Rouge

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Cuando regresé de Europa me puse a montar el corto con el cual debutaba como realizador. Una amiga, Roxana, me presentó a su hijo, Ismael de Diego, que resultó ser un buen socio, competente y talentoso, que no solo editaba, sino que también realizaba sus propios materiales, y además era músico y actor (de hecho, interpreta a Gorky Águila en Habana blues, de Benito Zambrano).

 Yo le había entregado a Frank unas cuantas frases para que las utilizara en la canción tema que le pedí componer. Con ese material, y otro tanto de su cosecha, en un par de días tuvo lista la Balada de Nicanor, una pieza que luego incorporaría esporádicamente a su repertorio de concierto. Para los créditos finales decidimos utilizar una canción suya preexistente, Vigilante nocturno, que encajaba muy bien con el tema y el tempo de la película. Frank grabó y mezcló en su estudio casero, sin cobrarme nada, y en menos de una semana me entregó los másters. (En los años que siguieron, y siempre a solicitud mía, realizó versiones de la Balada en diferentes géneros, para ser cantados bien por él, bien por artistas como Santiago Feliú, Carlos Varela, Gerardo Alfonso, William Vivanco, Raúl Torres, Israel Rojas, el Diony de Zeus, Fernando Bécquer, Diana Fuentes, Bárbaro El urbano… Solo en Pravda, la novena película de la serie, hay una pieza diferente sobre los créditos iniciales, compuesta por Los Aldeanos especialmente para nosotros).

 Otro asunto fue inventar Sex Machine Producciones y diseñar el logo. No es una compañía real en términos legales, no está inscrita ni tiene oficina, no es mucho más que un acuerdo entre caballeros. La llamamos así no solo por el viejo tema de James Brown, sino atendiendo a la filosofía de que una máquina que ya no funciona tan bien como antes sigue siendo una máquina, ¿no? Mi amigo Leandro Pérez, que por entonces trabajaba en los Estudios de Animación del ICAIC, me tiró un cabo con ese breve plano introductorio que desde entonces identifica mis trabajos, con el texto Sex Machine y un explosivo sesenta y nueve…

 En medio de una oleada de apagones que en el mejor de los casos nos dejaban un par de horas inactivos y en el peor, días enteros, Ismael y yo editamos y mezclamos el material (yo aprendía sobre la marcha; debo agradecerle su paciencia) que estuvo listo en septiembre. Cuando tuve el DVD en la mano no podía creerlo: ¡había hecho una película! Sí, tenía libros publicados, conocía la emoción de sostener en las manos una obra propia, pero aquello era otra cosa. Vale, duraba algo menos de 15 minutos y, más que cine pobre, era cine miserable, pero ahí estaba, al fin existía… Le hice unas copias a los actores y algunos amigos, y creí que ahí terminaba todo.

 Jejejejeje.

 En febrero del año siguiente, 2005, durante la Feria del Libro, me enteré de la candela que se gestaba. Al parecer, la Oficina de Intereses americana, sin contar con Luis Alberto, Néstor, Frank o un servidor, repartió copias de la película como parte de sus regalos navideños. ¿Cómo obtuvieron una en primer lugar? Bueno, ya se sabe, yo la había regalado en DVD a los miembros del elenco, que a su vez la reprodujeron para familiares y socios, que a su vez hicieron más copias para novias y más socios… Eso nos enfrentaba a un problema tan obvio que solo nuestra candidez e ignorancia explican que no lo previéramos: ¿cómo enfrentar la piratería de nuestra propia obra? La gente de Miami piratea películas cubanas, y el ICRT y el ICAIC piratean películas americanas para pasarlas en la tele y los cines, pero yo soy una persona jurídica independiente, y de pronto descubrí que la cosa crecía y Marakka 2000 y Kimbara Video, entidades miamenses, vendían mi corto físicamente y online con portada y todo, a unos dieciocho dólares, sin pagarnos un centavo. Y que alguien lo había subido a Youtube. Y luego, que algunas muestras y canales de TV lo exhibían sin untarnos vaselina siquiera. Desde Cuba era poco menos que imposible demandarles, así que por esa vez tuvimos que resignarnos, y procurar, en el futuro, ejercer riguroso control sobre la copia máster.

