Las Tunas, campeón con todas las letras en Serie Nacional de Béisbol

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El mapa de hegemonía del béisbol cubano ha cambiado en los últimos tres lustros. En esa nueva aparición de actores protagónicos reapareció Las Tunas, para coronarse, por segunda ocasión, en una Serie Nacional de Béisbol, tras barrer a Industriales 4-0.

Diferentes variables inciden en dicha transición de poder, en la cual Ciego de Ávila, Granma, Matanzas y Las Tunas se han adueñado de los puestos de privilegio y han denotado mayor estabilidad con su presencia y respectivos performances en postemporada, en lugar de los históricos Industriales, Santiago de Cuba, Pinar del Río y Villa Clara.

Precisamente, los Leñadores accedieron a su segundo cetro luego de coronarse en la campaña 58 sobre Villa Clara. Atesoran además un segundo puesto (Serie 57) y dos terceros escaños (59 y 60), desde que en 2010 sus ahora victimarios capitalinos se hicieran de su último título. Desde entonces, en 14 clásicos domésticos, solo Pinar del Río (Series 50 y 53) y Villa Clara (52), lograron tajadas de ese pastel, degustado por los nuevos actores mencionados.

La victoria tunera en esta oportunidad adquiere una connotación mayor, pues por primera vez una novena azul era barrida en una definición de campeonato. Además, era la séptima escoba que se pasaba en segmentos decisivos, como parte de la historia de nuestras lides beisboleras.

Victoria Las Tunas
Las Tunas accedió a su segunda corona honrando su condición de mejor equipo durante la 62 Serie Nacional de Béisbol. / Foto: Roberto Morejón / Tomada de Jit

La solidez de las hachas tuneras

El carácter compacto del accionar tunero en los principales indicadores de juego, fue un equilibrio que permitió al equipo llegar más oxigenado a la final, luego de pasar 4-0 sobre Ciego de Ávila, en cuartos, y doblegar 4-2 a Matanzas, en semifinales.

Una vez en la definición, aprovecharon su condición de locales en el Julio Antonio Mella para asestar dos golpes que casi hundieron las aspiraciones de los dirigidos por Guillermo Carmona, especialmente en el segundo desafío, cuando en el séptimo inning  ? también llamado de la suerte ? , fabricaron un racimo de tres anotaciones, dos de las cuales fueron impulsadas por el veterano de mil batallas y tercer madero, Danel Castro, para remontar el 1-3 adverso y sellar el 4-3 definitivo.

Justamente, fue ese el marcador más cerrado de los cuatro choques de la final, en los cuales los Leñadores blandieron sus bates para fabricar 25 anotaciones, amparados en 46 hits, incluidos ocho dobles, un triple y un cuadrangular.

Números que se sustentaron en las ofensivas del propio Danel (de 15-5 con 4 remolques), los hermanos Yosvani (de 18-5, cinco fletadas) y Yordanis Alarcón (3 en 16, un jonrón y 4 traídos para el plato), el rescatado Roberto Baldoquín (de 17-7 con dos remolques) y el hombre proa, Héctor Luis Castillo (de 17-6 con tres empujadas).

Peloteros Las Tunas
El veterano Danel Castro (derecha) y Yosvani Alarcón fueron puntales ofensivos al empujar, entre ambos, nueve anotaciones en la final. Foto: Ricardo López Hevia / Tomada de OnCuba

¿Criticable? Dejar a 33 corredores en las almohadillas, señal de que, pese a imponerse con holgura en tres de los cuatro duelos, pudieron producir con mayor oportunismo, además de aprovechar la veintena de bases por bolas que les concedieron los lanzadores de los Leones. Pero ese es un mal del que padecen los bateadores cubanos desde hace bastante tiempo, incluso, en las selecciones nacionales.

Desde el box, el timonel debutante, Abeysi Pantoja, manejó con acierto los hilos de un staff que había sido elogiado al mando de Pablo Civil. Si bien ya no se contaba con hombres que en otras temporadas eran considerados temibles como Ubisney Bermúdez, Yoalkis Cruz, Yudier Rodríguez o Damichel González, ahora lideró la rotación abridora Alejandro Meneses, en tanto Keniel Ferraz, Rodolfo Díaz y Alberto Pablo Civil, asumieron los roles de mayor impacto como relevistas y cerradores.

De acuerdo con datos del colega Aliet Arzola, en los play off ese trío de serpentineros se adjudicó ocho de los 12 triunfos tuneros, con seis juegos salvados, efectividad de 1.46 limpias por cada nueve innings y average ofensivo rival de 218.

En los cuatro enfrentamientos por la corona, el staff tunero mantuvo el control, y soportó las presiones que genera jugar en un Latinoamericano abarrotado de público. La relación de ponches-boletos (16-8), da fe de su dominio sobre los bateadores azules, pese a propinarles tres pelotazos y lanzar otros tantos wild pitch en dicho segmento.

