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Una de las maneras más sencillas de equivocarse es vaticinar que algo es imposible en esta Cuba de hoy. Por eso, soy reticente a afirmar categóricamente que Vivir del Cuento, tal y como era en los últimos tiempos, ha desaparecido definitivamente de la televisión cubana. Dicho esto, confieso que en mi fuero interno albergo la seguridad de que el programa pertenece al pasado, por un cúmulo de razones, obvias algunas y otras, no tanto.
Comencé a trabajar como guionista en Vivir del Cuento en los primeros meses de 2021. El programa había sufrido la dolorosa pérdida de Ruperto, que se había sumado a la no menos dolorosa de Facundo un tiempo atrás, de manera que cuando aterricé allí, la orden del día era encontrar una estrategia para continuar un programa, que mucha gente ya tildaba de moribundo a raíz de los acontecimientos de marras. Aunque los personajes que desaparecieron eran insustituibles en su forma más pura, el equipo creativo apeló a apoyarse en las fortalezas demostradas del show, junto al crecimiento de otros personajes como Isidoro, para asimilar el conteo de protección y levantarse nuevamente a ser el favorito de la audiencia cubana, dentro y fuera del archipiélago.
Lo primero que descubrí al llegar fue que allí se trabajaba muchísimo. Probablemente tanto como en cualquier comedia de situación exitosa de cualquier país que a usted se le pueda ocurrir, y seguramente con un porcentaje ínfimo de las condiciones y la remuneración, por supuesto, porque estamos en Cuba. Además, me atrevo a asegurar que el móvil principal de la dedicación y la entrega no era monetario. No me malinterprete: yo me ponía muy contento cuando me entraba el dinero de los guiones, pero muchísimo menos que cuando me sentaba a ver el estreno de un capítulo escrito por mí. Lo juro.
Por lo general, llegar a un guion terminado de 20 cuartillas implicaba unos 20 días, cuatro largas sesiones de trabajo de mesa con el grupo, escribir 40 cuartillas más que se descartaban, y alguna que otra bronca en buena onda por opiniones encontradas. Quizá usted esté pensando que así debería ser siempre, y en ese caso tiene toda la razón, pero permítame aclarar que ese proceder está a años luz de ser lo usual en la televisión cubana.
El secreto detrás del éxito de Vivir del Cuento está, más que en el innegable talento individual de su elenco y equipo creativo, en la entrega y en el trabajo de equipo. Lo que aprendí allí trasciende por mucho las habilidades para escribir o generar situaciones hilarantes, y se adentra en las interioridades del trabajo en colectivo y las relaciones humanas. Dicho más claro: si algún día me viera de pronto jugando de centrocampista en el Barcelona, remando encadenado en un drakkar vikingo, o estibando arroz en el puerto, seguramente haría mejor ahora cualquiera de esas tareas gracias a cosas que aprendí en mis años en Vivir del Cuento.
La gente solía decir que a VDC le dejaban «apretar» más que a otros programas, y elucubraban teorías de todo tipo, simpatiquísimas algunas. Lo cierto es que sin caer en autocensuras, se procedía con un tacto milimétrico y un conocimiento supremo del medio, de la época en que vivimos, y de las personas y sus reacciones. Eso permitía defender chistes duros y tocar temas que por decirlo de alguna manera, no son usuales en la televisión cubana.
En el programa sobre el mundial de fútbol, Pánfilo estaba en La Guapachosa disfrutando de una pizza, cuando llega Chacón a sacarlo porque iba a televisar un partido y necesitaba el máximo de capacidad. Chacón le dice a Pánfilo que se tiene que ir porque le hace falta la mesa para la gente del partido, a lo que Pánfilo contesta que él tenía su derecho de cliente, que la gente del partido no eran mejores que él. Visto que «partido» es una palabra con más de un significado, el chiste no le encantaba a algunas personas, pero se quedó.
