Cada vez son más frecuentes los anuncios en medios de prensa estatales para solicitar desde custodios hasta jefes de redacción, pasando por reporteros, editores, fotógrafos… Al parecer las redacciones están cada vez más vacías y no es de extrañar; hace años que muchos jóvenes periodistas no quieren trabajar en medios estatales. Las razones no son solo las económicas, las ideológicas también han tenido un peso importante.
Mientras que durante años muchos cubanos fingían y «decían las cosas bajito», en los últimos tiempos ha habido un destape de opinión crítica incontrolable con el poder que dan las redes sociales para expresarse, incompatible con el anquilosado sistema de medios oficiales y el monopolio estatal.
Esa libertad ansiada salió sin filtros en las plataformas online, y no se trataba de la llamada disidencia, ni de «gusanos», sino de personas de a pie que necesariamente no tienen una militancia política definida, pero con la necesidad de contar su historia, inconformidades y las quejas que ningún dirigente ve, ni los medios estatales hablan de ellas porque no los dejan, a no ser que sea inevitable..
En cuanto al rol de los medios, estos vacíos en la agenda tampoco corresponden a una falta de deseo o interés de quienes escriben; evidentemente hay periodistas que tienen proyectos de investigaciones sólidas, que terminan modificadas y escondiendo aspectos de determinado fenómeno con tal de «encajar» dentro de los límites de lo permitido, sin ser censurado.
Cuando un tema «caliente» ─aquel que cuestiona estructuras del monopolio estatal y entrevé deficiencias en su funcionamiento e instituciones─ es titular en algún boletín, mayormente aparece por la presión que ejerce la opinión pública. De esta forma surgen espacios como válvula de escape, en algunos casos bien llevada, pero desafortunadamente hay otros con aliento justificativo y de escrache.
Sumado a esto, hubo un salto generacional en los ámbitos de la vida en Cuba; una transformación mental y de percepción de nuestra realidad. Los cubanos inconformes e indignados del siglo XXI son hijos o nietos de los que creyeron en el proyecto de Revolución
Antes de la llegada masiva del Internet, hubo una generación que ingresó a la universidad y pensó en hacer periodismo para medios estatales, porque tampoco había otras opciones. Soñamos en revolucionar la prensa nacional. Eso emocionaba, lo confieso.
Luego comenzaron a aparecer otros medios y espacios alternativos. No siempre ahí éramos más libres y felices, pues la libertad de prensa es algo utópico, y en estos medios también existen agendas subordinadas a intereses políticos y el rigor no siempre abunda. A eso debe sumársele la persecución de los órganos de seguridad para que desistas de hacer tu trabajo. Sin embargo, el salario era mejor y resultaba atractivo atrevernos a decir las verdades que el Granma censuraba.

Medios cubanos solicitando periodistas
Hace 10 años, en las pruebas de aptitud de la carrera de Periodismo, recuerdo que me preguntaron durante la entrevista mi opinión acerca de los jóvenes que emigran. Mi respuesta fue «estoy de acuerdo». En aquel momento yo tenía 17 años y me parecía bien que los jóvenes cubanos tuvieran la oportunidad de ver el mundo, no obstante, pensaba en cuánto me gustaría que el país fuese terreno fértil para aplicar conocimientos, crecer y desarrollarnos, para expresarnos con nuestras diversidades: filosóficas, creativas, sexuales, vivenciales, religiosas, culturales, físicas…
La esperanza se fue deprimiendo. Luego de mi tercera ronda de prácticas preprofesionales comencé a trabajar en Radio Reloj; estaba en segundo año de la carrera. Permanecí en el canal de noticias durante un año y luego de manera indistinta. A pesar de las particularidades del medio y de la agenda, no fue un trabajo hostil.
Meses antes de mi graduación ya estaba muy clara de lo que quería: salir del país para formarme como cineasta y ejercer en mayor o menor medida la profesión del periodismo. Algunos amigos ya habían salido del país a becas y programas de formación; otros pensaban que había oportunidades dentro para un buen periodismo al servicio de la ciudadanía ─estos últimos en muchos casos terminaron por cansarse y decepcionarse aún más que yo.
