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
noticiero

Rescatar la crítica del Noticiero ICAIC

por Enrique Colina 14 enero 2020
escrito por Enrique Colina

En el recién terminado 2019 se conmemoró un aniversario más de la creación del ICAIC, del Noticiero ICAIC Latinoamericano, dirigido por el cineasta Santiago Álvarez y también del centenario de su nacimiento. La obra de Santiago Álvarez ha sido profusamente elogiada como expresión de un periodismo revolucionario militante que, a través de reportajes marcados por la impronta artística documental de su particular autoría, ha salvaguardado para la memoria histórica nacional e internacional acontecimientos relevantes de la Revolución Cubana y una constante denuncia contra la injerencia imperialista a nivel mundial.

Sin embargo, la obra de Santiago en el noticiero no se circunscribe solamente a su trabajo como cineasta, hay que reconocerla también como director de este espacio periodístico semanal, que abrió sus puertas a jóvenes que comenzaban a entrenarse como realizadores dirigiendo, bajo su tutela, muchas de las ediciones de su producción semanal. Santiago aprobaba el plan temático de las filmaciones, supervisaba en la mesa de edición el montaje final antes de enviarlo al corte de negativo e impresión de copias en el laboratorio, y asumía la responsabilidad y defensa de los noticieros críticos.

Su aniversario se inscribe en las incontables conmemoraciones, celebraciones, efemérides y galas que se promueven públicamente a través de los medios de información siguiendo el patrón político propagandístico vigente. Fechas afirmativas de una identidad cultural y nacional, todas inscritas en el ideal épico y humanista de la Revolución, siempre subrayado por ese solemne y devoto ritual de reconocimiento a la memoria de aquellos acontecimientos y personajes, modelos fidedignos para su continuidad.

Sucede que la información y la interpretación de la memoria histórica de los procesos políticos está y ha estado siempre en función de los intereses ideológicos dominantes del presente y esto contribuye a que cierta tendencia conservadora del momento, corra una cortina de silencio sobre aquellas manifestaciones preteridas del pasado cuya interpretación actual exprese una incómoda visión crítica del devenir, siempre con el pretexto de preservar en los medios solamente los valores positivos de nuestro proceso social.

Hablar del noticiero, de las películas y documentales del ICAIC supone insertarlos en el debate que durante años de Revolución ha mantenido y mantiene en pugna ideológica a los que pretenden imponer una visión dogmática y censora contra lo que califican de “Diversionismo Ideológico” que da armas al enemigo; y aquellos que defienden la visión más abierta y contradictoria de una realidad en constante cambio, sin que por ello se banalice la agresión imperialista contra la que seguimos luchando.

Obviar la información sobre los errores y sus causas impide rectificar lo mal hecho y atenta contra el derecho ciudadano de conocer el grado de eficiencia con que afecta su calidad de vida la gestión administrativa de su gobierno.

En las primeras etapas de consolidación del proceso revolucionario, amenazado y agredido por el Imperialismo norteamericano, la ayuda económica y militar que la URSS ofreció a Cuba para la supervivencia de su Revolución contribuyó a fortalecer el peso político de una de las tres organizaciones políticas que apoyaban a la Revolución (el Partido Socialista Popular, el Directorio Revolucionario 13 de Marzo y el 26 de Julio).

De esas Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI), la procomunista del PSP aprovechó aquella dependencia de la URSS para fortalecer su influencia ideológica privilegiando y copiando del modelo soviético su tendencia censora y sectaria, la que intentó aplicar en su valoración de lo que consideraba o no revolucionario, lo que debía o no ser informado, impuesto y aceptado públicamente.

Así sucedió en los años 60 con la intención del director del periódico Hoy, Blas Roca, en el polémico debate que sostuvo con Alfredo Guevara, Presidente del ICAIC, de solo exhibir filmes que cumplieran una función educativa y pedagógica del arte, controlando y prohibiendo la exhibición en los cines de las películas producidas en los países capitalistas.

Hasta mediados de los ‘60 las tendencias estaban en pugna, polemizaban y se ganaban o perdían batallas o espacios de uno y otro lado, pero es a finales de los ‘60 en 1968 y, en particular, después del revés de la zafra del ‘70, la entrada de Cuba al CAME y la celebración del Congreso de Educación y Cultura del ’71, donde ganan predominio los dogmáticos.

Así sucedió con prohibiciones y acosos injustos, determinados por prejuicios históricos y diversos, como había acontecido ya con el internamiento de homosexuales y religiosos en las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP); con la excomulgación política a renombrados escritores por considerar su obra no revolucionaria; y a la “parametración” teatral que prohibió trabajar en el escenario a connotados actores y directores del teatro nacional cuyas obras habían dado popularidad y colocado a esta manifestación artística en la cima de los logros culturales de la Revolución.

El 9 de septiembre de 1970, a través de la revista Verde Olivo, se cuestionó oficialmente, y se tildó de “diversionismo ideológico”, el debate que a nivel internacional se estaba produciendo en torno a la interpretación soviética que se hacía del marxismo-leninismo y de su carácter “científico”. Esta inquietud político-filosófica encontró eco en la revista Pensamiento Crítico, la cual fue censurada y sus colaboradores tachados de ser portadores de posiciones teóricas inadmisibles.

En 1977,  luego de la apertura informativa generada al crearse en 1976 la Asamblea Nacional del Poder Popular y de superarse esa etapa sectaria y conservadora de acoso intelectual y artístico conocida como el “Quinquenio Gris”, jóvenes directores como Daniel Díaz Torres y Rolando Díaz iniciaron con sus reportajes periodísticos una denuncia crítica, marcada por un fuerte acento irónico en su expresión, en contra de la ineficiencia burocrática manifiesta en el deterioro de las calles de la ciudad; en el mal servicio gastronómico; en la falta de mantenimiento y chapucerías en las construcciones; en el incremento de los vertederos y basureros en barrios y vías urbanas; en los servicios del transporte público; telefonía, etc.

Uno de los más connotados noticieros de esta producción fue el de Daniel Díaz Torres titulado, La Ventana. En esta edición se criticaba el deterioro de cientos de ventanas de madera expuestas a la lluvia y a la humedad por un mal almacenamiento, confrontando a los que las producían con el abandono y la desidia de los responsables de su distribución y preservación.

Estos señalamientos críticos se redujeron al principio de los ’80 cuando los acontecimientos del Mariel confirmaron un descontento latente y bastante generalizado por carencias en la mejoría del consumo y la calidad de vida. Cabe señalar que el tratamiento que se dio a la información sobre este inesperado suceso en la embajada y su posterior desenlace migratorio (gracias a la autorización oficial para el éxodo masivo) volvió a tergiversarse y se atribuyó al carácter de escoria de sus protagonistas, así sirvió para alentar los lamentables y dirigidos actos de repudio, presentados como espontáneas reacciones populares contra los que optaron por el exilio.

Sin embargo, la reacción a esta crisis fue la de mejorar una oferta de consumo a través de un mercado estatal paralelo y la autorización a particulares de administrar agro-mercados y ferias artesanales. Esta etapa de prueba se caracterizó por un “tira y encoge” en su apertura y cierre, marcado por dos operaciones policiales contra vendedores acusados de enriquecerse, conocidos como “los macetas”. Una se realizó en el agro de Mariano, la operación “Pitirre en el Alambre”, y la otra conocida como la operación “Adoquín” que se ejecutó en la Plaza de la Catedral.

En 1981, se reanudó la producción en el noticiero ICAIC de este tipo de reportajes críticos. Pero bajo las amenazas del nuevo Presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, renació el enfoque de plaza sitiada con el consiguiente cambio de la política informativa del Estado. A la par de la estrategia defensiva de “la guerra de todo el pueblo” se notó cierta atenuación en la intensidad del tono crítico y aparecieron muchos señalamientos indirectos y hasta subliminales, basados más en la actitud de denunciar algo mal hecho que en hallar las relaciones causa-efecto que facilitarían encontrar las soluciones de los problemas planteados.

