El reguetón, la sociedad y lo ideológico

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El reguetón es el resultado de un largo proceso que, habiéndose hecho notoriamente explícito en ese género musical, despertó las alarmas sociales. La grosería no es monopolio de ese género. Por años hemos tenido la desafortunada práctica de hacernos de la vista gorda frente a la ofensiva misógina, consumista y discriminatoria si esta viene envuelta en una adecuada factura musical, o en un ropaje que apele a la imagen de lo cubano.

Hay textos desacertados, por degradatorios, en unos cuantos de los productos musicales, de unos cuantos músicos y agrupaciones musicales del país que levantan loas en vez de críticas o, en otros casos, un silencio piadoso por ser obras de “maestros musicales” del patio. No ser consecuente tiene un precio intangible que siempre se cobra.

Por otro lado, el éxito del reguetón y otras músicas de lo humillante también tiene que ver con el cambio de perspectiva de la sociedad. Es consecuencia de la pérdida de un referente colectivo de avance y su sustitución por el éxito individual como sumun de la realización personal, que entonces ve en la imagen que esas obras proyectan, la expresión “artística” de ese anhelo egoísta.

Los reguetoneros y otros músicos con igual proyección de egoísmo encapsulado, se convierten en imagen de éxito para determinado sector social cuando las imágenes de éxito basadas en valores colectivos de redención ya no funcionan. Una sociedad donde el reconocimiento social de éxito era el médico, el ingeniero, el científico, incluso el soldado, el campesino o el obrero, o cualquier otra profesión con una proyección colectiva, ha ido dando paso, en un sector no despreciable, al reconocimiento del éxito individual sobre la base de cuánta capacidad de consumir ha logrado el sujeto.

El éxito se mide en términos de autos, mujeres u hombres, cadenas y joyas, pero también se mide en términos de capacidad de viajar e insertarse en los circuitos internacionales de éxito.

Hay una imagen del éxito con perspectiva latina aparentemente autóctona, cultivado y cuidadosamente diseñado por una ingeniería social consciente, que se proyecta en los medios de consumo del hemisferio y que ha entrado sin mucha resistencia en el país. En esa visión colonial, el latino es ese ser inferior cuyos motores de acción se basan en los instintos más primitivos del género humano y responden a una fórmula simplista que combina música rítmica + consumo banal inmediato + machismo + religiosidad ramplona.

El reguetón y otras siembras de vulgaridad tienen éxito, porque también descansan en un destilado de tradiciones y herencias culturales reales, de las que se extrae lo mas simplón para volverlo fórmula de colonización cultural. Esa fórmula tiene asidero psicológico en ese propio origen y por tanto se presenta como algo propio a nuestra naturaleza.

En ninguno de los elementos de esa fórmula se busca profundidad alguna, rescate crítico de determinada tradición, cuya esencia puede ser sujeto de evolución hacia horizontes mas plenos en términos culturales.

Para esa idea colonizadora, el “latino” es incapaz de profundidades filosóficas, horizontes culturales amplios y anhelos mediatos más profundos. Su intención es la negación de la herencia cultural de un continente que muestra una de las diversidades culturales más amplias y profundas de la humanidad, a la vez que tal diversidad se logra insertando a un tronco común, una multitud de herencias.

Esto es quizás único en el planeta, pero por ello mismo, es subversivo y ha de ser ahogado a toda costa. Luego, aprovechan el tronco común para lograr un banal producto pseudocultural único, aunque con matices, para todo un continente.

Estos productos pseudoculturales colonizadores, del que el reguetón es un uno de ellos, pero también lo es la explosión de la telenovela soporizante, la literatura de la banalidad, la vulgarización y banalización de lo televisivo, es también la contraofensiva cultural del capitalismo consumista a los procesos culturales descolonizadores que se dieron en décadas pasadas.

Procesos emancipadores que resultaron en el boom literario con autores como García Márquez, Cortázar, Sábato, Carpentier, entre muchos. Tambien promovieron el rescate de la herencia autóctona en lo musical y que popularizaron a Mercedes Sosa, a Atahualpa Yupanki, Fito Páez. León Gieco, Silvio, Pablo y otro largo etc. Es en el plano de lo artístico, la contraofensiva neoliberal resultado de las fiebres que produjeron la debacle del socialismo soviético.

Pero, volviendo a lo musical y el reguetón, esa ingeniería social colonizante no tiene que ser trasladada conscientemente a cada producto como si fuera resultado de un laboratorio. No es que a cada músico de lo degradatorio se le de un curso de qué hacer en sus obras, no hace falta. Basta con sembrar la idea, darle impulso y dejar que el sustrato social objetivo le de vida desde sus propias carencias culturales y sus propias visiones sociales.

Por eso es que estos fenómenos son en última instancia consecuencia de determinada realidad económica, cultural, y por tanto social, fallida. Lo que pasa es, que siendo consecuencia, no lo exime de la culpa primaria de no buscar la superación colectiva de esa realidad de aborto, sino tan solo proyecta como aparente solución el escapismo individual.

De esta ultima idea, si se es consecuente, se desprende de que el éxito del reguetón y otras músicas cercenadoras, es también consecuencia de nuestras propias carencias y realidades sociales y económicas. Es reflejo de nosotros mismos y por tanto, con independencia de su componente de invasión cultural, de nuestras cortedades y limitaciones.