En cambio, mi prioridad siempre fue mi salud mental. No quiero que el sistema me maltrate, no quiero sentir odio por la frustración que genera ser periodista —estatal o independiente— en Cuba. Es como la decisión de no ver el cadáver de un familiar querido para recordar a esa persona feliz y con vida, y no tiesa y con el maquillaje que le hace otra cara.
Por desgracia —y por suerte— la pandemia atrasó levemente mi salida del país, y este fue el momento en el que Alma Mater llegó a mi vida: posiblemente de las experiencias de trabajo en equipo más hermosas que he tenido hasta ahora.
Alma Mater ─estatal y partidista, pero con el aura de sus creadores y de las plumas que precedieron a mi generación─ fue el tercer medio estatal por el cual cobré un salario. Previo y después de Reloj, vino la errónea y arbitraria decisión de ubicarme en Radio Rebelde. Muchos han sido felices en ese tercer piso, yo no. Durante mi proceso de negación en ese dinosaurio, surgió la propuesta de trabajar para la revista.
Jugamos a hacer las cosas lo mejor que pudimos y que nos permitían, y coqueteábamos a toda hora con salirnos de lo que hacían otros. Segura estoy de que la certeza no era tanto lo que queríamos hacer, como lo que no queríamos ser. La dirección de Armando Franco hizo la diferencia; despegó a un medio casi ausente con cosas muy simples: corazón, temas de actualidad, y hablar, sin consignas y sin odio, de lo que nadie se atrevía a decir en un medio financiado por el presupuesto del Estado, por consiguiente, dinero de la ciudadanía.

Información publicada sobre la destitución de Armando Franco
El final, del cual no guardo muchos recuerdos en primera persona, fue turbio; como turbias han sido otras destituciones y «explotes» de equipos e ideas que en algún momento resultaron demasiado incómodas a la burocracia. ¿Qué se hizo tan mal que era digno de que no existiera?, o acaso, ¿se estaba haciendo tan bien que era una amenaza? Ayer mismo fue conocido que la revista retiró un texto que abordaba las problemáticas de los universitarios, al parecer, por orientaciones del organismo superior al que se subordina.
Hoy no llevo bien el conteo de cuánto graduados de mi promoción quedan en Cuba. Con los dedos, quizá, me acerque a completar las dos palmas, y no han pasado cinco años. Uno a uno han ido saliendo por diversas vías porque se agotó el sueño, y porque es muy triste vivir en un país sin un entorno sano para que sus nuevos profesionales quieran hacer cosas buenas.
Yo muy feliz por las y los amigos que aún viven en Cuba y trabajan como periodistas en medios o instituciones estatales, y tratan de hacer y educar con las herramientas que tienen y que les permiten usar. Pero convencida estoy de que buena parte ahora mismo está revisando la página de alguna universidad extranjera, fundación o embajada, porque no se aguanta poner la cara y decir que todo está bien o intentar ser coherente con la realidad de la población, mientras tú mismo haces una fila infinita para comprar gasolina o pollo, y pagas miles de pesos por algo básico.
La responsabilidad de un periodista radica, en mi opinión, en eso, en construir el relato de tu tiempo de la manera más noble y comprometida con el desarrollo social, económico, educacional y cultural de una sociedad.
Con suerte, una parte de los periodistas y comunicadores emigrados logran hacer lo que les gusta: emprender en blogs personales, abrir proyectos con amigos, escribir algún artículo para medios cubanos radicados en el exterior. Gran parte de nosotros hacemos por Cuba, tanto por las oportunidades de trabajo que se dan, como por la satisfacción de estar diciendo algo que dentro no nos animábamos. Ahora, desde la distancia, puedo acceder a fuentes, aunque sean anónimas, y evadir la burocracia de los permisos y las regulaciones.
