En los XIX Juegos Panamericanos de Chile, Cuba enfrentará otro examen de rigor que pondrá al desnudo, una vez más, la realidad actual de su movimiento deportivo y, de seguro, demolerá los pilotes de prestigio y rendimientos que aun la sostienen como paradigma de la actividad del músculo en América.
Desde la edición de Cali (Colombia, 1971) y hasta Guadalajara (México, 2011), los representantes de la Isla se adjudicaron la segunda posición por países a la escolta de Estados Unidos (EE.UU.), con excepción de aquel pletórico triunfo en calidad de anfitriones en La Habana 1991.
De hecho, la mayor de las Antillas sostiene el segundo lugar del medallero histórico por países, en citas multideportivas continentales, avalada por 908 oros, 620 platas y 596 bronces, precisamente detrás de los estadounidenses (2.064-1.542 y 1.107).
Para dilucidar en qué condiciones llega Cuba a Santiago de Chile, es necesario radiografiar algunas de las variables de mayor peso que seguramente incidirán en un posible resultado final.

Para muchos campeones como la ciclista de ruta Arlenis Sierra, será muy difícil repetir el oro de Lima en un escenario sumamente exigente. / Foto: Telesur.
Entorno exigente
El último recuerdo nos remonta a Lima 2019, cuando con una comitiva de unos 420 atletas Cuba incursionó en 267 pruebas, de las 419 con las que contó el programa y, en definitiva, nos vio descender hasta el sexto escaño de la tabla general de medallas, con apenas 33 cetros.
Sin embargo, el declive del deporte antillano ya venía patentándose desde Río de Janeiro 2007, cuando se alcanzaron 13 primeros puestos menos que en la versión de Santo Domingo 2003. Pero el descenso fue más contundente en Toronto 2015, cuando pasó de la segunda a la cuarta posición, al amparo de solo 36 coronas.
Por una razón u otra, en esas tres ediciones los países que directamente pugnaban con Cuba por posiciones de privilegio obtuvieron la sede de la cita panamericana: Brasil ancló tercera en Río de Janeiro 2007 con (52-40-65); México fue merecedor del cuarto escaño (42-41-50) en Guadalajara 2011; y Canadá terminó de segundo en Toronto 2015 (78-70-71).
Este último performance ganó extrema notoriedad si tomamos en cuenta el quinto escaño de los canadienses en Jalisco y su cuarta plaza en Río de Janeiro, llamada también la Ciudad Maravillosa; en ambos casos por debajo de los 40 vellocinos.
Esta situación de Cuba se torna mucho más preocupante si se consideran las probabilidades de que Argentina devenga «un hueso duro de roer», como ocurrió en Lima, donde nos arrebató el quinto escaño. A esto se suma el desarrollo alcanzado por Colombia en calidad de potencia continental emergente, que ya asestó una estocada de autoridad a Cuba en los Centroamericanos y del Caribe de San Salvador, al relegarla a la tercera plaza.
Habría que agregar, además, el posible desempeño de los deportistas chilenos, quienes de seguro patentarán uno de sus mejores performances históricos, dada su condición de anfitriones.
Todo este cambio en la «geopolítica» deportiva de América ha estado condicionado por la evolución del deporte en el plano mercantil hacia una esfera muy lucrativa, con sumas de dinero cada vez mayores puestas en función de su desarrollo en cuanto a infraestructura, tecnología de punta, contratación de entrenadores, asesores o personal altamente calificado, y hasta compra de deportistas bajo el amparo del fenómeno de nacionalización.
En mayor o menor medida, esos países se han insertado en semejante espiral, lo cual ha venido aparejado con el estancamiento del sistema cubano y su pirámide, a la que apenas le quedan algunas piedras colocadas de forma asimétrica.

