El eco del rendimiento histórico del ajedrecista cubano —nacionalizado estadounidense en 2018— Leinier Domínguez en la Copa del Mundo de Azerbaiyán, todavía estremece medios de comunicación y redes sociales donde haya un cubano amante del deporte.
No es para menos. El llamado «Ídolo de Güines», con 2 739 puntos ELO y en el puesto 16 del orbe, según el ranking de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), se coló por vez primera entre los ocho mejores en una lid mundial, con el concurso de los mejores trebejistas y un performance sólido que contempló, en partidas clásicas, cuatro victorias, cinco tablas y un único revés ante su coequipero y victimario en dicha instancia, Fabiano Caruana (2 782 puntos-tercero del planeta).
En lo personal, seguí el desenlace de cada partida de Leinier con orgullo supremo, similar al que experimenté con la presencia récord de peloteros cubanos en el Juego de las Estrellas de la Major League Baseball (MLB); con los rendimientos de Melissa Vargas y Wilfredo León en la Liga de las Naciones de voleibol con Turquía y Polonia, respectivamente; con los triunfos de las portentosas piernas de Omara Durand y Robiel Yankiel Sol en el Mundial de paratletismo; con el ascenso al Everest de Yandy Núñez; con el rendimiento de Elisbet Gámez, Andy Pereira, los luchadores y todo atleta que patentó actuaciones de relieve en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de San Salvador.
Y es que, para mí, como para millones de cubanos, celebrar un triunfo, éxito, o cualquier suceso donde se haya destacado un coterráneo, tanto en el deporte como en cualquier otra esfera de la vida, con ese sello de patriotismo, es motivo de satisfacción.
Sin embargo, los medios de comunicación oficiales se han parapetado en el silencio respecto a la actuación de Leinier, como sucedió anteriormente con Melissa, Wilfredo, los ases cubanos de Grandes Ligas, o los cronos recientes de Iribarne y Mena, clavándose otra “espada de Damocles” en su escudo de credibilidad.

Junto a Leinier y el colega Abdul Thabet Tejeiro durante un intercambio en el año 2015. Foto: Cortesía del autor.
El Leinier que yo conozco
Leinier es uno de los deportistas más centrado, estudioso, humilde y solícito que conozco. Nuestros intercambios iniciaron por el 2009 y luego se hicieron más recurrentes, ya fuere por mi presencia habitual en las ediciones de los Capablanca in Memorian, las simultáneas Che Vive o las entrevistas concertadas.
En una de nuestras conversaciones, me comentó que «en la élite todos los contrarios son difíciles. Por mis resultados ante él, podría decirte que el noruego Magnus Carlsen (2 835) es el más escabroso, pero hay una súper élite compuesta por el propio Carlsen, Caruana, el ruso Ian Nepomniachtchi (2 779), el indio Viswanathan Anand (2 754) y otros, que han experimentado un ascenso considerable a los cuales resulta sumamente complejo derrotar. Ellos combinan talento y, además, son muy trabajadores. Quizá Carlsen sea el menos dedicado, pero también el más genial.
«De cara a un torneo o después de patentar un rendimiento loable, hablar de forma óptima es sumamente complicado. Se compone de un balance entre entrenamiento y juego. Eso te da la posibilidad de estar afinado en el cálculo de variantes y desarrollar la capacidad de anticipación. Lo ideal es equilibrar eso con el componente físico».
Agregó que en materia de desarrollo tecnológico «se han desarrollado programas muy fuertes desde hace poco más de 15 años. Funcionan como un avezado analista, pues calculan un enorme espectro de variantes. Eso ha contribuido a la evolución del ajedrez; aun así, resulta primordial saber prepararse, tener un buen equipo y la debida selección y participación en torneos según el coeficiente que se posea.
«Las tablas principalmente se corresponden con el nivel del certamen que encares. Es una tendencia en el ajedrez actual, a tono con la paridad. Te confieso que no salgo a buscar la igualdad. Mi estilo es agresivo».

Leinier consiguió uno de sus mejores rendimientos al imponerse en el Grand Prix de Salónica, Grecia, en 2013, con ocho puntos de once posibles, récord de seis éxitos y coeficiente promedio de los once rivales enfrentados de 2 753 puntos ELO. Foto: Tomada de http://soyquiensoy.blogia.com.
Ahora, en Bakú, Leinier adicionó 5.6 unidades para su coeficiente ELO, que verá reflejadas en la próxima actualización del ranking correspondiente al 1ro de septiembre, además de ganar 35.000 dólares en premios, en correspondencia con su avance por las distintas fases del certamen. Su pulso de por vida versus Caruana dejó la balanza 4-2, favorable al trebejista de origen italiano en 21 cruces clásicos, de un total de 67 cara a cara, si se contemplan además las modalidades rápidas y Blitz.
