Rescatar la crítica del Noticiero ICAIC

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En el recién terminado 2019 se conmemoró un aniversario más de la creación del ICAIC, del Noticiero ICAIC Latinoamericano, dirigido por el cineasta Santiago Álvarez y también del centenario de su nacimiento. La obra de Santiago Álvarez ha sido profusamente elogiada como expresión de un periodismo revolucionario militante que, a través de reportajes marcados por la impronta artística documental de su particular autoría, ha salvaguardado para la memoria histórica nacional e internacional acontecimientos relevantes de la Revolución Cubana y una constante denuncia contra la injerencia imperialista a nivel mundial.

Sin embargo, la obra de Santiago en el noticiero no se circunscribe solamente a su trabajo como cineasta, hay que reconocerla también como director de este espacio periodístico semanal, que abrió sus puertas a jóvenes que comenzaban a entrenarse como realizadores dirigiendo, bajo su tutela, muchas de las ediciones de su producción semanal. Santiago aprobaba el plan temático de las filmaciones, supervisaba en la mesa de edición el montaje final antes de enviarlo al corte de negativo e impresión de copias en el laboratorio, y asumía la responsabilidad y defensa de los noticieros críticos.

Su aniversario se inscribe en las incontables conmemoraciones, celebraciones, efemérides y galas que se promueven públicamente a través de los medios de información siguiendo el patrón político propagandístico vigente. Fechas afirmativas de una identidad cultural y nacional, todas inscritas en el ideal épico y humanista de la Revolución, siempre subrayado por ese solemne y devoto ritual de reconocimiento a la memoria de aquellos acontecimientos y personajes, modelos fidedignos para su continuidad.

Sucede que la información y la interpretación de la memoria histórica de los procesos políticos está y ha estado siempre en función de los intereses ideológicos dominantes del presente y esto contribuye a que cierta tendencia conservadora del momento, corra una cortina de silencio sobre aquellas manifestaciones preteridas del pasado cuya interpretación actual exprese una incómoda visión crítica del devenir, siempre con el pretexto de preservar en los medios solamente los valores positivos de nuestro proceso social.

Hablar del noticiero, de las películas y documentales del ICAIC supone insertarlos en el debate que durante años de Revolución ha mantenido y mantiene en pugna ideológica a los que pretenden imponer una visión dogmática y censora contra lo que califican de “Diversionismo Ideológico” que da armas al enemigo; y aquellos que defienden la visión más abierta y contradictoria de una realidad en constante cambio, sin que por ello se banalice la agresión imperialista contra la que seguimos luchando.

Obviar la información sobre los errores y sus causas impide rectificar lo mal hecho y atenta contra el derecho ciudadano de conocer el grado de eficiencia con que afecta su calidad de vida la gestión administrativa de su gobierno.

En las primeras etapas de consolidación del proceso revolucionario, amenazado y agredido por el Imperialismo norteamericano, la ayuda económica y militar que la URSS ofreció a Cuba para la supervivencia de su Revolución contribuyó a fortalecer el peso político de una de las tres organizaciones políticas que apoyaban a la Revolución (el Partido Socialista Popular, el Directorio Revolucionario 13 de Marzo y el 26 de Julio).

De esas Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI), la procomunista del PSP aprovechó aquella dependencia de la URSS para fortalecer su influencia ideológica privilegiando y copiando del modelo soviético su tendencia censora y sectaria, la que intentó aplicar en su valoración de lo que consideraba o no revolucionario, lo que debía o no ser informado, impuesto y aceptado públicamente.

Así sucedió en los años 60 con la intención del director del periódico Hoy, Blas Roca, en el polémico debate que sostuvo con Alfredo Guevara, Presidente del ICAIC, de solo exhibir filmes que cumplieran una función educativa y pedagógica del arte, controlando y prohibiendo la exhibición en los cines de las películas producidas en los países capitalistas.

Hasta mediados de los ‘60 las tendencias estaban en pugna, polemizaban y se ganaban o perdían batallas o espacios de uno y otro lado, pero es a finales de los ‘60 en 1968 y, en particular, después del revés de la zafra del ‘70, la entrada de Cuba al CAME y la celebración del Congreso de Educación y Cultura del ’71, donde ganan predominio los dogmáticos.

Así sucedió con prohibiciones y acosos injustos, determinados por prejuicios históricos y diversos, como había acontecido ya con el internamiento de homosexuales y religiosos en las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP); con la excomulgación política a renombrados escritores por considerar su obra no revolucionaria; y a la “parametración” teatral que prohibió trabajar en el escenario a connotados actores y directores del teatro nacional cuyas obras habían dado popularidad y colocado a esta manifestación artística en la cima de los logros culturales de la Revolución.

El 9 de septiembre de 1970, a través de la revista Verde Olivo, se cuestionó oficialmente, y se tildó de “diversionismo ideológico”, el debate que a nivel internacional se estaba produciendo en torno a la interpretación soviética que se hacía del marxismo-leninismo y de su carácter “científico”. Esta inquietud político-filosófica encontró eco en la revista Pensamiento Crítico, la cual fue censurada y sus colaboradores tachados de ser portadores de posiciones teóricas inadmisibles.

En 1977,  luego de la apertura informativa generada al crearse en 1976 la Asamblea Nacional del Poder Popular y de superarse esa etapa sectaria y conservadora de acoso intelectual y artístico conocida como el “Quinquenio Gris”, jóvenes directores como Daniel Díaz Torres y Rolando Díaz iniciaron con sus reportajes periodísticos una denuncia crítica, marcada por un fuerte acento irónico en su expresión, en contra de la ineficiencia burocrática manifiesta en el deterioro de las calles de la ciudad; en el mal servicio gastronómico; en la falta de mantenimiento y chapucerías en las construcciones; en el incremento de los vertederos y basureros en barrios y vías urbanas; en los servicios del transporte público; telefonía, etc.

