Teófilo

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Ya he dicho alguna vez que el deporte, sea cual sea, no está entre mis 300 prioridades más acuciantes, ni como practicante ni como espectador. Simplemente, no comprendo la emoción deportiva, o qué tienen que ver conmigo esas personas que corren, saltan, nadan o persiguen una pelota. Solo en contadísimas ocasiones el deporte logró galvanizarme, y casi todas fueron viendo una película con ese tema. Sospecho que Teófilo, de Alejandro Gil, volverá a operar ese milagro.

Hace unos días hablé con Alejandro —el cineasta, ¿bien?— acerca del proyecto en marcha. Hasta hoy, mi película favorita entre las suyas es Inocencia (2018), una de esas piezas en que una pequeña parte de ti confía en la posibilidad de que al final no suceda lo que sucedió; que la película, de puro eficaz, logre echar el tiempo atrás y conjurar la injusticia y el crimen. Por otra parte, incluso alguien tan desvinculado del acontecer deportivo como yo recuerda perfectamente la efervescencia nacional ante las victorias del púgil, como también evoco a Juantorena-con-el-corazón, a Sotomayor y un par de momentos de similar calibre. En suma, que tengo muchos deseos de ver la película de Stevenson. Dejemos que sea Alejandro quien hable.

Háblame de la génesis del proyecto.

Yo tenía en la parrilla la idea de hacer una película sobre Teófilo, pero otras se fueron imponiendo, fundamentalmente Inocencia, y después otra en post-pandemia, AM PM (2023). Quería hacer una sobre el deporte, pues el cine cubano no atiende el deporte desde hace mucho tiempo, con todo lo que le gusta a la gente. Las películas de tema deportivo, da igual si es de natación o esgrima, tienen un rating altísimo. Estuvieron el documental Redonda y viene en caja cuadrada (Rolando Díaz, 1979), En tres y dos (Rolando Díaz, 1985), el personaje de Luis Alberto García en Plaff (Juan Carlos Tabío, 1988), El acompañante (2015) de Pável Giroud en que Yotuel interpreta a un boxeador en baja, y otras, pero en el caso de Teófilo me refiero directamente al ícono, al símbolo deportivo. Me leí el libro de Manuel Cabalé sobre Stevenson, empecé la investigación y comprendí que debía poner un límite a lo que iba a narrar, y decidí terminar en el 80, con la tercera medalla olímpica de pesos completos, por tercera vez consecutiva: me pareció un buen lugar a donde llegar, porque después Cuba no fue a las Olimpiadas del 84 en Los Ángeles ni a las del 88 en Seúl, por razones políticas, con lo que perdimos dos ciclos olímpicos, y la posibilidad de una cuarta medalla en el 84, porque Teófilo gana después, en el 86, el Mundial.

La película no es un biopic de Teófilo. Documenta sus éxitos fundamentales, que fueron las tres Olimpiadas (Munich 72, Montreal 76 y Moscú 80), un tope bilateral con Estados Unidos y un Córdova Cardín en que pierde. Paralelamente trabajé la línea familiar, una narrativa del hombre en el centro de la época, la década del 70, con el deportista sometido a presiones de la Guerra Fría… Era un hombre con extraordinarias condiciones físicas, y se sabe que los pesos completos en el boxeo son como los jonrones en la pelota, toda la propaganda se centra en ellos. Estados Unidos había dominado siempre las olimpiadas en esa categoría, y Cuba ve en Teófilo la posibilidad de poner un freno a esa supremacía… y lo logra. Es una época en que se vibraba de otra manera.

También estuvo Milián, el pinareño…

Sí, se enfrentaba a Stevenson, ganaba y perdía… Pero las apuestas, por sus condiciones y habilidades técnicas, siempre fueron por Teófilo.

Yo mismo estudié en la EIDE cuando chiquito, quería ser pelotero… Luego no seguí por ahí, pero el símbolo, el más universal de los deportistas cubanos desde entonces fue siempre Stevenson.

Háblame del actor que lo interpreta.