En 1987 los vientos desatados por la Perestroika y la Glasnot para renovar el Socialismo en la URSS llegan a Cuba y producen un nuevo cambio de la política informativa del Estado, que crea bajo el auspicio de Fidel, un proceso de Rectificación de Errores y Tendencias Negativas. En el Noticiero ICAIC aumentan el número de críticas, se  intensifica el tono directo, llegando a ser acusatorio e irónico en muchos casos –como en los noticieros de José Padrón— y humorístico –como los de Francisco Puñal—, referidos todos a los recurrentes temas de ineficiencias administrativas: el transporte; el descontrol con el despilfarro de agua; el mal abastecimiento de la luz brillante para las cocinas; el abandono de las fábricas de hielo en la capital, alto número de divorcios y abortos en el país, las quejas de la población sobre la falta de coronas de flores para los fallecidos, el cual fue retirado de la exhibición un día después de su estreno y sobre todo, la práctica de confundir el Socialismo con el “Sociolismo”.

La realización de estos reportajes estaba inspirada en un pensamiento de Rabindranath Tagore, enmarcado y colgado en la pared de la oficina de Santiago: “Cuando se cierra la puerta a los errores, también la verdad se queda fuera”. Estos últimos noticieros fueron realizados por Francisco Puñal, Melchor Casals, Vivien Argilagos y José Padrón.

Algunos de los más debatidos fueron los de Padrón sobre los barrios insalubres permanentemente contaminados: Un día en las cuarterías de Atares-#1488, El barrio marginal del Aguardiente Coronilla-#1456, El Viandazo #1464, Los Albergados”-#1460. Este último reportaje, en particular cuestionado por la censura, refería la insensibilidad de los responsables de la situación de familias albergadas desde hacía diez años en un régimen de separación entre los hombres y las mujeres sin que se priorizara una urgente solución.

Bajo el impacto del Periodo Especial el noticiero ICAIC desaparece en el año 1990, así como la profusión de documentales críticos hechos por el ICAIC. Fue en este periodo que aparece el corto titulado Olfato Mutilado, de Irene López Kuchilán, que abordaba de manera metafórica que en la sociedad hay otro tipo de basura aparte de la que echa la gente en la calle.

Esta última etapa (1987–1990) de abordaje crítico contra las deficiencias administrativas tuvo una culminación siniestra con la realización en junio del año 1991 de la película, Alicia en el Pueblo de Maravillas, del director Daniel Díaz Torres, que en los años 70 había confrontado con sus noticieros críticos la experiencia que le permitió inspirarse en hechos reales para construir el argumento satírico del filme.

En él se narraba la vivencia de una joven instructora de arte que debía realizar su trabajo en ese pueblecito ficticio, remedo rural de un purgatorio fantástico, donde operaba el director mefistofélico de un sanatorio al que iban castigados y a lavar sus culpas los que habían cometido infracciones burocráticas. Considerado un filme contrarrevolucionario, su aprobación para la exhibición pública provocó la injusta destitución del director del ICAIC, el cineasta Julio Gracia Espinosa, y el propósito de hacer perder al ICAIC su autonomía institucional.

El 13 de mayo del 91 el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros decidió crear una comisión para fusionar ICAIC-CINE ICRT-CINE-ECTVFAR. Al conocer la noticia publicada en el periódico Granma, que nació el grupo de los 18 directores de cine que protestamos contra esa intención, desencadenada por el filme Alicia… Sabíamos que lo que estaba detrás era acabar con esa “tendencia crítica” del ICAIC a realizar, no solo los noticieros sino también documentales y largos de ficción como Plaff, Papeles Secundarios y otros, que se preparaban en el tintero, como Adorables Mentiras. Producciones todas que contribuyeron a que los censores se refirieran peyorativamente a nuestros cineastas como, “los perestroikos” del ICAIC.

Afortunadamente, gracias a la intervención de Fidel, animada por la resistencia argumentada revolucionariamente que rodilla en tierra opusimos los directores de cine a esta censura –fue Santiago el que se encargó de hacérsela llegar a Fidel—, se dio marcha atrás, el filme fue reivindicado y gracias a este reconocimiento del error, el ICAIC pudo seguir haciendo películas en los años 90 de gran impacto social y de renombre internacional como Fresa y Chocolate, Guantanamera, Madagascar, Miel para Oshún, etc.

Sin embargo, la censura a películas y documentales producidos por el ICAIC o de manera independiente se ha mantenido, pero procurando la discreción en su aplicación. A partir de la crisis de los noventa se produjo el cierre espontáneo de la mayoría de los cines con la reducción del público potencial para ver los filmes. Por otra parte, la televisión nacional ha mantenido un estricto control selectivo del contenido de las producciones cubanas presentando solamente aquellas que no abordan temas críticos y conflictivos sobre la realidad.

Filmes como Melaza, del realizador Carlos Lechuga –sobre el efecto desestabilizador que produjo el masivo cierre de los ingenios azucareros en la vida personal y comunitaria de sus trabajadores—, y La Obra del Siglo, del director Carlos Quintela, –sobre la suspensión del proyecto para la instalación de una central electronuclear junto a la bahía de Cienfuegos—, son producciones no censuradas abiertamente, pero nunca presentadas por la TV Nacional.

Lo mismo sucede con los filmes “conflictivos” de la mayoría de jóvenes realizadores, cuya presentación y debate solo se circunscribe al recinto cerrado de la Muestra de Cine Joven. No obstante, las precauciones tácticas para evitar las prohibiciones oficiales explícitas, el siguiente filme de Lechuga, Santa y Andrés –donde se denuncia un injusto acto de repudio contra un escritor homosexual—, fue agresivamente censurado por representantes de la UNEAC y un alto asesor cultural, en contra de la opinión de varios cineastas que consideraron improcedente la decisión.

La confirmación de esa insistente actitud censora, que intenta preservar su espacio histórico en los medios de manera indirecta y solapada, lo fue, ya en el siglo XXI, el programa de la TV Nacional dedicado a celebrar la obra poética de Pavón, bajo cuya dirección se aplicaron las peores decisiones del “Quinquenio Gris”. Esto encendió la llamarada de protesta de artistas e intelectuales, a través de lo que se dio en llamar, “la Guerrita de los E-mails”, que condujo a una reunión pública en la Casa de las Américas.

Volviendo al Noticiero, toda esta información de alerta hecha bajo la tutela revolucionaria, comprometida y combativa de Santiago contra la censura, la remito al presente que hoy vivimos 30 años después de la desaparición del Noticiero ICAIC Latinoamericano, donde aquello que se denunció ha empeorado luego de la crisis del Periodo Especial que siguió a la desaparición de la URSS y de su ayuda económica.

La proyección actual de aquellos Noticieros críticos, realizados décadas atrás, confirmaría que muchos de los problemas señalados no se han resuelto, sino que han empeorado, y facilitaría establecer juicios, valoraciones y correcciones para optimizar el sano devenir de nuestro modelo socialista, el que la burocracia quebranta y vulnera con su dogmatismo hierático.

A pesar de todos los plenos, congresos y asambleas de la UPEC donde se hacen llamados a promover un periodismo crítico que active la conciencia ciudadana y promueva su sentido de pertenencia social, los medios masivos siguen omitiendo las causas de los fenómenos negativos que se manifiestan en la cotidianeidad de nuestras vidas, alterando también con su silencio la memoria histórica de un proceso que necesita asumir sus contradicciones para superarse.

Ahí están hoy los medios digitales alternativos, con sus buenos o malos propósitos, cuyo acceso masivo hace evidente esta carencia informativa, la que ya no se puede esconder impunemente sin afectar la confianza del ciudadano en el respeto a la verdad que le deben los medios de comunicación nacionales.