En el primer enfrentamiento, incluso, los analistas lo daban con opciones de victoria, pues llegó con ventaja de dos peones al desenlace de torre y caballo. Sucedió que, con apuros de tiempo, cometió algunos deslices que Caruana aprovechó para nivelar el cotejo y firmar el armisticio definitivo.
A continuación, les dejamos la partida decisiva entre Leinier y Caruana, que marcó el adiós de la justa para el cubano.
Respecto a sus perfomances precedentes más destacados, previo a Bakú alcanzó en par de oportunidades en octavos de final. Primero en 2011, cuando fue eliminado por la húngara Judit Polgar 3½-4½; luego en 2019, al ceder 1½-2½ ante el ruso Alexander Grischuk.
A lo anterior hay que agregar su avance a cuartos en el Campeonato Mundial de Trípoli 2004, instancia en la que inclinó su Rey ante el azerí Teimur Radjabov (2 747), pero la FIDE no considera este certamen como Copa del Mundo.
El «Ídolo de Güines» se inició en el reinado de Caissa de la mano de su padre, a los cuatro años. Se apoderó con 15 abriles de la primera norma de Gran Maestro (GM); en tanto, en el Abierto de Linares del 2001, conquistó la definitiva de GM.
En julio del 2008, patentó su inscripción en el club de los 2 700, y en mayo del 2014 asestó un golpe de magnificencia, cuando se situó como décimo del mundo con ELO récord de 2 768. Hablamos de 181 meses perteneciendo a una agrupación de vanguardia, sin descender de ese pedestal al que muchos ajedrecistas no podrán acceder a lo largo de su carrera. Actualmente, posee además un rating de 2 705 puntos en la modalidad Rápida, y 2 654 rayas en la variante Blitz.
Por semejante conjugación de talento, resultados y estabilidad, es que Leinier es considerado el mejor trebejista cubano de todos los tiempos después del mítico José Raúl Capablanca, quien se coronara en la versión de la Olimpiada Mundial de 1939 con 8.5 unidades de 11 posibles, en cruenta batalla con el francés Alexander Alekhine.
Rendimientos y orgullo en la misma cuerda
Semejantes razones son suficientes para que el eco de sus méritos en Bakú hubiese ensordecido en la prensa cubana, tal y como ha sucedido en medios de comunicación independientes y en las redes sociales, donde los seguidores del «Ídolo de Güines» le acompañaron en cada movida de sus piezas durante toda la Copa del Mundo.
Otra vez se impone el silencio como premisa; otra vez la segregación como política en lugar del puente y la posibilidad de aglutinar a los cubanos, por sus virtudes, desde cualquier latitud.
Se exacerba el agujero negro entre talento deportivo nacido y formado en Cuba, la necesidad de crecimiento y mejoras a nivel profesional y económico de nuestros deportistas, y la incapacidad de las instituciones para brindarles condiciones que les permitan continuar apostando por Cuba, sus torneos, opciones de contratación, y la defensa del pabellón tricolor en la arena internacional.
En un momento en que Cuba necesita del esfuerzo colectivo, del aporte de quien tenga sentido de pertenencia para con su Patria en cualquier esfera de la sociedad; de una reconstrucción verdadera sobre los pilares de «con todos y para el bien de todos» promulgados por Martí, produciría enorme satisfacción vernos representados por Leinier, Melissa, Wilfredo, Yaimé, Juan Miguel, Mena o Iribarne, Manrique Larduet, Fernando Dayán, Andy Cruz, Ismael Borrero … y tantos otros.

El velocista Reynier Mena, motivo de orgullo al conseguir sus mejores marcas en 100-9.99 segundos, y 200-19.63 metros al amparo del Club portugués Benfica. Foto: cortesía del autor.
Reitero que aglutinar es mejor que dividir. Entiendo que las circunstancias en cada caso varían, amén de que los móviles de la mayoría de los que han partido en busca de un futuro menos incierto son similares: mejores condiciones para su desarrollo profesional y estabilidad económica para ellos y, en consonancia, sus familias.
En cualquiera de los escenarios, pretender ahogar actuaciones decorosas y ocultar el orgullo bajo el manto del silencio, la indiferencia y la segregación, no han sido nunca, ni creo que serán, los mecanismos más acertados de solución a un fenómeno que se exacerba a medida que pasa el tiempo.