Ese muchacho, Alejandro Philips, merece un documental. Estoy en la nave Oficio de Isla, el proyecto de Doimeadiós, y se me acerca un tipo, me pregunta si no me acuerdo de él, le respondo con toda sinceridad que no, y me dice que hizo de estudiante de Medicina en mi documental del 92, que es quien coge la flor… Me cuenta que es ahora vicedecano del ISA, y entonces le digo «Tú eres quien puede ayudarme. Necesito a un actor para interpretar a un boxeador de pesos completos» e inmediatamente me replica «Yo tengo al muchacho». Nos reunimos en un café, y él trae al actor: negro, alto, flaco… y yo tuve una especie de revelación, me tiré con la guagua andando y me dije «este es el tipo». No les revelé aún de quién se trataba, pero el muchacho se veía entusiasmado, tenía una mirada intensa. Afirmó que le gustaba el deporte, pero no sabía jugar ni parchís.

Poco después nos reunimos de nuevo los tres en el mismo lugar, yo voy con la primera copia bajo el brazo, armo un poco de atmósfera, explico que se trataba de un proyecto de envergadura con el que estaba obsesionado… y entonces le di el guion y le dije «Mira, hermano, es Teófilo Stevenson». Por poco se muere. Luego me contaron él y Jochi, el vicedecano, que se fueron para un parque cercano y se sonaron el guion entero en un par de horas.

El muchacho empezó a entrenar. Yo no tenía en ese momento posibilidades de producción para encaminarle el entrenamiento, pero él me dijo que no me preocupara, se fue para el Rafael Trejo, habló con Alberto, un preparador veterano, y empezó a prepararse, a conocer el boxeo… Cuando entramos en la película ya tenía un bagaje notable, y de hecho descubrimos que tenía posibilidades reales para el deporte: en una de las sesiones de Teo (ya yo lo llamaba así) se me acerca un boxeador viejo (teníamos un par de profesores, un diseñador de combate que nos puso el INDER) y me dice «¿Usted es el director de la película? Ese muchacho ya es un boxeador. Me acerco a usted porque queremos que él vaya al equipo de La Habana, porque en ese peso no tenemos a nadie, y ese muchacho puede dar qué hacer ahí». Tuve que decirle que no, no podíamos arriesgar a Teo, pero fue un piropo tremendo.

Reescribimos, debatimos, yo ni siquiera tenía computadora por un tiempo, tenía que trabajar en horas prestadas. Fuimos a las Tunas, a Las Delicias en Puerto Padre, para encontrarnos con la familia y visitar la tumba del campeón; para el joven actor aquello tuvo un tremendo impacto emotivo. No queríamos edulcorar, idealizar al símbolo, sino mostrarlo en su dimensión humana, que le hable también a nuestra época.

Tres años y medio estuvo Teo Philips preparando su personaje.

Pasado la fase de tu esfuerzo independiente, ¿cómo armaste la producción y configuraste el equipo técnico?

Había que empezar por tener la aprobación de la familia, muy importante. Conversamos con ellos, y la viuda firmó un documento para el ICAIC dándome permiso para acercarme a la figura de Teófilo. La hija vino de México y pudo estar durante los días finales el rodaje en Cuba.

La fotografía la hizo Ángel Alderete, a quien conozco desde la Fílmica y había trabajado conmigo en Inocencia y AM PM; la producción fue de Grisel González, Rafael Zarza en dirección de Arte, Liz Álvarez en el vestuario, el maquillaje corrió a cargo de Magdalena Álvarez, el grupo Remache asumirá los efectos digitales… Kike Quiñones interpreta estupendamente a Alcides Sagarra, que fue entrenador, profesor, amigo, que modeló a esos muchachos no solo como deportistas, sino como personas; Rosalí Suen hace de la novia, una relación que inventamos y hubo que negociar con la familia para que nadie se sintiera aludida; Jorge Martínez encarna a un rígido comisionado del INDER, Yordanka Ariosa a Dolores, la madre de Teófilo, Alfredo Felipe Pérez al padre, Pablo Menéndez a un periodista norteamericano…

Fue Ramón Samada, entonces presidente del ICAIC, quien echó a andar el proyecto. Es una coproducción con Rusia, a raíz de una propuesta de Alexis Triana, el actual presidente; hay un actor ruso, Alexéi Ryzhkov, que interpreta al entrenador soviético de Teófilo, y varias escenas filmadas en Moscú.

