Tras la pandemia de la covid-19 que afectó directamente a casi todo el planeta y las medidas de las dos últimas administraciones norteamericanas para acerar el genocida hostigamiento contra Cuba, se hizo evidente una muy difícil situación en la economía de la Isla que ha ido afectando diversos sectores y espacios de la vida.
Para algunos la situación de estos días supera las carencias del denominado Período Especial que vivimos entre 1991-1994. Sin embargo, lo que se relaciona con estas páginas es el hecho de cómo durante aquella etapa la escena cubana, acompañada por un público fiel y creciente, no solo fue capaz de resistir y sobrevivir, sino de legitimar nuevas modalidades, tal y como sucedió con el humor escénico, y de dar la bienvenida a nuevas agrupaciones artísticas, algunas aún entre nosotros.
Cual insignia de aquellos tiempos ha quedado en mi memoria la magnífica función de Manteca, por Teatro Mío, en el Festival de Teatro de La Habana de 1993, sin una luneta vacía, y la imagen soberbia de un público que llegaba a pie de todas partes y se extendía en su marcha a lo ancho de la calle Línea.
En las actuales condiciones, y a la distancia de treinta años, en el ámbito de las artes escénicas el fenómeno parece repetirse. Estos días han sido testigos del desarrollo, en condiciones extremas, de eventos provinciales que han vencido el aislamiento impuesto por la escasez de recursos y logrado la reunión feliz de artistas de varios territorios, ya sea en la geografía cienfueguera, matancera o villaclareña, mientras se suceden otros no menos significativos acontecimientos como el cumpleaños 31 de Teatro El Público, festejado junto a toda la audiencia en la función dominical correspondiente; la permanencia en escena, por más de cuatro meses, a sala plena, de Las brujas de Salem, a cargo de la Compañía Teatral Hubert de Blanck; la tercera temporada de La señorita Julia, el más reciente estreno de Teatro Buendía; los estrenos en la cercana ciudad de Matanzas del Teatro Icarón, que sostiene sobre los escenarios obras de gran significación cívica, en tanto en la ciudad de Bayamo el Teatro Andante produce, sin abandonar su acostumbrado esmero, un espectáculo tras otro y aprovecha cuanta oportunidad se presenta para exhibirlos en otras regiones junto a teatreros de toda la Isla.
Tal vez por ello no resulte inaudito el regreso a las tablas, a la entrega de cada noche, de la primera actriz Verónica Lynn, quien acaba de festejar su cumpleaños noventa y dos bajo los reflectores, rodeada de público y de colegas de varias generaciones.
Vuelve Verónica, y con ella su compañía, el Teatro Trotamundos, a la brega en complicidad con el primer actor Jorge Luis de Cabo, integrante de Mefisto Teatro, y lo hacen en la legendaria sala El Sótano, un espacio entrañable en la carrera de ambos.
La obra en cuestión es Frijoles colorados, un texto dramático de la versátil Cristina Rebull (Matanzas, 1960), quien se ha desempeñado como actriz, cantante, guionista, dramaturga y profesora, residente en la ciudad de Miami desde hace varios años. Finalista en la primera edición del Premio de Dramaturgia Virgilio Piñera, en 2002, que convoca la casa editorial Tablas-Alarcos, la pieza subió sin demora a la escena de la mano de dos agrupaciones: Teatro D’Dos, en La Habana, y Teatro del Sur, en Unión de Reyes, Matanzas.

Foto: Aramís Arcute
No obstante, el presente retorno resulta un hecho histórico. Por tercera vez esta obra cubana contemporánea se representa de la mano de otro director y amparada por otra institución artística —algo inusual entre nosotros—, y resulta la base de la partitura con la cual esa leyenda que es Verónica Lynn nos permite disfrutar nuevamente su arte.
Verónica viene como protagonista y directora, y desde su conducción del espectáculo propone una lectura que va a lo raigal. Discrimina del original lo que no es absolutamente necesario y encauza el discurso espectacular, con mano maestra, sin mostrar las cartas, sobre el tema esencial de la defensa de lo propio: el espacio, la casa, la comunidad, la patria, la historia, la memoria…, en una relación de amplias resonancias en la cual cada quien selecciona su peculiar visión. Pero la construcción de la imagen final, armada sin darnos respiro, es un regalo con múltiples niveles de significación que apelan a la información y la cultura (también la cultura política) y colocan la obra en el mismo filo de nuestro acontecer como nación ahora mismo.

Foto: Aramís Arcute
La imagen, insólita, además de físicamente osada, recibe la carcajada que festeja todo feliz reconocimiento y la gratitud ante el cierre soberbio, y catapulta la ovación intensa, larga, que retribuye las magistrales actuaciones en esta jornada de tan buen teatro porque, por espacio de una hora, los dos intérpretes han recreado para nosotros, familiares, eventos, situaciones, roles diversos, con una absoluta economía de medios y una total sinceridad que los hace genuinamente vulnerables.
Sin dudas ha resultado una lección acerca del noble desempeño del actor —en una entrega sin artificios—, a la vez que un testimonio, brindado con legítimos recursos, de la imprescindible necesidad social del teatro.
Por su parte, la mayoría del público que allí se da cita realiza por estos días su particular hazaña para desplazarse por la ciudad y alcanzar las salas teatrales en condiciones de enorme constricción del transporte público y privado. Creo que ello también eleva el nivel de gozo con que identificamos a colegas, amigos, vecinos, en esta comunidad temporal que conforman las audiencias y este curioso hermanamiento que se produce incluso entre desconocidos. Una señal más del triunfo de la vida, de la belleza, del arte. De lo específicamente humano sobre los más primarios apetitos.
5 comentarios
Uy! Que agresividad!. Es solo un comentario sobre una obra de teatro. No se puede vivir con tanta crispación.
Hoy sí esta activo el foro pero no entiendo lo que sucede, que pasa con el artículo?, lo encuentro normal, por qué al sitio le queda poco?, y ante quien se rinde cuenta?. Gracias.
Que importa suprimir los comentarios de los forista, cuando ya el público sacó sus propias
conclusiones sobre el artículo que hoy nos ocupa. Por favor no hagan el ridículo.
Gracias.
Compañero Taran:
Mas de la mitad de los comentarios van dirigido a Ud. El dia que Ud. deje de comentar ese dia se puede morir el blog.
[…] quiere teatro. Por ahora no desiste. Pero el tiempo pasó y ya no es tan fácil como entretener a unos cuantos […]
Los comentarios están cerrados.