“Ni pueblos ni hombres respetan a quien no se hace respetar“
José Martí.
Uno de los derechos más reconocidos y reivindicados a nivel internacional, es el derecho a la expresión, algo que hasta hace poco en nuestro país no era posible ejercer. Pero llegó el acceso a las redes sociales y todo ha cambiado, ahora sólo lo limitan el poder adquisitivo y el miedo a ser castigado.
Pero los que pueden revisar las diversas páginas web, en las que se publican artículos y opiniones diversas sobre la realidad en Cuba, no pueden negar que han existido avances en la posibilidad de la población para debatir los más disímiles temas. Aunque no siempre puede catalogarse lo que se sucede como un debate, pues no son pocas las ocasiones, en que se convierte lo que debe ser un debate, en discusión infértil.
¿Qué puede considerarse un debate? Cuando se escoge un tema y se expresan diversas opiniones al respecto, pero siempre con el mayor respeto, por lo tanto, no son correctas las expresiones que nieguen la validez de cualquier opinión, cuando no estamos de acuerdo, lo debemos expresar proponiendo otro punto de vista, otra forma de abordar el tema, pero bajo ningún concepto, demeritar la opinión de las demás personas, por mucho que disten de nuestro punto de vista.
Es de suponer, cuando decidimos participar en un debate, que tenemos conocimiento sobre el tema en cuestión, por lo tanto debemos dar el beneficio de la duda a los demás participantes.
En cambio, cuando al leer cualquier artículo, nos ponemos a buscar palabras u oraciones para criticarlas, en lugar de primero intentar entender la idea que nos han querido expresar, no solo estamos irrespetando a la persona que intenta llevar un tema al análisis, estamos coartando su derecho de expresión. Y algo muy importante, nos estamos oponiendo a que se le realice el análisis propuesto.
Todo aquel que escribe en los medios, tanto los autores de artículos, como aquellos que realizan los comentarios, esperan ser respetados, primero que se publiquen las opiniones, pero también que se respete nuestra opinión. Si como dijo nuestro Apóstol José Martí; “…ni pueblos ni hombres respetan a quien no se hace respetar…”, cómo podemos exigir se nos tenga en cuenta si no somos capaces de respetarnos unos a otros.
Creo no hay dudas de que el listado de temas que deben ser llevados a debate en nuestro país, es muy grande. Todavía no se nos reconoce el derecho a seleccionar los temas a debatir y que los resultados de los debates tengan carácter vinculante, y deban ser tenidos en cuenta por el gobierno a todos los niveles. ¡Cómo lograr todo ello sin ser capaces de realizar verdaderos debates!
Por todo ello hago un llamado a todos los foristas, a realizar una profunda reflexión antes de expresar nuestras opiniones, y sólo lo hagamos propiciando los debates, en lugar de convirtiéndoles en meras discusiones, por el simple hecho de que tenemos el derecho a decir lo que se nos ocurre.
Hagamos sí, un adecuado uso de ese derecho, aportemos ideas, hagamos propuestas, eso es lo que puede ayudar a que se nos reconozca como contraparte de aquellos que toman las decisiones.
15 comentarios
Gracias por su artículo, Sr. Mantilla, pero sin democracia todo debate es esencialmente estéril. Si usted no elige a sus gobernantes ellos se sentirán en el derecho de atender o no su queja, pues al fin y al cabo nada le deben.
Pensé que iba usted a abogar por la democracia, pero no fue así. Más bien regañó a los cubanos de a pie exactamente como hacen los señores del partido único y del gobierno cubanos cuando las cosas no les salen bien, que es casi siempre.
Cuando un alto funcionario gubernamental se tiene que someter a la urnas la cosa cambia porque por medio de las urnas y otros procedimientos legales, que solo existen en la democracia, el pueblo lo puede presionar o hacer saltar por lo aires por incompetente. Eso en Cuba no sucede. ¿Verdad?
