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La noticia es que el gobierno cubano ha anunciado la creación de un Observatorio Nacional de Drogas (OND) que debe estar funcionando en julio de este año bajo la subordinación del Ministerio de Justicia.
El anuncio se produce en un contexto de creciente crítica por el consumo de drogas, y la visibilidad en redes sociales de personas sufriendo ataques, espasmos o mostrando comportamientos resultantes del consumo de estupefacientes ilícitos. Si bien no hay disponibles cifras actualizadas de los niveles de consumo, la aparición con mayor frecuencia en los espacios públicos de personas bajo los efectos de narcóticos podría indicar que hay un aumento de disponibilidad, en un país que se preciaba de tener controlada esta problemática social.
Según el anuncio publicado por los medios estatales cubanos, el nuevo Observatorio está diseñado para mantener una vigilancia activa sobre nuevas sustancias psicoactivas y el fenómeno de las drogas emergentes. La idea es que el equipo del Observatorio, con un personal reducido, proporcione datos y evidencias que faciliten la formulación de políticas efectivas en la reducción de la demanda y el control de la oferta de drogas.
Esta noticia está acompañada de varios reportes sobre redadas en diferentes lugares del país en las que se detuvieron a personas que estaban vendiendo drogas, así como la incautación de varias dosis.
El compuesto químico que parece estar más difundido es el llamado «Químico» que pertenece a los llamados cannabinoides sintéticos, diseñadas para imitar los efectos de la marihuana. Sin embargo, de acuerdo a expertos, es una droga distinta, que contiene sustancias químicas muy peligrosas, y que pueden ser hasta cien veces más potentes que la marihuana, lo cual la hace también más adictiva. Su bajo precio en el mercado —alrededor de 200 pesos la dosis, lo mismo que cuesta una cerveza— lo ha masificado principalmente entre segmentos poblacionales en situación de pobreza y marginación.
Esta noticia significa que las autoridades han tomado acciones concretas, incluyendo un aumento de la visibilidad pública de esas acciones tras meses de un visible aumento del consumo, a partir de las escenas callejeras frecuentes, que muchas veces terminaban viralizadas en redes sociales.
El incremento del consumo parece estar dado por el empobrecimiento de las condiciones de vida, por la disponibilidad de la droga y su bajo precio, así como la laxitud de las autoridades para identificar las cadenas de tráfico y venta, una imagen que ahora el gobierno cubano pretende contrarrestar.
Según Cubadebate, en el año 2024 más de 1000 personas fueron sancionadas en Cuba por su vínculo con la venta de estas sustancias ilícitas.
Esta misma semana fue noticia que como resultado del trabajo de enfrentamiento a la venta de drogas, en Las Tunas se realizó un operativo en el que a siete personas se le incautaron marihuana, cocaína, y papel químico, y los imputados se encuentran detenidos en la Unidad Provincial de Investigación Criminal, donde se procesan por el delito de tráfico de drogas.
Según reportes de prensa de sesiones del Grupo de trabajo para la prevención, enfrentamiento al delito, la corrupción, las ilegalidades y las indisciplinas sociales, que lidera el primer ministro, Manuel Marrero Cruz, se enfrentará el fenómeno «a sangre y fuego», citando al expresidente cubano Raúl Castro.
Marrero insistió en que la familia es un eslabón decisivo en la batalla contra las adicciones y este es un tema de seguridad nacional.
La cobertura en torno al tema parece indicar que el gobierno intenta aplicar una visión integral del problema y no solo represivo. Según el reporte de Cubadebate, recientemente en el municipio capitalino de Marianao, se visitaron varias secundarias básicas, preuniversitarios y universidades, para educar a los estudiantes en el tema, y para ello asistieron a los recintos educacionales funcionarios del órgano antidrogas del Ministerio del Interior, así como de la Fiscalía.
La cuestión educativa parece ser una de las debilidades. Así lo confirmó una especialista entrevistada en Cubadebate por la reportera especializada en temas de salud Lisandra Fariñas: «En mis primeros contactos como terapeuta de jóvenes que reconocen tener consumo desenfrenado de “El Químico” y que se encuentran ya en la triste condición de esclavizados por las drogas, la pregunta “qué es ‘El Químico’” la reitero y la respuesta siempre es “no sé”», respondió la doctora Elizabeth Céspedes Lantigua, del Centro de Deshabituación de Adolescentes del Ministerio de Salud Pública.
Desde agosto del año pasado, el Ministerio del Interior ha estado alertando en la televisión cubana sobre la situación del consumo de drogas pero a nivel mundial, mencionando marginalmente a Cuba. Sin embargo, sí mencionó que en el 2024 aumentó la incautación de cocaína, cuando la de mayor circulación era la marihuana, y agregó que los recalos en las costas cubanas continúan reportándose como intentos de introducir estas sustancias al mercado interno.
La información fue ofrecida por el encargado de estos temas en el Ministerio del Interior, el jefe de la Dirección Antidrogas, coronel Juan Carlos Poey, quien explicó que la proliferación de cannabinoides sintéticas, y su método de distribución donde la droga se pega a pliegues de papel, la hace aún más adictiva.
El coronel confirmó que la facilidad de acceso y el bajo costo de estas presentaciones, más la ignorancia sobre lo peligrosas que son, han generado un aumento de consumo entre los jóvenes e insistió sobre la necesidad de una respuesta integral en educación y prevención.
Nuestra opinión es que varias condiciones de la sociedad cubana contribuyen a este peligroso y letal incremento del consumo de drogas. En primer lugar, el empobrecimiento de la calidad de vida, la precarización laboral, la falta de opciones de realización personal, consecuencia de la severa crisis económica y social; el deterioro del sistema de educación, y la falta de información sobre estos temas, así como la incapacidad de las autoridades para responder con soluciones que pueden ser costosas, como la expansión de las capacidades en centros de deshabituación, como se les conoce en Cuba a los centros de rehabilitación para pacientes de adicciones.
Celebramos la creación de un observatorio que, desde la práctica científica interdisciplinar, retroalimente las políticas públicas encaminadas a gestionar este grave problema. También señalamos que estrategias de este tipo son efectivas en tanto se sostengan en el tiempo, y mientras las autoridades directamente vinculadas al fenómeno sean capaces de integrar estos resultados en su toma de decisiones. Igualmente opinamos que, por ser un problema tan serio y que ataña a toda la población, el referido observatorio debería publicar informes que permitan a los medios y la sociedad civil conocer sobre el estado de la situación, y además, fiscalizar el trabajo de los organismos encargados de erradicarla.