La mirada crítica hacia la inmediatez de su entorno en el día a día de una realidad marcada por un constante fluir de acontecimientos disímiles y a menudo conflictivos, es imprescindible para corregir y superar los errores precisando causas y responsables. Si, por ejemplo, se denuncia la indisciplina social en abstracto apelando solamente a la necesidad de desarrollar una conciencia de la pertenencia, solidaridad y el deber ciudadano sin la aplicación de medidas coercitivas, como multas o la obligación de pagar con trabajo para enmendar lo mal hecho en el área de servicio afectada por esa indisciplina, entonces todo quedará en el apelativo moral idealista y utópico desvinculado de su nexo concreto con la realidad material.

El Che hacía un llamado a la conciencia del trabajo voluntario, pero el primero en cumplir con su prédica era él. Esa indisciplina está referida a los mismos y añejos temas descuidados en la realidad de nuestro vivir cotidiano: vertederos de basura, mal servicio en el comercio; chapucerías en arreglo de calles; salideros de agua infecciosos y con mosquitos; problemas con el transporte público; cuarterías y viviendas apuntaladas; barrios marginales por el aumento de la población oriental inmigrante hacia la capital –conocidos sus miembros como “los palestinos” esa a la que los Van Van  dedicaron la letra de su canción, “La Habana que no aguanta más…”—; inmigración que se gana la vida con la reventa de productos en el mercado negro por la ausencia de tiendas mayoristas; contaminación sonora ambiental que invade la tranquilidad de los espacios públicos sin una intervención policial, cuya mera presencia evitaría esas expresiones invasoras con su bullicio y la serie de concatenaciones sociales y culturales que arrastra.

Hasta ahora es bastante habitual que el propio aparato administrativo del gobierno a los niveles municipales inferiores no respete, viole y contradiga orientaciones hechas por las más altas instancias políticas del Estado y el Partido. El compañero Raúl Castro, Primer Secretario del Partido, y nuestro actual Presidente de la Republica, el Miguel Díaz-Canel, han insistido más de una vez en la convivencia social civilizada y educada de la población dentro del marco del respeto a la tranquilidad, consideración y decencia ciudadanas evitando esa polución sonora ambiental, animada con reguetones y canciones de la peor calaña y vulgaridad, promovidas por los responsables “culturales” del Poder Popular en las ferias comerciales montadas en barrios de la capital, así como también sucede con la instalación de quioscos para el expendio de bebidas alcohólicas con sus respectivos acompañamientos “musicales”, en parques y lugares públicos rodeados de las viviendas particulares, agredidas por el ruido que no se apaga hasta altas horas de la noche.

A las denuncias hechas por ciudadanos contra esas malas prácticas se suma a menudo la insensibilidad, falta de seguimiento y falta de respuesta oficial por delegados de circunscripción, Gobierno y Partido municipales, incluidos sectores locales de la PNR que, ante lo que consideran infracciones menores (erróneamente no penadas legalmente) se conforman, si acaso, con llamar la atención a los responsables para que disminuyan un poco el motivo que dio razón a la denuncia… y cuando en el mejor de los casos esto se hace, se retiran y… ¡sanseacabó!, misión cumplida, los infractores vuelven a las mismas  y la vida sigue igual…

Esto confirma que para rectificar lo mal hecho y cambiar lo que debe ser cambiado es necesaria una crítica insistente, comprometida y acompañada de sanciones que luchen contra el inmovilismo de ese lánguido y parsimonioso burocratismo que venda los ojos y agudiza con su ineficiencia y desidia el efecto de su incumplimiento con las orientaciones y recomendaciones hechas por la alta dirección de la administración estatal.

Hoy en este proceso de transición generacional en el poder que vivimos se siente una voluntad de luchar contra esa parálisis conservadora, unas veces hipócrita y oportunista, y en otras ocasiones demasiado cautelosa y sin malas intenciones, pero sí equivocadas. Se ha sacado a los ministros de sus despachos y los han puesto a relacionarse y a seguir de cerca la actividad de sus funcionarios en el cumplimiento de sus tareas. Se trabaja también en la interconexión ministerial para disminuir las importaciones y aumentar las exportaciones para buscar soluciones a las carencias y no justificar con ellas el incumplimiento de los planes aprobados; se conmina a pensar con cabeza propia.

Ahora bien, existe el aislamiento burocrático y acomodado del dirigente segregado de la vida común y ajeno a las condiciones de vida que la población mayoritaria tiene que asumir diariamente.  Muchos de esos “cuadros” tienen asignados carros y chofer –que también utilizan para sus necesidades personales—, sin que necesiten desplazarse en una guagua del servicio público para ser puntuales en el cumplimiento de sus deberes; ni tampoco suelen habitar en zonas más comprometidas con la realidad concreta de pobreza en la que viven miles de ciudadanos ganando un salario exiguo y no en los barrios elegantes, antiguos reductos de la burguesía criolla.

No se les ve nunca participar en la limpieza de la contaminación en zonas costeras, ríos; o en las cosechas de productos agrícolas mientras alientan con sus arengas a que los campesinos y obreros se afanen en sus labores. En su lugar esta carencia no cesa  de ser sustituida por la tediosa, repetitiva y adormecedora propaganda transmitida por los medios de comunicación, basada en las celebraciones, efemérides, aniversarios, asambleas, congresos, medallas, diplomas de reconocimientos con su recital de consignas que semejan los ritos y los rezos de un culto religioso y conforman la rigidez de un sistema ideológico empeñado en las conmemoraciones robóticas y solemnes para confirmar el indiscutible carácter heroico, inquebrantable y único de nuestra Revolución.

Pienso que es necesario acabar con la sordera y la ceguera que excluyen de la información los temas que alimentan esa indisciplina social echándole la culpa a los infractores de la población sin indagar en las verdaderas causas del deficiente control administrativo que la propicia. Esto alimenta la manipulación informativa de nuestra realidad que a través de las redes digitales realiza el imperialismo para desacreditar nuestro sistema socialista, unida al incremento del bloqueo con el que pretende la asfixia económica del país.

Ahora bien, la manipulación informativa no es exclusiva de los medios de la derecha: la que reproducimos internamente nos daña vulnerando por omisión la posibilidad de rectificar los errores, condenando al sistema a sumirse en la ineficiencia, a su envejecimiento y al peligro de su extinción en un futuro no muy lejano, cuando los jóvenes que hoy mecánicamente corean consignas en las marchas y reuniones tengan que integrarse a un medio socio-económico y cultural que no satisfaga los requerimientos de sus expectativas y aspiraciones en su calidad de vida, precisamente por no haber alertado a tiempo los medios contra esos obstáculos inmovilistas.

Ahí está la alerta de Fidel en noviembre 17 de 2005, siete meses antes de su retiro por razones de salud, advirtiendo que la Revolución tenía como mayor peligro ser destruida desde el interior de ella misma. La realidad sigue su curso imparable de cambios conflictivos, los retos son inmensos y aún no hemos sacado en profundidad las lecciones de lo que pasó en la URSS y el Campo Socialista.

El cambio debe ir a lo esencial: fortalecer la conciencia individual ciudadana con medidas concretas de participación y también con regulaciones coercitivas. Dentro de estas coordenadas el NTV Nacional ha mejorado su presentación visual transmitiendo para el espectador la valoración del factor estético como motivación y demanda cultural implícita en la calidad de su imagen. También ha incorporado a locutores y periodistas negros en respuesta a la urgencia de dar una representatividad visual a nuestra cultura mestiza, aunque existen espacios complementarios como La mesa redonda donde el tema de un racismo agazapado, que todavía existe en nuestra realidad, debería ser debatido a calzón quitado.

