Parásitos. Tormentas. Habanas

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En la pantalla llueve. Es Parásitos, la internacional y oscarizada película de Boon Joon Ho.

En La Habana llueve. Es una baja extratropical asociada a un frente frío que llega en la tarde del viernes, en el penúltimo fin de semana de marzo.

El sábado, sales a recorrer La Habana aún en medio de la tormenta. La ves a través de una pantalla, aunque ya no es la película digna de un Óscar. ¿O sí?

¿En qué momento tu ciudad se convirtió en el set de Parásitos?

La Habana no es Seúl , pero aquí llueve igual que en cualquier capital: de una manera para los de arriba y otra para los de abajo.

En la película de Bon Joon, el agua conecta el mundo de arriba con el de abajo.  Llueve, y arriba se hidratan las plantas de las terrazas y los jardines. Quizá lo peor que pueda suceder es que se arruinen tus planes al aire libre. Llueve, y abajo se inunda todo. Quizá lo peor que pueda suceder es que te sepulte tu propio techo.

Arriba, el agua es vida.  Abajo, es calamidad.

En La Habana llueve igual que en Santiago de Cuba o en Bayamo o en Seúl. Cuando llueve se moja todo. La ciudad, las casas, la gente, los sueños, las esperanzas.

Recuerdas las casas donde has pasado otras tormentas. En la de Miramar te maravillabas frente al espectáculo del mar y las olas batiendo; en la de Centro Habana te la pasabas moviendo los muebles para que no se mojaran con las goteras del techo; en la de Nuevo Vedado dormías como si no hubiera un mañana; en la de la Habana Vieja rezabas por ti y tu vecinos…

El agua es catalizador de mundos. Conecta la cima con el fondo. Limpia y arrastra sin conciencia de clase. Barre todo por igual.

Desde el viernes en la noche la tormenta crece afuera y en la mañana las pantallas están llenas de fotos de granizos y de números de personas evacuadas, de derrumbes parciales o totales. Para muchos la tormenta es tan fuerte afuera como adentro. Y vas afuera para ponerle rostro a esos números.

Llueve y quieres descansar, pero tienes que coger la bici para hacer entregas. Llueve y quieres leer, pero tienes que salir a comprar la comida para tu gente. Llueve y quieres dormir, pero tienes que llevar a los niños a ver a los abuelos. Llueve y quieres llorar, pero tienes que seguir.

Y entonces sale el sol…

Y ves la evidencia que el agua arrastró . Las casas que se sostienen y las que se caerán hoy o mañana. Ahí están los deseos abandonados, los sueños incumplidos, las metas postergadas, los cadáveres anónimos, los dolores ajenos en los que no reparas cuando solo estás pendiente de tu propia tormenta.

Durante cada tormenta el agua amenaza con ahogarte, cubrirte hasta el cuello, hasta la nariz y asfixiarte de una vez; pero al final, baja. Y cuando pasa, (y siempre pasa y siempre pasa y siempre pasa…) quedas frente a frente con ese alguien que está aquí para filmar, fotografiar o simplemente contar la próxima tormenta como si fuera una película de Boon Joon Ho.

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Alba León Infante
Alba León Infante
Fotógrafa y periodista cubana. Graduada de periodismo en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana

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