Para poder utilizar chistes como ese, justificarlos y que quedaran, el recurso era aclarar debidamente al terminar el chiste. Algo parecido pasó una vez que Isidoro sonaba un caldero en medio de una gritería, para animar a su equipo, y Leopoldino le pide por favor, autoritariamente, que guarde el caldero. Isidoro pregunta la razón y después de una pausa, Leopoldino alega que no es saludable estar manoseando los utensilios de cocina, por los microbios. Chistes así de fuertes para la tv cubana se separaban entre sí y se distribuían adecuadamente, y además se tenía en cuenta cuán crítico era el tema del capítulo, más allá de chistes puntuales.
Una vez sucedió que queríamos hacer un capítulo (que a la postre hicimos) en que Pánfilo viajara de mula a un país frío, para aprovechar el avioncito de la Finca de Los Monos y grabar las escenas del vuelo, y recursos de efectos especiales para presentar escenas con nieve (que quedaron buenísimas). El país que se caía de la mata era Rusia, pero la guerra con Ucrania había empezado y yo no estaba dispuesto a hablar de Rusia sin darle a Putin lo que le tocaba humorísticamente. Dado que en Tele Rebelde en aquella época tapaban la banderita ucraniana que salía solidaria en las transmisiones de los partidos de La Liga Española, era de esperar que esos chistes nunca quedaran, así que yo descarté a Rusia y escogí Alemania.
Alemania lleva visa, así que decidí construir una escena inicial en la cual se trataba el tema del pasaporte español que Pánfilo acababa de sacar. Quedé muy complacido con aquello;, lo leímos en grupo y gustó mucho, pero había algo subyacente que chirriaba por algún lugar. Demoramos un par de semanas en entenderlo: Pánfilo no debía hacerse ciudadano español, pues eso implicaría un cambio de estatus que violaba la esencia misma del personaje. Guardo esta anécdota como ejemplo claro del respeto a los personajes, aunque se perdiera una escena muy graciosa y bien lograda.
Pánfilo es un señor que no envejece. Se hace un acuerdo silencioso con el televidente que permite amañar a conveniencia el paso del tiempo, y además, cualquier cambio sustancial en el modo de vida de Pánfilo que ocurriera en un capítulo, tenía que ser revertido para preservar la situación de siempre.
Si tengo que calificar con una sola palabra mi paso por VDC, diría que fue, sobre todo, divertido. Se dice que es una maravilla cuando uno logra que le paguen por hacer lo que le gusta, y escribir VDC me gustaba mucho. He estado en pocos colectivos de trabajo tan bien llevados y con gente tan buena. Me he refugiado quizá en cuestiones técnicas para darle un poco de lado a la melancolía que me empieza a caer mientras escribo y rememoro. Me imagino que no sea una sensación exclusiva mía, y que millones de cubanos se estén sintiendo un poquito, como cuando falta un amigo que uno ve a menudo, la ausencia de un espacio que les dio 15 años de alegría en una época en la que no vamos sobrados de razones para sonreír.


Maravilloso talento con un fino humor. Una pena q haya desaparecido de las pantallas de las familias cubanas. Dejó un vacío q nadie logró llenar
Ante todo me conmovió la desenfadada manera en que ries tu tristeza, porque, hacer algo que divierte agrada y sale como lo mejor de la TV y después perderse en un limbo tipo Volverán con ¿¿?? , y recordarlo. Abrazarlo en la distancia y explicarnos como era de profesional y delicada la tarea de guionista y actores, es un artículo hermoso, como VDC, ojalá vuelva a lo mejor Pánfilo logré un equilibrio en dos orillas y vuelva con unas piezas o un panel solar o algo mejor nos quede en el corazón como San Nicolás o Detrás de la Fachada, Sabadazo o Para Bailar, porque …lo bueno no pasa en el corazón del pueblo humilde. Gracias excelente trabajo de guionista y como todo padre de un guión bitn hecho sabes que…reímos hasta la última carie sin amalgama y si molesto es el apagón del interior, más fue cuando nos planchaba el Cuento.
Muchísimas gracias por dejarme aquí su opinión. Un saludo
Hasta Iá risa está racional en nuestro pais.
Lo mismo de siempre , la ideologia, o sea , el Gobierno primero y el pueblo después. Para Panfilo habia problemas de presupuesto que no existen para otros programas. Como la falta de inversiónes en aspectos claves de la economia , desde hace años. Así se ha ido destruyendo el país pero no quieren que se les critique . Así pienso.