Hoy no fui a trabajar. Me atreví, en cambio, a participar en una cola para una supuesta venta de aceite y productos de aseo personal en el Punto de Ventas situado en la esquina de Manzaneda y Milanés, en la céntrica urbe matancera. Creí que podía permitirme ese lujo pues, siendo profesor universitario y estando a un día exacto de terminar oficialmente las labores de preparación del próximo curso escolar, no sería demasiado negativo el impacto de mi ausencia al trabajo y sí muy positivo en mi hogar.
Normalmente soy bastante exigente conmigo mismo y si no voy a la universidad me quedo en casa y, a tono con estos tiempos de COVID, trabajo en mi preparación de asignaturas y en mi investigación científica.
Pero hoy el tiempo estaba malo. Habían anunciado fuertes lluvias y tormentas para la zona occidental y temí también que no pudiera aprovechar mi tiempo de máquina en la universidad porque habrían de apagarse las PC en una zona donde siempre caen sus buenos rayos. Finalmente no llovió en toda la mañana y heme aquí, escribiendo esta crónica. Sin aceite y sin aseo.
Sí, porque al final no llegó. En cambio lo que trajeron fue ron, agua mineral y frazadas de piso, productos que ya estaban en existencia en el mencionado Punto. Confieso que me sentí un poco frustrado porque ya me veía con mi botella de aceite y mis jabones y había soñado con la remota posibilidad de adquirir un tanque de 5 litros de aceite, que era lo que se comentaba que llegaría. Pero mi frustración es poca comparada con la de los primeros turnos de la cola de hoy.
De acuerdo al vox populi, las colas en todos los establecimientos de ventas ya están arregladas.
Son como las carreras de caballos o las peleas de boxeo profesional en países capitalistas en las que se apuesta al ganador antes de la carrera o la pelea pues ya se conoce el desenlace. Hay una cierta cantidad de personas que siempre son los primeros en todas las colas, no importa si es para adquirir aseo personal, aceite o pollo. Ellos son los primeros por decreto de ellos mismos.
En el caso de Manzaneda y Milanés, estos “coleros” se decretaron primeros a partir de su pretendida marginalidad y guapería de solar, donde, a base de escándalo y chusmería, han secuestrado la primacía de todas las colas de este y otros Puntos de Ventas.
El resto de las personas, más educadas y menos agresivas, se abstienen de entablar careos verbales en medio de la calle con estos seres que no respetan ni los años de los más viejos. Ello podría desembocar en una pelea con agresiones físicas, a la cual estos individuos estarían más que dispuestos con tal de hacer valer su pretendido número uno.
Pero, extrañamente, hoy habían dejado que otros ocuparan los primeros lugares. Habían abandonado su conocida estrategia de aparecer a las 2 ó 4 am. a “romper” la cola para declararse primeros. Llegaron “tarde” a la cola, sobre las 8 ó 9am, cuando todos saben que siempre están mucho más temprano. Al llegar el gigantesco camión de distribución, con solo agua, frazadas y ron, reían con sorna y miraban de soslayo a los primeros lugares y en alta voz declaraban que para la próxima semana, cuando importe, ellos serán otra vez los primeros.
Evidentemente habrá alguien bien informado en las instancias de la cadena de distribución, que les confirma sobre qué, cuándo y hacia dónde irán los productos. O pudo haber sido la más pura casualidad. No sabemos. Lo claro es que nadie en su sano juicio hace una cola de dos días, con madrugadas incluídas, para comprar agua mineral, frazadas de piso y ron.
De alguna forma se sabía que vendría el aceite y los productos de aseo personal. Pero no llegaron. Y parece que los “coleros” lo sabían pues no lucharon y bajaron las armas. ¿Casualidad? En mi modesta opinión, alguien les dijo de antemano o cambiaron la distribución para favorecerlos pues ya no tendrían los primeros lugares.
Cola avisada no mata delincuente.
Y uno podría preguntarse ¿Para qué tanto alboroto? ¿Por qué luchan tanto para ser los primeros? ¿Para qué tanto aviso y para qué tanta información sobre lo que distribuirán? ¿Será la típica paranoia de la crisis debido a la pandemia? Pudiera pensarse que este grupo de coleros son de pocos ingresos y necesitan el pollo o el aceite para comer y dar de comer a sus hijos.
Que su pretendida marginalidad, que utilizan para imponerse por la fuerza en las colas, va de la mano con la pobreza y la necesidad, por lo que deben luchar contra todos para asegurarse la comida. Que son como los llamara Herbert Spencer “unos pobres virtuosos”. Nada más lejos de la realidad.
¿Cómo podrían ser los primeros y comprar siempre si no tuvieran dinero? ¿Será que la pobreza es solo del lenguaje y las buenas maneras, solo del respeto a los otros? Pues parece que sí.
Desde la semana pasada se comentaba en ese barrio que el champú que se expendió a 2 y algo en CUC, esas personas inescrupulosas lo vendían a 12 CUC a sus propios vecinos. Yo fui testigo silencioso (pero ya no más) de una venta de paquetes de perros calientes frente al mismo kiosko, casi delante de los ojos de los compañeros de la Policía y del orden público, mientras aquellos se escondían amparados por el tumulto que les sirvió de cobertura.
Estos coleros compran para revender a altos precios. Y compran de todo, por lo que, según su propia lógica, deben ser los primeros en todas las colas para asegurar el negocio.
¿Será que nuestras fuerzas del orden no tienen amparo legal para luchar contra ellos? ¿Que las quejas y comentarios de tantas personas sobre el secuestro a que tienen sometidas las colas en esa esquina, solo a dos cuadras del Gobierno Provincial, no sirvan de nada? ¿Tendremos que soportar impasibles que unos se apropien SIEMPRE de los primeros números de las colas para luego vender los productos a cinco o siete veces su precio original? ¿No puede la PNR hacer algo? ¿O el Gobierno….?
Creo que nuestro Gobierno realiza enormes esfuerzos para proveer a la población de los productos de primera necesidad en medio de una crisis mundial provocada por los efectos de la pandemia del SARS-COV-2. No creo que debamos permitir que ciudadanos como estos se aprovechen de la situación y especulen con estos productos, ni tampoco admito, como he escuchado antes en boca de algunos agentes del orden público, que eso sea simplemente un problema entre vecinos y que la Policía no puede dedicarse a organizar colas.
Quizás sea cierto. Pero la Policía sí puede y debe actuar contra estos delincuentes que agravan la crisis y dañan el prestigio de los que hoy luchan por mantener los niveles de satisfacción de la población para salir todos de la crisis.
En fin, creo que va a llover. Me voy a dedicar a preparar alguna conferencia porque el aceite no llega hasta el martes de la semana que viene. ¿O será el lunes?