12 comentarios
En Trípoli si bien la FIDE no considera ese evento como Copa del Mundo, es a mi criterio un tecnicismo. El ritmo de juego y sistema de clasificación y eliminación es el mismo. Solamente le cambiaron el nombre. Si a la UEFA Champions League le cambiaran el nombre entonces ya el R.M. no sería el máximo ganador de la “nueva competición”? Otro detalle es que en esa competencia vs Radjabov Leinier no “inclinó su Rey”, pues llegaron a la última partida de desempate donde le tocó jugar con blancas y un minuto adicional, pero para avanzar tenía que ganar. La partida fue tablas, así que lo eliminaron sin inclinar su monarca.
Respecto a “…produciría enorme satisfacción vernos representados por…” coincido plenamente. Ojalá todos esos deportistas que mencionas (y otros muchos) representaran a nuestro país. Sin embargo muchos no lo hacen por decisiones que han tomado ellos mismos. Se puede residir fuera de Cuba y representar a tu país como hacen varios. Lisandra Ordaz, (ya que de ajedrez hablamos) es la principal figura femenina y es un ejemplo en ese sentido. Lo mismo ocurre con Onel Hernández (fútbol), Mujica (pelota) entre otros.
Puedo imaginar una de las causas del silencio, se imaginan que el idolo cubano de todos los niños cubanos que juegan al ajedrez sea un cubano que se fue a vivir a un pais mucho mas grande y fuerte que constantemente nos hace la vida imposible, que adopto su ciudadania y que representa a ese pais?, como quedan entonces los jugadores que se quedaron?, cual debe ser la aspiracion de nuestros pequeños futuros maestros?, que queremos enseñar a nuestra juventud ajedrecistica?, que sea talentosa y patriota?, o que ponga primero jugar bien y vivir bien no importa donde?.
Es que DE HECHO, ese “cubano que se fue a vivir a un pais mucho mas grande y fuerte” es el ídolo de muchos pequeños ajedrecistas cubanos, igual que muchísimos atletas del 3er mundo que se han ido al norte son ídolos en sus naciones. Los niños no pueden crecer de espaldas a la realidad del mundo.
Según tengo entendido todos los deportistas que salen del país que lo vió nacer, lo hacen para buscar un bienestar para su familia y tratar de ver sus sueños cumplidos.
Ese patriotismo marrullero que pregonan algunos, ya es un disco gastado y ya a estas alturas a nadie convence.
Con la inteligencia y el esfuerzo de un deportista nadie debe manejarlos a su antojo, convirtiéndolos en simples marionetas para sacarles el jugo, sencillamente a cambio de nada. De verdad que eso duele y muchos optan por largarse o quedarse pese a la vigilancia de sus entrenadores, algunos convertidos en simples vigilantes.
El silencio más bien lo veo vergonzoso al no hacer público y noticioso la actuación internacional de cualquiera de los atletas cubanos, vivan donde vivan, y Sr Taran, su patriotera y muy infantil visión de que significa PATRIA y que podría sentir privadamente ese lugar donde vivimos varios millones de Cubanos que hoy vivimos fuera de la isla y le aseguro es mucho mas complejo y sorprendente de esa idea. Y le aclaro Cubanos todos.
Emigre hace 20 años, Cuba sigue siendo mi patria pero esa definición de Patria como “País o lugar en el que se ha nacido o al que se pertenece por vínculos históricos o jurídicos” ha de sentirse, no es suficiente el hecho de haber nacido, y lo veo así inclusive en mis dos hijos que emigraron pequeños y el más pequeño, emigro con solo 6 años, que “no cerro vínculos” con esa PATRIA en donde nació y hoy es Canadá que nos dio abrigo, habiendo vivido la mayor parte de su vida de este lado, su PATRIA y es completamente entendible.
Al señor Taran solo le interesa el ¿cómo quedan los que se quedaron? No veo problema con eso. Los que se quedaron han decidido su destino y los que se fueron también. Ninguno de ellos ha dejado de ser cubano. De hecho, si visitaran la isla deberían presentar su pasaporte cubano y la constitución reconoce la doble ciudadanía. Pero algunos tienen en su mente los esquemas derrotados por los tiempos y por la vida misma. En mi opinión el patriotismo difiera bastante del “patrioterismo”. La cosa “patriotera” es falsa, vacua, llena de consignas. En mi opinión el patriotismo tiene que ver con el servicio a la patria y lamentablemente, por las características del sistema que impera en Cuba, muchos profesionales no hemos podido servir a nuestra Patria como habríamos querido y hoy solo podemos hacerlo con el pensamiento. Somos muchos los cubanos patriotas que vivimos fuera de Cuba, señor Taran. Somos muchos los cubanos a los que aun la Patria nos desvela, no importa donde estemos.
Coincido contigo Mauricio.