Uno de los más connotados noticieros de esta producción fue el de Daniel Díaz Torres titulado, La Ventana. En esta edición se criticaba el deterioro de cientos de ventanas de madera expuestas a la lluvia y a la humedad por un mal almacenamiento, confrontando a los que las producían con el abandono y la desidia de los responsables de su distribución y preservación.

Estos señalamientos críticos se redujeron al principio de los ’80 cuando los acontecimientos del Mariel confirmaron un descontento latente y bastante generalizado por carencias en la mejoría del consumo y la calidad de vida. Cabe señalar que el tratamiento que se dio a la información sobre este inesperado suceso en la embajada y su posterior desenlace migratorio (gracias a la autorización oficial para el éxodo masivo) volvió a tergiversarse y se atribuyó al carácter de escoria de sus protagonistas, así sirvió para alentar los lamentables y dirigidos actos de repudio, presentados como espontáneas reacciones populares contra los que optaron por el exilio.

Sin embargo, la reacción a esta crisis fue la de mejorar una oferta de consumo a través de un mercado estatal paralelo y la autorización a particulares de administrar agro-mercados y ferias artesanales. Esta etapa de prueba se caracterizó por un “tira y encoge” en su apertura y cierre, marcado por dos operaciones policiales contra vendedores acusados de enriquecerse, conocidos como “los macetas”. Una se realizó en el agro de Mariano, la operación “Pitirre en el Alambre”, y la otra conocida como la operación “Adoquín” que se ejecutó en la Plaza de la Catedral.

En 1981, se reanudó la producción en el noticiero ICAIC de este tipo de reportajes críticos. Pero bajo las amenazas del nuevo Presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, renació el enfoque de plaza sitiada con el consiguiente cambio de la política informativa del Estado. A la par de la estrategia defensiva de “la guerra de todo el pueblo” se notó cierta atenuación en la intensidad del tono crítico y aparecieron muchos señalamientos indirectos y hasta subliminales, basados más en la actitud de denunciar algo mal hecho que en hallar las relaciones causa-efecto que facilitarían encontrar las soluciones de los problemas planteados.

En 1987 los vientos desatados por la Perestroika y la Glasnot para renovar el Socialismo en la URSS llegan a Cuba y producen un nuevo cambio de la política informativa del Estado, que crea bajo el auspicio de Fidel, un proceso de Rectificación de Errores y Tendencias Negativas. En el Noticiero ICAIC aumentan el número de críticas, se  intensifica el tono directo, llegando a ser acusatorio e irónico en muchos casos –como en los noticieros de José Padrón— y humorístico –como los de Francisco Puñal—, referidos todos a los recurrentes temas de ineficiencias administrativas: el transporte; el descontrol con el despilfarro de agua; el mal abastecimiento de la luz brillante para las cocinas; el abandono de las fábricas de hielo en la capital, alto número de divorcios y abortos en el país, las quejas de la población sobre la falta de coronas de flores para los fallecidos, el cual fue retirado de la exhibición un día después de su estreno y sobre todo, la práctica de confundir el Socialismo con el “Sociolismo”.

La realización de estos reportajes estaba inspirada en un pensamiento de Rabindranath Tagore, enmarcado y colgado en la pared de la oficina de Santiago: “Cuando se cierra la puerta a los errores, también la verdad se queda fuera”. Estos últimos noticieros fueron realizados por Francisco Puñal, Melchor Casals, Vivien Argilagos y José Padrón.

Algunos de los más debatidos fueron los de Padrón sobre los barrios insalubres permanentemente contaminados: Un día en las cuarterías de Atares-#1488, El barrio marginal del Aguardiente Coronilla-#1456, El Viandazo #1464, Los Albergados”-#1460. Este último reportaje, en particular cuestionado por la censura, refería la insensibilidad de los responsables de la situación de familias albergadas desde hacía diez años en un régimen de separación entre los hombres y las mujeres sin que se priorizara una urgente solución.

Bajo el impacto del Periodo Especial el noticiero ICAIC desaparece en el año 1990, así como la profusión de documentales críticos hechos por el ICAIC. Fue en este periodo que aparece el corto titulado Olfato Mutilado, de Irene López Kuchilán, que abordaba de manera metafórica que en la sociedad hay otro tipo de basura aparte de la que echa la gente en la calle.

Esta última etapa (1987–1990) de abordaje crítico contra las deficiencias administrativas tuvo una culminación siniestra con la realización en junio del año 1991 de la película, Alicia en el Pueblo de Maravillas, del director Daniel Díaz Torres, que en los años 70 había confrontado con sus noticieros críticos la experiencia que le permitió inspirarse en hechos reales para construir el argumento satírico del filme.

En él se narraba la vivencia de una joven instructora de arte que debía realizar su trabajo en ese pueblecito ficticio, remedo rural de un purgatorio fantástico, donde operaba el director mefistofélico de un sanatorio al que iban castigados y a lavar sus culpas los que habían cometido infracciones burocráticas. Considerado un filme contrarrevolucionario, su aprobación para la exhibición pública provocó la injusta destitución del director del ICAIC, el cineasta Julio Gracia Espinosa, y el propósito de hacer perder al ICAIC su autonomía institucional.