Algunas veces se han hecho críticas socio-económicas y culturales más profundas y serias por buenos periodistas del noticiero, pero generalmente se pierde el tiempo y espacio dedicándoselo a temas reiterativos de las visitas del secretario de tal o más cual organización haciendo llamados a incrementar la producción, a no justificar los incumplimientos, etc. y ahí se queda el buen consejo. Se pierde espacio y tiempo en la información sobre los innumerables congresos y asambleas de las múltiples instituciones y organizaciones (CDR, ANAP, FMC, UJC, ANIR, UPEC, CTC, etc.), algunas ya vaciadas de su contenido original y que hoy flotan en una deriva que no llena las necesidades ciudadanas a satisfacer y que pudieran activarse de acuerdo a los requerimientos del presente.

Para colmo de la repetición y la pérdida de tiempo en el horario establecido del noticiero muchas veces se presenta un reportaje con el resumen esencial del discurso de un dirigente, y luego, al terminar el noticiero, se repite completo el mismo discurso. Todo esto incide en el reflejo indirecto y justificativo de la impuntualidad que, además de otras carencias concretas como la del transporte, caracteriza el funcionamiento de muchas actividades en el país que no prestan sus servicios en el horario establecido. Alterar los horarios solo es aceptable cuando condiciones excepcionales lo reclaman como imprescindible por su impacto público.

En sucesivos plenos de la UPEC se plantea la necesidad de realizar un análisis de las estrategias de comunicación en los medios masivos para transformar nuestro sistema de prensa con un quehacer más crítico y menos triunfalista. Hay que someter el discurso ideológico oficial a un análisis imparcial para evaluar su validez. La eficiencia del trabajo ideológico en las propuestas informativas de los medios depende del interés que sea capaz de despertar en el ciudadano para pensar y asumir su pertenencia y responsabilidad hacia su realidad, cuidando siempre de no aburrirlo con el empalagoso blablablá al que nos han acostumbrado los reportajes periodísticos vacunados contra el análisis complejo de la realidad y siempre controlados para su aprobación y difusión por un aparato ideológico no siempre acertado en sus orientaciones.

Y aquí me detengo en esta área política tan sensible y determinante para el ejercicio de ese periodismo indagador y militante contra la censura inquisidora que ha predominado históricamente en las decisiones sectarias de algunos de sus dirigentes, condenando a un ostracismo a creadores y artistas en el sector cultural a partir de prejuicios, entre otros también homofóbicos, provocando conflictos innecesarios que han dañado el prestigio de nuestra Revolución.

Creo que la trayectoria histórica seguida por algunos funcionarios de los más renombrados en la aplicación de una rigidez ideológica inquisitorial, los cuales han sido asignados y después depuestos como secretarios de este importante departamento por razones de su incompetencia o de sus desmedidas ambiciones políticas, habla por sí sola de que nada ni nadie es perfecto y que las decisiones profesionales y éticas están y estarán siempre marcadas por la personalidad y los intereses humanos, a menudo en contradicción con una moral revolucionaria más estricta y coherente con la necesidad representativa de asumir lo positivo y lo negativo del aval revolucionario de nuestro proceso.

Son hombres concretos los que interpretan, dan sentido y materializan el cumplimiento y la aplicación de los principios ideológicos revolucionarios, hasta ese momento nominales y abstractos, funcionarios potencialmente investidos de un poder impositivo para determinar su cumplimiento obligatorio, como el que le compete controlar a una institución guardiana de la ideología sistémica.

“Librémonos de la ridícula creencia de que todo lo sabemos; librémonos de la ridícula creencia de que somos infalibles. Nuestro primer deber es saber que somos falibles, que podemos equivocarnos una y muchas veces. Que más que poder decir que lo sabemos todo, todo, podemos decir que lo ignoramos casi todo; que debemos estudiar, que debemos meditar, que debemos pensar, razonar y ampliaremos nuestra capacidad de comprender”. (Discurso pronunciado por el Fidel el 13 de marzo de 1966)

Temprana y sabia advertencia contra el grave peligro que promueve un conservadurismo sabelotodo que se autocalifica e impone su criterio como el único correcto y en la práctica política niega cambiar lo que debe ser cambiado. Riesgo de no activar los mecanismos que eliminen periódicamente y no acumulen con su potencial de descontento explosivo los óvulos muertos de las decisiones erróneas y estériles y los sustituyan por la fertilidad crítica que reanima la necesidad de luchar contra todo lo que contribuya a vulnerar los logros alcanzados y evitar así la instauración de una revolución menopáusica que termina por agotarse y desaparecer, como resultó con el modelo soviético de socialismo hermético y sectario que, al abrirse con la glasnost-perestroika a una súbita transparencia, hizo estallar con su presión contenida las válvulas del sistema hasta provocar su propia desaparición.

Ahora bien, el sistema soviético había sufrido desde antes una descomposición político-social interna que hizo metástasis desde la cúpula a amplios sectores de toda la sociedad. Los que tomaron el poder en 1964 siguieron un proceso de corrupción y desidia que condujo al fracaso el objetivo que tenían aquellos animados con las buenas intenciones de sanear el sistema en 1985.

Cuba no es la URSS. En su búsqueda por encontrar un modelo de socialismo inspirado en la ideología marxista siempre tuvo la conducción de un líder popular que impregnó sus decisiones con la sinceridad y honestidad de un dirigente revolucionario consciente de que como hombres no somos infalibles. Obligado por circunstancias históricas ineluctables, pero inclinado a favor del debate entre revolucionarios, Fidel siempre estuvo empeñado en mantener la unidad entre esas tendencias, favorables unas a la autocrítica y la otra al hermetismo inspirado en el modelo soviético, marcado este por la herencia censora del estalinismo que nunca dejó totalmente de existir y que también exportó a los países socialistas y contribuyó a su desintegración.

Han pasado ya 60 años, y aunque el espíritu ideológico censor y su oponente crítico todavía coexisten, en la actualidad sigue existiendo un solo partido presidido por Raúl, pero integrado mayoritariamente por generaciones nacidas después del triunfo revolucionario sin el crédito moral de haber vivido el riesgo del sacrificio heroico, salvo de aquellos sobrevivientes de la lucha contra la dictadura batistiana, contra la invasión mercenaria de Playa Girón, la lucha contra bandidos y en las misiones internacionalistas.

Estos comunistas actuales tienen su fundamento político-ideológico en el referente fidelista de su interpretación marxista –sin que hoy se acuda a Marx, Engels y a Lenin para avalar algo—.

Por eso quiero terminar remitiéndome a ese discurso premonitorio de Fidel en la escalinata universitaria el 13 de marzo de 1966, en el que anunciaba el peligro del envejecimiento del dirigente, trasladando hoy, medio siglo después, la interpretación de esa amenaza al peligro del envejecimiento del propio sistema:

“Esta revolución es afortunadamente una revolución de hombres jóvenes. Y hacemos votos porque sea siempre una revolución de hombres jóvenes; hacemos votos para que todos los revolucionarios, en la medida que nos vayamos poniendo biológicamente viejos, seamos capaces de comprender que nos estamos volviendo biológica y lamentablemente viejos.

¿Y para qué sirve un partido donde todo gira alrededor de un hombre? ¿Para qué sirve un partido si se endiosa a un hombre, y se le endiosa hasta tal grado que ni siquiera los nombres de Marx, Engels y Lenin se vuelvan a mencionar? ¿El dirigente revolucionario es necesario como instrumento del pueblo, es necesario como instrumento de la Revolución?

Mas, la relación entre pueblo y dirigente no puede ser un acto reflejo, no puede ser la resultante de un reflejo condicionado, sino un problema de conciencia, un problema de ideas. Volviendo a los votos que hacía porque todos nosotros los hombres de esta Revolución, cuando por una ley biológica vayamos siendo incapaces de dirigir este país, sepamos dejar nuestro sitio a otros hombres capaces de hacerlo mejor.

Preferible es organizar un Consejo de Ancianos donde a los ancianos se les escuche por sus experiencias adquiridas, se les oiga, pero de ninguna manera permitir que lleven adelante sus caprichos cuando la chochera se haya apoderado de ellos. ¿No han leído la Dialéctica de la Naturaleza de Engels?, pues Engels dice que con el transcurso de los años hasta el sol se apagará.

