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La noticia es que el presidente cubano Miguel Díaz-Canel inició esta semana una visita oficial a la República de Belarús, como parte de una agenda que incluye su participación en el Consejo Supremo de la Unión Económica Euroasiática (UEEA) y actividades destinadas a ampliar los vínculos económicos, comerciales y políticos entre ambos países.
Antes de partir a su segunda visita oficial a ese país —la anterior fue en 2019—, el mandatario cubano publicó en la red social X que una «larga historia de cooperación y amistad» une a la Isla con esa «hermana nación».
Al llegar a Minsk, Díaz-Canel sostuvo conversaciones oficiales con su homólogo Aleksandr Lukashenko, quien expresó ante la comitiva cubana que «están visitando a un amigo, si algo podemos hacer por el pueblo cubano lo vamos a hacer», según reportes de medios oficiales.
En las conversaciones bilaterales, ambos jefes de Estado reafirmaron la voluntad de fortalecer la cooperación en sectores estratégicos como la biotecnología, la producción de alimentos, el turismo, la educación, la industria y la salud. En este sentido, Díaz-Canel recorrió la planta farmacéutica Belmedpreparaty —la más grande del país—, acompañado por la Doctora en Ciencias Mayda Mauri Pérez, presidenta de Biocubafarma y otros miembros de la delegación.
El presidente cubano subrayó que, en un contexto internacional complejo, «Cuba y Belarús pueden convertirse en un ejemplo de cooperación desde una visión humanista de la salud y la ciencia». El ministro bielorruso de Salud, Aleksandr Jodzháyev, expresó a su vez que su país está dispuesto a garantizar insumos para el sistema de salud cubano y avanzar en proyectos conjuntos.
La colaboración en el sector biofarmacéutico se destaca como uno de los pilares más prometedores entre ambos países. Cuba exporta a Belarús productos como Heberprot-P, LeukoCim y EpoCim, y se han registrado recientemente vacunas como QuimiHib y Heberbiovac.
En Belmedpreparaty, Díaz-Canel propuso ampliar los ensayos clínicos conjuntos, facilitar la entrada a nuevos mercados y fortalecer la cooperación regulatoria, insistiendo en que ambos países priorizan el bienestar de sus pueblos sobre los intereses comerciales de las grandes farmacéuticas.
En su segundo día de visita oficial, recorrió la Planta de Tractores de Minsk (MTZ), una empresa con vínculos históricos con Cuba. Destacó la calidad de los productos y expresó la disposición de Cuba a ampliar la cooperación en este ámbito. También se abordó con la contraparte la necesidad de agilizar proyectos en curso, entre ellos el ensamblaje de tractores bielorrusos en la planta 26 de Julio de Holguín.
Como parte de su agenda, el presidente cubano participará, además, en calidad de observador en la reunión del Consejo Supremo de la Unión Económica Euroasiática, un mecanismo de integración conformado por Rusia, Kazajistán, Kirguistán, Armenia y Belarús, país que ejerce actualmente la presidencia pro témpore del bloque.
Según Alejandro Simancas Marín, subdirector general de la Dirección General de Asuntos Bilaterales del MINREX, en declaraciones al equipo de prensa de la Presidencia: «Nuestra presencia no es un mero hecho formal. Aspiramos a una participación efectiva, desde la condición de observador, para fortalecer el diálogo político, el intercambio y, en especial, dinamizar los vínculos económicos y comerciales con este espacio integrador y sus cinco países miembros, con los que sostenemos una relación histórica, de amistad, de colaboración».
Previo a la reunión del Consejo Supremo de la UEEA, se desarrollará en Minsk el IV Foro Económico Euroasiático, en el que Cuba estará representada por una delegación empresarial organizada por la Cámara de Comercio. Aunque conformada por un grupo reducido de entidades de los sectores biofarmacéutico, logístico, de servicios y sideromecánico, la participación cubana prevé una sesión dedicada a exponer las oportunidades que ofrece la Isla tanto para la inversión directa como para establecer conexiones comerciales con América Latina y el Caribe.
Esto significa que la agenda del presidente cubano en Belarús busca fortalecer los vínculos económicos y comerciales de la Isla con ese país y con el bloque euroasiático.
Cuba y Belarús mantienen relaciones diplomáticas desde 1992; ambas naciones han compartido posiciones internacionales alineadas con Moscú y sostenido intercambios frecuentes en los últimos años.
La primera visita oficial de Díaz-Canel a Minsk en 2019 fue un paso importante en la consolidación de los vínculos bilaterales entre ambos países. Durante su estancia, se firmó una Declaración Conjunta que estableció los principales objetivos de colaboración entre Cuba y Belarús. Esa relación bilateral se consolidó posteriormente con la visita a La Habana del entonces canciller Serguei Aléinik y, más adelante, con el viaje del primer ministro Manuel Marrero Cruz a la capital bielorrusa.
En 2024, ambas partes acordaron una agenda económica que establece las líneas estratégicas de cooperación hasta 2030, y en mayo de 2025 sesionó en La Habana la XII sesión de la Comisión Intergubernamental cubano-belarusa para la colaboración económico-comercial, con el objetivo de consolidar una hoja de ruta para el desarrollo conjunto.
Además del plano económico, el diálogo se ha consolidado mediante mecanismos formales de consultas entre cancillerías, el último de los cuales también se celebró en La Habana en mayo pasado. En estos espacios se han abordado temas de interés común tanto en el ámbito bilateral como en el escenario internacional.
Un elemento constante en esta relación ha sido la postura de Belarús de apoyo a Cuba frente a las medidas unilaterales coercitivas de Estados Unidos y su inclusión en listas como la de países patrocinadores del terrorismo. A su vez, La Habana ha expresado su respaldo a Minsk ante las sanciones occidentales.
Nuestra opinión es que el Gobierno cubano continúa apostando por el acercamiento con sus aliados euroasiáticos, tanto para dinamizar relaciones económicas en un contexto de crisis interna, como para reforzar una narrativa geopolítica de respaldo mutuo frente a las sanciones impuestas por EE.UU. y la Unión Europea.
La visita también forma parte del intento de La Habana de posicionarse como socio confiable y puente hacia América Latina para los países de la región euroasiática. El acercamiento permite explorar nuevas vías de cooperación, especialmente en sectores como la biotecnología, la industria farmacéutica, la agroindustria y la producción de maquinarias, donde ya existen antecedentes de colaboración.
Estos vínculos pueden generar oportunidades puntuales de inversión o cooperación científica, lo cual siempre será bienvenido. Pero, por muy significativas que sean estas cooperaciones, convertirlas en beneficios reales y sostenibles requiere de decisiones internas impostergables. Es urgente una reforma económica integral que genere condiciones favorables para la productividad, brinde garantías y confianza a los actores económicos y establezca incentivos que estimulen la inversión y el crecimiento sostenido.
Sin esas transformaciones estructurales, el país seguirá dependiendo de alianzas externas que, por sí solas, no resolverán sus vulnerabilidades internas. Más allá del simbolismo diplomático, el verdadero reto está en traducir estos intercambios en mejoras tangibles para la vida de los que cada día en la Isla enfrentan escasez, inflación y una creciente falta de perspectivas.

