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La noticia es que el viceprimer ministro Jorge Luis Perdomo Di-Lella fue demovido por «errores en el desempeño de sus funciones», según se anunció en una breve nota en el Noticiero Nacional de Televisión esta semana.
La nota no explica qué errores merecieron la democión del viceprimer ministro más joven de Cuba —con 53 años—, y un hombre cercano y promovido por el presidente cubano, Miguel Díaz Canel Bermúdez.
Anteriormente, Perdomo fue ministro de Informática y Comunicaciones, y antes, profesor y decano de la Universidad de Ciencias Informáticas. Asimismo, al momento de ser depuesto ostentaba los cargos de diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) por la provincia de Ciego de Ávila y Miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC). La comunicación oficial no especificó si de estos puestos también sería eliminado, no obstante, la web del PCC borró su biografía como miembro, y al momento de redactar esta nota, la ANPP lo mantenía como diputado.
El alto funcionario tenía un historial que el presidente cubano parece preferir: personas con un perfil científico, y con una historia de trabajo en administración y dirección.
Ingeniero electrónico y doctor en Ciencias Técnicas por la Universidad alemana de Münster. Antes de llegar a los altos cargos, fue profesor y jefe de grupo de trabajo en el Centro de Investigaciones en Microelectrónica, director del centro universitario de enseñanzas CUJAE y en la Universidad de Ciencias Informáticas que Fidel Castro creó en 2002.
Como era de esperar, ya comienzan las especulaciones de las razones de este cambio en el gabinete, entre otros factores, porque el gobierno, que acaba de aprobar una Ley de Comunicación que ha de promover la transparencia, sigue sin informar las razones de estas destituciones y en qué consisten los «errores en el desempeño».
La principal razón especulada en redes sociales y por sitios de la oposición está asociada a un reporte del diario opositor Cubanet publicado en junio, que acusa a Jorge Luis Perdomo de beneficiar a su hermano Yoel en un grupo de negocios supuestamente emprendidos dentro y fuera de Cuba, tanto en el sector estatal como en el privado.
Según el reporte, Yoel Perdomo Di-Lella, quien comenzara como maître del Comodoro, luego se vinculó con la empresa Palco, dirigió el restaurante El Palenque, y desarrolló empresas bajo la sombrilla de ese grupo empresarial. Las especulaciones afirman que tiene tres empresas, una registrada en Panamá y en la Cámara de Comercio de Cuba, y un negocio privado en la Isla que tiene como objeto social la elaboración, venta y distribución de alimentos, bebidas, artículos y ferretería, así como electrodomésticos.
Pero quizás el negocio más importante que se le endilga al hermano del defenestrado viceprimer ministro es TuAmbia, una plataforma de comercio electrónico con pagos desde el exterior, competencia de Katapulk o Supermarket23. Hasta el momento de redacción de esta nota, la tienda virtual no ha informado ninguna irregularidad con su estatus en la Isla, y se mantiene publicando en redes normalmente.
El amplio reporte de Cubanet, que no está firmado por ningún periodista en específico, no ofrece fuentes que demuestren alguna relación de beneficio propio entre el ex viceprimer ministro y su hermano. Y más allá de informaciones —sacadas de redes sociales en su gran mayoría— que vinculan a Yoel Perdomo con negocios privados, tampoco se prueba que estas empresas hayan violado alguna norma en la Isla o desviado recursos del Estado.
¿Qué pasa ahora con el cargo de Perdomo? Ha sido puesto en su lugar otro hombre cercano al presidente, Eduardo Martínez Díaz, doctor en ciencias, expresidente del grupo BioCubaFarma, el conglomerado industrial y científico más importante del país. Con un historial de éxito, fue posteriormente nombrado titular del Ministerio de Ciencias, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), que lidera la política ambiental y científica de Cuba.
Al frente del Citma se quedará Armando Rodríguez Batista, del que solo se tiene públicamente la breve información aportada en la nota de prensa que lo anunció como ministro: «es ingeniero radioquímico, ostenta el grado científico de Doctor en Ciencias. Ha transitado por este organismo durante más de 20 años, desde especialista en ciencia y tecnología, director de ciencia, tecnología e innovación, hasta su actual responsabilidad. Además, es miembro del equipo técnico del Consejo Nacional de Innovación».
Por lo que puede deducirse de la escueta información pública disponible, Rodríguez Batista nunca ha trabajado en un Centro de Investigación, y se hizo doctor en este año. Más allá de un artículo suyo en coautoría con el anterior ministro publicado en el medio Cubadebate —con recomendaciones para perfeccionar el sistema de ciencia, tecnología e innovación—, tampoco se sabe qué propuestas de acción tomaría para regir la política científica y de medio ambiente del país, en un momento en el cual el cambio climático está dando múltiples señales de convertirse en un problema para las administraciones en todo el planeta.
