En Cuba las mujeres protestamos

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Este 17 de marzo, a las cinco de la tarde, yo había terminado una jornada de trabajo doméstico dominical. Había limpiado toda la casa y me tocaba cocinar. Cuando terminé de preparar la comida y me disponía a bañarme, encendí un cigarro y comencé a revisar mis redes sociales. Mi esposo salió a botar la basura y, cuando regresó, nos dijimos casi al unísono: «¡Se tiraron en Santiago!»

Rápidamente encendí el VPN. Ya sabemos lo que pasa cuando hay protestas en Cuba; ETECSA decide marcharse y llamarle a su barco «Libertad». Empecé a buscar información, a ver estados de WhatsApp, twits, posts en Facebook, incluso reels en Instagram. Lo primero que me vino a la cabeza fue la famosa frase: «Santiago sigue siendo Santiago». Luego no pude evitar pensar en el 11J, la represión, la violencia, la incertidumbre, los presos políticos.

Continué viendo videos y más videos. Santiago de Cuba estaba caliente. Se oía fuertemente y al unísono el coro: «Corriente y comida». Pero los videos tenían más cosas en común: las voces predominantes eran de mujeres.

Esto no es de ahora

El aumento gradual de mujeres que protestan contra el gobierno cubano no se ha producido de forma repentina, ni se ha limitado exclusivamente al contexto sociopolítico actual. Este fenómeno ha experimentado una evolución constante pero progresiva desde el inicio del Periodo Especial en Tiempos de Paz, término eufemístico que ocultaba una situación socioeconómica extremadamente precaria, coincidiendo con un aumento de la actividad disidente abierta en la Isla.

Durante la década de 1990, en este proceso, varias mujeres comenzaron a desempeñar papeles destacados en la creación de grupos disidentes que —desde varias posturas ideológicas— abogaban por la existencia y el reconocimiento de otros espacios políticos.

El arresto masivo de disidentes en 2003, conocido como la Primavera Negra, estimuló una mayor implicación de las mujeres en las agendas de la oposición en Cuba. Las esposas y madres de los detenidos se organizaron en el movimiento de las Damas de Blanco, su acción cívica más visible ha sido la caminata hasta una iglesia católica en La Habana portando una flor para asistir a misa, a la vez que reclaman de esta forma la libertad de sus familiares. A pesar del constante acoso por parte de las autoridades, estas mujeres han permanecido firmes en sus demandas.

Las mujeres del 11J

La protesta del 11 de julio de 2021 en todo el país tuvo una importante participación de mujeres, quienes fueron objeto de violencia por parte de los cuerpos policiales.

La organización independiente Justicia 11J reportó el pasado 11 de marzo que, a pesar de haber confirmado la liberación gradual de varias mujeres después de cumplir sus responsabilidades penales, al menos 62 mujeres aún permanecen en prisión por motivos políticos. De estas, al menos 47 son manifestantes del 11J. En las cifras compartidas por los medios estatales, así como en los análisis y coberturas realizados por estos sobre dicha temática, ha estado inexistente el enfoque de género. 

Diversas han sido las formas de protesta de las mujeres durante su encarcelamiento. Varias cartas denuncian la represión en las cárceles, otras van dirigidas a los organismos de derechos humanos, incluso al Papa Francisco pidiendo amnistía. Lizandra Góngora Espinosa, condenada a 14 años de prisión por su participación en las protestas populares en Güira de Melena, provincia de Artemisa, y las hermanas María Cristina y Angélica Garrido Rodríguez, condenadas a siete y tres años de prisión, respectivamente, por su participación en las protestas en Quivicán, Mayabeque, llevaron a cabo una protesta fue contra el uso del uniforme de presas comunes, argumentando que debían vestir de blanco por su condición de presas políticas.Las imágenes que surgieron en los días posteriores al 11J, con cientos de mujeres congregadas frente a estaciones policiales buscando información sobre sus familiares detenidos, señalaba la dirección que tomaría la próxima fase de la resistencia de las mujeres cubanas familia de presos políticos.

Las protestas no han cesado

La severa precariedad de las condiciones de vida de muchas mujeres en Cuba, sumada a la carga que recae sobre ellas al asumir la mayoría de las responsabilidades domésticas y enfrentar la crisis económica, indica que han aumentado las manifestaciones de disidencia abierta por parte de un segmento cada vez más amplio de mujeres. Este incremento no solo se refleja en términos de cantidad, sino también en la profundidad y el alcance de estas acciones.

