José Martí y las confusiones acerca del socialismo

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Los idiomas se enriquecen al incorporar nuevas palabras, que varían sus significados en el proceso de asimilación y adaptación por los hablantes en las circunstancias sociales en que son empleadas. Esto ha ocurrido con el término socialismo desde su aparición hasta la actualidad. Bajo este término se han concebido formas disímiles de organizar la sociedad para beneficio de las mayorías, o se han cobijado aspiraciones deleznables de grupos o sectores minoritarios que han aspirado al encumbramiento propio, en detrimento de las aspiraciones populares.

La utilización del término socialismo apareció en la década de ’30 del siglo XIX para identificar una de las tendencias de esta forma de concebir la solución de las dificultades de los más necesitados. El concepto evolucionó en menos de una década hasta adquirir una connotación inclusiva, la cual abarcó a la generalidad de los grupos que aspiraban a cambios sociales contrarios al individualismo. [1]

La palabra socialismo no aparece en los textos de José Martí hasta su estancia en México (1875-1876). Durante la etapa inmediatamente anterior, desterrado en España, debió conocer los acontecimientos de la Comuna de París, ocurridos entre marzo y mayo de 1871, pero no publicó comentario alguno ni hemos hallado anotaciones en sus cuadernos de apuntes, sino solamente unas pocas referencias indirectas en toda su obra.[2]

La prensa española difundía noticias manipuladas sobre los hechos, e identificaba a los socialistas franceses con la violencia destructiva. Tales tergiversaciones carecieron de una respuesta efectiva, pues el movimiento obrero se hallaba dividido, con predominio de los sectores anarquistas. El joven Martí se mantuvo distante de tales pugnas intestinas que condujeron a los desaciertos de los bakuninistas[3] durante las insurrecciones cantonales de 1873.[4] Desde entonces, el patriota cubano se manifestó contra la búsqueda de la justicia social por métodos violentos, característicos de los anarquistas extremistas.

En México, la generalidad del movimiento obrero optaba por vías reformistas y apoyaba al gobierno de Lerdo de Tejada. Entre los trabajadores urbanos prevalecían dos corrientes, orientadas por ideas confusas: una cercana al anarquismo, con el periódico El hijo del Trabajo como su principal difusor; y otra unionista, mutualista, cooperativista, denominada socialista o socialcristiana, agrupada en torno al Gran Círculo de Obreros de México y su medio El Socialista.

Periódico El Hijo del Trabajo
Foto: Gobierno de México

Este peculiar «socialismo» mexicano abogaba por reformas sociales y morales como la instrucción, el establecimiento de agrupaciones mutualistas, garantías políticas y sociales, así como procuraba el bienestar de los trabajadores en justa armonía con los propietarios, con la finalidad de lograr beneficios sin trastornos violentos.

Dirigentes del Gran Círculo identificaban a Martí como defensor de los derechos de los proletarios, por lo que a principios de junio fue escogido delegado al primer Congreso Obrero por la Sociedad Esperanza, formada por empleados públicos de la capital federal. Las actas del encuentro han desaparecido, por lo que no consta su participación en las sesiones, quizás por percibir con disgusto la división entre los asistentes, con predominio de tendencias extremas.[5]

Los dirigentes anarquistas incrementaron los llamados a no participar en las luchas políticas, lo que se unió a la debilidad del gobierno ante el empuje de la reacción armada que encabezaba el general Porfirio Díaz, quien tomó el poder. Martí se marchó de México, y las referencias al movimiento obrero sólo volvieron a ocupar lugar en su obra durante su larga permanencia en Estados Unidos, desde 1880 hasta principios de 1895.

La evolución de las apreciaciones martianas del fenómeno ha sido analizada por diversos autores, lo que permite sintetizar su comprensión paulatina de las razones que asistían a los desposeídos para luchar por alcanzar salarios justos y condiciones humanas de vida, a la vez que condenaba tanto las formas violentas de pedirlas como la represión policial para eliminarlas.

