La «injerencia creativa» de la administración Trump hacia Cuba

Administración Trump confirma más presiones para Cuba «con una creatividad infinita», medidas que afectan a la comunidad de cubanos emigrados.

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La noticia es que la administración Trump confirma más presiones para Cuba «con una creatividad infinita», y para la comunidad de cubanos emigrados que están en camino o intentan regularizar su situación migratoria.

Esta última semana ha sido noticia la eliminación de subvenciones para la compra de comida de personas de bajos recursos, los llamados Food Stamps, para los que entraron al país con el parole humanitario, un duro golpe para varios de esos migrantes que dependen de esa ayuda para poder solventar otros gastos, y que asegura acceso a alimentos.

Además, los cubanos que entraron en el país utilizando la aplicación CBP One, establecida por Biden para ofrecer citas para cruzar la frontera y hacer el proceso de entrada más organizado, han recibido un correo advirtiéndoles que el gobierno federal los encontrará y que deben auto-deportarse. La medida ha causado angustia y pánico entre muchos que entraron al país con esa aplicación, porque los cubanos estaban a la espera del año y un día para acogerse a la Ley de Ajuste cubano, pero ahora se encuentran en un limbo, y son deportables. Mientras que los de otras nacionalidades, al no tener la posibilidad de ajustarse utilizando esa ley, rápidamente aplicaron a asilo o a un estatus de protección temporal (TPS) lo cual los ubica en el camino de regularizarse y los protege ante esta furia de deportación que hace diana a todo el que no tenga el proceso iniciado.

Mientras tanto, una jueza federal bloqueó la decisión de la Administración Trump de eliminar la protección temporal a cubanos, haitianos, venezolanos y nicaragüenses, debido, según dice, a una incorrecta lectura de la ley.

Según la jueza Indira Talwani de Boston, nombrada por el expresidente Obama, la deportación expedita de 450 mil personas se basa en una interpretación incorrecta, porque la ley se enfoca en aquellos que hayan cruzado la frontera ilegalmente, no sobre individuos que recibieron el permiso legal de entrar en el país, como los beneficiados con el parole humanitario, por ejemplo. El sistema judicial estadounidense permite que una decisión de la administración pueda ser desafiada en corte y detenida su aplicación hasta que el proceso no termine.

No obstante, el caos y la incertidumbre se cierne sobre miles de recién llegados: ya sea que son deportables porque no han comenzado el proceso de regular su situación migratoria, o porque pierden las asistencias de los Food Stamps o las ayudas de Medicaid, un sistema de seguro médico para personas de bajos ingresos.

La comunidad cubana en Estados Unidos está sufriendo una pérdida de derechos y viendo hacerse realidad temores que eran comunes entre los emigrantes de otros países, pero nunca para los cubanos. Y todo gracias a Trump, un hombre que contó con el voto fiel de buena parte de los cubanos votantes en Estados Unidos, y cuyos representantes en el Congreso apoyan al partido republicano, sin importar cuán dañina o extrema pueda ser su agenda para la comunidad que los puso en Washington.

No sorprende entonces que una valla en Palmetto, una vía de mucha circulación de Miami Dade, haya puesto una foto de los representantes María Elvira Salazar, Carlos Giménez y Mario Díaz Balart junto al secretario de Estado y excolega de Congreso, Marco Rubio, describiéndolos como «traidores». La valla, pagada por el caucus hispano demócrata, es síntoma de un malestar sobre estos congresistas, que ya respondieron: Salazar afirmó que eso era propaganda estilo castrista, dando muestra de su absoluta intolerancia a la crítica cuando la pone en el centro a ella, y abusando de su púlpito para descalificar todo disentimiento en el país que se autodefine como una sólida democracia.

Por otro lado, Giménez ha vuelto a usar el altavoz anticubano esta semana y envió una nueva carta afirmando que los médicos cubanos son esclavos, que los países que los acogen son cómplices del régimen en practicar la esclavitud, y que esos Estados deben recibir represalias en forma de tarifas al comercio con Estados Unidos.

Mientras tanto, el almirante Alvin Holsey, jefe del Comando Sur de Estados Unidos, ofreció declaraciones verdaderamente inexplicables: dijo que Cuba representa «una amenaza significativa» para la seguridad nacional de Estados Unidos debido a sus estrechos vínculos con Rusia y China.

Sin embargo, no pudo mencionar un solo hecho concreto que demuestre que desde Cuba Estados Unidos pueda percibir alguna agresión, aunque el militar de alto rango afirmó que «las acciones malignas de Cuba debilitan nuestras relaciones en la región, fomentan la migración irregular y amenazan la seguridad de Estados Unidos», culpando al gobierno de Cuba de la migración irregular, cuando esta sucede desde casi todos los países de la región, y en el caso cubano, los migrantes tienen el incentivo de poder regular su situación con facilidad gracias a la vigencia de la Ley de Ajuste Cubano.