El 13 de mayo del 91 el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros decidió crear una comisión para fusionar ICAIC-CINE ICRT-CINE-ECTVFAR. Al conocer la noticia publicada en el periódico Granma, que nació el grupo de los 18 directores de cine que protestamos contra esa intención, desencadenada por el filme Alicia… Sabíamos que lo que estaba detrás era acabar con esa “tendencia crítica” del ICAIC a realizar, no solo los noticieros sino también documentales y largos de ficción como Plaff, Papeles Secundarios y otros, que se preparaban en el tintero, como Adorables Mentiras. Producciones todas que contribuyeron a que los censores se refirieran peyorativamente a nuestros cineastas como, “los perestroikos” del ICAIC.

Afortunadamente, gracias a la intervención de Fidel, animada por la resistencia argumentada revolucionariamente que rodilla en tierra opusimos los directores de cine a esta censura –fue Santiago el que se encargó de hacérsela llegar a Fidel—, se dio marcha atrás, el filme fue reivindicado y gracias a este reconocimiento del error, el ICAIC pudo seguir haciendo películas en los años 90 de gran impacto social y de renombre internacional como Fresa y Chocolate, Guantanamera, Madagascar, Miel para Oshún, etc.

Sin embargo, la censura a películas y documentales producidos por el ICAIC o de manera independiente se ha mantenido, pero procurando la discreción en su aplicación. A partir de la crisis de los noventa se produjo el cierre espontáneo de la mayoría de los cines con la reducción del público potencial para ver los filmes. Por otra parte, la televisión nacional ha mantenido un estricto control selectivo del contenido de las producciones cubanas presentando solamente aquellas que no abordan temas críticos y conflictivos sobre la realidad.

Filmes como Melaza, del realizador Carlos Lechuga –sobre el efecto desestabilizador que produjo el masivo cierre de los ingenios azucareros en la vida personal y comunitaria de sus trabajadores—, y La Obra del Siglo, del director Carlos Quintela, –sobre la suspensión del proyecto para la instalación de una central electronuclear junto a la bahía de Cienfuegos—, son producciones no censuradas abiertamente, pero nunca presentadas por la TV Nacional.

Lo mismo sucede con los filmes “conflictivos” de la mayoría de jóvenes realizadores, cuya presentación y debate solo se circunscribe al recinto cerrado de la Muestra de Cine Joven. No obstante, las precauciones tácticas para evitar las prohibiciones oficiales explícitas, el siguiente filme de Lechuga, Santa y Andrés –donde se denuncia un injusto acto de repudio contra un escritor homosexual—, fue agresivamente censurado por representantes de la UNEAC y un alto asesor cultural, en contra de la opinión de varios cineastas que consideraron improcedente la decisión.

La confirmación de esa insistente actitud censora, que intenta preservar su espacio histórico en los medios de manera indirecta y solapada, lo fue, ya en el siglo XXI, el programa de la TV Nacional dedicado a celebrar la obra poética de Pavón, bajo cuya dirección se aplicaron las peores decisiones del “Quinquenio Gris”. Esto encendió la llamarada de protesta de artistas e intelectuales, a través de lo que se dio en llamar, “la Guerrita de los E-mails”, que condujo a una reunión pública en la Casa de las Américas.

Volviendo al Noticiero, toda esta información de alerta hecha bajo la tutela revolucionaria, comprometida y combativa de Santiago contra la censura, la remito al presente que hoy vivimos 30 años después de la desaparición del Noticiero ICAIC Latinoamericano, donde aquello que se denunció ha empeorado luego de la crisis del Periodo Especial que siguió a la desaparición de la URSS y de su ayuda económica.

La proyección actual de aquellos Noticieros críticos, realizados décadas atrás, confirmaría que muchos de los problemas señalados no se han resuelto, sino que han empeorado, y facilitaría establecer juicios, valoraciones y correcciones para optimizar el sano devenir de nuestro modelo socialista, el que la burocracia quebranta y vulnera con su dogmatismo hierático.

A pesar de todos los plenos, congresos y asambleas de la UPEC donde se hacen llamados a promover un periodismo crítico que active la conciencia ciudadana y promueva su sentido de pertenencia social, los medios masivos siguen omitiendo las causas de los fenómenos negativos que se manifiestan en la cotidianeidad de nuestras vidas, alterando también con su silencio la memoria histórica de un proceso que necesita asumir sus contradicciones para superarse.

Ahí están hoy los medios digitales alternativos, con sus buenos o malos propósitos, cuyo acceso masivo hace evidente esta carencia informativa, la que ya no se puede esconder impunemente sin afectar la confianza del ciudadano en el respeto a la verdad que le deben los medios de comunicación nacionales.

La mirada crítica hacia la inmediatez de su entorno en el día a día de una realidad marcada por un constante fluir de acontecimientos disímiles y a menudo conflictivos, es imprescindible para corregir y superar los errores precisando causas y responsables. Si, por ejemplo, se denuncia la indisciplina social en abstracto apelando solamente a la necesidad de desarrollar una conciencia de la pertenencia, solidaridad y el deber ciudadano sin la aplicación de medidas coercitivas, como multas o la obligación de pagar con trabajo para enmendar lo mal hecho en el área de servicio afectada por esa indisciplina, entonces todo quedará en el apelativo moral idealista y utópico desvinculado de su nexo concreto con la realidad material.

