El Starlink de Elon Musk entre nosotros

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La noticia es que el gobierno cubano ha confirmado que varias personas han intentado y han logrado entrar en Cuba equipos Starlink, que permiten la conexión a Internet utilizando una constelación de satélites que orbitan cerca de la Tierra, una tecnología perteneciente al oligarca sudafricano y empleado por el gobierno estadounidense, Elon Musk.

Los rumores sobre el uso de estos generadores de señal de Internet al margen de Etecsa fueron investigados por algunas plataformas mediáticas críticas al gobierno cubano, quienes confirmaron la existencia de un modelo de negocios con esta teconología, que infiltran en algunos barrios y luego proveen servicios a la comunidad por precios que pueden rondar los 40 USD o más, según el paquete que se adquiera.

A pesar de que Cuba, como es de esperarse, no está disponible en la lista de países en los que Starlink puede utilizarse, evidentemente hay personas que lo han comprado, lo han activado con pagos internacionales y luego lo han entrado al país, posibilitando su uso en la Isla, a pesar de que la empresa estadounidense no tiene licencia para operar en el espacio radioeléctrico cubano.

Pero, ¿para qué usar este aparato con los altos costos que implica adquirirlo, y luego pagar por su servicio? Si bien en la Isla existe el acceso a Internet y hay un alto nivel de penetración de las redes a través servicios móviles, el monopolio que gestiona las telecomunicaciones en Cuba, Etecsa, es saco de boxeo de las críticas en el menú de desahogos de cualquier conversación a nivel nacional.

«Etecsa no ayuda», es una frase típica de cuando se cae una llamada; «si se va la luz se va Internet», afirman muchos que sufren los apagones. Cuando el servicio se interrumpe también muchos se preguntan «¿quién estará protestando?», haciendo referencia a los cortes de Internet temporales en medio de manifestaciones, teniendo como ejemplo más memorable las protestas masivas del 11 de julio de 2021. En aquel momento, la periodista de AP Andrea Rodríguez increpó en conferencia de prensa al ministro de exteriores, Bruno Rodríguez, por el corte del servicio de datos y su respuesta fue: «hemos sufrido los de electricidad también».

Por otro lado, desde que los apagones se han vuelto crónicos las redes también se han visto afectadas debido a que las antenas repetidoras no tienen baterías y dejan de funcionar al irse el fluido eléctrico. Esto incluso fue reconocido por las autoridades cubanas en una comparecencia en la que se anunciaba un plan de inversiones para Etecsa que estaría acompañado del cobro de servicios en divisas y el aumento del precio de algunos otros, en moneda nacional.

A ello se suma la poca disponibilidad del servicio de Nauta Hogar, que tiende a ser mucho más estable, pero inaccesible en muchas zonas del país, incluso de la capital. A inicios de este año la presidenta de Etecsa afirmó que «las proyecciones apuntan a llevar fibra hasta los hogares, pero no contamos con los recursos financieros necesarios para responder a estas necesidades».

Con todas estas dificultades hay lugares que prácticamente están desconectados, pues la red 3g o 4g permanece saturada en la mayoría de los horarios, y el servicio de Nauta Hogar no está disponible.

Etecsa se ha pronunciado recientemente sobre las reiteradas críticas. Afirman que el crecimiento en la demanda de servicios de Internet ha generado una mayor carga en la infraestructura disponible, en la que no se ha podido invertir al ritmo deseado por falta de divisas, explicó a Cubavisión Internacional, Kevin Castro, director adjunto de la Vicepresidencia de Operaciones de la Red de Etecsa. También mencionan que la red se ha puesto más difícil debido a interferencias externas en la red móvil celular, provocadas por antenas ilegales y equipos no certificados, sin mencionar si eran equipos como los Starlink. Los directivos añadieron al menú de problemas los actos vandálicos que tildaron de «contrarrevolucionarios», como corte de cables y robo de partes y piezas de las instalaciones telefónicas.

Queda claro que Etecsa no tiene la capacidad financiera y tecnológica, y probablemente de recursos humanos, para enfrentar el desafío de mantener con conectividad a todo al que haya pagado por ella.