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El derecho Keniel Ferraz fue declarado el Jugador más Valioso de la postemporada, al igualar el récord de seis victorias del pinareño Yosvany Torres. / Foto: Panchito González / Tomada de Prensa Latina

Desde el box, la nota en «Do mayor» la mereció Ferraz, quien además de ser electo como el Jugador Más Valioso de la postemporada, emuló el récord de victorias (seis) de Yosvany Torres en play off, actuación que selló con indicadores de rendimiento envidiables: promedio de limpias de 0.66 media de corredores embasados por entrada (WHIP) de 0.88 y le batearon para famélicos 184.

Tales rendimientos fueron patentados sin contar con los puntales Yuniesky Larduet y el as monticular Carlos Juan Viera, contratados en la Liga mexicana y que, por haber causado baja de la nómina tunera, no pudieron reincorporarse al equipo de cara a la postemporada.

Marea azul detenida

Del otro lado de la duela, la tropa de Carmona evidenció el desgaste de enfrentar dos series previas extendidas a los séptimos partidos. Su ofensiva no pudo llegar a la decena de inatrapables en ninguno de los cuatro choques, y apenas cinco extrabases se contaron entre las 25 conexiones disparadas a tierra de nadie. Es muy difícil imponerse en un juego de pelota si su score máximo en un partido es de tres carreras.

A lo anterior hay que sumar la ausencia del cuarto madero, Yasmani Tomás, producto de una intoxicación, y la baja productividad de otros hombres claves en la alineación como Juan Carlos Torriente (de 15-4 sin remolques), Yasiel Santoya (4 en 13 con dos fletadas), Yosvani Peñalver (de 14-2 con una impulsada) y Alberto Calderón (uno en 15 sin empujadas). A ello se adiciona la salida del orden al bate del hombre proa, Ariel Hechevarría, en el mismo primer enfrentamiento.

Esos rendimientos ofensivos dejaban poco margen de error a un cuerpo de lanzadores sin solidez, desgastado por escenas precedentes de play off en extremo exigentes, y con la carga acumulativa del protagonismo en el repunte de Industriales, hacia la segunda mitad de la etapa regular. 

Con esos truenos, era presumible que los serpentineros citadinos no contuviesen la respetable ofensiva de los Leñadores, soportaron 46 indiscutibles, una decena de extrabases y les concedieron 20 pasaportes gratis a primera y 23 ponches; pero no pudieron, pese al esfuerzo y la entrega de Raymond Figueredo, Frank Herrera, Silvano Hechevarría, Juan Xavier Peñalver, Reemberto Barreto y compañía.

Y es que, al temple, al empuje y al amor a la camiseta, hay que poner otras condiciones objetivas y variables de calidad que, frente a Las Tunas, Industriales no poseía para unos desafíos definitorios.

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Industriales batalló hasta donde pudo frente a un equipo que le superaba en toda la línea. / Foto: Ricardo López Hevia / Tomada de OnCuba

Lecturas más allá del terreno

Más allá del trofeo alzado por los Leñadores, la 62 Serie Nacional de Béisbol dejó varias lecturas. Con las falencias que evidenció el torneo en materia de nivel cualitativo, y cuestiones relativas a la infraestructura organizativa y calidad del espectáculo, puede hablarse de un resurgir de la pasión entre la afición beisbolera cubana.

Si bien es cierto que las opciones de entretenimiento de calidad son reducidas en la Cuba actual, la presencia de Santiago de Cuba e Industriales nuevamente en los play off, y específicamente los duelos de semifinales, exacerbaron ese sentimiento que durante años estuvo adormecido en la población, donde el béisbol se ha visto notoriamente desplazado por el fútbol entre los aficionados del deporte en Cuba.

Otro elemento indiscutible es que Cuba sigue siendo tierra de béisbol y, en correspondencia, los peloteros cubanos han brillado en cuanto escenario se desenvuelven, incluso, en la actualidad desde edades más tempranas, pues persiguen su sueño de jugar en ligas de mayor rango.

Justamente, ese es uno de los elementos a considerar al establecer la nueva jerarquía dentro de la pelota cubana: la estabilidad en las nóminas de los equipos que concursan en la Serie Nacional. Los elencos más afectados por este fenómeno han sido los territorios prolíferos en talento beisbolero: Pinar del Río, La Habana, Villa Clara y Santiago de Cuba, tanto por el éxodo creciente de peloteros, como por la contratación al amparo de la Federación Cubana.

Seguiremos teniendo béisbol en lo que resta de 2023. Los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile, la Liga de Campeones de Béisbol de Las Américas, y la Liga Élite en el ámbito doméstico, aderezarán el panorama. Habrá que esperar por si la afición responde con sensaciones similares a las que dejaron el V Clásico Mundial de Béisbol y la postemporada de la 62 Serie Nacional.

 

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Harold Iglesias Manresa
Harold Iglesias Manresa
Periodista, perseguidor de historias, y amante de los deportes en cualquier latitud

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