El Che hacía un llamado a la conciencia del trabajo voluntario, pero el primero en cumplir con su prédica era él. Esa indisciplina está referida a los mismos y añejos temas descuidados en la realidad de nuestro vivir cotidiano: vertederos de basura, mal servicio en el comercio; chapucerías en arreglo de calles; salideros de agua infecciosos y con mosquitos; problemas con el transporte público; cuarterías y viviendas apuntaladas; barrios marginales por el aumento de la población oriental inmigrante hacia la capital –conocidos sus miembros como “los palestinos” esa a la que los Van Van  dedicaron la letra de su canción, “La Habana que no aguanta más…”—; inmigración que se gana la vida con la reventa de productos en el mercado negro por la ausencia de tiendas mayoristas; contaminación sonora ambiental que invade la tranquilidad de los espacios públicos sin una intervención policial, cuya mera presencia evitaría esas expresiones invasoras con su bullicio y la serie de concatenaciones sociales y culturales que arrastra.

Hasta ahora es bastante habitual que el propio aparato administrativo del gobierno a los niveles municipales inferiores no respete, viole y contradiga orientaciones hechas por las más altas instancias políticas del Estado y el Partido. El compañero Raúl Castro, Primer Secretario del Partido, y nuestro actual Presidente de la Republica, el Miguel Díaz-Canel, han insistido más de una vez en la convivencia social civilizada y educada de la población dentro del marco del respeto a la tranquilidad, consideración y decencia ciudadanas evitando esa polución sonora ambiental, animada con reguetones y canciones de la peor calaña y vulgaridad, promovidas por los responsables “culturales” del Poder Popular en las ferias comerciales montadas en barrios de la capital, así como también sucede con la instalación de quioscos para el expendio de bebidas alcohólicas con sus respectivos acompañamientos “musicales”, en parques y lugares públicos rodeados de las viviendas particulares, agredidas por el ruido que no se apaga hasta altas horas de la noche.

A las denuncias hechas por ciudadanos contra esas malas prácticas se suma a menudo la insensibilidad, falta de seguimiento y falta de respuesta oficial por delegados de circunscripción, Gobierno y Partido municipales, incluidos sectores locales de la PNR que, ante lo que consideran infracciones menores (erróneamente no penadas legalmente) se conforman, si acaso, con llamar la atención a los responsables para que disminuyan un poco el motivo que dio razón a la denuncia… y cuando en el mejor de los casos esto se hace, se retiran y… ¡sanseacabó!, misión cumplida, los infractores vuelven a las mismas  y la vida sigue igual…

Esto confirma que para rectificar lo mal hecho y cambiar lo que debe ser cambiado es necesaria una crítica insistente, comprometida y acompañada de sanciones que luchen contra el inmovilismo de ese lánguido y parsimonioso burocratismo que venda los ojos y agudiza con su ineficiencia y desidia el efecto de su incumplimiento con las orientaciones y recomendaciones hechas por la alta dirección de la administración estatal.

Hoy en este proceso de transición generacional en el poder que vivimos se siente una voluntad de luchar contra esa parálisis conservadora, unas veces hipócrita y oportunista, y en otras ocasiones demasiado cautelosa y sin malas intenciones, pero sí equivocadas. Se ha sacado a los ministros de sus despachos y los han puesto a relacionarse y a seguir de cerca la actividad de sus funcionarios en el cumplimiento de sus tareas. Se trabaja también en la interconexión ministerial para disminuir las importaciones y aumentar las exportaciones para buscar soluciones a las carencias y no justificar con ellas el incumplimiento de los planes aprobados; se conmina a pensar con cabeza propia.

Ahora bien, existe el aislamiento burocrático y acomodado del dirigente segregado de la vida común y ajeno a las condiciones de vida que la población mayoritaria tiene que asumir diariamente.  Muchos de esos “cuadros” tienen asignados carros y chofer –que también utilizan para sus necesidades personales—, sin que necesiten desplazarse en una guagua del servicio público para ser puntuales en el cumplimiento de sus deberes; ni tampoco suelen habitar en zonas más comprometidas con la realidad concreta de pobreza en la que viven miles de ciudadanos ganando un salario exiguo y no en los barrios elegantes, antiguos reductos de la burguesía criolla.

No se les ve nunca participar en la limpieza de la contaminación en zonas costeras, ríos; o en las cosechas de productos agrícolas mientras alientan con sus arengas a que los campesinos y obreros se afanen en sus labores. En su lugar esta carencia no cesa  de ser sustituida por la tediosa, repetitiva y adormecedora propaganda transmitida por los medios de comunicación, basada en las celebraciones, efemérides, aniversarios, asambleas, congresos, medallas, diplomas de reconocimientos con su recital de consignas que semejan los ritos y los rezos de un culto religioso y conforman la rigidez de un sistema ideológico empeñado en las conmemoraciones robóticas y solemnes para confirmar el indiscutible carácter heroico, inquebrantable y único de nuestra Revolución.

Pienso que es necesario acabar con la sordera y la ceguera que excluyen de la información los temas que alimentan esa indisciplina social echándole la culpa a los infractores de la población sin indagar en las verdaderas causas del deficiente control administrativo que la propicia. Esto alimenta la manipulación informativa de nuestra realidad que a través de las redes digitales realiza el imperialismo para desacreditar nuestro sistema socialista, unida al incremento del bloqueo con el que pretende la asfixia económica del país.

Ahora bien, la manipulación informativa no es exclusiva de los medios de la derecha: la que reproducimos internamente nos daña vulnerando por omisión la posibilidad de rectificar los errores, condenando al sistema a sumirse en la ineficiencia, a su envejecimiento y al peligro de su extinción en un futuro no muy lejano, cuando los jóvenes que hoy mecánicamente corean consignas en las marchas y reuniones tengan que integrarse a un medio socio-económico y cultural que no satisfaga los requerimientos de sus expectativas y aspiraciones en su calidad de vida, precisamente por no haber alertado a tiempo los medios contra esos obstáculos inmovilistas.