Esta noticia significa que altos funcionarios, por demás hombres cercanos a Díaz-Canel, están siendo objeto de escrutinio, por lo que se puede suponer —desde la profunda oscuridad que caracteriza estos procesos— que estén asociados a causas de corrupción.
No es el primer hombre cercano al presidente cubano, Miguel Díaz Canel Bermúdez, que es depuesto en los últimos tiempos. Ya antes, Alejandro Gil, exministro de Economía y exmiembro del Buró Político, también fue destituido en un supuesto movimiento de cuadros, sin embargo a solo cuatro días después de dada la noticia, el presidente cubano lo felicitó por su cumpleaños. Lo más sorprendente es que a poco más de un mes de la «liberación», una imprecisa nota leída en el Noticiero Nacional de la Televisión, informaba que Gil estaba bajo investigación por «graves errores cometidos», para más adelante hablar de que el gobierno no toleraría «la corrupción, la simulación y la insensibilidad».
El «caso Gil» sigue sin ser explicado, y si bien de todos los viceprimeros ministros, Perdomo era quizás el de más bajo perfil, se añade a la lista de altos cuadros cubanos que son removidos por corrupción. Ambas figuras, claves desde sus puestos, han hecho un hueco en el breve grupo de personas con las que el presidente mantenía una estrecha relación.
Luego de la estructura aprobada por la Constitución de 2019, el jefe directo de los ministros sería el primer ministro Manuel Marrero Cruz. Este tampoco ha dado explicaciones sobre la destitución de sus subordinados; en el caso de Perdomo, ni siquiera aparece la referencia de lo ocurrido en sus redes sociales.
Esta noticia también significa que un Ministerio que debe ser clave en un país cuyo recurso más importante es el personal científico, y que por su condición de Isla debe tener instituciones sólidas que hagan cumplir la Ley de Medio Ambiente y la Tarea Vida, cae en manos de una persona con muy pocas credenciales frente al gremio de la ciencia, cuyo único mérito parece ser trabajar como funcionario durante décadas.
Nuestra opinión es que los cambios en el gabinete del país en medio de tantas crisis juntas añaden inestabilidad e incertidumbre al actual gobierno. Sugerir en estos procesos de destitución graves errores y casos de corrupción, sin que se dé ninguna explicación de estos, añade más sospechas y desconfianza en los mecanismos de control.
¿Cómo es posible que altos cargos «cometan errores» reiteradamente sin que sus jefes estén al tanto? Si otros ministerios como el de Cultura o el de la Agricultura han estado imputados por la opinión pública en múltiples ocasiones por torpezas y mal trabajo de sus funcionarios, ¿son los «tronados» los únicos cuadros que están «equivocándose» o hay algún tipo de ensañamiento con algunos y permisividad con los demás? ¿Qué está fallando en la llamada «política de cuadros» en un país en el cual se exige máxima confiabilidad para ocupar cargos públicos?
El problema vuelve a repetirse: la falta de transparencia. Si Gil, y ahora Perdomo, cometieron errores que merecieron su despido y señalamiento público, ¿cuáles fueron? Ocultarlos, lejos de evitar aumentar el escándalo, ofrece espacio fértil para el rumor y las noticias falsas. También contribuye a que quienes en este momento cometen errores similares continúen haciéndolo, y por demás, aumenta el descrédito de la gestión de gobierno.
Esta escueta nota inculpando de errores a un viceprimer ministro no ofrece ninguna tranquilidad: no se sabe exactamente por qué fue defenestrado, si fue por un problema de compatibilidad de caracteres con otros sectores de poder, o porque su hermano se enriqueció gracias a accesos y favores gubernamentales, o por una causa más o menos grave que desconocemos.
Lo ocurrido con Perdomo se suma a una larga lista de cambios abruptos en los últimos meses en la estructura de gobierno, que va desde la destitución de otros cargos a nivel provincial por razones similares, hasta la deserción y petición de asilo de un viceministro. Nada de esto tampoco ha sido informado debidamente.
Los funcionarios públicos se deben a la ciudadanía. Rendir cuentas, ser transparentes e informar apropiadamente sobre su gestión es un principio básico de cualquier gobernanza democrática. Aunque esta obligación está recogida en varios instrumentos legales, el Estado cubano sigue aplicando la misma fórmula comunicacional que evade ejecutarla.

