Los trabajos y los días: las faenas de la Asamblea de Cineastas Cubanos

por Esther Suárez Durán
Asamblea de Cineastas

Tras mi publicación en este medio sobre la reciente plenaria de la Asamblea de Cineastas Cubanos, «Asamblea de cineastas: vicisitudes del diálogo ciudadano de estreno», recibí una comunicación del profesor y crítico Gustavo Arcos precisando que el dato que contiene mi escrito acerca de unos 206 productos fílmicos censurados correspondientes a unos 71 realizadores no era correcto.  Me esclareció que, en realidad, la cifra atendía a un número de producciones (y cito literalmente su nota) «que no han sido exhibidos de manera regular en nuestras salas. Algunos, es cierto, están censurados, puede verificarse esa acción. Pero hay muchos otros que no han llegado a las salas por las erráticas políticas públicas de difusión».

Agradecí al profesor la atención e intercambiamos sobre la pertinencia de traer a estas páginas, además de la aclaración pertinente, un poco del trabajo diario de la Asamblea de Cineastas Cubanos.

Creo útil comenzar por referir las principales características de la Asamblea: decir que es un organismo autónomo, sin fines de lucro y formado por los cineastas, técnicos o artistas cubanos —por nacimiento o naturalización— que deseen ser parte de ella independientemente de género, edad, zona de residencia, credo artístico y político. El número actual de sus miembros asciende a más de 500 compatriotas.

Ha tomado el nombre de Asamblea, pudo haberse denominado Agrupación, Congregación, o asumir cualquier otra palabra que aluda a un conjunto de personas con un fin común, pero el elegido refiere un cuerpo deliberante y tiene una historia en los campos de la política y la cultura.

En el caso que nos ocupa, su primordial propósito es funcionar como ámbito de encuentro, concertación y defensa del cine cubano; atender el cúmulo enorme de problemas que lo han acompañado por décadas y, con tal objetivo, proponer a las instituciones gubernamentales la reestructuración a fondo del sistema del cine y el audiovisual nuestro, colaborar en restablecer la especificidad del cine y, por tanto, el valor que le distingue además de por su particular lenguaje, por la integración que tiene lugar en su seno entre procesos financieros, logísticos, tecnológicos, industriales y sociales de significativa complejidad.

La Asamblea aspira a promover el ejercicio de políticas acordes con los tiempos que vivimos en pos del desarrollo de una industria de cine firme y estable, capaz de generar y ofrecer empleos y beneficios a sus miembros y a su sociedad. En concordancia con ello, pretende cooperar en el rescate y conservación del patrimonio fílmico de la nación, lo cual incluye las necesarias labores de organización e investigación, animar la participación de todos los miembros de esta comunidad transnacional en la producción de nuevas obras audiovisuales, prevenir y evitar cualquier ejercicio de deslegitimación, exclusión y censura de las obras y autores teniendo por divisa el respeto al derecho de libre expresión de los ciudadanos, así como las legislaciones pertinentes con respecto a los derechos autorales.

Por dónde le entra el agua al coco

Para llevar a vías de hecho tales propósitos, la Asamblea definió una estructura interna. Su órgano de dirección es el Grupo de Representantes, formado por 11 miembros elegidos a través del voto directo y abierto de todos aquellos que conforman la organización. Esta instancia funciona como grupo, sin directivos individuales, y decide por mayoría simple de sus miembros. Actúa en nombre de la Asamblea, toma las decisiones pertinentes en su lugar y la representa en la relación con el entramado de organismos, organizaciones e instancias de la sociedad.

El Grupo de Representantes asume el cumplimiento de la agenda de trabajo que se determine en pos de cumplir los acuerdos de la Asamblea y rinde a ella cuentas de su labor.

En el afán de iniciar sus quehaceres, la Asamblea diseñó cuatro comisiones no permanentes, de nueve integrantes cada una, elegidos, igualmente, por votación abierta y directa. Tienen por objeto los siguientes asuntos: Leyes y decretos, Censura y exclusión, Política cultural y Producción audiovisual.

Como vías de comunicación hacia sus miembros y hacia la sociedad en general, creó su página en redes sociales, en este caso en Facebook, y poco después organizó un chat para sus integrantes en WhatsApp.

Hasta el presente, las comisiones han elaborado las primeras versiones de los siguientes informes: Censura y exclusión, y Producción audiovisual.