Ahí está la alerta de Fidel en noviembre 17 de 2005, siete meses antes de su retiro por razones de salud, advirtiendo que la Revolución tenía como mayor peligro ser destruida desde el interior de ella misma. La realidad sigue su curso imparable de cambios conflictivos, los retos son inmensos y aún no hemos sacado en profundidad las lecciones de lo que pasó en la URSS y el Campo Socialista.

El cambio debe ir a lo esencial: fortalecer la conciencia individual ciudadana con medidas concretas de participación y también con regulaciones coercitivas. Dentro de estas coordenadas el NTV Nacional ha mejorado su presentación visual transmitiendo para el espectador la valoración del factor estético como motivación y demanda cultural implícita en la calidad de su imagen. También ha incorporado a locutores y periodistas negros en respuesta a la urgencia de dar una representatividad visual a nuestra cultura mestiza, aunque existen espacios complementarios como La mesa redonda donde el tema de un racismo agazapado, que todavía existe en nuestra realidad, debería ser debatido a calzón quitado.

Algunas veces se han hecho críticas socio-económicas y culturales más profundas y serias por buenos periodistas del noticiero, pero generalmente se pierde el tiempo y espacio dedicándoselo a temas reiterativos de las visitas del secretario de tal o más cual organización haciendo llamados a incrementar la producción, a no justificar los incumplimientos, etc. y ahí se queda el buen consejo. Se pierde espacio y tiempo en la información sobre los innumerables congresos y asambleas de las múltiples instituciones y organizaciones (CDR, ANAP, FMC, UJC, ANIR, UPEC, CTC, etc.), algunas ya vaciadas de su contenido original y que hoy flotan en una deriva que no llena las necesidades ciudadanas a satisfacer y que pudieran activarse de acuerdo a los requerimientos del presente.

Para colmo de la repetición y la pérdida de tiempo en el horario establecido del noticiero muchas veces se presenta un reportaje con el resumen esencial del discurso de un dirigente, y luego, al terminar el noticiero, se repite completo el mismo discurso. Todo esto incide en el reflejo indirecto y justificativo de la impuntualidad que, además de otras carencias concretas como la del transporte, caracteriza el funcionamiento de muchas actividades en el país que no prestan sus servicios en el horario establecido. Alterar los horarios solo es aceptable cuando condiciones excepcionales lo reclaman como imprescindible por su impacto público.

En sucesivos plenos de la UPEC se plantea la necesidad de realizar un análisis de las estrategias de comunicación en los medios masivos para transformar nuestro sistema de prensa con un quehacer más crítico y menos triunfalista. Hay que someter el discurso ideológico oficial a un análisis imparcial para evaluar su validez. La eficiencia del trabajo ideológico en las propuestas informativas de los medios depende del interés que sea capaz de despertar en el ciudadano para pensar y asumir su pertenencia y responsabilidad hacia su realidad, cuidando siempre de no aburrirlo con el empalagoso blablablá al que nos han acostumbrado los reportajes periodísticos vacunados contra el análisis complejo de la realidad y siempre controlados para su aprobación y difusión por un aparato ideológico no siempre acertado en sus orientaciones.

Y aquí me detengo en esta área política tan sensible y determinante para el ejercicio de ese periodismo indagador y militante contra la censura inquisidora que ha predominado históricamente en las decisiones sectarias de algunos de sus dirigentes, condenando a un ostracismo a creadores y artistas en el sector cultural a partir de prejuicios, entre otros también homofóbicos, provocando conflictos innecesarios que han dañado el prestigio de nuestra Revolución.

Creo que la trayectoria histórica seguida por algunos funcionarios de los más renombrados en la aplicación de una rigidez ideológica inquisitorial, los cuales han sido asignados y después depuestos como secretarios de este importante departamento por razones de su incompetencia o de sus desmedidas ambiciones políticas, habla por sí sola de que nada ni nadie es perfecto y que las decisiones profesionales y éticas están y estarán siempre marcadas por la personalidad y los intereses humanos, a menudo en contradicción con una moral revolucionaria más estricta y coherente con la necesidad representativa de asumir lo positivo y lo negativo del aval revolucionario de nuestro proceso.

Son hombres concretos los que interpretan, dan sentido y materializan el cumplimiento y la aplicación de los principios ideológicos revolucionarios, hasta ese momento nominales y abstractos, funcionarios potencialmente investidos de un poder impositivo para determinar su cumplimiento obligatorio, como el que le compete controlar a una institución guardiana de la ideología sistémica.

“Librémonos de la ridícula creencia de que todo lo sabemos; librémonos de la ridícula creencia de que somos infalibles. Nuestro primer deber es saber que somos falibles, que podemos equivocarnos una y muchas veces. Que más que poder decir que lo sabemos todo, todo, podemos decir que lo ignoramos casi todo; que debemos estudiar, que debemos meditar, que debemos pensar, razonar y ampliaremos nuestra capacidad de comprender”. (Discurso pronunciado por el Fidel el 13 de marzo de 1966)

Temprana y sabia advertencia contra el grave peligro que promueve un conservadurismo sabelotodo que se autocalifica e impone su criterio como el único correcto y en la práctica política niega cambiar lo que debe ser cambiado. Riesgo de no activar los mecanismos que eliminen periódicamente y no acumulen con su potencial de descontento explosivo los óvulos muertos de las decisiones erróneas y estériles y los sustituyan por la fertilidad crítica que reanima la necesidad de luchar contra todo lo que contribuya a vulnerar los logros alcanzados y evitar así la instauración de una revolución menopáusica que termina por agotarse y desaparecer, como resultó con el modelo soviético de socialismo hermético y sectario que, al abrirse con la glasnost-perestroika a una súbita transparencia, hizo estallar con su presión contenida las válvulas del sistema hasta provocar su propia desaparición.

