La guagua va en reversa

No voy a comentarte mas a respecto.. pero creo haber hablado de 6135 visitors desde Cuba…y Osmany y compañia son cuatro o cinco.. a ellos no me interesa convencerlos de nada…

chacha, chacha, pero tu como buen «americano» le metiste mano a los guanajos y la cerveza, abandonaste tu puesto como «provocador» en la lucha de ideas, demostraste que lo tuyo es 9 to 5, mas dias feriados, 🙂 🙂 🙂 y despues te quejas del imperio, estoy seguro que aumentaste 5 libras ayer. 😉 Saludos

Este comentario fue para Luismi nuestro Sol,pero salen donde quiera

Esperemos que ese sea el tema de un post

Alexis,

En esos dos comentarios has soltado muchos lugares comunes que no por habituales dejan de ser nocivamente erróneos. ¿Me permites?

Decir que a Noam Chomsky no le interesan los trabajadores es un absurdo que revela una profunda ignorancia. Chomsky es un pan-intelectual, un teórico cultural más que lingüista, con el que difiero en muchas cosas pero apoyo totalmente en su lectura de la verdadera naturaleza de Lenin. Puedes leer sobre ella, está online. Y Chosmy es un gran amigo del gobierno cubano… no se preocupa por los desposeídos? No es un anti-imperialista?
Luego, me preocupa severamente que quieras impartir la verdad sobre quiénes representan al «proletariado, las amplias mayorías» y quiénes no. Te crees en posesión de esa verdad? Alguna vez has visto lo que las políticas sindicales agresivas hacen obstaculizando la creación de empleos? Alguna vez has salido de tu burbuja marxista-leninista, evidentemente plagada de prejuicios morales, para leer críticas certeras al principio del salario mínimo y su elevación? Has leído alguna vez a Carl Menger, el fundador de la Escuela Austriaca de Economía, desmontar con facilidad la teoría de la plusvalía marxista? Apuesto que nunca leíste a Böhm-Bawerk desmontar las premisas de Marx sobre el valor del trabajo, no es así?

Crees que el socialismo, sobre todo el de la corriente marxista-leninista, es la mejor manera de ayudar a los pobres? La experiencia hasta ahora dicta que no, pero nunca te has preguntado si otros pensamientos son más beneficiosos (y buscan serlo) para la población general, que sí, que incluye al proletariado y en un tremendo primer plano? No estoy seguro de que entiendas que el liberalismo ayuda a los pobres. Todo el mundo cree que los liberales libertarios son codiciosos capitalistas que están a favor de maximizar las ganancias por sobre todas las cosas. Nada más lejos de la verdad. La diferencia es que el Liberalismo, a diferencia del Marxismo-Leninismo, persiguiendo el mismo fin ha llegado a sus conclusiones a través de la experiencia, y busca resultados… mientras que los socialismos de corte duro hacen preponderar una doctrina vagamente deductiva que nunca parece alcanzar las condiciones para ponerse en práctica.

La situación actual del mundo afortunadamente no demuestra nada de lo que presagias en tus ideologizantes y proselitistas presagios. Es erróneo para ti pensar que los marxistas y otros tipos de socialistas son los únicos abanderados en la lucha contra la pobreza. Eso es un disparate que no importa cuántas veces se refute siempre tendrá populistas vociferándolo, como lo haces tú, intentando adjudicarle al casi extinto marxismo-leninismo el monopolio exclusivo de la búsqueda de la justicia social… obviando toda la pobreza, la explotación, la discriminación y las muertes que han provocado las ideologías estatistas, sobre todo el marxismo-leninismo.

