El Bobo lo tenía claro. Para pedir consejos sobre la República se montaba en una nube; y no en una cualquiera: en la de Martí. Con todo el conjunto angelical, el Maestro se quedaba con más preguntas que el Bobo. El mensaje estaba claro: la República era un desastre. Mayor claridad tenía la premisa: los consejos sobre la República se le pedían a Martí. Si se sube la complejidad –y si se lee a Abela— se puede decir que solo él podía darlos.
Tal relación entre mística y legitimidad histórica es un signo distintivo del pasado republicano cubano. Para aquella época –imposible de reducir a una cuartilla—, la mística martiana partía de la perfección e inefabilidad. José Martí, intachable, iluminaba Cuba y alcanzó la perfección suficiente para adquirir el título de Apóstol. Originó también argumentos legales.
Lo último, es la cumbre de la mentalidad republicana martiana. La disposición de una Generación a morir en su nombre –y a ponerse su nombre—, terminó por convertirlo en el único héroe de la historia cubana con capacidad de legitimación absoluta. El triunfo de la Revolución, y la derrota de la Contrarrevolución, en un desafío a la historia de lo simbólico, lo ratificarían. Si en el futuro los historiadores adquieren, por fin, la capacidad de asombro, no dejarían pasar el fenómeno: los dos bandos en contienda rendían adoración al mismo hombre.
Avanzados los años revolucionarios, vino de todo y lo mismo. Culto excesivo, culto merecido, bustos con sus respectivas legislaciones, exceso de información, carencia de ella, mitos, chismes, chistes y centros de estudios. La maquinaria martiana estaba engranada. Pero, ya fuera Este es nuestro José Martí, o El ojo del canario, la mística se mantenía intacta. El héroe sacro era generoso, un maestro dispuesto a aconsejar, y a quien se debía acudir. Aviones, tornados y terremotos lo cambiarían por completo.
Salió de las redes sociales. Alguien lo creó, y se lo envío a otro alguien, que se lo envió a otro, que a su vez se lo envió al primero. El círculo estaba completo. El mito había calado. Un avión cae en el único lugar donde se podía convertir en noticia: La Habana. Fecha, 18 de mayo. Víspera martiana. No se nota. Meses más tarde, lo desconocido. Un tornado arrasa en la única ciudad donde se podía convertir en noticia: La Habana. Fecha: 27 de enero. Víspera martiana. El meme arrancaba. El mito también.
Fecha: 27 de enero de 2020. Víspera Martiana. Burlada. Ningún desastre ocurría. Pero el mito no ha muerto. Día siguiente. Imposible de manipular. Fecha martiana en toda regla. Terremoto en el Caribe. Cero muertos. Muchos memes. Un cambio de paradigma.
Martí se vuelve terrible. Ya no brinda la palabra. Vuelve a la naturaleza contra sus amados compatriotas. Sus fechas, se convierten en el advenimiento de terribles desastres. Él es el causante; y el partícipe del mito le confiere tales poderes. Nunca antes en su posesión, los usa contra su Patria. ¿Para qué? Algunas explicaciones han surgido. En todas, la misma premisa: el castigo.
A nivel de conversación cotidiana, el asombro es real. Originada del imaginario, la nueva mística sorprende e incluso inquieta. Debería. En lo místico y en lo racional. Los hechos son hechos y sus interpretaciones peores. El cambio del paradigma místico martiano es una interpretación de hechos. Los memes, el transmisor de esa interpretación. Las preguntas son muchas.
En tiempos de Abela, el Bobo iba al cielo, pedía consejo a Martí, y encontraba un culpable. En tiempos de tornados, aviones y terremotos, Martí los envía como castigo. Surgen varias preguntas ¿quiere la nueva mística castigar a un culpable?
Y de ser así ¿quién es ese culpable? ¿Por qué lo culpa? ¿De qué lo culpa?
6 comentarios
El imaginario popular cubano es muy rico. Aunque no soy partidario de sacralizar a vivos o muertos como le decía a la profesora Alina en un comentario, tampoco deberíamos banalizar a Martí hasta el punto de hacerlo responsable de eventos meteorológicos, geológicos o accidentes de aviación.
Definitivamente somos cubanos. O no llegamos o nos pasamos.
Aflojen, compañeros. 🙂
No creo que exista tal mística catastrofista de Martí. No la advierto en la calle ni en las redes. La.interpretacion que hace el post me parece exagerada y más de lo mismo en cuanto a la tergiversación del mensaje martianos por algunos en el ciberespacio.
Saludos Graciano 😁
Creo que las críticas que se quieran hacer deben ser claras y precisas, sin tener que apelar a supuestos castigos martianos y otras formas de manipulación. Aquí las verdades.se suelen decir sin tapujos ni tapaderas de ningún tipo. Menos usando a Martí para eso
“La mística martiana partía de la perfección e inefabilidad. José Martí, intachable, iluminaba Cuba y alcanzó la perfección suficiente para adquirir el título de Apóstol”
Es decir, tenemos un caso extremo de culto a la personalidad.
Lo bueno es que une a los cubanos y lo malo es que obstaculiza el análisis de la realidad. Me explico, con el culto a la personalidad se practica una falacia ad hominem inversa: es así porque lo dice el mito y no hay más que discutir.
Pero hay otro peligro: el de reanalizar repetidamente el pasado, que equivale a conducir un auto mirando continuamente por el espejo retrovisor, algo que causa accidentes.
Realmente no creo q se trate de un culto a la personalidad en primer lugar. Si bien es cierto q Martí, apelando a su estatura histórica no hubiese deseado nunca situaciones adversas para su patria, como puede ser la paráfrasis de eventualidades meteorológicas o lamentables accidentes. Pero sin embargo hay algo q no debe pasarse por alto. Y es justamente la congruencia de estos eventos con vísperas conmemorativas en relación al Apóstol. El autor no ha hecho juicio categórico de tales aspavientos sino q juega con una posibilidad de imaginación q al parecer no se ha tomado en cuenta. Recordemos la entrañable capacidad creativa así como su sagacidad política para darle vida a poemas como Abdala. Ese es el punto. Cuba es Abdala y lo q no puede perderse es la capacidad para solucionar problemas en una nación. Insisto: es imposible q Martí devenga en la síntesis de su negación. Pero la coincidencia de las fechas es notoria. Tampoco creo q Martí venga en estos tiempos a resolver problemas de la mano de Obiwankenobi, como un acto de acople con los nuevos tiempos. Ese muchacho q enardecía con 16 años preso a toda una nación nunca perdió la capacidad de imaginar, pero no al estilo de románticos británicos o alemanes, sino proactivamente. Pensemos en eso!!
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