Con el deblace del socialismo soviético, hubo también una debacle en términos ideológicos. Si bien antes se había logrado que el anhelo colectivo se proyectara hacia una utopía que se veía como destino obligado del desarrollo social, la derrota del socialismo soviético destrozó ese determinismo y puso en crisis a nivel social el anhelo colectivo. Derrumbó la certeza en el futuro de victoria colectiva como un camino positivista que, aun con retrocesos, era ineludible.

Preguntas existenciales que se creían contestadas, fueron traídas de vuelta sin certezas alguna. Frente a la incertidumbre, los instintos primarios de la gens vuelven a florecer. La batalla de la vida se vuelve a plantear para muchos en términos exclusivos de “yo y mi familia”, y para que esa reconstrucción tenga éxito, necesita apolitizarse y negar cualquier construcción colectiva mas abarcadora. Necesita cerrar el espectro de lo posible solo a esos marcos estrechos.

La musica, en el florecimiento de productos banales, cuyos extremos son lo degradante como el reguetón, son reflejo de esa nueva realidad.

La deblace soviética trajo un shock psicológico también a las fuerzas ideológicas de la Revolución. La reacción de supervivencia fue sin discusión exitosa pero se construyó en lo inmediato, sobre la base de apelar a la mochila cultural e histórica creada por la Revolución y las tradiciones patrióticas que con esmero el país había cultivado. No nos engañemos, ha sido una epopeya extraordinaria.

Frente a la realidad objetiva de que no era en el plano de la economía donde demostraríamos en lo inmediato la superioridad de la sociedad cubana sobre sus contrapartes, ese discurso de la superioridad se construyó sobre la prevalencia de la Revolución en el plano superestructural.

Pero la resistencia construida solo sobre la base de la herencia tiene una capacidad temporalmente limitada: necesariamente se va desgastando. Las revoluciones necesitan construir utopías sobre las cuales proyectar los anhelos colectivos, sino, se vuelven numantinas. Más aún, si en la práctica económica no logra todavia levantar vuelo.

Se subestimó inicialmente el poder cultural de la contraofensiva capitalista, a lo que se suman los errores propios de la práctica real y cotidiana del poder en una situación extrema de asedio, y de ausencias teóricas frente a una realidad nacional e internacional inédita.

Frente al shock inicial, el refugio no solo ha sido lo histórico, sino, de manera menos justificada, localismos y construcciones ideológicas donde se mezclan en confusión ideas del marxismo clásico con escuelas de lo posmoderno, la nueva antropología cultural con sus desconstrucciones poscoloniales, rescate de cosmovisiones religiosas y toda una pleyade de ideas variopintas.

Este escenario fue y es probablemente ineludible, no es culpa de nadie, habida cuenta de la necesidad de construir un nuevo marco ideológico, con sustento filosófico transformador, que revindique la idea de la necesidad de superar el orden capitalista de las cosas. Con independencia de cual sea ese marco ideológico, lo que si esta claro es que no se construye alternativa alguna al capitalismo si primero no logramos proyectarlo al plano cultural, incluido lo artístico.

Lo que vemos en los últimos tiempo en la sociedad cubana, es que, luego de ese período de shock y poco a poco, en medio de una traumático parto, se va recuperando la capacidad de respuesta en planos ideológicos y culturales. Se va estructurando una contraofensiva ideológica desde lo revolucionario que es nueva por su diversidad de actores e ideas. Esa contraofensiva ya no se parecerá a dinámicas anteriores y a la vez será heredera de todas ellas.

No hay una homogenidad que la historia demostró castrante, pero todas las batallas desde lo revolucionario deben mantener como fiel, la unidad de propósitos en torno a la defensa de la Revolución. Y ese proceso se da también como batalla aun entre las fuerzas de la Revolución, hay que lograr que esas batallas construyan y no sean fraticidas, sumen y no resten, fortalezcan y no enajenen.

Esa contraofensiva es solo posible porque a pesar de todo, la Revolución ha mantenido una reserva de ideas y de personas portadoras de esas ideas que ha disminuido pero no perdido la capacidad de su reproducción orgánica. La Revolucion sigue siendo un crisol impresionante de revolucionarios.

A diferencia de la visión positivista de la historia que los manuales soviéticos introdujeron como certeza inapelable, ahora sabemos que la victoria no está cantada de antemano: hay que ganársela. Y hay que ganársela en todos los planos incluyendo el cultural, y dentro de el, lo artístico. En la medida que seamos exitosos en esa contraofensiva de los revolucionario transformador lograremos recuperar posiciones en todos los planos de la realidad nacional.

Se irá construyendo un nuevo imaginario colectivo utópico que destierre tambien la banalidad y lo degradatorio en el arte. Volverá a emerger como fuerza prepoderante de nuestra construcción superestructural, la idea de que para lograr una sociedad más justa se debe construir un actor social que sea cultural e ideológicamente mas pleno, lo que el Che llamó el hombre nuevo. Entonces y solo entonces, tendrá el reguetón y otras formas humilladoras en el arte sus pocos días contados.

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27 COMENTARIOS

  1. No creo que el reguetón sea «una forma humilladora» del arte, sobre él se han canalizado otros mecanismos sociales y culturales que son los que deben discutirse, no el género en sí. La generalización es peligrosa. Coincido con algunos elementos del texto, el análisis me parece interesante pero urge en La Joven Cuba un texto que vaya más allá de la crítica al género y profundice en la reacción de las instituciones, o las raíces del amplio apoyo social a las manifestaciones de marginalidad y misoginia que han invadido el reguetón. Así como mencionar a reguetoneros que no se han dejado llevar por estos impulsos y hacen un arte respetable que debe apreciarse.
    H

    • Harold, estoy de acuerdo contigo. El reguetón es un género de música urbana, una manifestación de la cultura popular.
      Ojalá aparezca un autor capaz de escribir algo sobre el tema desde una mirada sociológica y/o culturalista, pues estos análisis totalmente ideologizados, son incapaces, por prejuiciosos, de explicar el fenómeno.
      Me pregunto qué se sabe en Cuba sobre los estudios de las culturas urbanas, de las culturas paralelas, de las manifestaciones artísticas como forma de protesta y resistencia? A juzgar por los que aquí escriben, bien poco.