 En esos días las agencias europeas y americanas nos hicieron miles de entrevistas, todas iguales, todas centradas en lo político, sin una puñetera pregunta de interés artístico, hasta que me harté y dije que ni una más. Las agencias cubanas, por su parte, ignoraban todo el asunto. Finalmente, La Jiribilla Digital me entrevistó, y eso fue todo: dos conceptos enfrentados de cómo debe ser la prensa. Para mí, tan defectuoso y sesgado uno como el otro.

 Lo más divertido fueron las leyendas. El propio Luis Alberto me remitió algo que encontró en Internet, donde se decía con toda seriedad que mi flamante película de 15 minutos había sido encargada y financiada por Raúl Castro, aún jefe del Ejército, para atacar al MININT, su presunto rival después de Fidel. Lo primero que pensamos fue: coño, si así hubiera sido, al menos habríamos tenido más dinero para el rodaje. Otros comentarios nos daban por presos (alguien aseguró que me habían echado 15 años), por desaparecidos o fusilados, o nos lo auguraban con talante ora sombrío, ora compasivo. Todavía en algunos sitios de la red en que está colgado el corto lo presentan como «íntegramente realizado en Cuba», como si eso fuera tan raro o tan difícil.

Decidimos que lo mejor era ponernos enseguida a preparar un segundo corto, y que los extremistas de un lado y del otro hablaran entretanto cuanta mierda quisieran. Ese año 2005 hicimos High Tech, el segundo de la serie, que no nos satisfizo del todo. Pero no importa, hicimos un tercero, Photoshop, que fue mejor, y un cuarto, mejor todavía, y así hasta completar la quincena… exactamente 15 años más tarde. Para nosotros, al menos, ha valido la pena. Monte Rouge, el cuento, fue publicado en Cuba este año, en mi libro Sex Machine (Letras Cubanas, 2009). Y Nicanor está vivo, está en la calle.

7 COMENTARIOS

  1. Qué decirle del Derecho de Autor que ni es tan derecho ni se ocupa del autor. Ahí hay mucha tela por dónde cortar. Pero no nos lamentemos una obra mía en coautoría la venden y ni las gracias.

  2. He seguido tu obra primero como director de los cortos y luego como escritor del blog, en otras páginas como oncuba, facebook y ahora aquí, también he podido leer algunos de tus libros (hay varios incontables, espero algún día me los puedas facilitar ). Personalmente fui distribuidor entre los amigos de Monte Rouge y hoy conservo la saga completa y los making off así como los demás cortos más recientes que has hecho aunque no pertenezcan a los Nicanor.
    Es interesante estos detalles que cuentas sobre el corto, deberías seguir haciendolo y también incluye las películas en las que has escrito el guion o sobre las obras de Nos y otros. Tienes tela por dónde cortar.

  3. Luego de la lectura se intuye que este corto no le trajo ninguna consecuencia ni a usted ni al resto del equipo ante las autoridades culturales del pais, no hablo por supuesto de carcel ni ningun extremismo de esos, pero seguro estoy de que algo les tiene que haber pasado, sl ennos una advertencia. Por cierto en cual corto es que canta Carlos Varela?

    • Luis Alberto y Néstor estuvieron dos o tres meses castigados por la TV. A mí, tal vez por ser freelance, no me sucedió nada. Ni siquiera me llamaron para hablar conmigo.
      En Photoshop, el tercero de la serie, canta Carlos Varela.

      • A usted no lo llamaron por que usted esta bien definido,usted apoya al gobierno cubano,cuando vimos sus videos vimos un rayo de esperanza,pensamos,alguien esta de nuestro lado mostrando la realidad del cubano,pero despues vino la bomba, usted dijo,,A ver si entienden de una vez que yo apoyo eso que ustedes llaman ‘la tiranía’ y ‘la sangrienta dictadura castrista’,entonces entendimos que sus videos estan autorizados como mismo esta autorizado Vivir del cuento.

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Eduardo Del LLano
Eduardo Del LLano
Escritor, guionista y director de cine cubano

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