Esto lo sabían nuestros héroes de la independencia más connotados, muchos de ellos masones, la mayoría de ellos liberales. Lastimosamente repites la vieja patraña de que el unipartidismo queda justificado en que Martí creó un solo partido para luchar por la independencia, lo cual ya de por sí es un disparate que no necesita profundización, pero de llevarla conduciría a esa cita suya que reza: “Siempre es desgracia para la libertad que la libertad sea un partido” (Carta a Manuel Mercado, 11 de Febrero de 1867). También llevaría a recordar que la fundación del PRC no fue una caprichosa invención de Martí, sino que en él estaba el saber y la voluntad de cuantos grupos lo precedieron en la lucha por la independencia, y ese era su propósito claramente establecido: lograr la independencia. No era de apoderarse de la mayor cantidad de excaños parlamentarios posibles en la nueva República, sino garantizar que «los Clubs Revolucionarios debían unirse en la obra común de la independencia, y que ellos funcionarían arbitrando y reuniendo recursos pecuniarios y elementos de guerra, o por medio de la propaganda, generalizando y unificando la opinión en el pueblo, o conquistando nuevos proselitos y simpatizadores que coadyuven al mismo fin» (Estatutos), y que eso justificó su disolución por Estrada Palma.

Martí, que creó un partido unificador y de masas que en su fundación incluyó un amplio espectro político, hubiera aborrecido el Partido Bolchevique que Lenin creó, siguiendo su teoría de la «vanguardia revolucionaria», que se formaba de «revolucionarios profesionales» políticamente homogéneos y confiables para Lenin. También lo hubiera aborrecido Maceo, que en una carta de 1866 decía que quería crear un Partido Independiente con una dirigencia elegida por «una votación libérrima», no por una selección de cuadros. Decía Maceo: «Nuestras aspiraciones son amplias, y en ellas caben todos los hombres, cualquiera que sea su modo de pensar y el juicio que formen de las cosas. Si libre fuera su voluntad y decir, libérrima y generosa debe de ser nuestra soberanía…»

De hecho, volviendo a Martí, el Apóstol tiene una larga lista de frases antisocialistas y liberales, y encima muchos textos que evidencian que el PRC era un partido unificador, no un partido de una sola tendencia. Martí respetó mucho, por ejemplo, a los autonomistas y predijo lo que sucedió en la constituyente de 1902: que los autonomistas estaban llenos de buenas intenciones y se unirían a los independentistas triunfantes en la construcción de una República nueva y democrática, a pesar de las diferencias de opinión. En el periódico Patria, en 1866, dijo:

“Por la confusión de los términos se confunden los hombres…No hay que estar a las palabras, sino a lo que está debajo de ellas…La autonomía sería una palabra grata al cubano y al puertorriqueño, puesto que autonomía sólo quiere decir gobierno propio, si el autonomismo no hubiese descompuesto los elementos necesarios para el gobierno propio…La independencia sería más temible que deseable si con el nombre de ella se levantase a ahogarla una nueva tiranía…Los autonomistas, con su derecho pleno de cubanos, pueden, cambiando totalmente de espíritu y de métodos, entrar en la obra que perdura cuando la suya se viene abajo, en la obra que se mantuvo abierta para recibir a los mismos que la perseguían y reprobaban, en la obra nueva y radical de la independencia. La independencia, que se anhela para fundir en el trabajo victorioso de la creación del pueblo nuevo los factores que pueden debilitarlo o rendirlo al extraño si se aflojan o divorcian, jamás podrá ser la continuación de la obra tortuosa, indecisa, descorazonada y parcial de la autonomía…No es la caja sólo lo que hay que defender, ni es la patria una cuenta corriente, ni con poner en paz el débito y el crédito, o con capitanear de palaciegos una cuantas docenas de criollos, se acalla el ansia de conquistar un régimen de dignidad y de justicia, en que en el palacio del derecho, sin empujar de atrás ni de adelante, sean capitanes todos. La independencia no ha de ser, porque más valdría entonces que no fuese, el desconocimiento del derecho de una entidad cualquiera de la familia del país, nueva o histórica.”

Me hablas de Baliño como si la presencia de Baliño en la fundación del Partido Comunista Cubano fuera algo más que un símbolo artificial de continuidad. Para empezar, Carlos Baliño fue uno de los más «discontinuos» de los héroes independentistas, y Martí, a pesar de ser su amigo, no veía con buenos ojos las ideas alocadas de Baliño. Para empezar, cuando Baliño era un emigrado más en la fundación del PRC, no era socialista sino anarquista. Fue como anarquista, y no como marxista, como lo conoció y estimó Martí, quien con gran habilidad supo aprovechar su apoyo toda vez que el anarquismo cubano le negaba ayuda a la lucha por la independencia. Una revisión breve de las actividades de Baliño desde 1882, cuando estaba en Cayo Hueso, hasta el inicio de la guerra del 95, demuestra que él era una persona sin ideas claras, con cierta inclinación al anarquismo, jamás marxista. No compartía la visión republicana que eran tan central para Martí. Incluso llegó a decir «Los trabajadores no deben ocuparse de otra cosa que de sí propios, sin preocuparles poco ni mucho la república o la monarquía, la democracia o el absolutismo».