      Aquí en Brasil tenemos el funk carioca. Hay letras vulgares, machistas, misógenas, homofóbicas, pero también de denuncia, crítica política y social, de resistencia a la opresión, antirracista, etc.
      Solo la élite más conservadora insiste aquí en tirar por la borda a todo instante género, alegando razones muy parecidas a las planteadas por el autor del post.

  2. La idea final que expresa el autor no se la verdad como se va a lograr partiendo, solo para poner un aspecto aunque importante, de crecimientos economicos que rondan el 1% . La base del hombre nuevo no puede ser otra que una sociedad verdaderamente nueva, y eso en Cuba esta bien lejano y no solo en Cuba. No por casualidad el regueton ha pegado tambien en Puerto Rico, Rep Dominicana, centroamerica, Colombia y hasta paises como Chile y Argentina lo que dice que no somos tan diferentes y el intento de socialismo ha quedado bien atras. Ya lo dije antes el regueton no es el problema sino el reflejo de la perdida de valores producto de la sociedad existente en Cuba y todo el mundo. Definitivamente no hay paradigma y mucho menos ahora con el desprestigio que ha supuesto para la idea socialista y de izquierda los gobiernos de Venezuela, Nicaragua y demas mal llamados socialistas del siglo 21.

  3. Satanizar un género musical es algo totalmente falto de objetividad, en lo personal no me gusta el regueton con algunos artistas que constituyen para mi la excepción, pero no creo que sea un problema de género musical, sino de la mentalidad, la cultura o la extracción social de quienes lo practican o son sus exponentes más notorios, recuerdo que el rock en sus inicios fue considerado algo del bajo mundo, de la marginalidad, y sí, pudieron existir artistas de este género cuyas letras expresaran este modo de vivir, pero muchos otros supieron encontrarle al género los valores que tenía y alzarlo hasta lo que hoy conocemos; donde hay verdaderas leyendas rockeras que nadie se atrevería a decir que son marginales o delincuentes.

    • Creo que LJC necesita publicar urgente una opinión distinta, ELP ¿podría escribir algo corto para compartir con nuestros lectores? Este comentario es un buen pie forzado.
      Saludos

      • Es muy desacertado el hecho de tratar de poner al rock en el mismo plano social que ese bodrio llamado regueton. Y mucho menos tratar del plano musical. El regueton es algo barato y tosco confeccionado por gente sin ningun talento mientras que el rock tiene una elaboracion y una ejecucion que requiere un alto profesionalismo.
        Si se busca en yutube hay cientos de tutoriales que ensennan como tocar infinidad de cancines de rock en la guitarra. Casi todas tienen una dificultad alta y eso sin contar la calidad vocal de sus interpretes.
        Eso es algo que nunca ocurrira con el regueton. No existen escuelas de regueton y si alguien creara una estaria condenada al fracaso.

  4. Pues sin animo de comparar, hubo algunos puritanos que en su momento tambien se escandalizaron con el auge de la timba en Cuba en la decada de los 90’s. Indudablemente hubo de todo, pero sin duda la calidad emergio y puso nuestra musica bailable en un nivel mas alto. De que hubo textos banales y esquemas ritmicos facilistas esta claro, pero tambien surgieron oleadas de musicos talentosos y piezas antologicas.

  5. Lamento que algunos no hayan entendido el sentido de mi texto, que es mas abarcador que hablar de un genero, algo que senhalo al mismo comienzo del mismo. Claro que pueden haber piezas musicales del regueton que no promuevan valores degradantes, pero acaso ese es el punto? Claro que no, como no se singulariza un genero, por eso digo que no es monopolio de el. Lamentablemente, la comparacion del regueton con otros fenomenos musicales como el rock, la timba etc no se sostiene por varias razones. El regueton, desde el punto de vista musical es resultado de la simplificacion al extremo de ritmos y melodias caribenhas y latinoamericanas con el proposito de conseguir un producto comercial simplon y comestible. Es, en terminos musicales, para esos ritmos y melodias de donde partio, lo que el disco en los setenta y ochenta fue para el jazz y el blues. Aqui no habra redenciones musicales. Si el regueton quiere salvarse como musica tendra que dejar de ser regueton. Hay musicos que han explicado eso mejor que lo que yo pueda hacerlo. El camino del rock es diametralmente opuesto a eso. El rock no busco simplificacion, por el contrario, desde su genesis fue buscando mayor elaboracion conceptual. El rock no fue resultado de un experimento comercial exitoso, fue contracorriente al mercado de la musica establecida. El disco tuvo interpretes notables como Donna Summer o Earth Wind and Fire, pero eso no lo salvo como genero y fenecio por su mal de origen: fue un producto hecho con el sentido comercial explicito de simplificar la inmensa riqueza musical del patrimonio afronortemaricano en un refrito simplificador, cuya homogenidad, lo hiciera facilmente vendible. Repito, quiere esto decir que no hubo productos notables de disco? si, los hubo por sus interpretes, pero como mismo gallina no hace gallinero, eso no salvo al genero. El regueton es la misma cosa, un resultado de la simplificacion de lo caribenho y latinoamericano, para buscar un producto simplon y homogenizador que venda facil, rapido y no requiera de mucha educacion musical. Podra haber interpretes notables de regueton notables? No sere yo quien lo niegue.