La triplista Leyanis Pérez irá en busca de un debut dorado en Juegos Panamericanos, luego de fijar su tope personal en 14.98 metros. / Foto: Oncuba.
Poder de fuego disminuido
Hecho el recorrido por el escenario continental, Cuba asistirá a la capital chilena con 365 atletas para incursionar en 227 pruebas de las 425 que incluye el programa de los Juegos, contempladas en 38 de las 60 disciplinas deportivas convocadas.
Según las máximas autoridades del Instituto Nacional de Deportes y Recreación (Inder), 189 mujeres y 176 hombres componen la delegación, de los cuales más del 60% hará su debut en este tipo de competición y sobre cuyos esfuerzos recaerá el alarmante pero —desde la perspectiva de este analista— objetivo pronóstico lanzado por los gurúes del deporte en la Isla y fijado entre 18-22 preseas de oro.
Hay una cuestión para nada despreciable de cara a una actuación presumible de muchas de las principales cartas de triunfo cubanas: el hecho de haber atravesado por una temporada atípica, larga y que les ha acarreado un notorio desgaste. Hablamos de Juegos Centroamericanos y del Caribe en junio, mundiales del año anterior a los Juegos Olímpicos en muchas disciplinas, circuitos internacionales y certámenes ligueros de clubes en no pocos casos y, ahora, en una fecha sui generis, la celebración de los Panamericanos.
Contrario a lo evidenciado en las listas de inscripción en San Salvador, en Chile muchas figuras de relieve de otros países han declinado participar en la cita multideportiva continental. Ello se evidencia, sobre todo, en las especialidades no contempladas entre las 18 que concederán boletos directos a París 2024 o que, en su defecto, ya gozan de su pasaporte, así como de las otras 11 que concederán puntos para el ranking de clasificación olímpica.
Contrario a esta lógica, las autoridades deportivas de la Isla, en su afán de maquillar el resquebrajamiento por el cual atraviesa la actividad del músculo, decidieron ir con todo el «arsenal» de que disponían a ambos eventos, aferrados a los arquetipos de compromiso, responsabilidad, entrega y resultados; y quizás, poniendo en riesgo el estado físico y la capacidad de asimilación de cargas por un periodo en extremo prolongado de no pocas figuras.
Para reforzar este criterio, tenemos que el alcance de Cuba como potencia prácticamente ha desaparecido. Me refiero al adquirido al amparo del impulso que le confirieron los saberes, escenarios de intercambio, confrontación y medios aportados por la extinta Unión Soviética y los restantes países del Campo Socialista, o la llamada Europa del Este.
Una muestra de ello se encuentra en que, en las ediciones de Santo Domingo 2003 y Río 2007, constituyeron 16 los deportes que aportaron títulos, mientras en Toronto 2015 fueron 12 y, en la pasada versión de Lima 2019, la cifra se redujo a nueve.
De cara a la cruenta porfía que se sostendrá en Santiago de Chile, este cronista deposita las opciones de cetro en el atletismo, boxeo, lucha, judo, canotaje, tiro deportivo y ciclismo, con la esgrima, el clavado y la gimnasia artística en un segundo grupo de opciones.
Mientras, entre las disciplinas colectivas, el voleibol masculino se perfila como el de mayores oportunidades de acceder a lo más alto del podio. Por el béisbol cuesta apostar, luego del fatídico sexto peldaño de la capital peruana y los sucesivos performances al más alto nivel, con excepción del V Clásico Mundial.
El corazón del deporte y lo extradeportivo
Hemos venido despejando incógnitas sobre la posible actuación de Cuba en los Panamericanos. A los argumentos esgrimidos anteriormente, caben añadir los constantes procesos de renovación a los que se han sometido los equipos nacionales de muchas disciplinas, incluso varias de las que poseen mayor tradición y empuje al máximo nivel en el continente o el mundo.
El creciente auge migratorio y la solicitud de baja de un volumen considerable de atletas, en su mayoría urgidos de alcanzar mayor bienestar económico para sí mismos y sus familias, ha profundizado el agujero negro dentro del movimiento deportivo cubano.
A propósito, el vicepresidente del Inder, Ariel Saínz, remarcó que durante el año 2022, un total de 109 deportistas se desligaron del movimiento deportivo cubano y otros 78 lo han hecho en lo que va del presente 2023. De esas bajas, aseguró el funcionario que 33 tienen un impacto directo en el medallero del certamen continental.

La lucha, y en especial el estilo grecorromano, se perfila como bujía de rendimiento para Cuba en la cita continental, luego de su foja de (5-2-9) en la edición precedente. Foto: United World Wrestling.
Por otra parte, el deporte no escapa de la crisis general que vive la nación, con su estructura de preparación y competitiva en extremo deteriorada, las matrículas de las Escuelas de Iniciación Deportiva (EIDE) contraídas en extremo, a lo que se adicionan las precarias condiciones de las preselecciones nacionales, y la pobre inversión tanto del Estado como del Inder en función de desarrollar el deporte, pese a los ingresos derivados de la contratación de deportistas y entrenadores en el exterior.

Presupuesto destinado a la inversión en Cuba en el primer semestre de 2022. Fuente: ONEI
No se puede esperar mucho más en este sentido cuando el país no invierte lo necesario en otros sectores tan medulares como la alimentación, salud y educación.
Todas y cada una de las cuestiones esgrimidas funcionan como un émbolo de presión de cara a los posibles rendimientos de nuestros atletas. El barco del deporte cubano navega a la deriva. Solo resta encomendarse a la providencia y esperar que no ocurra un naufragio catastrófico en aguas chilenas.
1 comentario
El artículo consta de 27 parrafos, en 21 de ellos se dicen cosas negativas del deporte en el país.
Los comentarios están cerrados.