En agosto de 2022, un grupo de madres residentes en un edificio en riesgo de colapso en Habana Vieja decidieron tomar medidas extremas: bloquearon el tráfico en la calle Habana, entre Muralla y Teniente Rey. Aunque su protesta no alcanzó sus objetivos y fue suspendida, logró un impacto significativo al movilizar a las autoridades y visibilizar la precaria situación del edificio ante la comunidad.

Una serie de acciones similares llevadas a cabo por madres cubanas en respuesta a las condiciones precarias en las que viven, continuaron de manera reiterada. En septiembre de 2022, algunas de estas madres  cerraron una sección de la Calzada del Cerro debido a la falta de electricidad, que estaba causando que sus alimentos se descompusieran. Esta no era la primera vez que las madres tomaban dicha medida; en junio de 2021, después de fuertes lluvias, varias mujeres cerraron la calle con equipos electrodomésticos para llamar la atención sobre las condiciones de estos tras las inundaciones.

Acciones llevadas a cabo por madres cubanas en respuesta a las condiciones precarias en las que viven continuaron de manera reiterada.

En junio de 2023, el video viral de Amelia Calzadilla reflejó el agotamiento y la lucha diaria contra las carencias provocadas por la ineficacia gubernamental.

Mientras tanto, la Universidad Ignacio Agramonte de Camagüey se convirtió en el escenario de otro acto de protesta. Un grupo de estudiantes becadas inició una manifestación desde la residencia de mujeres, exigiendo la restauración de servicios básicos como agua y electricidad. La protesta, que se extendió por todo el campus, paralizó la universidad por completo, algo inusual en Cuba.

Seguido de estas acciones, en julio de 2023, un grupo de mujeres planeaba manifestarse en la Plaza de la Revolución por la distribución de leche en polvo para sus hijos. Aunque les impidieron la protesta, se evidenció una vez más la persistencia de la lucha por la alimentación básica en la Isla.

El año continuó con más protestas. En octubre, otro grupo de madres se manifestó en Maisí, Guantánamo, por la escasez de agua y alimentos. A mediados de noviembre, mujeres con sus hijos bloquearon el tráfico en la Habana Vieja, exigiendo acceso urgente a agua potable después de 15 días sin ella. Para finales de ese mes, otro grupo de madres cubanas expresó su descontento frente al gobierno del municipio Marianao en La Habana, demandando una mayor provisión de alimentos y condiciones de vida más adecuadas para sus hijos.

El 18 de diciembre del mismo año, otro grupo de mujeres que vivían en albergues estatales en condiciones precarias bloqueó el tráfico en La Habana, protestando por sus derechos.

Por otra parte, desde marzo de 2023, la intelectual Alina Bárbara López Hernández ha llevado a cabo protestas en el Parque de la Libertad de Matanzas, exigiendo cambios políticos y sociales. A pesar de las amenazas y de haber sido condenada por desobediencia, López Hernández continúa su activismo persistiendo en sus demandas cada día 18 del mes en el parque matancero. Estas acciones colectivas e individuales reflejan la creciente resistencia y búsqueda de cambios en la sociedad cubana.

Protestas de marzo de 2024

En febrero de 2024, el Observatorio Cubano de Conflictos (OCC) registró un total de 661 protestas públicas espontáneas en Cuba, un aumento del 5.3 % en comparación con las 626 de enero.

Durante el mismo mes, se documentaron 75 protestas relacionadas con servicios públicos, en contraste con las 29 del mes anterior. Este incremento refleja una escalada en los problemas de servicios públicos, incluyendo apagones eléctricos más frecuentes y masivos, aumento en los precios del combustible y de las tarifas de transporte privado, así como una crisis en el suministro de agua. Estas protestas se suman a las quejas sobre la crisis alimentaria, exacerbada por la inconsistencia en la distribución de la canasta familiar normada.

El pasado domingo 17 de marzo se iniciaron las manifestaciones en la segunda mayor ciudad de Cuba, cuando un grupo de madres salieron a la calle con sus hijos para demandar comida y leche para los menores, en una barriada popular de la carretera del Morro. Le siguieron las ciudades de Bayamo, Granma; El Cobre, Santiago de Cuba y Santa Marta, Cárdenas en Matanzas.

En los videos de las manifestaciones se ha podido observar la alta presencia de mujeres con niños y el protagonismo de ellas de cara a las autoridades y grupos de ciudadanos paraestatales.

Sin embargo, contrasta con ello, el texto recientemente publicado en el periódico Sierra Maestra, donde se puede leer: «Fue un acto criminal el de esas madres que a pleno sol salieron con sus hijos a cuestas, para reclamar una leche que a veces ni los pequeños se toman, pues no pocas la venden a 2 000 pesos. Esas caras me las conozco bien, viven irritadas cuando el producto se demora, pues es una jugada perfecta que el Estado lo dé a precios módicos y sin disparar un chícharo, logren con su venta mucho dinero».