Muy comoda y conveniente esa posicion realmente, perdon no puedo coincidir con ella, soy patriota desde lejos y lo que hago por mi Patria para demostrarlo esta en mi pensamiento.
Me gustaria un articulo de LJC sobre lo que se entiende por Patria o ser patriota o patriotero.
A quienes viven de dividir a los cubanos, no puede servirle la unidad de los mismos . Que dirían todos al ver a Leinier, después de retirado, cargando agua en una bicicleta todo desvencijada, para criar tilapias en su casa, porque si quiere carne, tendrá que criar cerdos y aves él mismo, en un país donde nadie tira las sobras. Yo lo prefiero así, y por el camino que va.
Muy buen texto que hace honor al gran ajedrecista que es Leinier Domínguez Pérez. Solo me gustaría aclarar un par de cosas. La competencia de Trípoli de 2004 no puede ser considerada Copa del Mundo, no por un tecnicismo, sino porque no lo es. En 1993 se había producido un cisma en el ajedrez mundial, cuando el entonces campeón Garry Kaspárov y su retador, el inglés Nigel Short rompieron con la FIDE y se creó la Asociación Profesional de Ajedrez que desapareció años después. Sin embargo, se siguieron organizando campeonatos mundiales llamados “clásicos” porque el campeón seleccionaba a su retador, tal y como ocurrió entre 1886 hasta 1946, cuando falleció Alekhine.
Después de la muerte de Alekhine, la FIDE asumió la organización de los campeonatos mundiales de ajedrez. Mientras tanto, bajo la nefasta presidencia del millonario y entonces presidente de Kalmukia (república autónoma de la Federación Rusa), Kirsán Iliumzhínov, cambió el sistema de clasificación para el campeonato mundial que había existido desde 1948 y que constaba de torneos zonales, interzonales y un torneo de candidatos (o matches eliminatorios de candidatos), además de un match a 24 entre el campeón y el retador. El nuevo sistema fue algo parecido a lo que luego se usó en la Copa del Mundo, es decir, el llamado sistema de “knock out”, en el que los ajedrecistas se van eliminando en matches de dos partidas por ritmo de tiempo clásico y luego el desempate es en partidas rápidas. Así se jugaron los campeonatos mundiales de la FIDE de 1996, 1999, 2000, 2002, 2004 y 2005.
En 2004, en Trípoli es cuando Leinier se clasifica para cuartos de finales y empata con Timur Radjabov en cuartos de finales, pero como el azerbaiyano tuvo mejor resultado con negras, pasó a semifinales (un verdadero escándalo). Esos campeonatos fueron de “mentiritas”. Kaspárov era por entonces el mejor ajedrecista del mundo hasta 2000 y a partir de entonces Vladimir Kramnik. De los proclamados campeones mundiales de aquellos años solo el indio Vishnawathan Anand (2000-2002) era realmente un campeón, al punto de que ratificó su condición cuando se produjo la “reunificación de títulos” a partir de 2006. En 1999 el campeón fue el ruso Alexander Jáilfman, un ajedrecista bueno pero nunca fue un super estrella; en 2000 Anand; en 2002 el ucraniano Ruslán Ponomariov; en 2004 el uzbeko Rustám Kazimdzhanov, tampoco super estrella; y en 2005 el búlgaro Veselin Topálov, que fue y es un gran ajedrecista pero en aquella época no era mejor que Kramnik ni que Anand.
Lo que ocurrió en 2004 fue el Campeonato del Mundo, que en es mucho más importante que la Copa del Mundo, toda vez que la Copa aporta tres clasificados al Torneo de Candidatos del que sale el retador del campeón mundial. Las copas del mundo se organizaron después y adoptaron ese formato, que tiene como ventaja que involucra a muchos participantes pero como desventaja el hecho de que dos partidas no deciden quién es mejor. En las dos primeras partidas de su encuentro por el campeonato mundial, si hacemos abstracción de la segunda que Fischer perdió por no presentación, Spasski habría ganado 1,5-0,5; en el encuentro entre Botvinnik y Smyslov de 1954, el primero comenzó ganando 2-0, pero al final terminaron 12-12; en el match entre Petrosian y Spasski en 1969, Petrosian comenzó con ventaja 1.5-0,5 ante su retador, pero perdió 10,5-12,5 ante el leningradense; en el reciente encuentro entre Ian Nepomniatchni y Ding Liren el ruso comenzó ganando 1.5-0,5 pero al final perdió 8,5-9,5 ante el chino. Esto solo para mencionar algunos ejemplos.
La Copa del Mundo es entrentenida, pero en ningún momento refleja la fuerza real de los ajedrecistas.
Coincido contigo Harold. Excelente artículo.
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