¿Cómo se puede salvar este país, cómo elevarlo a la cima de la virtud? Puede parecer recurrente pero muchos piensan que el crecimiento del producto interno bruto provocará todos los milagros.
Hace unos días en medio de la XXIII edición del Festival “Al Sur Está la Poesía”, certamen miembro de la red “Nuestra América” de Festivales de Poesía de América Latina y el Caribe, celebrado en la sureña localidad de Pilón en la provincia Granma entre el 3 y el 7 de junio pasado, conversaba con el poeta y amigo Julio César Sánchez Guerra sobre los retos de la sociedad cubana actual y, llegábamos al razonamiento siguiente.
Este país, su pueblo apasionado y honroso, su gobierno y su proyecto socialista, sólo se pueden salvar si se cumple creativa e inteligentemente la clave martiana de dar a la cultura el supremo lugar que merece. Es la cultura caldera y fragua de identidad, verdad que dignifica la virtud política, motor que aviva a los hombres y los echa a pelear contra la desidia y la deshonra.
Hay quienes piensan el trabajo político e ideológico desde viejas fórmulas, con un discurso alejado de la gente que lo escucha, siendo urgencia la necesidad de ir a la cultura para, desde sus potencialidades y valores, educar a niños y jóvenes, palpar el alma del pueblo, hacerlo reflexionar y comprometerlo con lo virtuoso y bello, que nos pertenece por identidad.
Hoy pongo de ejemplo el festival “Al Sur Está la Poesía”, al que por cierto se le dio poca cobertura periodística nacional, para comprobar que existe aún una poesía militante, comprometida con la realidad de ese pueblo que la acoge y que la enriquece; nadie sabrá ni de soslayo lo que ocurrió allí, sólo los participantes y los pobladores, encendidos por el evento.
Este festival nacido del ímpetu y el amor de un pequeño grupo de poetas de Pilón; ha transitado de municipal a provincial y posteriormente a tener carácter nacional e internacional al relacionarse con el proyecto Sur. Hoy es apoyado por la UNEAC, el Centro Provincial del Libro y la Literatura de Granma y la Dirección Provincial y Municipal de Cultura, y muchos amigos y escritores con buena voluntad.
Este año el festival de poesía visitó y movilizó el centro cultural del pequeño pueblo, desarrolló actividades comunitarias en los barrios de La Plaza, La Marina, La Represa y Calabazas.
También, los poetas regalaron recitales de alto valor estético y humanista en Ojo de Agua, Sevilla Arriba, Mota y Marea de Portillo, poblados de zonas rurales; sin olvidar las lecturas de poesía en las escuelas, los diversos centros de trabajo y políticos e instituciones de salud.
Momento importante fue el desarrollo del coloquio, dedicado al debate sobre la relación entre poesía y artes plásticas. Estuvo protagonizado por el poeta y ensayista santiaguero Eduard Encina, y la poetisa y crítica manzanillera Juventina Soler Palomino, invitando al intercambio a poetas, intelectuales y pobladores participantes.
Los creadores invitados, entre los que se encontraban granmenses, habaneros, tuneros, santiagueros, holguineros, matanceros y de la Isla de la Juventud, apreciaron cómo el arte llevado por poetas de Cuba y el mundo ha creado allí una tradición apegada a la necesidad de la lectura, a la creación poética popular y más rebuscada, honda espiritualidad y el ejercicio de darse del que hablara Martí.
Las imágenes que mostramos dejan ver la felicidad que iluminó los rostros de los comunitarios. En el Sur recitaron niños, niñas, jóvenes y ancianos, todos movidos por ese influjo que porta la cultura en cualquiera de sus formas.
No faltó la música popular y trovadoresca, el café carretero, el panal de miel, el agua de coco, los juegos tradicionales y el homenaje a los poetas de casa. Está vez se dedicó el evento al tunero Carlos Esquivel y al granmense Gustavo Ramírez Vargas, acto cultural y de reconocimiento que dio cita en la Casa de Cultura Municipal a una multitud de seguidores del buen arte y la buena poesía.
El Festival al Sur Está la Poesía iluminó el pensamiento y el corazón de la gente llana de Pilón, armó de esperanza a los pobladores de los barrios apartados que fueron visitados. Alejados de teatros e importantes circuitos de consumo cultural, los poetas visitantes pudieron apreciar que el arte como expresión sustancial de la cultura salva y alimenta.
¡Cuánto de bueno habría si cada espacio cultural, artístico o no, permitiera el debate franco, la espiritualización humana, el reconocimiento de los valores de nuestra historia, el disfrute de nuestras costumbres y tradiciones, tan diversas en Cuba a pesar de ser una pequeña isla!
Pero la verdad es que falta mucho por hacer para poner los valores éticos, estéticos, históricos y artísticos de nuestra cultura a la altura que el discurso ideopolítico necesita. ¡Mucho se ha hecho! ¿Pero, cuánto hemos perdido en estas últimas décadas de combate cultural?
La clave martiana de la utilidad de la cultura debe dejar de ser lo que es para muchos, un mero discurso, y convertirse en una forma, vía y método para hacer crecer la nación y al proyecto socialista cubano. Al hombre se le han de poner alas, no anclas.
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