El documento que atañe al sensible tema de las prácticas de exclusión y de censura, toma elementos de trabajos investigativos de gran valor que se hallan en proceso, tal es el caso de la ingente investigación del profesor Arcos Fernández-Brito, que examina las relaciones entre lo producido y lo exhibido desde la lejana fecha de 1909, y el carácter de los procesos que se tienden entre ambos momentos, en cada caso.

Esta comisión tomó las experiencias y los criterios de un grupo numeroso de cineastas, no con el ánimo de recolectar testimonios personales, sino de seguir en el tiempo y precisar la vigencia o no de tal ejercicio que, lamentablemente, se muestra como un mal sistémico, estructurado más allá de equipos de mando, características personales y circunstancias históricas.

Al mecanismo de censurar y excluir no han sido ajenas otras formas de creación artística tales como la literatura, las artes plásticas, la música, el teatro y otras agencias sociales como, por ejemplo, la publicación de libros. Tal hecho arroja luz sobre la centralidad de los asuntos con los cuales está tratando este grupo de trabajo.

La mencionada comisión ha debido profundizar en el carácter y consecuencias del mecanismo coartador, a través de una rigurosa meditación teórica y conceptual que pone de manifiesto cómo la práctica de la censura altera el trayecto natural de los productos artísticos, así como el de sus creadores; evita, impide que una obra sea conocida, compartida por sus destinatarios y tiene consecuencias no menores también para los ciudadanos, las sociedades y la propia historia del arte.  

El examen del problema no quedó ahí, sino que, en un movimiento proactivo, incluyó el análisis de diversas políticas públicas de control sobre las obras que se emplean en otras regiones del planeta y que estuvieron presentes en nuestra historia republicana hasta los años 60, y propuso algunas vías y conductas para tratar el tema de la legitimación y el control en nuestro medio.

La comisión también elaboró otro documento, de orden instrumental, que enumera un número importante de filmes (más de 200) no exhibidos en el país por motivos variopintos. Algunos fueron objeto de prácticas prohibitivas, pero en el resto las razones actuantes son otras, igualmente del máximo interés, y tienen que ver con el ordenamiento y la atención a los procedimientos que median entre la terminación de un producto fílmico y el cumplimiento de su objetivo final, que es el encuentro con los públicos.

Ambos textos fueron entregados a la dirección del ICAIC al término de la primera quincena del mes de septiembre.

Con antelación, el 30 de julio, había sido terminada y enviada al Gobierno y al Partido una pormenorizada relatoría sobre los hechos relacionados con el documental La Habana de Fito, dirigido por Juan Pin Vilar y exhibido en la televisión cubana el 10 de junio del presente año sin la autorización de sus realizadores. La elaboración de dicha relatoría cumplió un acuerdo de la Asamblea de Cineastas Cubanos en su plenaria, del 3 de julio, puesto que no era coherente organizar grupos de trabajo para el estudio y análisis de un conjunto de temas, sin exponer y analizar los propios hechos que habían impulsado la reactivación de la Asamblea.

Aquí se rompe el corojo

La otra comisión que ha podido mostrar ya los primeros resultados de su labor es la dedicada a la especialidad central de la Producción. Inició su faena revisando algunos textos previos, resultantes de encuentros anteriores con varias autoridades del ICAIC. Al examen de dicha documentación se sumaron nuevas preocupaciones y propuestas.

Este grupo de trabajo, con el auxilio y la cooperación de muchos otros colegas, recomendó, por ejemplo, activar la Comisión Fílmica, enunciada en el decreto ley 373 y, sin embargo, pendiente de crear. Su funcionamiento facilitaría las condiciones legales y prácticas para ejecutar en el territorio nacional proyectos de diversa envergadura, con la participación de productoras e inversiones extranjeras. Fortalecería el cine nacional y el espacio Cuba como un escenario fiable y beneficioso donde filmar producciones de variada índole.  

También incluyó el reclamo de unificar coherentemente las políticas culturales vigentes en el país puesto que, en reiteradas ocasiones, han dado muestras de articularse de modo arbitrario y han llegado a impedir la realización de filmes, bien sea por la voluntad de determinada autoridad local o por el desconocimiento de las disposiciones emitidas desde la instancia superior.

Mediante su labor constató la reducción significativa de la producción audiovisual con la consiguiente alza del desempleo y la inestabilidad del recurso humano especializado. A diferencia de otros sectores, durante la etapa de la pandemia el gremio no percibió protección económica alguna.