Supongo que sería un rodaje complejo, toda vez que es de época y realizado en la Cuba actual…

Muchos problemas, problemas financieros que en algún momento pusieron el proyecto en crisis. Por otra parte, es un equipo que ama el cine, le gusta trabajar, no quedarse en casa quejándose de la situación. Y hubo mucha solidaridad: en una reunión planteé que necesitaba 80 metros de tela roja. Al lado mío estaba Pichi Perugorría; un rato después me llamó, me dijo que me iba a ayudar en eso… y me resolvió los 80 metros con un productor en México. ¿Cómo puedes hacer una película sobre deporte sin monos deportivos? Yo pude hacer los uniformes del equipo Cuba gracias a él.

Son los detalles que la gente da por sentados…

Eduardo, ¡yo no tenía ring, asere! El INDER se portó muy bien con nosotros, la Ciudad Deportiva postergó eventos en función de la película. A través de ellos pudimos conseguir un ring que tenía una mipyme en Varadero, y fue esa mipyme la que lo construyó en los distintos escenarios, porque es el mismo ring siempre, pero el departamento de Arte le cambiaba los logos… ¡No teníamos guantes de época! ¡Ni zapatillas! Hubo que llevarle los diseños de Liz a mipymes que los hicieron, después de varios intentos fallidos. No teníamos las camisetas, los tenis deportivos de época: tuvimos algunos adidas reales y también imitaciones…

Todo se filmó en el 2025, según plan; sólo perdimos un día. En Rusia tuvimos la ventaja de contar con la estructura productiva de Mosfilm. La preparación fue espectacular, nos hizo sentirnos seguros. Allí la escena más importante fue la de la pelea olímpica por el oro.

¿Piensas estrenar Teófilo este año?

No, en el 2026. La posproducción será larga y complicada.

¿Tienes nuevos proyectos?

Dos. Uno de época, en tiempos de los mambises. Otro en el presente. Esto hay que cogerlo con calma.

Y vaya si es así. Esperemos unos meses para el reencuentro con Teófilo. Como dije, a mi edad no creo que vaya a cogerle la vuelta al deporte, pero creo que ambos Alejandros conseguirán que vuelva a emocionarme.

That´s all, folks!

9 COMENTARIOS

  1. Coño que buena noticia! Un excelente llamado de atención Eduardo.

    Si mi viejo viviera estuviera loco de contento. De chama siempre veíamos el boxeo, la pelota y todos los eventos deportivos a mano en la televisión cubana; muchas veces íbamos al Latino o a la ciudad deportiva a verlo en vivo. Era una cuestión de multitudes el deporte en Cuba. Aunque la vida me llevó por otro sitio, no es raro que en algún momento de mi devenir escolar yo también haya querido (e intentado seriamente) convertirme en pelotero. Tal era el prestigio de nuestro deporte y la influencia positiva que tenía en muchos niños y jóvenes.

    Hace rato me vengo preguntando por qué no se realizan más proyectos cinematográficos explorando estos aspectos de Cuba, en particular, aunque no exclusivamente, el deporte. Y en el asunto hay mucho que contar. Ciertamente se puede hablar de los impedimentos en términos de recursos y otras obvias dificultades, pero creo que hay mucho de falta de iniciativa y de voluntad. Es excelente que cineastas como Alejandro piensen en estas cosas. Yo disfruté mucho de Inocencia (escrito por mi socio de la secundaria, Amilcar), y de la capacidad de Alejandro de capturar la atmósfera en la que aquella terrible injusticia tuvo lugar.