Ahora bien, el sistema soviético había sufrido desde antes una descomposición político-social interna que hizo metástasis desde la cúpula a amplios sectores de toda la sociedad. Los que tomaron el poder en 1964 siguieron un proceso de corrupción y desidia que condujo al fracaso el objetivo que tenían aquellos animados con las buenas intenciones de sanear el sistema en 1985.

Cuba no es la URSS. En su búsqueda por encontrar un modelo de socialismo inspirado en la ideología marxista siempre tuvo la conducción de un líder popular que impregnó sus decisiones con la sinceridad y honestidad de un dirigente revolucionario consciente de que como hombres no somos infalibles. Obligado por circunstancias históricas ineluctables, pero inclinado a favor del debate entre revolucionarios, Fidel siempre estuvo empeñado en mantener la unidad entre esas tendencias, favorables unas a la autocrítica y la otra al hermetismo inspirado en el modelo soviético, marcado este por la herencia censora del estalinismo que nunca dejó totalmente de existir y que también exportó a los países socialistas y contribuyó a su desintegración.

Han pasado ya 60 años, y aunque el espíritu ideológico censor y su oponente crítico todavía coexisten, en la actualidad sigue existiendo un solo partido presidido por Raúl, pero integrado mayoritariamente por generaciones nacidas después del triunfo revolucionario sin el crédito moral de haber vivido el riesgo del sacrificio heroico, salvo de aquellos sobrevivientes de la lucha contra la dictadura batistiana, contra la invasión mercenaria de Playa Girón, la lucha contra bandidos y en las misiones internacionalistas.

Estos comunistas actuales tienen su fundamento político-ideológico en el referente fidelista de su interpretación marxista –sin que hoy se acuda a Marx, Engels y a Lenin para avalar algo—.

Por eso quiero terminar remitiéndome a ese discurso premonitorio de Fidel en la escalinata universitaria el 13 de marzo de 1966, en el que anunciaba el peligro del envejecimiento del dirigente, trasladando hoy, medio siglo después, la interpretación de esa amenaza al peligro del envejecimiento del propio sistema:

“Esta revolución es afortunadamente una revolución de hombres jóvenes. Y hacemos votos porque sea siempre una revolución de hombres jóvenes; hacemos votos para que todos los revolucionarios, en la medida que nos vayamos poniendo biológicamente viejos, seamos capaces de comprender que nos estamos volviendo biológica y lamentablemente viejos.

¿Y para qué sirve un partido donde todo gira alrededor de un hombre? ¿Para qué sirve un partido si se endiosa a un hombre, y se le endiosa hasta tal grado que ni siquiera los nombres de Marx, Engels y Lenin se vuelvan a mencionar? ¿El dirigente revolucionario es necesario como instrumento del pueblo, es necesario como instrumento de la Revolución?

Mas, la relación entre pueblo y dirigente no puede ser un acto reflejo, no puede ser la resultante de un reflejo condicionado, sino un problema de conciencia, un problema de ideas. Volviendo a los votos que hacía porque todos nosotros los hombres de esta Revolución, cuando por una ley biológica vayamos siendo incapaces de dirigir este país, sepamos dejar nuestro sitio a otros hombres capaces de hacerlo mejor.

Preferible es organizar un Consejo de Ancianos donde a los ancianos se les escuche por sus experiencias adquiridas, se les oiga, pero de ninguna manera permitir que lleven adelante sus caprichos cuando la chochera se haya apoderado de ellos. ¿No han leído la Dialéctica de la Naturaleza de Engels?, pues Engels dice que con el transcurso de los años hasta el sol se apagará.

Qué tiene de importancia que la brillantez, la lucidez, la luz de un mortal se apague con los años”.

Escribo estas líneas animado por la intención de contribuir a una reflexión sincera y comprometida de todos los revolucionarios en el propósito de cooperar con la imperiosa necesidad que se le impone a esta nueva generación de gobierno de definir, con los cambios que promueva o no, el compromiso con el sentido y la especificidad actual del carácter socialista que se le dé a su más reciente consigna, la que a todos nos concierne y que reza: “Somos Continuidad”.

Al observar el dinámico empuje con que el Presidente de la República trata de estimular la creatividad en la administración estatal, de combatir la morosidad por falta de iniciativas y coincidir con la intención de remover de sus impurezas el ancho diapasón de temas sujetos al cambio con la preservación de una memoria histórica manifiesta en toda su complejidad, confío entonces en que la herencia, auténticamente revolucionaria del Noticiero ICAIC latinoamericano, sea definitivamente rescatada.

17 COMENTARIOS

  1. «A pesar de todos los plenos, congresos y asambleas de la UPEC donde se hacen llamados a promover un periodismo crítico que active la conciencia ciudadana y promueva su sentido de pertenencia social, los medios masivos siguen omitiendo las causas de los fenómenos negativos que se manifiestan en la cotidianeidad de nuestras vidas, alterando también con su silencio la memoria histórica de un proceso que necesita asumir sus contradicciones para superarse.»
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    No solo «los medios masivos», Enrique. Tú tampoco has tocado en tu laaaaaargo artículo las raíz verdadera del problema. Mucho «Che, Revolución y Fidel» repartido por lo párrafos, pero ni una sola vez dijiste que en Cuba NO HAY LIBERTAD DE EXPRESIÓN y que por eso, luego de 61 años, los señores del partido único siguen usando las tijeras de la censura cuando un discurso artístico, o cualquier otro, no conviene a sus muy particulares intereses.
    En vez de ser claro y objetivo te fuiste por las ramas, Enrique, y el resultado ha sido un articulazo insufrible y en verdad poco digno de tus demostradas luces como crítico de arte.