Pero sin duda una de las noticias que ofrece más claridad sobre cuál es el plan de Estados Unidos hacia la Isla durante esta época trumpista y distópica, son las declaraciones del enviado especial para América Latina, Mauricio Claver-Carone, quien fuera el arquitecto de la política de máxima presión hacia Cuba que la administración Trump practicó en su primera temporada. En este intermedio, Claver Carone trabajó en el Banco Interamericano cuyo empleo terminó en medio de escándalo por una subida de salarios a una colega de trabajo con la que mantenía relaciones íntimas.

Sin embargo, Trump no consideró ese detalle un problema, sino que quizás lo consideró más acorde, en términos de valores, a su propio actuar, y lo ha empleado en un puesto clave, asesorando y decidiendo sobre temas de América Latina.

Esta semana, Claver-Carone, de origen cubano, ofreció declaraciones ante el Consejo de Asuntos Mundiales de Miami.

Ante la pregunta de qué aprendió durante el primer periodo de Donald Trump en la presidencia, Claver Carone respondió que no era tal la máxima presión como ellos mismos la calificaron: «Nunca llegamos al punto de máxima presión, ni siquiera a un 50% de máxima presión. Había un gran montón de cosas que se podían hacer. Pero, en ese sentido, en esa administración, había desacuerdos».

«Y la gran diferencia con el escenario de hoy es que eso ya no ocurre, este es el equipo de política exterior más coherente que he visto en mi vida».

El hecho de que el secretario de Estado sea Marcos Rubio, y que casi todas las personas en posiciones de poder dentro del gobierno, tengan una lealtad a Trump que roza con el servilismo político, indica que lo que el enviado especial para Latinoamérica está diciendo es cierto. Según él, ahora tanto el Departamento del Tesoro, como el Departamento de Defensa entienden la prioridad que representa América Latina para Estados Unidos, a pesar de que no hay ningún elemento concreto que fundamente que Cuba es un peligro para la seguridad nacional de ese país. No obstante, hiperbolizar o militarizar desde el punto de vista de la narrativa pública la presencia de China y Rusia en Cuba, son excusas perfectas que sirven para afirmar que Cuba se está convirtiendo, o es ya, una amenaza que pone en riesgo a Estados Unidos.

Ante la inevitable realidad de que la comunidad cubana, y la latina en sentido general, está sufriendo el peso de las políticas de la actual administración, Claver-Carone afirmó que es un sacrificio menor, pero que el fin justifica los medios: «es dolor en el corto plazo para ganancias en el largo plazo, o literalmente dolor a largo plazo y nada de ganancia».

«Tenemos que ir con todo. Esa es mi mayor lección. Trabajo con un secretario de Estado que piensa de la misma manera, un presidente que entiende estas prioridades, y la meta es lograrlo», agregó.

Igualmente, Claver Carone afirmó que con la migración Cuba ha exportado su problema. El político omitió que las vías para asegurar un estatus migratorio legal con relativa facilidad para los cubanos, han representado un incentivo para emigrar, así como el hecho del empeoramiento de las condiciones de vida en su país de origen, debido también a las medidas unilaterales coercitivas estadounidenses que solo han engordado por años con estrategias quirúrgicas, que tratan de poner pinzas a las pocas vías de oxigenación que le quedan a la economía cubana, a partir de los enfoques «creativos» y punitivos que personas como él han diseñado y promovido.

«Es lo que ha pasado en Venezuela, en Nicaragua. Así es como se mantienen esos regímenes. La comunidad cubano americana, llevan 60 años de exilio, si no quieren vivir así, es el momento de los sacrificios en el corto plazo», sentenció.

Sin embargo, sería difícil pensar que la comunidad que ha hecho familia y se ha establecido durante 60 años en el sur de la Florida regresaría a Cuba luego de un supuesto cambio de gobierno que esa administración pretende lograr con su política de máxima presión. Además de que hasta el momento no han logrado el cambio tan prometido a los votantes del llamado exilio, sería bueno preguntarles a las familias acomodadas que viven en el Doral, en un país del primer mundo, si vendrían a vivir a una Cuba depauperada por 3 décadas de marcada crisis económica, y que, si el cambio se produjera de manera violenta, estaría peor aún.

Claver Carone también tuvo opiniones sobre el apoyo que la administración ofrece a plataformas políticas, cuyo único fin es el derrocamiento del gobierno cubano. Tras la acción de DOGE, el departamento inventado por Donald Trump para que Elon Musk reconfigurara al gobierno con la excusa de optimizar su funcionamiento y reducir gastos y tamaño, buena parte de los fondos y partidas presupuestarias que se dedicaban al ejercicio de la oposición política al gobierno cubano, pero que se ejecutaban en Estados Unidos, fue eliminado o suspendido.

Sin embargo, como las ramas del árbol del cuento de Meñique que cortaba una y salían tres, las diferentes plataformas como Cubanet, o Radio y TV Martí recuperaron sus fondos de un día para otro. Sobre el compromiso de la actual administración con la promoción de la «democracia» o la subversión del orden de cosas en Cuba, Claver Carone también tuvo una opinión: «Nuestro compromiso con la oposición y con el cambio de régimen en Cuba se mantiene intacto y verán medidas al respecto».