Qué tiene de importancia que la brillantez, la lucidez, la luz de un mortal se apague con los años”.

Escribo estas líneas animado por la intención de contribuir a una reflexión sincera y comprometida de todos los revolucionarios en el propósito de cooperar con la imperiosa necesidad que se le impone a esta nueva generación de gobierno de definir, con los cambios que promueva o no, el compromiso con el sentido y la especificidad actual del carácter socialista que se le dé a su más reciente consigna, la que a todos nos concierne y que reza: “Somos Continuidad”.

Al observar el dinámico empuje con que el Presidente de la República trata de estimular la creatividad en la administración estatal, de combatir la morosidad por falta de iniciativas y coincidir con la intención de remover de sus impurezas el ancho diapasón de temas sujetos al cambio con la preservación de una memoria histórica manifiesta en toda su complejidad, confío entonces en que la herencia, auténticamente revolucionaria del Noticiero ICAIC latinoamericano, sea definitivamente rescatada.

14 enero 2020 17 comentarios 818 vistas
0 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail

Los múltiples rostros del estalinismo

por Alina Bárbara López Hernández 12 diciembre 2018
escrito por Alina Bárbara López Hernández

Polémica con Carlos Luque Zayas Bazán

Para romper armas en defensa de la verdad, cual caballero andante de los medios digitales, no basta poseer apellidos de ilustre resonancia. Si se procura incursionar con seriedad en los terrenos de la polémica, hay que acompañarse también de miradas certeras y muchas lecturas. Vista así la cuestión, solitario marcha al combate Carlos Luque Zayas Bazán. Al menos es lo que se deduce de un breve artículo que publicó en Rebelión donde me acusa de mentir por dos criterios que esgrimí en el post Los otros.

La primera cuestión de la controversia es su aseveración acerca de que “en La Pupila Insomne no se ha declarado «enemigo de la revolución» a cualquiera que explicite inconformidades con la marcha del proceso, la burocracia dirigente y la dirección y velocidad de las transformaciones en la Isla (…) No creo que los colaboradores de La Pupila Insomne hayan demostrado ser tan obtusos como para pretender como válida semejante gratuita generalización (…)”.

Esclarecer este aspecto es muy sencillo. Al parecer, Luque no ha leído todo lo publicado en LPI, de ser así habría topado con un extenso artículo del doctor en Ciencias Históricas Orlando Cruz Capote, colaborador asiduo del blog. Su título es: “El tránsito socialista: rumbo estratégico al comunismo. Unas primeras notas reflexivas inconclusas. (1ra parte)”.

En la nota 24 de ese escrito, el autor se refiere al modo en que se manifiesta “la lucha de ideas alrededor de la Constitución”, y afirma:

Algunos escriben en distintos espacios de internet —Facebook, blogs, páginas web, etc.,— y han ido derivando en opositores, adversarios y enemigos de la Revolución Cubana, como pueden ser: La Joven Cuba, Espacio Laical, Casa Cuba, Cuba Posible, OnCuba, Bloggers Cuba, El Toque, El Toque Cuba, Voces Cubanas, CiberCuba, Diario de Cuba, BBC Mundo, Havana Times, Voces desde Cuba, 14 y medio, La Chiringa de Cuba, Periodismo de Barrio, Salir a la Manigua, Cuba Decide, El Nuevo Herald, Progreso Semanal, Cubanet, Otro 18, etc. (…)

El subrayado es mío, para que Luque constate que sí se ha hecho esa generalización gratuita, o para ser más exactos, esa aseveración tan desacertada. Sin embargo, prefiero pensar que lo desconocía, pues de lo contrario sería él quien estaría faltando a la verdad que defiende con brioso ímpetu.

El segundo tema en controversia ofrece la oportunidad de esclarecer un error común cuando se trata de juzgar al estalinismo. Es costumbre que se conceptualicen bajo ese término los crímenes ordenados por Stalin, que incluyeron eliminación física, torturas y reclusión de personas en gulags o campos de  trabajo. Ellos fueron denunciados en el Informe Secreto al XX Congreso del PCUS, leído por Nikita Khrushchev el  25 de febrero de 1956.

Los efectos de esa criminal política de Estado no se extrapolaron a Cuba, y en eso coincidimos Luque Zayas Bazán y yo. Aun cuando sostengo la opinión de que debimos desmarcarnos absolutamente de los crímenes de Stalin no recibiendo en nuestro país a un hombre como Ramón Mercader, que asesinó a Trotsky por sus órdenes expresas; y más si tenemos en cuenta la imprudente recurrencia que tal decisión evidenciaba, ya que el muralista mexicano David Alfaro Siqueiros, que estuvo vinculado a un anterior intento de asesinato de Trotsky y era buscado por la policía de su país, también recibió una calurosa acogida en Cuba en 1943, en el período en que el Partido Comunista —para la fecha Unión Revolucionaria Comunista (URC)— formaba parte de la coalición gobernante, con Batista como presidente.[1]

Sin embargo, esa política físicamente represiva, que se exhibe como la cara más terrible y notoria del estalinismo, no fue su única característica y, de hecho, se abandonó como práctica sistemática tras la muerte de Stalin en 1953.

El estalinismo dejó asimismo otras huellas, menos sanguinarias pero más duraderas, que se manifestaron en la desviación teórica e ideológica que significó respecto al marxismo y que sí afectaron a Cuba desde mucho antes de su entrada al sistema socialista mundial.

En el propio Informe Secreto se admitía: “(…) nos veremos obligados a examinar críticamente, desde un punto de vista marxista-leninista, muchos de los errores derivados del culto a la personalidad que se hallan presentes en nuestros estudios históricos y filosóficos, en nuestra posición económica y en otras ciencias como también en la literatura y en las bellas artes”.

La ley del reflejo condicional, fundamentada por el fisiólogo ruso Iván Pavlov a partir de sus experimentos en animales de laboratorio, sostenía que los actos de la vida no son más que reflejos. En principio se creó en el orden orgánico, pero más tarde se aplicó también en el orden psicológico. Esta ley fue extrapolada mecánicamente a la teoría del conocimiento, y, como resultado, se le confirió un rol exclusivo, más que decisivo, a la influencia del medio exterior sobre el aprendizaje y la conducta de los seres humanos. Esto despojaría al individuo de aportes debidos a la subjetividad, como la meditación, la reflexión y la abstracción; limitaría la actitud consciente e individual de las personas a respuestas preconcebidas ante una influencia que, con carácter instrumental, actuaba cual un Dios todopoderoso, y restringiría el papel revolucionario del sujeto a responder ante convocatorias de un liderazgo u organización superior.

Cuando Emma Pérez, crítica literaria del diario Noticias de Hoy, recomendaba  a los lectores cubanos el texto Conferencias y discursos de Stalin sobre Lenin—editado en Moscú en 1939 y a la venta en la editorial Páginas, propiedad de Unión Revolucionaria Comunista—decía que contenía “(…) enseñanzas vivas que le roturan a uno la comprensión como un arado surca la tierra”.[2]Esta manera de concebir las influencias, reforzada por el criterio de Stalin de que los artistas eran “ingenieros de almas”, visibiliza el carácter instrumental que se le otorgó al arte, a la educación e incluso a la política. Por cuestiones de espacio, solo me referiré a la influencia del estalinismo en el campo de la política.

La práctica política socialista fue permeada de esta seudofilosofía. Los mensajes seguirían la siguiente dirección: emisor-receptor-respuesta, generando relaciones verticales, de “ordeno y mando”, propias del sistema estalinista en la URSS y luego asimiladas a la experiencia de los partidos comunistas en esa época. La obediencia y aceptación de decisiones superiores caracterizó las relaciones entre militantes comunistas. Y ello se unió a la idea de que mientras más enérgico fuera el mensaje y más explícita la voluntad de los líderes, mejores serían los resultados. Los efectos fueron lógicos: del lado de los dirigentes voluntarismo y prepotencia; del de los dirigidos obediencia y disciplina.