Lo otro que nos queda a los creadores es ser osados, publicar, producir, seguir formándonos y buscar los espacios en los que nos sintamos cómodos; pues la realidad, al menos por ahora, es que la Isla no es un terreno fácil para expresarnos con libertad. Lo más duro es ser incoherente y ponerte palabras en la boca que no te corresponden o en las que no crees. Y así pasa en el periodismo, la dramaturgia, el cine, la música, la literatura; no es ser un gusano malagradecido, es ser una hija de mi tiempo, comprometida con mi generación y con el futuro de un país que cada vez vemos más incierto ¿En qué va a parar? Esa respuesta no la sé.
En pocos meses serán dos años de no ir a Cuba, y temo encontrar un país vacío, un sitio desconocido, sin las caras que vi durante toda una vida. Lastimosamente, gran parte de esta generación está decidiendo cesar la permanencia; decidió no ver el cadáver de la abuelita.
4 comentarios
El olvido profesional consiente de un fracaso, eso que a acompañado por años la estupidez económica y la defensa de un sistema que más que ha mostrado su continuo fracaso, de ese cúmulo de desengaños que en tus sueños de formación universitaria te va marcando la vida, es desde hace mucho tiempo, demasiado, el primer empujón a mirar más alla del mar que les rodea, de mi generación nacida en los primeros años del proyecto hasta las actuales mucho menos comprometidos con los abuelos que siguen empujando o dejandose empujar. Y muy rápidamente asumir y tener conciencia de que tu camino se va estrechando y agotando, en mi época en meses, hoy pienso que por semanas una inmensa mayoría entienda que, ni “creyendose las supuestas reservas de capacidades y confianza en las decisiones de los que hoy los gobiernan” el resultado va a ser distinto de una curva más o menos inclinada hacia abajo.
Para revertir esa tendencia precisamente hace falta el concurso y los recursos económicos y de conocimiento de esos miles de Cubanos desperdigados por este mundo, pero mientras la apuesta siga siendo tan desigual en favor del PCC único y plenipotenciario qué “NOS” ha llevado a esta bancarrota socio económica, no creo se logre poner manos a la obra de la reconstrucción del país, esa Cuba por llegar tiene dos maneras de lograrse y comenzar ladrillo a ladrillo a cambiar el panorama a futuro, o concertación negociada con la aceptación de todas las ideas políticas en el poder desde el respeto y el diálogo en igualada de condiciones, algo así como lo que propone el PCC en su añorado diálogo con el gobierno americano, pero en este caso diálogo con su propio pueblo que hoy expresa ese arcoiris político nunca aceptado desde el poder supremo que ellos llaman “unidad”, o implosión caótica en cadena nacional por el no aguanto más que en estos momentos ya hoy vemos a nivel local.
De mis años universitarios, guardo el peor recuerdo de esa Revista Alma Mater, que más que representar a la masa estudiantil, era otra loa ideologica al que sostenía la publicación…
Muy de acuerdo con el artículo, su testimonio es la prueba de que muchos intentaron hacer un buen periodismo, pero se vieron frustrados por la política arcaica y distorsionada por los intereses partidistas y totalitario de una revolución frustrada no sólo económicamente sino en plena crisis ideológica. Con el desarrollo de la Internet, no hay quien se trague la manipulación ni las mentiras que a diario dicen los periódicos estatales de Cuba. La censura y el secretismo solapado durante años ya no aguanta más, y la prueba es las recientes e infructuosas convocatorias de Granma y Cuba Debate para reclutar periodistas.
Los que dirigen no se acaban de dar cuenta que no es por el bajo salario, sino por los métodos impositivos, las restricciones de amordazar las opiniones y criterios de periodistas que reflejen el sentir del pueblo cubano, la censura a toda crítica que implique al gobierno, al partido y sus dirigentes. Lo que está pasando hoy en Cuba es una muestra del fracaso ideológico de lo que un día fue la revolución cubana.
La sociedad cubana debe entre otras cosas de gran peso ser democrática y no al estilo tradicional donde realmente no existe sino de forma Real de manera que permita una real credibilidad y confianza para decir y hacer lo necesario
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