Baliño llegó así a ser absorbido por la corriente marxista cubana que ganó fuerza bajo la democracia, y se le menciona como «fundador» del Partido Comunista, pero nadie dice que el verdadero autor intelectual de la creación del PCC no fue un cubano, sino el polaco Fabio Grobart. Ni es verdad que fuera realmente un partido comunista propiamente dicho, sino algo más parecido a una organización político-conspirativa de marcado carácter pro-soviético y estalinista. Llama la atención que los tres primeros acuerdos del Congreso Fundacional de ese Partido no estén relacionados, como deberían haberlo estado, con la lucha de los trabajadores cubanos contra la explotación, con las ideas de Karl Marx, o con la construcción de una sociedad más justa en Cuba. No… los tres primeros acuerdos de ese congreso fueron, según el artículo de Blas Roca publicado en el periódico Hoy el 15 de agosto de 1965, un canto de adoración y obediencia. Era nada más que guardar un minuto de silencio por la muerte de Lenin, enviar una bandera y un saludo a los marineros soviéticos del barco “S. S. Vorovsky”, y solicitar la afiliación del Partido a la Internacional Comunista, con la promesa solemne de obedecer los 21 requisitos establecidos por Lenin para los miembros de esa organización. Baliño no fue más que un viejo decorativo para darle sensación de continuidad a algo que nunca pasó de ser más que una sucursal soviética en Cuba.

Y para finalizar, aunque Ignacio Agramonte no leyó el último tomo del «Capital», sí estaba familiarizado con el comunismo y con teóricos que precedieron a Marx y crearon casi todo el cuerpo de la obra del mismo, como Johann Karl Rodbertus con su teoría del trabajo. De hecho, en su discurso de investidura de la Universidad de La Habana en 1866, catorce años después de la última de las grandes obras de Rodbertus, Agramonte criticó fuertemente a la centralización tan característica de la experiencia comunista pasada y futura:

“La centralización ilimitada disminuye o destruye la libertad de la industria, la competencia entre productores, el perfeccionamiento y bajo precio de los productos. Requiriendo un número fabuloso de empleados, arranca brazos a las artes y a la industria, debilitando la inteligencia y la actividad, y convirtiendo al hombre en órgano de ejecución pasiva. (…) La centralización hace desaparecer al individualismo, tan necesario a la sociedad. De ahí al comunismo no hay más que un paso. Comenzando por declarar impotente al individuo, concluye por justificar cualquier intervención en sus actos, destruyendo su libertad, reglamentando sus deseos, sus necesidades, su pensamiento y hasta sus más íntimas afecciones.”

Puedes decir que Martí, Maceo, Agramonte y tantos otros hablaron desde la ignorancia (que se ve bien que fue así sólo de leerlos)… pero lo que sí NO puedes decir eso al mismo tiempo que dices que el marxismo-leninismo era compatible con nuestros padres fundadores. Eso es una mentira, y desgraciadamente sólo se puede desnudar su falsedad con un debate que en Cuba se niega. Pero aquí, en un espacio libre como es Internet, al menos ten la integridad intelectual de admitir tus errores… esos errores que tantas vidas y tanta falta de libertad han costado al mundo.

Ah, y no fueron los revisionistas los que hicieron claudicar al marxismo-leninismo. No. Todo lo que Bernstein y sus sucesores hicieron fue señalar las incongruencias de la teoría, tanto científica como filosóficamente. Los revisionistas sólo hicieron la advertencia… fue la realidad la que le pasó la cuenta al marxismo-leninismo que, por no querer oír, costó tantas y tantas décadas de sufrimiento. El marxismo-leninismo se cosumió a sí mismo, Alexis, y mucho antes de la caída del muro, incluso antes del mismo Stalin. Al menos ten memoria histórica, a ver si te sirve para despertar.