Ante esta realidad, algunos buscan alternativas para tener Internet, considerando que ya muchos se han acostumbrado a él, y que no son pocos los negocios, tiendas, y servicios, registrados o no, que funcionan por WhatsApp o Telegram, plataformas usadas también por el gobierno para, por ejemplo, organizar las colas para el expendio de combustible.

Ya sea ordenar el almuerzo, comprar un medicamento, o pedir un taxi: cualquiera de estos servicios, especialmente en La Habana, requiere Internet, una necesidad urgente para el cliente, pero aún más para el empleado que ofrece su fuerza de trabajo utilizando estos canales de comunicación.

Tampoco es despreciable la cantidad de programadores cubanos que se subcontratan con empresas extranjeras y que necesitan una conexión estable para su trabajo en un contexto de pocas alternativas. Si bien Etecsa ha establecido servicios especializados para empresas privadas dedicadas a estos fines, lo cierto es que hay un grupo significativo de trabajadores autónomos que laboran de manera informal y no pueden acceder a ellos.

Hace algunos días, la plataforma El Toque publicó un reportaje revelando cómo el servicio de Starlink disponible en Cuba ofrece una velocidad más de 10 veces superior a los 3 mbps que como promedio ofrece la banda ancha fija de Etecsa, confirmando lo conocido, que Cuba es uno de los países con más baja velocidad de Internet en la región.

Por otro lado, un artículo en Radio Rebelde afirma que «todo servicio satelital requiere una licencia de la autoridad nacional (en este caso, el Ministerio de Comunicaciones de Cuba) y notificación a la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT). Los equipos de comunicaciones satelitales Starlink no cumplen con ese trámite en Cuba, lo que lo convierte en un servicio ilegal, según el marco internacional».

Esta noticia significa que el acceso a Internet continúa siendo un área contenciosa para el gobierno cubano, a la cual están accediendo nuevos actores informales que han causado la alerta de las autoridades.

El espacio radioeléctrico ha sido una trinchera para subvertir el orden de cosas en Cuba desde hace más de 50 años con plataformas de propaganda como Radio y TV Martí cuya señal está bloqueada en Cuba.

Sin embargo, este escenario se ha complicado aún más en un contexto donde algunos perfiles en redes sociales y medios de presa opositores —muchos de ellos también bloqueados por los servicios estatales de Internet— están alineados a una estrategia de cambio de régimen articulada por un gobierno extranjero.

Lo cierto es que estas plataformas hoy conviven más cómodamente en redes sociales ampliamente utilizadas por los cubanos como Youtube o Instagram, sin que el gobierno cubano pueda controlarlo.

Si bien la conectividad a Internet por los pasillos laterales a Etecsa es parte del enfrentamiento entre ambos países, la verdadera lucha se dirime en el contenido, hoy cada vez más dominado por narrativas polarizadas en redes sociales, donde los perfiles y medios afiliados al gobierno cubanos muchas veces juegan en desventaja, ya sea por los pocos recursos disponibles, la falta de preparación del personal que los gestiona, o bloqueos selectivos por parte de los algoritmos de estas plataformas.

Significa también que la resiliencia del barrio cubano no tiene límites, y baipasea sanciones y distancias socioeconómicas, poniendo en un recóndito barrio habanero, con apagones y baches, un dispositivo de una empresa propiedad del egocéntrico dueño de Twitter, SpaceX y Tesla, uno de los hombres más ricos del mundo y que tiene al aparato institucional estadounidense pidiendo agua por señas.

Significa además que el Estado cubano está aplicando una resolución escrita y pública, en la que se dice claramente que importar dispositivos que irrumpan en el espacio radioeléctrico sin autorización es ilegal. Pero está claro que los veedores de rayos X en la aduana no han sabido reconocer o impedir la entrada de unos cuantos Starlinks que ya se encuentran en la Isla.

La soberanía de los Estados sobre el espacio radioeléctrico es algo que la UIT, con sede en Ginebra, defiende, y en el pasado ya ha fallado a favor de preservar el control gubernamental sobre el espectro. En un caso también controvertido que involucraba una demanda de Irán de que no le interfirieran el espacio radioeléctrico, la UIT falló a favor de Irán.