    En lo personal, en algún momento me gustaría ver una película sobre Rey Vicente Anglada y sus avatares con aquellas falsas acusaciones que acabaron con su carrera. o era muy chama cuando todo eso ocurrió, pero debe haber sido un momento dramático y complejo para todos, incluida su audiencia. Pero ahí está también Sotomayor y sus proezas y elmintento de descrédito, Ana Fidelia y su accidente, y un largo etcétera. Son nuestras historias contemporáneas, que ya va siendo hora contar.

    Por otro lado está la larga deuda con temas históricos, llenos de momentos dramáticos sobre los que hay que reflexionar. Yo siempre pienso, por ejemplo, en una peli sobre los seis meses en que Maceo se hospedó en el hotel Inglaterra en 1890, y desde ahí se entrevistó con todo el mundo, a pesar de ser, en la práctica, un lider opositor haciendo conspiración activa. Era como una estrella de pop hospedándose en el hotel, y todo el mundo quería tener que ver con él: desde Julián del Casal, pasando por los jóvenes de la cera de Louvre y terminando por los Abakuá de San Isidro. Yo, a estas alturas, ya sé que no voy a ser capaz de llevar a cabo un proyecto de esa índole, de modo que tiro la idea a «eter», para aquel que tenga deseos. Pero también están las ciencias y las artes, que hay de la vida de tipos como Álvaro Reynoso, Joaquín Albarrán, Brindis de Salas o Juan Gualberto Gómez (cuyos padres esclavos compraron su libertad, lo que le permitió estudiar, incluso ingenierías en Francia durante un tiempo antes de hacerse periodista, presenció los eventos que llevaron a la Comuna de París en vivo, y sirvió de traductor a Fransisco Vicente Aguilera y Manuel de Quesada). En fin, hay mil cosas. Pero como Alejandro dice, hay que tomárselo con calma.

  2. Si algún director de cine, cubano, se plantea hacer una película acerca del Conde de San Germán, el actor mas indicado sería Pablo Menendez. Cincuenta años entrando y saliendo de películas cubanas haciendo de «americano». Ni una mancha de plátano tiene más fijación…😁

  3. Qué alivio saber que hay otros que como yo que no le ven el punto a cuál es la importancia de que un país tenga al tipo que más rápido corra o los que más patadas le dan a una pelota… pero hay deportistas que se convierten en símbolo y nadie puede sustraerse al influjo de los símbolos y Teófilo aún sigue siendo un referente de poder, fuerza y la humildad que nunca le abandonó. A.Gil ha demostrado un buen pulso para desarrollar una historia, sensibilidad y buen gusto, esperamos a Teófilo una vez más. Lástima profe que éste sea último artículo en LJC, me atrevo a decir que ella se lo pierde y culturalmente se castra, ojalá usted pueda compilar sus artículos y publicarlos, serían de mucha ayuda para estudiantes o cinéfilos… carencias económicas?_ lo primero que se fastidia es la cultura ufff así vamos por éste mundo.

  4. La mezcla del gran Stevenson, todo talento, tesón y patriotismo, con un director de cine como Alejandro Gil, capaz de tocarnos el alma con sus películas, no dudo que será un tremendo regalo para los cubanos. Gracias por la entrevista !

  5. Una verdadera lástima que sea el último artículo de Eduardo del Llano. Ojalá lo reconsideraran en LJC.
    Por otro lado (o por el mismo?), en estos tiempos de precariedades materiales que de tanto durar se van extendiendo a lo espiritual, qué mejor aporte al orgullo de ser cubano que recordar aquellos tiempos de éxitos deportivos?
    Aunque el deporte de alto rendimiento no sea necesariamente un reflejo de una práctica cotidiana del ciudadano de a pie, quienes vivimos aquellos tiempos en que Cuba sobresalía tanto en deportes individuales como colectivos, no podemos menos que extrañar aquellas alegrías desbordantes.
    Hay tanta necesidad en estos tiempos de disfrutar algo originado en Cuba!

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Eduardo Del LLano
Eduardo Del LLano
Escritor, guionista y director de cine cubano

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