    Por otro lado, el texto habla de lo que considero las raices sociales de su proliferacion y aceptacion y en ello quise ir mas alla del regueton a un esbozo mas amplio. No agoto el temani de lejos, pero tambien creo haber senhalado algunas que oueden ser de interes. Tampoco soy el primero en hacerlo. Bebo de otras fuentes y otras lecturas diversas.

    Como superalo? creo haber tambien dado algunas ideas. Tampoco lo hago pretendiendo ser original. No se trata de senhalar la reaccion de instituciones, eso es ir a la anecdota para obviar raices. El fenomeno es mayor que la anecdota sobre esta o aquella institucion. Senhalar instituciones puede servir, si el proposito es denostar o halagar, pero ello no traera superar el problema de lo degradante en varios generos musicales. Y es eso lo que llamo forma humilladora del arte. Cualquier obra musical que avance lo degradatorio en terminos de misogenia, consumismo, homofobia y otras mas que no listo para no hacer esto interminable, es una forma humilladora del arte. No importa si su factura musical es excelente. Un son hecho a toda mecha, si promueve a la mujer como objeto, es una forma degradante de arte. A eso me refiero en el inicio. El regueton, como simbolo, hoy representa formas degradantes de arte. Es lamentable, pero es cierto. Lo sera manhana? quien sabe? no tengo bola de cristal, pero no veo avances de que esto ocurra, por el contrario, veo una exacerbacion de su contenido humillador. Si se salva en sus texto (ya senhale que musicalmente es muy dificil sino imposible) felicidades y sere como el primero en regocijarme en ello.

    Saludos

  6. Una pena haber llegado tarde a este debate. Tenía la computadora averiada y estuve varios días a la deriva.

    Ahora al tema:

    Ernesto, no es necesario satanizar a un género. Respeto tu postura, pero no la comparto. En mi criterio el reggaetón es una expresión cultural con buenos y malos cultores, al igual que otras. Cuando lo asocias directamente a categorías morales negativas emites un juicio de valor que tiene más que ver con tu perspectiva ideológica del asunto. Esto ha demostrado ser espurio a través de la historia. Lo que hoy dices sobre el reggaetón también se dijo de la rumba, la conga, el danzón, el son, etc. Hoy todos estos géneros son paradigmas de nuestra cultura, y de la humanidad. Lo mismo sucedió con el blues, el tango, el rebetiko, etc.

    Todas estos sub-culturas musicales nacen de circunstancias particulares y reflejan las realidades duras de los estilos de vida de las capas más pobres y marginales de diferentes poblaciones urbanas. Por ese motivo uno encuentra letras y temas referidos al crimen, las drogas, la pobreza, el dinero o su falta, la prostitución, la muerte, el amor o el erotismo en todas sus variantes y manifestaciones (incluyendo pornografía). Todos generaron rechazo moral en sus inicios. Sin embargo, nada de esto evitó que la posteridad las rescatara como expresiones genuinas de expresión humana (incluida la decisión de la UNESCO de adicionar a muchos de estos géneros a su lista de patrimonios culturales intangibles). No digo que esto ocurra con el reggaetón, pero tampoco podemos decir lo contrario. No lo sabemos.

    Y es que este proceso es necesariamente dinámico. Tenemos la tendencia, hasta cierto punto natural, de juzgar las cosas desde nuestro punto de vista moral y a raíz de las perspectivas contemporáneas. Pero nada de esto es garantía de trascendencia. La historia del arte lo demuestra una y otra vez, y no solamente con géneros provenientes de los arrabales. Pero en el punto específico de los arrabales deberíamos valorar dónde es que realmente se pone de manifiesto la mentalidad colonizada: en los criticados ó en los críticos? Pues cuando criticamos a géneros como el reggaetón desde cierta perspectiva moral lo que hacemos es básicamente reproducir criterios occidentalistas que compaginan mucho mejor con ciertas zonas de confort moral ( en lo sexual, en lo discursivo, etc), y que han sido enarboladas casi exclusivamente por las clases altas de las sociedades subdesarrolladas. No es raro que se sientan incómodos, es natural. Sin embargo, lo que hacemos es emplear las armas morales de las clases altas de nuestros colonizadores para censurar elementos de nuestro propio quehacer. Nosotros en Cuba, independientemente de nuestro avance en el terreno cultural, hemos heredado estos modos. Nada de esto es nuevo. Silvio Rodriguez lo criticó mucho en su juventud.

    Y es que el proceso de la identidad y de la evolución cultural es uno en movimiento, en constante evolución. Las tensiones y las discrepancias forman parte de él. Debemos intercambiar, y criticarnos si es menester, sin necesidad de pedir la cabeza del otro. Pues lo cierto es que, a ciencia cierta, ninguno de nosotros tiene el monopolio de la trascendencia. Sencillamente no sabemos que va a trascender. Y la vida ya nos ha dado varias sorpresas al respecto.