    • Graciano, su comentario es francamente irrespetuoso e ignora muchas cosas alrededor de un hombre como Enrique Colina, quien por su actitud crítica y cívica ha sido apartado de casi todos los espacios mediáticos. Le recomiendo que lea su declaración a raíz de la Guerrita de los Correos del 2003 y después haga valoraciones informadas, como bien dice el refrán, hablar no cuesta nada…

      • Alina, creo que ves «irrespeto» donde no lo hay. Nada personal tengo en contra de Enrique. De hecho, lo considero uno de los mejores intelectuales cubanos post 1959.
        Pero una cosa es lo que yo crea de él y otra muy diferente lo que yo piense del escrito de su autoría que LJC ha puesto a nuestra disposición hoy. Peca por omisión cuando trata de explicar la raíz de la censura en Cuba.
        Y en cuanto a la llamada «Guerrita de los emails» de 2003 aquí le va mi opinión: cuando vi tantas mentes brillantes envueltas en ese episodio tan penoso no pude menos que sentir vergüenza ajena. Ni uno solo de ellos llamó las cosas por su nombre. Ninguno de ellos dijo públicamente lo que pensaba al respecto, sino que detrás de un ordenador se dedicaron a «combatir» sin que el pueblo se enterara de su descontento. Ninguno de ellos alzó su pluma para beneficio de la gente.
        Alina, hay que llamar las cosas por su nombre y dejar de encumbrar a personalidades quienes quieran que estas sean. Si en Cuba no hay libertad de expresión, como seguramente sabes, entonces hay que luchar para que la haya porque esa es la verdadera razón de la censura contra cualquier producto artístico o discurso político contrario a los intereses del partido único.
        La otra vía sería «combatir lo mal hecho» desde nuestro correo electrónico y esperar a que, dentro de otros 61 años, algo cambie por obra y gracia del espíritu santo.
        Reciba un saludo.

      • Muy amante de la libertad de expresión es este al que tanto le gusta decirle a otros lo que tienen que decir.

      • Tú puedes hacer lo que mejor te parezca, Pedro, pero amante de la libertad de expresión sí que lo soy.
        Recibe un saludo.

      • Para Ud decirles a otros como uno quiere que actúen equivale a castigarlos si no lo hacen? Cuando hay libertad de expresión se puede criticar a los demás?

      • Esas personas que escribieron desde su ordenador en el 2003 estaban dando un paso lleno de valor si se enfoca en el contexto en que lo hacían, en una época en que no existían las redes sociales y los blogs, al menos en Cuba, nos llenaron de esperanza en que la memoria de la gente no había perdonado, no había muerto y pedía cuentas, de manera tímida, lo acepto, pero no tenían otra opción, coincido con usted en que la libertad de expresión a través de medios públicos no existe en Cuba. De todos los que intervinieron en la polémica, Enrique fue uno de los que más perdió, para empezar, su espacio de 24 por segundo que era muy seguido, por ello la forma en que usted se refiere a él me sigue pareciendo desmesurada, saludos.

      • Te entiendo, Alina. Y estoy de acuerdo contigo en que esos intelectuales en verdad tuvieron muy pocas opciones y el correo electrónico fue el medio usado. Sin embargo, todavía hay millones de personas dentro de Cuba que no saben lo ocurrido.
        Lo que quiero decir es que si la gente no se entera la impunidad de los responsables está garantizada. Y eso fue lo que terminó por pasar.
        Yo parto de la tesis de que sin democracia muy pocas cosas buenas nos esperan como nación. Un solo partido político permitido es querer que todos pensemos igual, y eso es una aberración. Tu debes tener derecho a disentir del gobierno e incluso asociarte con quienes piensen como tu sin sufrir persecución por ello, que es lo que se ha visto en Cuba por estos largos 61 años. Los pueblos deben poder meterle presión a los gobiernos para que cambien aspectos de su gestión o sacarlos del poder mediante elecciones. En cambio, desde ya te puedo asegurar que el próximo presidente cubano será un comunista que ni siquiera elegiremos, sino que será otro designado a dedo.
        Sin libertad de expresión, sin partidos políticos, sin libertad de movimiento, o sea sin democracia, estoy seguro que hasta un comunista de base se atrevería a asegurar que todo seguirá igual hasta que hayan verdaderos cambios en nuestra sociedad.
        Además, Alina, el PCC lo ha hecho tan mal que no sé como se atreven a quererse mostrar como la única alternativa que tenemos los cubanos.
        Como quiera te agradezco el intercambio y si mis palabras sobre el artículo de Enrique te sonaron duras te pido disculpas. No es nada personal en contra de él pues como te dije en mi primer comentario lo considero uno de nuestros mejores intelectuales.
        Saludos, Alina.

      • El que E. Colina haya sido practicamente tronado nos da una vision clara de que a esos que desde el principio nos vedaron como nacion de exponer criterios y opiniones no se les combate con suavidad y eso esta mas que demostrado.
        Los que nos han mantenido como una nacion de carneros durante todo este tiempo y los que heredaron el papel de hacerlo en el presente seguiran haciendolo y no van escarmentar solo por unos cuantos Emails o un escrito que no menciona nombres ni hechos, asi que si de eso es con lo que nos vamos a conformar es preferible no seguir perdiendo el tiempo y dedicarnos a otra cosa.
        Cuando alguien se pare en una esquina y diga » Que vivan los derechos Humanos» o mencione un lider de forma ruda no nos disculpemos de no apoyarlo y comencemos a buscar si le paga alguien o no y apoyemoslo uniendonos a su inconformidad que es la nuestra, de nosotros los que no recibimos pagos de nadie y que estamos chivados. Al fin y al cabo no es mentira lo que dice.
        Es mejor tomar la actitud del cacique Hatuey que pretender ir al cielo con esos que han acabado con la nacion que nos dejaron Marti , Maceo y muchos otros y de la cual otros se han apoderado.