Y para finalizar: ¿por qué los debates fuertes solo pueden ser virtuales? ¿Por qué no se le canta las 40 a los señores que nos gobiernan en cualquier espacio público sin el temor de sufrir persecución por ello?
Eso es lo más importante Sr. Mantilla, no un reglamento sobre cómo se debe debatir en la internet. Hay que ir a la raíz de nuestras desgracias o los gobernantes cubanos se seguirán haciendo los suecos.
Y no digo que la internet no ayude, pero lo virtual es virtual. Muchos en Cuba no podrían gastar dinero en los carísimos datos que le compran al monopolio telefónico ETECSA para acceder a una página web que trate temas nacionales cuando a lo mejor no saben qué van a comer ese día.
Así de sencillo.
Saludos.
Mantilla,tiene toda la razón. Lo triste es que cuando usted revisa las edades de los publicantes u opinantes ( no sé cuál suena mejor ), decía, las personas que más se ofuscan son las más jóvenes. O sea,las criadas y educadas bajo este sistema. ¿Por qué ? Porque desde pequeños,con aquellos mítines relámpagos, las marchas combatientes, las tribunas antiimperialistas y demás y demás ,no nos enseñaron a debatir,a conversar, a tratar de llegar a un entendimiento con un posible adversario político. No señor,no,nos fabricaron la idea del combate,del repudio,del odio hacia aquel que piense divergente. Incluso, la palabra disentir , aquí, tiene otro significado. Entonces, creo que lo primero pasa por permitir aquí adentro formas de pensamiento diferentes,y eliminar de cuajo de los medios a esos que cuando usted le demuestra que están equivocados,prefieren llamarlo a usted contra esto o contra aquello,en vez de pensar si tienen razón o no.
Acá hay dos artistas a discutir: primero la descalificación de la persona cuyo comentario no conviene. No atacan al mensaje sino al mensajero con la esperanza de que su opinión no aparezca jamás. Este método es muy común hoy día entre los llamados “ ciberclarias”.
Segundo: hemos perdido la costumbre de disentir decentemente. Si no estás de acuerdo conmigo estás equivocado. No hay tonos, todo es o blanco o negro, todo es 100% verdad o 100% equivocado. Hemos crecido en una sociedad donde nos han dicho que “ en la cerca no se puede estar”, “ el amigo de mi enemigo es mi enemigo”, “ tú estás equivocado”. Y es cierto que los jóvenes se ofuscan más cuando se les lleva la contraria o no se está de acuerdo con ellos.
Este es un artículo necesario. Gracias Mantilla.
Es cierto, generalmente esos ataques son estratagemas ante la carencia de argumentos sólidos y razonables para oponer en el intercambio.
Realmente el señor Mantilla tiene razón, no sabemos debatir, y peor es que no queremos aprender. Por costumbre cuando no tenemos más argumentos que esgrimir recurrimos a la violencia verbal o incluso al nivel físico.
Lo peor del caso es que quienes ofenden y descalifican, generalmente por falta de argumentos, como dice el refran mexicano “Jalisco nunca pierde y cuando pierde, se arrebata”, es que son igualmente represores que aquellos a quienes critican y pobre del futuro si un día tienen el poder…
Las raíces de esta intolerancia se hallan en una sociedad donde convino imponer los criterios absolutos como símbolo de fortaleza mental y de ‘estar definido’- concepto caro a nuestra idiosincrasia machista- para eliminar y demonizar los ‘pero…’, o lo que es lo mismo: la crítica y la opinión ajena.