    El constante redescubrimiento de nuestra identidad siempre generará tensiones. Pero no debemos lidiar con esto, en mi opinión, desde las dicotomías estáticas (ejemplo, “Buenas costumbres vs. Chabacanería”), pues estas dicotomía se basan, en gran medida; en el tipo de prejuicio unidimensional que acompaña a los debates social-reaccionarios sobre el tema, justamente lo contrario de lo que se propuso la revolución cubana cuando le dio voz, letra y poder a los desposeídos. Se las dio, pero no puede prever el resultado. Parafraseando al gran Silvio Rodríguez: que tipo de adjetivos se deben usar para hacer la canción de hombres negros, rojos y azules sobre cubierta.

    Creo que tu llamado de atención merece la pena, y tocas puntos dignos de ser discutidos en amplitud. Pero creo que necesitamos hacer esto con todas las letras y dinamismo que lleva. Nunca se sabe Ernesto: “APRIETA MAMI, APRIETA, SI QUIERES PROBAR LA SEGUETA” puede ser interpretado, a la luz de nuestras sensibilidades actuales, como un ejemplo de obscenidad. Pero nada quita que pueda ser visto también, ahora o en el futuro, como una celebración adulta, y a lugar, del placer y de la vida.

  7. Comentaron en FB de que este artículo estaba aquí y después de leerlo, bravo por Estevez no solo por el artículo sino además por el comentario. Me resulta divertido que algunos quieran comparar al reguetón con la rumba, la conga, el danzón, el son, la timba. Eso es mostrar ignorancia de la historia musical de nuestro país y de la región. Ninguno de esos géneros nacieron con un sentido comercial que a propósito busca una música pobre y monótona. El regguetón no es resultado de las raíces nuestras, es un producto hecho para vender. Es como decir que el pop de Justin Bieber puede evolucionar hacia algo más importante. Como bien señala Estevez, no es el caso, ni lo será por el propósito estrictamente comercial del género que lo obliga a la sobresimplificación. Suscribo 100% la frase «Si el regueton quiere salvarse como musica tendra que dejar de ser regueton».

    También es incorrecto que algunos relativicen los contenidos obscenos. Una obra musical, del género que sea, que promueva a la mujer como un objeto de consumo, será humillante hoy y mañana. Una música acompañada de un video clip con un cantante lleno de cadenas de oro, con una hebilla de cinto con el signo del dólar, en un carro lleno de mujeres medio desnudas que se le tiran encima, es obseno y degradante hoy y mañana. Considerar que puede llegar » en el futuro, como una celebración adulta, y a lugar, del placer y de la vida» es aceptar no solo que el futuro será degradante, sino que debemos aceptar moralmente ese futuro hoy por si acaso. No hay nada relativo ahí. No se desvíe la atención con estribillos como “APRIETA MAMI, APRIETA, SI QUIERES PROBAR LA SEGUETA”. Se trata de algo más ofensivo y profundo que eso. Y por último, como bien señala el artículo y el comentario, el reguetón es solo un símbolo, lo mismo también se aplica a cualquier pieza musical de cualquier género por muy cubano que sea, no importa si es rumba, conga, timba, o son. Si promueve la imagen de consumo y machismo que describí más arriba, es igualmente humillante.

    El análisis del contexto social que Estévez hace es imperdible. Otra vez bravo por Estevez, que como nos tiene acostumbrado, es un formidable analista de nuestra realidad.

    • Lourdes, gracias por el espíritu de debate. Coincido en que Ernesto toca puntos importantes en su texto y en el comentario posterior, más abajo. Pero continúo siendo del criterio de que la diatriba contra este género es unidimensional y prejuiciado. No trato necesariamente de defender el género a ultranza, al menos respecto a otros géneros, pero tampoco creo que deba salvarse o cosa por el estilo. Creo que su existencia es legítima y expresión de existencia de determinados grupos humanos, cuyas motivaciones merecen un debate más matizado que la dicotomía bueno vs. malo. Coincido cuando dices que se trata de algo más profundo, pero esto no aplica sólo a un tipo de percepción moral, sino a otros también. Por ejemplo, existen motivos para categorizar muchas producciones como machistas y heterocentristas, pero es que no hemos preguntado a las muchachas que están allí si se sienten degradadas y humilladas. Y no estoy hablando de falsa conciencia, sino de libre albedrío. Creo que estas ansiedades sexuales merecen estudio más profundo.

      No se trata de relativizar. No pongo todas las disposiciones morales a un mismo nivel, pero tampoco absolutizo o jerarquizo sobre la base de mis preferencias exclusivamente, pues no soy la medida de todas las cosas (alguien lo es?). El contexto importa, no sólo, como tú y Ernesto plantean, para identificar las evidentes fallas sociales acontecidas a lo largo de las últimas décadas en Cuba, sino además para enmarcar los orígenes de la increíble hostilidad generada hacia ciertas manifestaciones a lo largo de la historia cubana. La sociedad cubana, siempre ha mostrado tensiones en el particular, sobre todo con expresiones de origen afrocubano.

      Todo esto incluye al reggaetón, el cual, al igual que muchos géneros provenientes de la periferia urbana, no surgió como un producto comercial acabado, sino como modo de expresión de ciertos grupos preteridos. El hecho de que una buena parte de la difusión de este género se deba a motivos comerciales no quiere decir que su origen y posterior apropiación por países de la cuenca del Caribe, incluido Cuba, se deba a factores comerciales exclusivamente. Es, en mi criterio, más complejo que eso; e incluye elementos sociológicos, culturales, filosóficos, políticos, etc. El mismo entrecruzamiento de factores que afecta a géneros como el son, la rumba, etc. Todos fueron moralmente censurados y después se transformaron en paradigmas. Hay que analizar esos procesos pues es evidente que la mayoría de los juicios morales han tenido que ser sometidos a revisión a lo largo del tiempo, lo cual parece ser más la normalidad que la excepción.