      • Es tan obvio que en Cuba no hay libertad de expresión que no pienso hacer el mínimo esfuerzo para argumentarlo.

        La Joven Cuba lo sabe, Alina López lo sabe y todos los cubanos lo saben, desde los de más arriba a los de más abajo.

  2. He leído en este foro y en otros,artículos que hablan de lo mismo, que si existen dirigentes anquilosados, que si traban los cambios, que si mantienen con su conducta su zona de confort y me preguntó: se sabe quiénes son? Por qué nunca se dicen nombres? Es que cada artículo que se publica se aplica la auto censura para no buscarse problemas? O quizás se sospecha que existen y no se tiene confirmación de quienes. Creo que para el cambio que se quiere se necesita desenmascarar a los que traban todo y hacen tanto daño, la prensa oficial nunca lo va a hacer porque ese es su hábitat.

  3. Felicitaciones a Enrique Colina.
    El artículo me ha parecido extremadamente interesante y acertado. Creo que si él hubiera sido o fuera director del ICAIC, tal vez la escena del cine y la tv cubana fueran diferentes. Triste que en realidad necesitemos muchos Enrique Colina.
    Me ha impresionado sobre todo, que desde años tan tempranos como 1977, ya existía preocupación por las mismas cosas aún no se han resuelto. La inmovilidad social en Cuba entonces ni siquiera es entre estratos sociales, es generalizada… 🙁 Leer de un hombre tan elocuente y respetado, las peripecias, andares y desandares de instituciones cubanas de cine y tv, es algo revelador. En mi criterio personal, el artículo una vez leído, me deja el mal sabor de confirmar que la centralización nunca nunca jamás será algo bueno. Qué los personajes con poder pueden y han podido siempre actuar diferente y en mayor beneficio del pueblo que dicen defender y que no hay justificación ni moral ni material, para la situación tan estúpidamente mala en que Cuba se encuentra.
    PS. Solo como curiosidad, por si otros gustan como yo de escarbar viejos textos. No sé si Enrique escogió a propósito los fragmentos de discursos de Fidel, pero casualmente citó dos de mis cientos de referencias de ideas del propio Fidel que uso para mostrar cuán diferentes fueron sus palabras de su acción.

  4. La limitacion no esta en el sistema socialista ….son los hombres que dirigen y sus propias limitaciones quienes fijan el alcance de determinada cosa dentro del sistema ….aunque la base sea la misma , la direccion por el pueblo de su propio destino ….habra tantos caminos , interpretaciones , limitaciones , retrocesos y descarrilamientos de los sistemas socialistas porque dependen de las circunstancias particulares , generales en el tiempo que se da ese proceso y sobre todo de los cuadros centrales que dirigen el proceso ……..el sistema socialista debia ser superior a todo los demas sistemas que el hombre se ha dado porque incolucra a todos en su concepcion …..desgraciadamente ningun pais que lo ha intentado ……ha llegado a él ………sus cuadros , sus partidos centrales , sus interpretaciones de que es un sistema socialista ………lo han echo naufragar en el intento, independientemente de la logica resistencia y politicas empleadas contra ellos por el sistema capitalista mundial. .
    Lo que Cuba tiene hoy es un franskestein de socialismo tropical …….sus cuadros se han limitado aun continuismo de politicas necesarias de una Revolucion para cambiar el sistema capitalista subdesarrollado vencido pero consolidar y desarrollar un pais con participacion real de todos conlleva a una apertura general y superior al que aparentemente otorga el liberalismo capitalista……..en el que cree firmemente algunas personas que participan aqui.
    Todo es criticable porque hay tantas posiciones criticas como personas lo vean desee su punto de vista.
    En Cuba con la llegada de la Revolucion dr establecio una critica fuerte y descontructiva del sistema capitalista , una vision critica soft y de compromiso con el socialismo , una autocritica fuerte para la periferia de los errores del sistema desde sus organos de comunicacion general y la aceptacion desde el estado de criticas fuertes solo si venia de sus propios dirigentes centrales,la autocensura se generaliso porque los mecanismo de control y aplastamiento estatal reinan sobre los derechos de la constitucion.
    Con el apartado de contrarevolucion y contrarevolucionario han establecido un aparthei interno de censura .
    Puede ser el sistema socialista cubano en libertad comunicacional estatal y popular .?
    Si …..pero hay que empezar por eliminar la funcion de censor partidista y estatal al Departamento ideologico del PCC , hay que enunciar uina nueva ley de prensa y comunicacion dando en cooperativas autogeestionadas y populares a los medios de comunicacion nacional.
    Solo asi la verdad ……….se acercara mas a la verdad.
    Solo asi el sistema politico cubano podra ser superior como sistema humano.
    Hoy la censura desde PCC esta dejando huerfana al sistema y sea convertido en un forma de blocage al desarrollo social.

  5. ¿Periodismo revolucionario militante?

    No existe periodismo revolucionario militante. Si el periodismo es revolucionario y militante, entonces no es periodismo sino propaganda.

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Enrique Colina
Enrique Colina
Director y crítico de cine cubano. Profesor en la Escuela Internacional de Cine y TV en San Antonio de los Baños

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