El debate es saludable en cualquier ámbito. Sin embargo, debe partir del diálogo con iguales derechos para todos los participantes. No existe debate posible cuando uno de los interlocutores se adjudica por vía de la coerción mayores derechos que el resto. Detentar el poder no es razón para desconocer, descalificar o silenciar a otros, mucho menos para reprimirlos. Quién tiene argumentos sólidos para sustentar sus opiniones no tiene razones para temer al debate. Suprimir al debate conduce al error, a veces creyendo que se hace lo correcto, impidiendo percibir cómo se desmorona alrededor el entorno material . Quienes somos padres sabemos que dentro de un núcleo limitado como la familia es muy difícil unificar los criterios de todos sus miembros, quienes no pocas veces disienten de la autoridad de los padres aunque por respeto o temor no lo manifiesten haciendo luego lo que mejor creen convenirle en lo personal o huyen del medio que les coarta sus deseos.
Mucho más compleja resulta una sociedad; las opiniones serán más diversas y habrá mayor número de reacciones. La unanimidad es falsedad, un mismo objetivo tampoco tiene que concebirse con un camino único.
El poder en Cuba continúa esgrimiendo como necesaria la incondicionalidad, el silencio y el acatamiento cuando se ha demostrado que el método ha sido una de las causas que nos ha llevado a la catástrofe en que vivimos.
No creo que el enfoque cambie a pesar de que vislumbren que del diseño de la sociedad cubana muchos duden y no pocos disienten. Saludos.
El derecho al debate fué parte muy importante de la cultura del ciudadano, sustantivo este que hoy es casi un arcaísmo, y siempre fue un derecho político vital e irrenunciable bien utilizado por las corrientes de pensamiento en nuestra historia republicana. Tal cultura funfamentó que las ideas son debatibles y las personas sagradas, pero esa cultura casi se agotó.
Debate y libertad de expresión son importantes, pero cuando esa libertad se convierte en libertad para decir estupideces, se acaba el debate. Y pasa a menudo.
Estimado Jorge, la libertad de hacer o de decir lo que se cree correcto solamente está limitada por el respeto a los interlocutores, lo que incluye emplear los argumentos apropiados para abordar un tema, tanto para expresar las opiniones propias como para aceptar, modificar o rebatir lo expuesto por otro interlocutor. Al exponer un punto de vista se requiere no emplear vocabulario ofensivo ni descalificar a otros participantes. Emplear la ofensa o la descalificación es muestra de falta de argumentos, de soberbia y expresión de censura; confío en que esté usted equidistante de tales males.
Caso en que participando en un debate se escuchen opiniones divergentes con las propias cabe la libertad de ejercer el derecho de réplica. De considerarse el tema insustancial se es libre de abandonarlo.
Pienso que a usted no le parecería bien recibir de vuelta el calificativo que emplea en su comentario Saludos.
Quién determina si un punto de vista es una estupidez? Ahí está el problema: si una de las partes se arroga el derecho a determinar que una opinión contraria es una estupidez, efectivamente ahí termina el debate porque una de las partes ha decidido que su punto de vista es una verdad absoluta lo que sería la estupidez en sí.
“Uno de los derechos más reconocidos y reivindicados a nivel internacional, es el derecho a la expresión, algo que hasta hace poco en nuestro país no era posible ejercer. Pero llegó el acceso a las redes sociales y todo ha cambiado, ahora sólo lo limitan el poder adquisitivo y el miedo a ser castigado.”
Pues no, todavía no hay libertad de expresión en Cuba. La habrá cuando sean legales periódicos de papel, emisoras de radio y televisión y todo tipo de publicaciones sin depender del partido.
Si la libertad de expresión está limitada por el miedo a ser castigado entonces no hay libertad de expresión. Cuando la gente no se atreve a decir lo que piensa es por miedo al castigo.
Me atrevería a preguntar: ¿Cuántos de los que por aquí venimos, como autores o comentaristas, estaríamos dispuestos a modificar una creencia o una preconcepción como resultado del debate?
Más allá de los deseos o permisibilidades o no del gobierno y el PCC, respondernos cada uno esa pregunta con total honradez, sería el primer pasito en el aprendizaje mutuo en aras de que el debate sea fructífero para la nación cubana.
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