      No sé si Justin Bieber o Chocolate van a «evolucionar». Primero, evolucionar respecto a qué y en qué términos. Segundo, sencillamente no sabemos lo que depara el futuro, no lo sabemos. Hablar de aceptar un futuro degradante sobre la base de nuestra opinión moral actual es un ejercicio especulativo. Y si lo hacemos es siguiendo líneas ideológicas, no necesariamente universales. De cualquier modo, no sabemos si lo que hoy es considerado, por algunos, obsceno y degradante lo será mañana. La vida muestra, de modo pertinaz, que estas cosas cambian.

      • Sin tener ya mucho mas que aportar salvo reiterar mis argumentos y refrendar los de Lourdes, si me gustaria comentar primero sobre el argumento que relativiza lo humillante, sobre la base de pensar que ese criterio esta sujeto a preguntar al humillado (humillada) si se siente de esa manera. La cosificacion de las personas es humillante independiente de si, en un caso concreto, la persona victima de ello, lo siente o no como tal. El argumento es como si la humillacion de la esclavitud pudiera relativarse sobre la base de que algunos esclavos se pudieran sentir comodos en su condicion de servidumbre.

        Por otro lado, el ejemplo de Bieber y Chocolate me sigue apuntando que no se a entendido el argumento de fondo en mi comentario anterior. Claro que ambos pudieran evolucionar. Pero si Bieber aspira a una musica que huya del pseudoarte, entonces tendra que superar la manera actual en que asume su oficio. El continente musical que usa, no permite una mayor amplitud de contenido. El genero del regueton no permite mucho espacio de desarrollo si no se niega a si mismo, del mismo modo que el disco termino feneciendo por mucho que tuviera algunos interpretes notables.

        Como fenomeno musical, el regueton no tuvo un proceso de maduracion desde sus comunidades antes de ser apropiado por la maquinaria comercial. Mas aun, su propia genesis esta vinculada a esa misma maquina colonizadora. El son, la rumba, el danzon, el guaguanco, tuvieron otra historia. El regueton es un distilado de laboratorio de tradiciones musicales que buscan un producto homogenizado y simplificado para apelar a una base amplia de consumidores. En ese sentido, su proposito es esencialmente comercial. Hasta hoy, no tiene variante raigal. Eso tambien lo diferencia de otros generos que apelan tambien a determinada monotonia sonora como el hip-hop o el rap. Estos ultimos surgieron en espacios urbanos negros de los EE.UU y fueron madurando por anhos en variantes raigales, sumergidas, subterraneas ajenas a lo comercial.

        Por otro lado, no coincido, en que en el rechazo al regueton haya componente racista y que este rechazo sea analogo al que en su tiempo generaron otros generos, revindicados, como la rumba o el son. Me parece que los contextos, que si importan, son muy distintos. Aquellos generos surgieron en un contexto social que negaba lo negro como componente valida de la cultura nacional incluso a nivel «oficial». Los procesos de apropiacion aceptados eran los que «asimilaban» tales generos bajo un proceso de blanqueo. Ese contexto, por mas que puedan haber remanantes, hoy no existe en el conjunto de la sociedad cubana. El rechazo al regueton por sus contenidos y por su probreza musical ocurre desde una amplitud de posiciones y sectores que hace su critica rebasar determinado prejuicio racial de determinado sector social.

        Hay que entender que esa critica se realiza incluso cuando la nota del desarrollo musical del pais, en las ultimas decadas, ha sido el de experimentar con las raices afrocubanas y la busqueda de sintesis y nuevas avenidas. En Cuba hay un respeto, que ya es organico, a la busqueda, incorporacion o en forma troncal, de lo afrocubano en los mas diversos generos, incluyendo las variantes criollas del jazz, el bolero, la trova etc. No hay base en evidencias para creer que el rechazo del regueton, en amplios sectores sociales, incluyendo desde dentro del gremio de los musicos, tenga, como impulso esencial, motivaciones raciales.

        Sigo insistiendo que no hay nada especulativo en aventurar juicios sobre lo que se considerara degradante en el futuro, sobre la base de la moral de hoy. La antropologia, y ultimamente la disciplina del evolucionismo social, demuestra que existen absolutos morales que solo evolucionan hacia mayores consensos. En eso se incluya la condena sobre bases morales del asesinato, los genocidios, los etnocidios, tambien la igualdad social de las razas. Tal es el caso de la creciente y cada vez mayor aceptacion de la igualdad de genero. Eso incluye la condena de lo que reduce la condicion humana. Eso no excluye que localmente, puedan haber retrocesos temporales. Esa certeza, extraida de tales estudios cientificos, no se basa en especulacion, sino en la confianza que da la evidencia extraida de la historia de la humanidad.

      • Hay otros pero este gazapo es imperdonable asi que lo rectifico:
        «ha entendido»

  8. Ernesto, gracias por tu apreciación. Como ya mencioné, creo que en vuestros criterios existen múltiples elementos que merecen análisis más profundo. Pero mi punto es que el análisis no debe basarse solamente en un único punto de vista, o en nuestras preferencias morales. Evidentemente existen serias discrepancias de tipo filosófico que merecen ser dilucidadas con más calma que una diatriba moral.