Al emplear términos como «acto criminal» para caracterizar su conducta, se establece un juicio moral sin considerar el contexto socioeconómico y político que motiva a estas mujeres a participar en protestas, lo que refleja un enfoque parcial y estigmatizador hacia este grupo en particular. Además, se las mira desde una generalización al sugerir que algunas se dedican a vender productos subsidiados a precios elevados, lo que contribuye a restar credibilidad a sus reclamos legítimos relacionados con la escasez y la distribución de alimentos. Este enfoque desacredita y criminaliza a las madres, perpetuando estereotipos sobre sus protestas y socavando el apoyo a su causa.

Al emplear términos como «acto criminal» se establece un juicio moral sin considerar el contexto socioeconómico y político que motiva a estas mujeres a participar en protestas.

Durante el día siguiente continuaron las protestas en la localidad de El Cobre en la provincia de Santiago de Cuba. Una vez más las mujeres encabezaban las protestas. Aunque en muchos videos solo se puede escuchar, debido a la oscuridad producto de la ausencia de luz eléctrica, se puede suponer que hay mayor énfasis de presencia femenina.

Para la madrugada del 19 de marzo en Cienfuegos y Sancti Spíritus, provincias del centro del país, los manifestantes también habían tomado las calles.

¿Por qué protestan las mujeres en Cuba?

El rol de las mujeres, que ya tenían la carga principal de las responsabilidades domésticas, se ha vuelto aún más pesado debido al aumento de su participación en la fuerza laboral. Esto ocurrió especialmente a partir de los años 90, un período marcado por crisis económicas, carencias extremas e inseguridad alimentaria que persiste hasta la actualidad. Además, el incremento desproporcionado de familias encabezadas por mujeres ha exacerbado esta situación, siendo las mujeres afrocubanas —triplemente afectadas por cuestiones de género, clase y raza— las que sufren en mayor medida las consecuencias de esta precariedad.

A pesar de la narrativa oficial que presenta a la mujer cubana como liberada del patriarcado y la discriminación gracias a las políticas del Estado, los patrones arraigados de subordinación persisten social y políticamente Estos incluyen la expectativa de que las mujeres cumplan roles domésticos, reflejando los persistentes ideales machistas cubanos sobre lo femenino y lo materno.

En 2016, la Encuesta Nacional de Igualdad de Género reveló que las mujeres cubanas de 15 a 74 años dedicaban 36 horas semanales a trabajos no remunerados, incluyendo labores domésticas y de cuidado, con casi nueve horas destinadas al cuidado de niños y personas dependientes. Además, el 72.8% de los encuestados consideró que los bajos ingresos son el principal problema que enfrentan las mujeres en la Isla, seguido por la escasez de viviendas (35.2%) y los problemas de transporte (31.8%). El instrumento también señaló que la crisis ha intensificado los trabajos no remunerados, principalmente realizados por mujeres en los hogares, aumentando su carga de trabajo y sacrificio.

El 72.8% de los encuestados consideró que los bajos ingresos son el principal problema que enfrentan las mujeres en la Isla.

En 2024, con una situación mucho más agravada, una crisis migratoria y un aumento en la población anciana, la carga de cuidado ha aumentado debido a una mayor cantidad de personas dependientes y la disminución en el número de cuidadores disponibles. Esto se empeora con el deterioro de los servicios públicos de apoyo al cuidado, lo que afecta principalmente a las mujeres responsables de estas labores. Según un informe de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), se prevé que para 2030 más del 50% de los hogares cubanos serán dirigidos por mujeres.

En el contexto de la crisis que atraviesa Cuba, las mujeres cubanas emergen como uno de los grupos más perjudicados. Además de enfrentar violencia específica y asumir roles de cuidado en la familia, se ven afectadas por la falta de ingresos adecuados. Su participación en protestas recientes evidencia su descontento, mientras el gobierno no muestra capacidad para protegerlas mediante leyes y políticas efectivas.

1 COMENTARIO

  1. El instinto de conservación supera al miedo y la gente protesta cuando llegan al límite.
    El hambre es mala consejera y es muy cierto.

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Laura Vargas
Laura Vargas

(Luyanó, La Habana, 1994) Activista feminista. Collagera por vocación. Licenciada en Gestión del Patrimonio Cultural por la Universidad de La Habana. Ha colaborado con distintas publicaciones como la revista Subalternas, Alas Tensas, El Toque, Oncuba, Cuba Study Group y con proyectos como Casa Palanca

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