En el Informe Secreto se reconoce el daño que esa errada perspectiva de dirección les ocasionó: “Esto llegó a tal punto que los trabajadores del Partido, aún en las sesiones de mínima importancia, leían sus discursos. Todo esto facilitaba la burocratización y el aniquilamiento del Partido”. Del mismo modo, fue altamente perjudicial para el país. De eso también se habló en el referido documento:

¿La posición adoptada por Stalin descansaba en datos de alguna clase? Claro que no. En tales casos, los números no le interesaban. Si Stalin decía una cosa, tenía que ser así… Al fin y al cabo era un genio y el genio no necesita contar, le basta con mirar e inmediatamente sabe cómo deben hacerse las cosas. Cuando él expresa su opinión, es un deber repetirla y admirar su sabiduría. ¿Pero, cuánta sabiduría encerraba su proposición de aumentar en 40.000 millones de rublos los impuestos de los agricultores? Ninguna, absolutamente ninguna, porque esa proposición no se basaba en un estudio cuidadoso de la situación, sino en las fantasías de una persona que vivía alejada de toda realidad.

Los comunistas cubanos asumieron tempranamente estos hábitos. Para que no crea infundado mi comentario, recomiendo a Luque la lectura del artículo “Malas costumbres que deben ser desterradas de nuestro Partido”, publicado en Noticias de Hoy en 1941 y del que reproduzco algunos fragmentos:

Durante los últimos tiempos ha surgido la idea (…) de que es mejor dirigente (…) aquel que es más exigente y enérgico.

Pero (…) no la exigencia y energía al modo que la interpretan muchos compañeros que creen que exigir quiere decir “gritar”, ponerse “serios” y ser “duros” y cuando alguien da un puñetazo en la mesa se piensa que es muy enérgico.

Esta opinión (…) procede de que en algunos casos, usando una exigencia extrema, se han conseguido algunos éxitos en la realización de tal o cualquier compañero responsable, sin pararse a analizar sus resultados ulteriores.

Este modo de entender la exigencia ha conducido y conduce a que algunos organismos y compañeros para no buscarse la “bronca” prometen cumplir tareas, que a sabiendas están convencidos que no las van a cumplir (…)

Y esto ha engendrado una mala costumbre. Me estoy refiriendo a la costumbre de prometer para no cumplir (…)

Esta costumbre lleva al compañero que la tiene, a, primero, aplicarla en tal o cual tarea y después a todas las demás, convirtiéndose en un charlatán indisciplinado.

Y ahora no es raro que prometan dos para cumplir uno, y lo más peligroso es que ello se hace consciente, aceptando de antemano que si se cumple la mitad es un triunfo y que hay que exigir dos si se quiere que se cumpla uno. ¿Desde cuándo es esta la norma de conducta del Partido? ¿Desde cuándo nos engañamos a nosotros mismos?

No quiero analizar las consecuencias que esta costumbre pueda traer al Partido, pues pienso que todos los compañeros lo comprenden.[3]

Siete años después de la exhortación del articulista, el poeta y militante comunista Manuel Navarro Luna se quejaba de esta forma a Juan Marinello: “Quizás andando el tiempo, puedan muchos de nuestros dirigentes quitarse de encima el engreimiento y el envalentonamiento que tanto daño le han hecho al Partido y a ellos mismos”.[4]

El tiempo pasó. En 1959 triunfó una revolución que derivó hacia el socialismo. En 1965 se refundó el Partido Comunista, pero las secuelas del estalinismo, vivas en las raíces del viejo Partido, serían incorporadas a las prácticas políticas de la nueva organización.

Mantengo esta opinión aunque contraríe a Luque Zayas Bazán. No soy enemiga de la verdad. Tampoco su dueña. Apenas soy alguien que cada día se informa, lee, indaga y, sobre todo, aprecia la sociedad en que vive, pues la verdad histórica está en permanente construcción pero hay que acercarse a ella sin absolutismos, con honestidad y sentido crítico. A ello lo invito.

[1]Debido al intento de asesinar a Trotsky —en la madrugada del 23 al 24 de mayo de 1940—, que se consumó finalmente tres meses después por mano de Ramón Mercader, Siqueiros tuvo que exiliarse a Chile en 1941. Arribó a Cuba a fines de 1943 de paso para Nueva York, pero quedó estancado en la isla por problemas consulares, ya que la orden de captura que había librado contra él su gobierno motivó que se le negara la visa de entrada a EE.UU. Durante su estancia realizó una significativa labor, apoyado en sus relaciones con los comunistas cubanos, e incluso creó tres pinturas murales. (Para profundizar recomiendo mi artículo “Un muralista mexicano visita La Habana”, en la columna Páginas olvidadas de la historia republicana, que sostengo en el boletín del Centro Cultural Pablo de la Torriente. Todos los datos que manejo ahí fueron tomados del diario Noticias de Hoy, órgano oficial del Partido Comunista donde se le dio gran publicidad a la estancia del artista mexicano).

[2]Emma Pérez: “Un precioso libro valioso. Conferencias y discursos de Stalin”, Noticias de Hoy, 1939.

[3]Resultado de la Segunda Asamblea Nacional de URC y publicado bajo la firma de Rubén Calderío el sábado 23 de agosto de 1941.

[4]Carta a Juan Marinello, 7 de noviembre de 1948. Fondo Manuscrito Juan Marinello, no. 623, Sala Cubana, Biblioteca Nacional José Martí.

12 diciembre 2018 38 comentarios 1k vistas
0 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail

Orientados y gobernados

por Alina Bárbara López Hernández 25 octubre 2018
escrito por Alina Bárbara López Hernández

En las constantes apelaciones de la dirigencia cubana al pueblo se transmite la impresión de que es este quien no logra realizar las acciones cuasi épicas que se le demandan: cambiar de mentalidad, rescatar valores, ahorrar, ser eficiente y productivo, combatir las ilegalidades…; cuando en verdad son factores como: estructuras obsoletas, crecimiento de la pobreza, experimentos incompletos y extrema lentitud al cambio, entre otros, los que obstaculizan el desarrollo económico de nuestro país.

Entre los problemas estructurales más graves que tiene Cuba puede citarse el excesivo aparato de dirección de que dispone, el cual, dados los resultados a lo largo de décadas, pudiera considerarse inoperante. El actual Partido Comunista de Cuba (PCC) se fundó el 3 de octubre de 1965, con una estructura similar a la del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS):

  • Congreso: según sus estatutos es el organismo supremo del Partido. Define y ofrece las orientaciones políticas y de su actividad en general.
  • Comité Central: organismo superior del Partido entre congresos. Se encarga de aplicar las resoluciones, políticas y programas aprobados por el Congreso.
  • Buró Político: órgano de dirección superior del PCC y máxima instancia ideológica del país. Propone al Consejo de Estado las acciones políticas que deben ejecutar en materia de disposiciones legales y nombramientos.
  • Secretariado del Comité Central del Partido: auxilia al Buró Político en el trabajo con sus cuadros y militantes.

El PCC asumió una estructura territorial que se adaptó a la organización político-administrativa del país. En las provincias su máximo órgano es el Comité Provincial, dirigido por el Buró Provincial. En los municipios lo es el Comité Municipal. Esto también era una práctica en la antigua URSS, con la diferencia de que en aquel país de gran extensión, enormes recursos y que era una federación de 15 repúblicas, podía justificarse ese enorme aparato distribuido de manera uniforme, condición muy diferente a la de Cuba.

En 1959 existían en la Isla seis provincias y 126 municipios. Estas cifras se incrementaron sostenidamente hasta el punto que, en 1975, llegó a tener 407 municipios y 58 regionales (eslabón administrativo entre municipios y provincias), aunque mantuvo en 6 el número de provincias.