    Por ejemplo, cuando hablo de preguntarles a los participantes dejo bien claro que no estoy hablando de falsa conciencia (como los esclavos que apoyaban al amo o las mujeres que estaban en contra del sufragio femenino), sino de libre albedrío. Alguien puede tomar una decisión conciente, basado en su visión del mundo y libre de extorsión (que no es el caso de las servidumbres), y aún así yo puedo estar en desacuerdo moral con esa decisión soberana. Sin embargo, esto no necesariamente me da la potestad de jerarquizar, a menos yo crea que mi perspectiva es la única correcta y que, además, tenga el poder de imponer mi punto. Pero, independientemente de esto, cuando una persona hace ejercicio de su propia potestad, entonces hay que respetar eso. Podemos expresar desacuerdo, debatir con la otra parte para entender motivaciones, pero partir de la base de que nuestros criterios son falibles y revisables, sobre todo si se parte de un absoluto moral.

    En este particular, no creo que en materia de arte alguien tenga la última palabra. Lo que ha sido clasificado como pseudo-arte en el pasado, después no lo ha sido, o viceversa. El monopolio no lo tiene nadie aquí, precisamente porque hay demasiadas variables extra-artísticas en los análisis. A mi no me gusta Bieber para nada, pero no soy quién para, ni tampoco puedo, decidir su trascendencia. Lo mismo digo del reggaetón.

    Géneros como el son y la rumba ganaron respeto y aprobación cuando se convirtieron en fenómenos comerciales. Su historia anterior fue ignorada, y habría seguido siendo de periferia de no intervenir factores que nada tenían que ver con su arraigo y origen. Este, obviamente, no debería ser el único camino en el arte, pero el punto es que la trayectoria de todos estos géneros es compleja: no hay blanco y negro. No podemos separar, por ejemplo, al mambo y al cha-cha-chá de su impacto comercial.

    El reggaetón, según algunas investigaciones en el área de la antropología social, tiene un origen clasista claro, y su impronta comercial aconteció sólo a mediados de los 2000s, cuando productores y mercaderes hallaron el modo de cruzar el género con otros géneros y artistas mainstream. Esto fue una operación comercial, pero no se puede tratar como la única expresión del género, como tampoco se podría hacer esto con el hip hop, el reggae, la salsa, etc. Existe y existió un público natural para esta forma de expresión. Podemos tener una opinión sobre esto, pero los otros también tienen una.

    Pienso que existe un fuerte componente racista y clasista en muchas, si bien no todas, las críticas a este género. En toda la discusión se debate, a veces de modo inconsciente, sobre la legitimidad de ciertas jerarquías morales dominantes, cuya interpretación ha sido casi siempre articulada en términos raciales, de género, e incluso de clase. La cuenca del Caribe tiene una historia bien compleja en el particular, y Cuba, aún con sus particularidades, no ha estado, en lo absoluto, ajena a estas corrientes. Nuestra matriz moral sigue siendo occidentalista y blanca, al igual que en el resto de la región. Recién ahora empezamos a conversar públicamente sobre el tema en nuestro país.

    En Cuba se reconocen muchas tradiciones afrocubanas, eso es muy cierto, y motivo de orgullo. Pero el proceso hacia ese reconocimiento nunca ha sido expedito, pues la pertenencia de dichas tradiciones a nuestra identidad nunca se ha considerado natural, a diferencia del componente europeo. Todo lo contrario, se ha necesitado lucha, coraje intelectual, y muchas veces, contradictoriamente, éxito comercial, para que estos géneros se reconocieran por la línea moral dominante. Después de esto lo demás es fácil. Si la línea moral dominante acepta algo ya no hay problema. Pero es que la línea moral dominante no es la única con la potestad, ni el conocimiento, para definir los componentes de nuestra identidad y nuestra cultura. Ha definido lo que es racismo, lo que es sexismo, lo que es bueno y lo que es malo, pero ni siquiera en esta ha sido monolítica. Han tenido el poder histórico, en Cuba incluso después de 1959, pero esto no les da la razón en todo. Es como, estableciendo una analogía, la historia de las democracias liberales, las cuales se hicieron cada vez más democráticas en la medida en que la democracia no afectaba los intereses del status quo (es esto democracia?).

    Por último, coincido en el hecho de que hay categorías morales que van más allá de la geografía y la historia, es la génesis de los derechos humanos. Pero yo me referiría a esto en términos de universalidad en lugar de absolutismo. Lo que está bien o mal es independiente de la opinión, pero no del contexto. Matar, por ejemplo, es un acto censurado universalmente, pero no es lo mismo asesinar a un inocente a sangre fría que matar en defensa propia, o de tus hijos o familia. Si esto fuera absoluto, entonces apenas necesitaríamos las leyes y la deliberación racional para distinguir responsabilidades. Si lo hacemos es porque sabemos que, a pesar de la acción, el contexto es importante. El absolutismo desconoce esto. Existen variadas aristas sobre el tema. Y muchas de ellas encuentran fundamentación en la práctica. No todas las perspectivas son válidas pero no hay una sola perspectiva válida.

    Es un placer intercambiar contigo. Creo que nuestro país necesita estas cosas.

  9. Universal es probablemente una mejor palabra para lo que antes llame absoluto, en eso tienes razon. Creo que nuestras posiciones son mas cercanas de lo que parecen. De cualquier manera podemos rumiar en el intercambio que hemos tenido para madurar ideas de ambas partes incorporandoles otros criterios.

    Saludos

  10. Si entendí bien, si vemos un video clip, del género que sea, donde una persona en el suelo, por ejemplo negra o una mujer, le lame el zapato al cantante que le tira un billete, no debemos hacer ningún juicio moral porque:

    1) Quizás el que lame lo hace libre de extorsión y le gusta el sabor del zapato del cantante y, no le hemos preguntado si se siente humillado.
    2) Nuestra moral hoy no tiene que valer mañana y quizás entonces esa acción se considere «como una celebración adulta, y a lugar, del placer y de la vida» o quizás, una forma moral de ganarse la vida.