La congresista cubanoamericana María Elvira Salazar ha prometido y lanzado propuestas poco elaboradas de proveer Internet a Cuba que no dependan del control del gobierno, una iniciativa rara considerando que el gobierno estadounidense limitó el acceso a Internet a Cuba severamente, y todavía hoy, debido a las sanciones, múltiples servicios para el trabajo científico o la inteligencia artificial están prohibidos en Cuba y deben usarse con VPN. En agosto de 2021 presentó la «Operación Starfall», que informaba sobre un proyecto para ofrecer internet a Cuba con globos aerostáticos o tecnología satelital, algo que de alguna manera ya intentó Radio y TV Martí, y terminó en un rotundo fracaso.

Salazar publicó en la red social de Musk, una foto en la que ella tiene medio cuerpo sobre una mesa intentando acaparar la atención del magnate, y la acompañó con el texto: «Fue genial hablar con Elon Musk esta mañana sobre llevar conectividad a Cuba. Tenemos la tecnología solo necesitamos la voluntad».

El post generó una serie de reacciones y preguntas sobre cómo harían eso, ya que Starlink gratuito para Cuba no parece ser una opción viable para un hombre tan inclinado al lucro. Salazar respondió entonces con otro mensaje en X: «Sobre mi conversación con Elon Musk acerca de la conectividad a Cuba, cito a José Martí: “En silencio ha tenido que ser, porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas”», paradójicamente, esa frase es famosa en Cuba por una serie de televisión que pone como héroe a un agente de la seguridad del Estado.

Hasta el día de hoy, María Elvira, muy dada a obtener crédito y hablar alto sobre lo que ha logrado y lo que no, ha sido cautelosa en ofrecer algún resultado en esta área, mucho menos ahora cuando está centrada en evitar que los cubanos con residencia viajen a Cuba «a Varadero o a celebrar los 15 de la niña», según afirmó recientemente en entrevista; o en ver cómo limpia su imagen ante las familias hispanas, a las que ella prometió representar, y hoy tienen a varios de sus miembros deportados sin el respeto al debido proceso.

Nuestra opinión es que, si bien el espacio radioeléctrico está sujeto a la soberanía de cada Estado y los gobiernos tienen derecho a aplicar leyes para protegerlo, la defensa legítima de este no debe significar aplicar penas y dejar sin alternativas de conexión a quienes hoy utilizan este mecanismo informal, considerablemente caro, por ausencia de servicios estables y funcionales dentro del territorio nacional.  

No obstante, el monopolio cubano de la telefonía debe revisar su gestión a profundidad, y rendir cuentas sobre las limitaciones de su trabajo, así como transparentar las dificultades que enfrenta, y dónde pone los recursos que tiene, considerando que son una empresa pública.

Las justificaciones, o incluso la defensa argumentada de la soberanía del espacio radioeléctrico nacional no valdrán para quienes hoy dependen de una conexión estable para trabajar y así garantizar un sustento para sus familias.

Lo cierto es que Estado cubano quiere conservar el monopolio de las telecomunicaciones concentrado en una sola empresa pero no está cumpliendo el encargo social que tiene en cuanto a proveer los servicios. Si no puede, debe llevarse a revisión y «cambiar lo que tenga que ser cambiado» para ofrecer un servicio de calidad a los cubanos. Como siempre, los mecanismos informales buscarán la forma de llenar estos huecos, más en una era donde el Internet ya viene siendo un servicio tan básico como el agua o la electricidad.   

En la mayoría de los países del mundo, los servicios de Internet son ofrecidos por múltiples proveedores que compiten por brindar mayor cobertura, mejores precios y más estabilidad. En Cuba, en cambio, la decisión de mantener un único operador estatal parece responder más a razones políticas que a un compromiso real con la mejorar servicios para la población. Esta falta de competencia incide negativamente el desarrollo tecnológico del país y termina castigando a los ciudadanos, que enfrentan una conectividad limitada e inestable, en un contexto donde el acceso a Internet es ya una necesidad vital.

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Redacción
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