La situación estadounidense hacia 1880 se caracterizaba por la concentración obrera en grandes ciudades —Nueva York, Chicago, Detroit, Cleveland, Milwakee—, en las cuales casi el 80% eran inmigrantes europeos, seguidores de diversas formas de socialismo. Paralelamente se fortalecían agrupaciones dirigidas por oriundos del país, como los Caballeros del Trabajo y la Federación Americana del Trabajo, sustentadas en un discurso democrático, capaces de negociar y colaborar con los propietarios.

Los pocos resultados efectivos alcanzados por estos métodos provocaron grandes huelgas en las que primaban las acciones violentas contra los esquiroles, las instalaciones fabriles y los agentes contratados y la policía, utilizados por los propietarios para restablecer el orden que les convenía a sus intereses. Ante aquella situación, Martí expresó: «Estamos en plena lucha de capitalistas y obreros». [OC, t. 9, p. 322] [6]

La situación contribuía a generalizar confusiones acerca del ideal socialista, denominación asumida por diferentes tendencias. El patriota cubano, siempre en defensa de los más necesitados, llegó a identificarse espiritualmente con algunas ideas del socialismo utópico, como puede constatarse en este fragmento:

«¿Quién, con nobles empeños, no ha aderezado a sus solas cuadros de distribución de los productos, de modo que el dueño holgado toque a un poco menos, y el apurado obrero a un poco más? […] ¿Quién no se ha levantado impetuoso, y retrocedido con desmayo, de ver cuánta barrera cierra el paso a los que sin más caudal que una estrella en la frente y un himno en los labios, quieren lanzarse a encender el amor y a pregonar la redención por toda la tierra? ¿Quién no ha reconstruido con su cerebro la “Utopía” de Moro, y la “Occeana” de Harrington?» [OC, t. 5, p. 105] [7]

Apreciaba en aquellos intentos aspiraciones nobles que merecían respeto y reconocimiento, aunque no consideraba entre las soluciones la eliminación de la propiedad —«el dueño holgado toque a menos»—. Recordemos que entre 1800 y 1900 hubo más de cien comunidades socialistas utópicas en Estados Unidos, y que algunas se instauraron en varios países de América Latina.8 Tanto en el norte como en el sur del continente fracasaron, lo que Martí valoró como intentos fallidos para el logro del equilibrio social, sin demeritar a sus promotores.

José Martí / Cuba
Foto: Wendy Pérez Breijo

Compartía las confusiones prevalecientes en la época. En uno de sus Cuadernos de apuntes expresa: «Socialismo.?Lo primero que hay que saber es de qué clase de socialismo se trata, si de la Icaria cristiana de Cabet, o las visiones socráticas de Alcott, o el mutualismo de Prudhomme, o el familisterio de Guisa, o el Colins-ismo de Bélgica, o el de los jóvenes hegelianos de Alemania». Y más adelante, en la misma anotación, incluye otras concepciones, también diferentes entre sí, como «Los Zadrugas de los búlgaros» y «Los ‘mirs’ rusos.» [OC, t. 21, p. 386].[9]

No obstante, por sobre la ausencia de información y de precisiones acerca de las diferencias entre las distintas corrientes del socialismo, prevaleció su concepción de hallar soluciones propias aplicables en Cuba, pues consideraba ajenas las provenientes de países con realidades y problemas diferentes a los de la isla antillana sometida al colonialismo español.