    • Tino, como agentes morales siempre hacemos algún juicio moral. Ahora, colocarse en un pedestal moral sin contextualizar y asumir las complejidades humanas es otro asunto, sobre todo en el campo de la expresión artística. Por ejemplo:

      1) ¿Que hacemos si el/la que le lame el zapato al cantante es la misma persona que nos encontramos al día siguiente ayudando a los damnificados por el tornado, también por decisión propia? «Si alguien roba comida y después da la vida que hacer», diría Silvio Rodríguez

      2) No hay que relativizar todo, pero tampoco establecer falsos dilemas. Muchos próceres mambises fueron grandes guerreros por Cuba y a la vez grandes racistas. Se aprende del guerrero pero hay que trascender al racista. No es cambiar una moral por otra (aunque este, aunque raro, podría ser el caso, no hablamos de camisas aquí) sino dejar el camino abierto a revisión, cuestionamiento, mejoramiento. Esto, por supuesto, también aplica al reggaetón. El devenir de la música cubana está llena de ejemplos. Ahí está la historia de la guaracha.

  11. Hola,

    Muy bueno el artículo y los comentarios del autor, hacen falta más cosas como esa. Lo que Andrés intenta decir para relativizar lo que Tino ejemplificó muy bien, está cojido por los pelos. Al que lame zapatos y al lamido lo criticamos, cuando ayudan a los danmificados los celebramos. Aqui no hay disyuntiva real, el dilema falso es el que Andrés plantea. El ejemplo de los héroes mambises no podía estar peor escogido. No viene al caso y solo responde a una lógica enmarañada por gusto. Andrés desvía la atención del análisis de fondo del artículo que en esencia no ha sido rebatido, esa es la verdad.

    Alina

    • Alina, no trato de rebatir el artículo pues estoy de acuerdo con algunos de sus puntos. No trato de competir, no creo que es lo que deberíamos estar haciendo aquí. Tampoco trato establecer una disyuntiva. Lo que trato de ilustrar es la complejidad del comportamiento humano y la dificultad de establecer claras distinciones en ciertas esferas (en este caso el ámbito artístico).

      No estoy diciendo que hay un dilema entre lamer el zapato y ayudar a la gente. Mi punto es precisamente que esto no debería ser un dilema, cuando en la práctica, si se juzga desde un podio moral, puede serlo para mucha gente. Pero tampoco los pongo necesariamente como equivalentes. No hay problema en criticar al que lame si así lo sentimos y celebrarlo cuando ayuda si así lo sentimos. Pero la crítica debe partir de que la otra parte tiene algo que decir también, no debe convertirse en una sentencia. La crítica puede estar errada. Y esto es importante en el ámbito de la creación. Es complicado definir que es lo legítimo en estos asuntos y creo que nadie debería tomarse semejante atribución. Pero si la cosa es que el mejor favor que le puede hacer este género a todos los demás es desaparecer y punto, entonces no es raro que cualquier cosa que difiera de eso genere tanta virulencia.

      En la práctica muchas veces se generaliza desde lo particular. El que lame termina estigmatizado moralmente. Da igual si ayuda o no. Y esto tiene historia en nuestro país: muchas veces ha bastado un sólo punto de desavenencia moral (en el ámbito sexual, racial, religioso, de género, político, etc) para condenar a una persona o grupo al ostracismo o acusarlo de inmoral. El resto nos ha tenido sin cuidado. Y esto siempre ocurre desde una posición de superioridad moral completamente injustificada, diría yo, pues muchas veces cuando los criterios morales han evolucionado, se demuestra que se ha cometido una injusticia. En mi opinión, creo que esto podría ocurrir con los seguidores y hacedores de este género musical. La están tomando con un género entero.

      No hay una lógica enmarañada en el ejemplo de los mambises. Cuando Tino habla de que la moral de mañana no es la misma que hoy yo empleo este ejemplo para mostrar que la cosa no es de quita y pon. No todos los componentes de un sistema moral evolucionan de igual modo, y esto no significa necesariamente que dicho sistema haya dejado de ser relevante en su conjunto. No se trata de que lo que vale hoy no vale mañana. Lo que vale hoy puede valer mañana, aún cuando haya otros elementos en juego y otros no estén más. En mi criterio, si mañana se considera legítimo ganarse la vida lamiendo zapatos en un video, no quiere esto necesariamente decir que la moralidad de hoy deje de ser relevante, pues nuestra moralidad de hoy no es un monolito y existen, en mi opinión, muchos puntos en ella que bien podrían evolucionar.

  12. Coincido con Andres en que no se trata de estigmatizar un genero per se o a sus interpretes, se trata de criticar, sin medias tintas, todo lo que de humillador tiene cualquier producto que, amparandose en lo artistico , promueve la degradacion del ser humano en cualquier forma inequivoca. Y eso es independiente del genero e igualmente condenable, si el el producto se arropa en un son, una conga, un jazz o un regueton. Otra cosa es la pobreza musical de un generado creado sobre la base de simplificar hasta la papilla ( y no en el sentido mozartiano), para homogenizar con vista al mercado, visto este como mero consumo a bajo costo.

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Ernesto Estevez Rams
Ernesto Estevez Rams
Ernesto Estevez Rams es profesor en la Universidad de La Habana

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