Durante los primeros 16 años se gobernó de modo provisional, y en ocasiones se mezclaban las funciones políticas y administrativas. En 1976 termina la provisionalidad, pues se crea el Poder Popular, encabezado por una Asamblea Nacional, y se aprueba una nueva Constitución, que en su artículo 5 dejaría establecido al PCC como “la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado”. Ese mismo año se dicta la Ley 1304, que determinó una nueva división político-administrativa en 14 provincias y 169 municipios (en 2011 aumentó a 15 provincias).

A partir de 1976, desde el nivel nacional, pasando por las provincias y finalizando en los municipios, extendieron sus redes dos instancias de dirección, una política y otra gubernamental. Para diferenciarlas se haría un eslogan la frase: “el Partido no gobierna, solo orienta y dirige”. En la práctica, cada una de esas instancias generaría un enorme aparato burocrático con gran consumo de recursos y empleo de personas.

Esto hace que el Estado deba asumir al Partido no solo como una fuerza superior que lo orienta, sino como un gravamen económico sobre sus espaldas, pues ¿quién sino el Estado con sus recursos, dígase nuestros, sostiene al enorme aparato político que es el PCC?

Muchas estructuras partidistas deberían ser racionalizadas. Si el Buró Político del PCC es la máxima instancia ideológica del país, podría simplificar la descomunal presencia de la organización en cada provincia y municipio y concentrarla en una oficina que radicara en las propias instancias de los gobiernos provinciales y municipales, cuya función sería supervisar y orientar directamente y servir de intermediaria con la instancia nacional, que sí se mantendría independiente del gobierno.

Otro modo en que el Partido podría aportar al ahorro al que constantemente  nos exhorta sería reduciendo su estructura interna a nivel nacional. La única vez que lo intentó fue en 1991, en el IV Congreso del PCC. A este Congreso correspondió el análisis del período especial y las medidas implementadas por el proceso de rectificación, una de ellas fue la eliminación del Secretariado del Comité Central. Poco duró esta decisión, en el año 2006 ese órgano fue restablecido, y dos años después, en 2008, fueron creadas las Comisiones Permanentes del Comité Central, entidades que agrupan a los departamentos del Comité Central y cuyos máximos responsables son los integrantes del secretariado.

En la práctica, los dirigentes del Secretariado y de los departamentos constituyen un aparato político paralelo al Gobierno de la nación, que intervienen en el desarrollo y control de las políticas de los organismos de la administración central del Estado y de los gobiernos provinciales y municipales.

Un país empobrecido como el nuestro, cuya economía prácticamente no crece desde hace casi una década no puede mantener tal derroche de recursos materiales y humanos al sostener dos formas de dirección, una que orienta y otra que gobierna.

Es justo que se solicite de la ciudadanía un aporte constante en los destinos del país, pero igualmente los ciudadanos tenemos el derecho de cuestionar la excesiva burocracia política que, junto a la administrativa, ahoga las finanzas de la nación y no permite su despegue. El cambio de mentalidad nos compete a todos, el ahorro y la eficiencia también.

25 octubre 2018 60 comentarios 415 vistas
0 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
reflexion

El debate que necesitamos

por Roberto González Peralo 29 septiembre 2014
escrito por Roberto González Peralo

El debate no puede ser privilegio de unos pocos. La revista “Nuestra Industria Económica“, formaba parte de un sistema ideado por el Ché para propiciar la divulgación y la preparación de los trabajadores del Ministerio de Industria. En la edición No. 2 de 1963 se encuentra un artículo titulado “En torno a la cuestión del funcionamiento de la ley del valor en la economía cubana“, escrito por Alberto Mora, quien fuera en aquellos momentos Ministro de Comercio Exterior.

Mora sostenía que había que dejar que la economía cubana en su conjunto, se manejaran automáticamente de acuerdo a las leyes de la oferta y la demanda. También insistió en que la ganancia de cada empresa y de cada obrero es el único motor de la economía en transición al socialismo.

Lo sorprendente es leer seguidamente en la misma revista, La réplica que le realizara el Che al artículo de Mora. Donde aclara que su objetivo no es discutir sobre el funcionamiento o no de la ley del valor, sino criticar el punto de partida de Mora.

Entre las muchas cosas que el Ché le critica a Mora está: que su definición de valor es contradictoria, calificándolas como ideas oscuras y que no cumple las reglas de la definición. Además señala que Mora está negando el carácter objetivo de las categorías económicas.

Otro ejemplo sorprendente se puede encontrar en la revista “Cuba Socialista“de marzo de 1964 donde el entonces Director de Banco Nacional de Cuba, Marcelo Fernández Font, publicó un artículo titulado “Desarrollo y funciones de la Banca Socialista en Cuba”, en el que enfatiza en la importancia que adquiere la actividad bancaria en el periodo de transición al socialismo.

No tardo mucho Font para recibir la respuesta del Che por intermedio del artículo “La banca y el crédito en el socialismo” donde dentro de otras cosas dice:

“En el número anterior de esta revista, apareció un artículo del compañero Marcelo Fernández, Presidente del Banco Nacional, en el que analiza las funciones del Banco. Este artículo coincide con algunas apariciones públicas de dirigentes de ese organismo y otros escritos, donde se fija la posición del Banco en forma precisa. Como no estamos de acuerdo con algunas de las funciones apuntadas como propias del Banco, en el período de transición; y menos con su enjuiciamiento del Sistema Presupuestario de Financiamiento, consideramos que no debemos dejar sin respuesta las afirmaciones del Presidente de dicho organismo, fijando nuestra posición al respecto”.

Esa polémica se desarrolló en medio de cambios profundos y trascendentales en la sociedad cubana. Los dirigentes, académicos y la ciudadanía en general no tenían temor de contradecir la opinión oficial. Como en los ejemplos expuestos: los ministros expresaban su criterios divergentes de forma pública y por ello no eran destituidos de sus cargos. No era necesario la doble moral.

Los revolucionarios de aquellos tiempos discutían sobre qué rumbo debía tomar Cuba o criticaban lo que consideraban que se estuviera haciendo mal y no fueron acusados de “gusanescos“ o contrarrevolucionarios. A nadie se le ocurrió tampoco tildar de “Libelo” a la revista “Cuba Socialista“ ni a “Nuestra Industria Económica“.

La sociedad cubana, con menos instrucción y cultura, podía presenciar las contradicciones que existían entre los principales dirigentes del país. Ninguna de aquellos debates provocaron que la Revolución se debilitara. Gracias a esto, los ciudadanos conocían cuáles eran las ideas y criterios, en detalle, de los que tenían bajo su responsabilidad los destinos de Cuba.

Nos encontramos en momentos donde se necesita de mucha sabiduría para poder solucionar los difíciles problemas que tenemos. La única forma posible es confrontar ideas y criterios de forma trasparente. Con mecanismos que permitan a todos los interesados tener acceso a ese debate. El debate no puede ser privilegio de unos pocos. 

Con el objetivo de propiciar un ambiente favorable para el intercambio de ideas, es importante que nadie tenga que buscarse problema por expresar sus opiniones. Los que tienen que ser aborrecidos son los que entorpecen el debate y los que se molestan cuando se les realiza alguna crítica. Para expresar ideas y criterios no existen ni lugares ni momentos inoportunos, que se haga, no va a socavar la unidad tan necesaria. El lugar es Cuba y el momento es ahora. Es muy urgente y necesario rescatar aquella cultura del debate.

29 septiembre 2014 168 comentarios 513 vistas
0 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail

Vacaciones a la cubana

por Consejo Editorial 10 septiembre 2014
escrito por Consejo Editorial

varaderoPor: Harold Cárdenas Lema (haroldcardenaslema@gmail.com)  

Cuando alguien se convierte en servidor público su vida pasa inmediatamente a tener un carácter público… y algo tan básico como el descanso vacacional también adquiere ese carácter.