En general, los escasos fondos de instituciones y organismos, la inestabilidad monetaria y la parálisis de diversas áreas productivas, han creado un escenario particularmente complejo para el cine nacional.

Al igual que sucedió en el espacio de la comisión de Censura y exclusión, también aquí se abre la interrogante sobre la continuidad de la Muestra de Cine Joven que sesionó por casi dos décadas, así como el destino de su archivo fílmico, con cientos de obras del cine independiente.

La preocupación se extiende al estado de nuestros archivos fílmicos, que incluyen, además de la institución ICAIC, al resto de las casas productoras, entre ellas los Estudios Fílmicos del MINFAR y el Departamento de Cinematografía del ICRT.

Un número significativo de nuestros productores ha desarrollado proyectos fuera de nuestras fronteras, lo que extiende la cinematografía nacional más allá de los límites del archipiélago. Es reclamo unánime que dichas obras sean consideradas para los espacios de exhibición propios del cine cubano. 

Este grupo de trabajo definió una serie de problemas como de extrema urgencia. Entre ellos incluyó el reciente proceso de bancarización y propuso un número de soluciones, también aludió a la agilidad imprescindible en los permisos correspondientes para  las filmaciones, cuya demora absurda ha impedido que la economía cubana se vea beneficiada por la producción cinematográfica;  examinó y se pronunció sobre la necesidad y las vías para garantizar la exhibición de la producción nacional,  formulando una variedad de alternativas que conformen un real sistema; se detuvo en la situación lamentable de la infraestructura de las instalaciones cinematográficas, que incluye además de los debidos recursos y la actualización tecnológica, un asunto de alta sensibilidad popular como las salas de proyección de un país que llegó a ocupar un lugar memorable a nivel mundial. 

Grupo de representantes de la Asamblea de Cineastas

Grupo de representantes de la Asamblea de Cineastas / Foto: Facebook de la Asamblea de Cineastas

El informe de la comisión es integral, detallado, atiende los diversos planos que integran la actividad —lo cual habla de la alta competencia de sus hacedores— e incluye todas las áreas que sustentan, desde diversas zonas de la vida social, la industria del cine y sus relaciones con la cultura nacional e internacional, y con la nación en la cual se inscribe. Él, en sí mismo, es una agenda cabal de trabajo para recuperar y trascender, incluso, los niveles anteriores de salud de nuestro cine.

Al quehacer referido hasta aquí en forma sucinta se añade la elaboración de las declaraciones emitidas desde la Asamblea, así como de una propuesta de Estatutos para esta, además de la filmación de todas las sesiones de trabajo y el archivo organizado de los registros.

El hecho de que la Asamblea no disponga de un domicilio o lugar de residencia, ni cuente en la actualidad con oficinas, espacios, bienes o recursos materiales, es una circunstancia a considerar en la evaluación de la labor realizada en este breve tiempo, que habla a favor del compromiso y la resiliencia de sus miembros.

La índole de las materias encargadas a las restantes comisiones: Leyes y decretos (que incluye el gran tema de la Ley de Cine) y Política cultural explica las razones por las cuales estas no han estado aún en condiciones de exponer los resultados de sus trabajos.

Al cierre

El viernes 29 de septiembre la dirección del ICAIC sostuvo un encuentro con el Grupo de Representantes, los miembros de la Comisión de Producción presentes en el país y otros colegas del gremio que fueron invitados para debatir el borrador de la propuesta dedicada a dotar de personalidad jurídica a las productoras audiovisuales independientes.

Tal y como ha sido práctica de la Asamblea como organismo vivo y actuante, horas después se comunicó mediante su chat interno, un resumen del transcurso de dicho encuentro y se anunció una fecha inmediata posterior, en la cual el chat quedaría abierto para recibir la opinión de todos los miembros que deseen intervenir sobre el contenido de tal comunicación y cualquier otro tema que sea de interés incluir.

Desde mi percepción, asistimos al ejercicio de un modelo de diálogo y participación ciudadanos que está sentando cátedra en nuestra historia de las últimas seis décadas. El suceso, nacido en relación con el cine, lo trasciende y pide convertirse en la gran y permanente realización cultural de esta nueva Cuba con todos y para el bien de todos, donde la dignidad y la felicidad del ser humano y de todo lo vivo que le acompaña sea la ley primera que rija nuestro pensamiento y nuestra acción.

 

1 comentario

La Asamblea de Cineastas Cubanos en la ENDAC – Portal ENDAC 14 octubre 2023 - 9:12 PM

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