No obstante, tuvo que reconocer que hay buena parte del uso de ese dinero que no reporta resultados directos: «lo primero que hemos hecho es revisar qué funciona y qué no, para alinearlo con los intereses de EEUU». Teniendo en cuenta el discurso y accionar de la actual administración, es muy probable que las plataformas que sigan recibiendo fondos federales sean aquellas que se alineen abiertamente a la narrativa injerencista y agresiva hacia el gobierno cubano, a la par que se desliguen de agendas feministas, antirracistas o de apoyo a la comunidad LGBTIQ+, que estaban presentes en algunos medios de oposición, pero que entrarían en contradicción con la «cruzada anti-woke» a la que tanto hacen referencia Trump y Musk. Probablemente tampoco puedan ser críticos con un gobierno que no demostrado tener la mejor relación con la prensa, expulsando de la Casa Blanca a aquellos medios no afines a su partido. En resumen, espacios mediáticos más polarizados y con menos matices.

Por otro lado, en el tema de medidas que no funcionan, uno de los presentes le preguntó sobre las misivas que el congresista cubanoamericano Carlos A. Jiménez envió al departamento de Estado y del Tesoro exigiendo medidas contra Cuba, todas vinculadas con las misiones médicas cubanas en el exterior, así como la petición de clausura de los vuelos a Cuba: «es de las herramientas viejas diría yo. Creo que podemos ser más creativos, pero entiendo la iniciativa», respondió Claver Carone.

El político repitió lo que antes ha dicho con respecto a la política hacia Cuba: nuestra creatividad es infinita.

Esta noticia significa que las diferentes voces del gobierno actual de Estados Unidos discursan sobre una curada versión de la realidad, en la que la selección descontextualizada de datos confirma que mienten y manipulan a su antojo.

Es el caso del jefe del Comando Sur que ubica a Cuba como una amenaza, cuando es quizás al país más estable y capaz de, por ejemplo, interrumpir o enfrentar el tráfico de drogas transnacional, o Mauricio Claver Carone, que parece preferir regalarle a esta administración un estado fallido que nadie de allá va a venir a enfrentar, mientras ignoran el caos inevitable que traería el cumplimiento de ese añorado sueño anexionista en el que el gobierno cubano cae cómodamente en el área de influencia estadounidense.

Nuestra opinión es que la estrategia de sanciones fortalecidas, y la expansión de estas desde una «creatividad quirúrgica» no tendrán como víctimas a la clase en el poder en Cuba, sino a las familias más vulnerables, y a las zonas más empobrecidas. La estrategia, más claramente que nunca, parece indicar que el propósito es hundir a la ciudadanía cubana en una desesperación tal que el enfrentamiento físico o violento contra su gobierno como ejercicio de hartazgo popular sea la única alternativa que consideren.

Sin embargo, pocas veces en la historia moderna se ha visto que una ciudadanía desarmada, incluso queriendo, pueda derrotar la fuerza militar de un Estado. Quienes pretenden desde afuera conducir la rebelión popular desconocen esta realidad histórica, o pretenden engañar perversamente a los cubanos en la Isla instrumentalizando su descontento con el estado actual de cosas para usarlos como carne de cañón en una guerra civil de la que no hay ninguna garantía que puedan salir beneficiados.

La prueba de que el cambio hacia un sistema de democracia liberal, y hacia un Estado que se autodefina como capitalista, no resolvería per se los problemas de fondo que hoy estimulan las oleadas migratorias, es que a Estados Unidos diariamente llegan migrantes de otras naciones con ese sistema, y que la mayoría de los cubanos no migran hacia países capitalistas no desarrollados, sino que los utilizan como puentes para establecerse en el «primer mundo». Si mañana Cuba fuera como República Dominicana o Puerto Rico ¿esta situación cambiaría?

Se trata de una estrategia que ve al pueblo cubano como un problema marginal, que no escatima en «creatividad» para hacerlo sufrir con sanciones que aumentan sus carencias, de una administración que ha irrespetado los principios democráticos en su propio país, y que aún así pretende de forma totalmente unilateral exportar esa «democracia» a otros lugares, siempre velando por sus intereses.

No cabe duda de que en Cuba hacen falta muchísimos cambios y que el desarrollo democrático tiene varios pendientes, pero no será con asfixia económica y con una narrativa y accionar injerencista que estas transformaciones ocurrirán. Hasta ahora, el único logro de esta administración ha sido empobrecer a los cubanos de ambas orillas, separar familias, darles pretextos a los autoritarios en la Isla para reforzar la narrativa de plaza sitiada, y dejar el terreno libre para que otras potencias no occidentales como Rusia y China —a las que dicen considerar peligros— tengan el camino abierto para ejercer su influencia económica y política sobre la Isla. Raros resultados ha dado la «injerencia creativa» de Claver Carone y compañía.

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Redacción
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