Dirigir esta isla del Caribe en su contexto actual no debe ser fácil. El estereotipo del “cuadro político” ya provoca rechazo en muchos sectores mientras los líderes naturales continúan escaseando o impedidos de asumir responsabilidades mayores. A esto se suma el hecho de que aunque se invisibiliza la gestión de nuestros representantes, estos están bajo la lupa de la sociedad las 24 horas y los 7 días de la semana.

Al triunfar la Revolución Cubana en 1959 y motivados por ciertas circunstancias, los cubanos invisibilizamos buena parte de la vida política de nuestros funcionarios y convertimos la privacidad de los mismos en tabú. Esto tuvo un grave defecto: al crear esta capa protectora coartamos la capacidad popular de regular la gestión de los servidores públicos basada tanto en el desempeño de estos como su integridad personal.

Cuando el presidente llamó hace unos años a eliminar las gratuidades que lastraban la economía nacional, de la medida quedaron eximidos (al menos parcialmente) sectores como el militar, los funcionarios públicos y los dirigentes partidistas… excepciones que no pasaron inadvertidas. Alguien que desconozca el rigor de trabajo y el estrés a que están sometidas estas personas podría ver injusto que exista un sistema de descanso vacacional, no es mi caso. En cambio creo que el mecanismo actual no es correcto y provoca efectos secundarios difíciles de reparar.

Las vacaciones subvencionadas o pagadas en su totalidad por nuestra alcancía gubernamental varían en dependencia del nivel de dirección o grado que se tenga. Algunas se desarrollan en casas de visita creadas con este fin y otras en hoteles que estimulan a los trabajadores. La presencia de figuras políticas en hoteles 5 estrellas de Varadero resulta frecuente en períodos vacacionales, sobre esto existen anécdotas negativas que como pueden estar aderezadas con detalles ficticios prefiero omitir, pero la opinión pública nacional no las descarta tan fácilmente.

Estoy convencido de que un ministro no puede vivir bajo la presión de comprar las papas en el mercado agropecuario o tomar el P5 para llegar a su trabajo, entiendo la necesidad de que funcionarios a ese nivel tengan un nivel de vida decoroso que les permita concentrarse en los muchos desafíos nacionales. Sin embargo resulta fatídico que los fondos del Estado financien la presencia de estos en los más caros centros turísticos y acompañados por numerosos familiares. No existe trabajo político ideológico que compita con el mal sabor que algunos hechos como estos y comportamientos negativos dejan en la memoria de nuestro pueblo. Aclaro que como mismo existen anécdotas de prepotencia política en estos centros, existen otras de sencillez y modestia, razón de más para que la política sea un asunto público.

Podría preguntar también: ¿en qué sesión de la Asamblea Nacional se autorizó a que los funcionarios públicos y del Partido utilicen los fondos del erario público para costear vacaciones familiares en algunas de las playas y hoteles más lujosos de Cuba? Entiendo la legitimidad del descanso merecido, pero es una cuestión de lo que debe ser y lo que no. La lógica indica que si ellos pueden, el pueblo también… porque en última instancia son servidores del pueblo. Quizás debamos buscar algún mecanismo temporal hasta el momento en que puedan financiarse con su propio salario las vacaciones, como debería ser en la práctica. Con las cuotas de sacrificio que se le pide al pueblo cubano sus funcionarios deben dar el ejemplo, sería irónico ser el país que más ha luchado por el socialismo en la región y que líderes como José Mujica nos provoquen comparaciones incómodas.

Igual les digo que detenerse un fin de semana en la salida de Varadero resulta un curioso experimento social. Podemos ver un destacamento de autos gubernamentales que entra y sale de la península, cargado de familiares e implementos acuáticos. Si hago un ejercicio de empatía, pienso en esquivar extremismos y olvido por un minuto que incluso el combustible para ello sale de nuestros impuestos, puedo perdonar el asunto. Lo que nunca olvidaré son las tardes en que el sol del verano me castigó mientras veía pasar la caravana variopinta con espacio extra y no tener siquiera la deferencia de darnos un aventón a los transeúntes. Aprovecho para recordar también aquella excelente idea que tuvo un diputado de la Asamblea Nacional de que los bienes de nuestros funcionarios sean tan auditables como los ministerios o empresas que dirigen, idea que fue olímpicamente ignorada en la última sesión.

Se trata de hacer las cosas como deben ser y no como se ha podido hasta este momento. Se trata de no tener que callar o reconocer aspectos como este que están muy a menudo en boca de personas opuestas a la Revolución cuando deberíamos ser nosotros los primeros en señalarlos. Se trata de escribir lo que está mal hecho y no pensar en que pueda tener consecuencias negativas, porque el día que eso ocurra, ya estaremos perdidos y el proyecto socialista será el que esté de vacaciones.

Publicado en: El Toque

10 septiembre 2014 169 comentarios 315 vistas
0 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail

Dirigentes y medios de comunicación

por Consejo Editorial 17 diciembre 2013
escrito por Consejo Editorial

titulo 112122822 Por: Osmany Sánchez. (jimmy@umcc.cu)

A diferencia de otros países, la vida privada de nuestros dirigentes se ha mantenido siempre alejada de la prensa amarillista que convierte un conflicto familiar en un asunto público. En principio me parece bien que sea así, para mí lo importante no es el color de las uñas de la hija de un funcionario sino el desempeño de este, sin embargo una cosa es la discreción sobre su vida privada y otra la no divulgación de los resultado de su gestión.

Me considero una persona medianamente informada y solo conozco y he escuchado hablar, a los primeros secretarios del Partido y presidentes de gobierno de dos municipios de mi provincia, de los demás quizás he visto su foto en el periódico cuando anunciaron su promoción pero nada más, es duro reconocerlo pero es la cruda realidad. Las únicas referencias que tenemos de los dirigentes municipales son las que nos llegan por alguien que vive en ese lugar y estas suelen ser bastante subjetivas. Los funcionarios a nivel provincial también suelen ser anónimos para la mayoría de la población.

En honor a la verdad, en muchos casos no es necesario conocerlos para identificarlos. Los dirigentes del partido o del gobierno llevarán la sempiterna camisa de cuadro o a rayas y los de la Unión de Jóvenes Comunistas el pulóver del Che. Para algunos mientras más sencilla y modesta luce una persona mayor será el reconocimiento social que recibirá, mientras que para otros proyectan una imagen poco atractiva, alguien a quien no se quieren parecer.

Las personas que asumen cargos políticos o administrativos de importancia deben transitar antes por las instancias inferiores, empezar a dirigir desde la base. Cuando esto no se ha cumplido y se han producido ascensos espectaculares, bastante caros nos ha costado.

Continuar leyendo

17 diciembre 2013 128 comentarios 287 vistas
0 FacebookTwitterLinkedinTelegramEmail
  • 1
  • 2

Ayúdanos a ser sostenibles

Somos una organización sin fines de lucro que se sostiene con donaciones de entidades e individuos, no gobiernos. Apoya nuestra independencia editorial.

11 años en línea

11 años en línea

¿Quiénes Somos?

La Joven Cuba es un equipo de investigación y análisis político que trabaja por un país justo, democrático y sostenible. Con una plataforma digital y un equipo especializado en el análisis de la realidad cubana, aspiramos a ser punto de enlace entre la sociedad civil y los decisores, mediante la investigación y la generación de conocimiento sobre la aplicación de políticas públicas.

@2021 - Todos los derechos reservados. Contenido exclusivo de La Joven Cuba


Regreso al inicio
La Joven Cuba
  • Inicio
  • Quiénes Somos
    • Equipo
    • Historia
    • Nosotros
    • Consejo Asesor
  • Grupo de Estudios
    • Libros
    • Dossiers
  • Contacto
 

Cargando comentarios...