Al respecto escribió: «Cada pueblo se cura conforme a su naturaleza, que pide diversos grados de medicina, según falte este u otro factor en el mal, o medicina diferente. Ni Saint-Simon, ni Karl Marx, ni Merlo, ni Bakunin. Las reformas que nos vengan al cuerpo». Además, añadió: «Asimilar lo útil es tan juicioso, como insensato imitar a ciegas». [OC, t. 12, p. 378]

A  pesar de sus objeciones, y de considerar aquellas formas de socialismo inapropiadas para su país en aquellos momentos, en sus convicciones democráticas no había lugar para el rechazo y la condena a quienes concebían ideas diferentes a las suyas; por el contrario, dejaba un amplio margen para la discusión y el diálogo, beneficioso para quienes se empeñan en la búsqueda de la verdad, de las mejores opciones, sin imponer criterios, condenas prehechas ni consignas absurdas.

El Maestro siempre afirmó su «respeto por todas las doctrinas, sean cualesquiera sus nombres, que busquen, con respeto a las de los demás, la plenitud del derecho humano». [OC, t. 2, p. 144]

 

NOTAS Y REFERENCIAS

[1] Ver G. D. H. Cole: Historia del pensamiento socialista, México, 1975, tomo I, p. 9-11. (Utilizamos la palabra “Ver” para indicar el uso de fuentes no tomadas textualmente.)

[2] Ver María Caridad Pacheco: «Glosas en torno a José Martí, la Comuna de París y los sucesos de Chicago», en Anuario del Centro de Estudios Martianos, no. 41, La Habana, 2018, p. 300-392.

[3] El bakuninismo es una corriente de pensamiento anarquista, basada las ideas del pensador ruso Mijaíl Bakunin (1814-1976). 

[4] Ver Paul Estrade: José Martí. Los fundamentos de la democracia en Latinoamérica, Madrid, 2000, p. 322; e Ibrahim Hidalgo: Martí en España. España en Martí (1871-1874), La Habana, 2007, p. 132-134.

[5] Ver P. Estrade: ibídem, p. 272, 274-282; y 321; y «Un “socialista” mexicano: José Martí», en Casa de las Américas, no. 82, La Habana, enero-febrero, 1974, pp. 40-50.

[6] Datos tomados de Erika Pani: Historia minima de Estados Unidos de América, México, 2018, pp. 159-172.

[7] Ver Rafael Almanza Alonso: En torno al pensamiento económico de José Martí, La Habana, 1989, p. 222-228.

[8] Carlos M. Rama: «El utopismo socialista en América Latina», en Utopismo socialista (1830-1893), Caracas, 1985, pp.  XI-LXXI.

[9] Ver R. Almanza: ob. cit., pp. 238-241.

2 COMENTARIOS

  1. Profesor me hizo usted recordar que “Los hombres aprenden poco de la experiencia de los otros. Pero en la vida, nunca vuelve el mismo tiempo.”, el pasado y la historia nos muestran la vida y las decisiones que otros hombres tomaron ante los retos de la vida. El apóstol murió hace casi 130 años de que socialismo estamos hablando, el autor intelectual del socialismo real Cubano post 1959 también, ese fue otro socialismo, Raúl intento encausar lo que se iba presentado y el continuo fracaso sin el resultado esperado también acompaño una buena parte de su gestión del país, el equipo elegido para la transición generacional profundizo muchísimo mas aun, el agujero en que se desarrolla la Cuba de hoy, en la realidad mundial de hoy, con los hombres y mujeres de hoy, pero recordemos que desde que existe la pala, el agujero siempre se puede hacer más profundo, entonces mejor quitarle la pala a tiempo digo yo.

  2. No hace falta tanta historia para afirmar que Martí, ni era socialista. Ni apoyó al socialismo como sistema. Su expresión escrita sobre Carlos Marx, ha sido utilizada y manipulada por la revolución después de 1959. La opinión de Martí fue sobre la persona de Marx y no sobre el socialismo como sistema. Basta leer el escrito de Martí sobre Spencer y se dará cuenta de que Martí nunca hubiera estado de acuerdo con el socialismo.

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Ibrahim Hidalgo Paz
Ibrahim Hidalgo Paz
Doctor de Ciencias Históricas e Investigador. Premio Nacional de Historia 2009. Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas 2020.

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