El empeño crucial de ser una república

Entrevista con Julio César Guanche

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¿Qué implicó la República consagrada el 20 de mayo de 1902? Con esta pregunta se abre un amplio campo de debate político e historiográfico en torno a categorías como socialismo, nacionalismo, independencia, derechos, democracia, y muchas otras que resultan útiles para hablar de ese pasado que permanece en nuestro futuro presente.

Para adentrarnos en este particular, converso con Julio César Guanche, quien, de manera rigurosa y profunda, ha indagado en zonas importantes de la historia de Cuba, y de modo particular, sobre el devenir de las ideas políticas. Por los alcances y vinculaciones de sus investigaciones, Guanche es hoy una de las voces más autorizadas en el abordaje, en específico, de los avatares de aquella República en particular, y los alcances de la república en general.

¿Qué lugar ocupa el ideal republicano en el proyecto independentista cubano durante el siglo XIX?

El ideario republicano ocupa un lugar central en el pensamiento y en la práctica de la independencia en Cuba. No es raro por varias razones; uno, por la tradición republicana latinoamericana; dos, por el contenido abolicionista y antiesclavista de la independencia en Cuba —no hay otra fórmula de ser antiesclavista en Cuba que ser antimonárquico y ser republicano, con su ideal democrático de libertad universal para todos—; tercero, obviamente, la influencia de la revolución francesa, la cual fue muy profunda en Cuba.

Los que devinieron símbolos nacionales en Cuba dan cuenta de esa cercanía. Los tres colores de la bandera cubana, por ejemplo, son los de la bandera francesa. El himno, su nombre original, La Bayamesa, deriva de La Marsellesa, la que, a su vez, termina como himno nacional en Francia. El escudo nacional cubano y su gorro frigio, venía de la tradición de los liberados —libertos— en Grecia y Roma. Había variantes de gorros, gorro píleo o gorro frigio, pero en cualquier caso significaban un símbolo de libertad que se reclama en Europa y en muchos lugares, como en América Latina, y que será usado como homenaje a esa tradición republicana. Hay muchos escudos nacionales en la región que usan este símbolo en concreto.

El término y símbolo de Marianne circulará en el mundo como símbolo republicano. Es el símbolo famoso del cuadro de Eugéne Delacroix, esa imagen de mujer en el fragor del combate como símbolo de la libertad. Dentro de esa tradición, la imagen de la República cubana siempre ha sido una representación de mujer.

Marianne simbolo de la república
Eugéne Delacroix, La libertad guiando al pueblo / Foto: Wikipedia

En Francia, la República se representa como Marianne, aunque es una alegoría, no es una mujer en el sentido estricto del término. Hay muchas historias, muchas teorías acerca del término Marianne. Una versión académica explica que era una canción popular usada por campesinos franceses. Otra variante sostiene que viene de Juan de Mariana, uno de los primeros pensadores (fue un padre jesuita) que fundamentó el tiranicidio a partir de la idea de república como buen gobierno, y, por tanto, que el tiranicidio era necesario cuando existe mal gobierno del rey sobre sus súbditos. Juan de Mariana fue citado, por ejemplo, para ir contra Carlos I, el rey inglés decapitado en 1649, acusado de tiranía y traición, y de hacer la guerra a su propio pueblo. En la historia, la suya es una de las ideas fundadoras del derecho de resistencia.

Esta versión supondría que los seguidores de Juan de Mariana eran republicanos, por ser fuertes críticos de la monarquía, y más aún de la monarquía ilegítima. La cuestión siempre es compleja, puesto que el pensamiento republicano de Mariana cabe dentro de la monarquía, al referir a «buen gobierno».

Marianne simbolo de la república
«La República Cubana», impresa por primera vez en 1875 y difundida por J. Bellido de Luna desde Nueva York. / Foto: Blog La Cosa

Volviendo a Cuba, las primeras propuestas de constituciones que se hicieron en Cuba para Cuba siempre fueron republicanas. Las cuatro constituciones mambisas lo fueron estrictamente. El pensamiento de Martí es esencialmente republicano, pero no solo el de Martí, si no el del campo independentista en general. Puedes encontrar citas textuales al pensamiento republicano francés en Agramonte que era, digamos, de los más letrados en la cultura francesa, pero en otros muchos por igual. La divisa de la libertad, igualdad y fraternidad se encuentra en Antonio Maceo, en Rafael Serra, que es un líder de la independencia, también intelectual, que está muy cerca de Martí y dice: «Somos de la escuela de Martí, y la escuela de Martí es la democracia republicana».

¿Qué se entiende entonces por república en ese contexto? No es solo una forma de gobierno, se entiende como un contenido y un universo de valores que debe impregnar la política, un tipo de conducta cívica, una expectativa ante lo público, una exigencia de ser un igual en la República. Por eso es que Martí, por ejemplo, en el prólogo a Los poetas de la guerra puede referirse a uno de estos poetas populares que hacen versos dedicados a independencia como un «buen republicano».

No es solo una forma de gobierno, se entiende como un contenido y un universo de valores que debe impregnar la política, un tipo de conducta cívica, una expectativa ante lo público

Entonces el buen republicano no es solo un gobierno republicano, si no un ciudadano que, por sus virtudes cívicas, por su práctica política, por los valores que maneja, es un buen republicano. Si esa escala se lleva al gobierno, es entonces un buen gobierno, republicanamente hablando. Esto creo que explica el sentido de lo que es ser republicano en ese contexto.

¿Cuáles son las razones de que el nacimiento oficial de la República de Cuba, el 20 de mayo de 1902, deviniera en una suerte de manzana de la discordia en la historiografía cubana?

Esa discordia es un hecho posterior al triunfo de 1959. Incluso, posterior al año 1961, en el que la República se convirtió, de un lado, en un arma arrojadiza como una fuente de bienes y virtudes que la Revolución había destruido; y, en su cara contraria, la República vista como fuente de todos los males que la Revolución venía a resolver de una vez.

De todas maneras, y esto es importante, el 20 de mayo es una fecha discordante, no voy a decir desde siempre, pero dio lugar a un proceso que a medida que fue transcurriendo el propio transcurso republicano fue muy discutido. Estoy hablando incluso antes del propio 59. Por ejemplo, en los sectores afrocubanos, o de los negros cubanos, hubo muy profundas demandas de que la República tenía que funcionar con democracia y con inclusión.

El 20 de mayo es una fecha discordante, dio lugar a un proceso que a medida que fue transcurriendo el propio transcurso republicano fue muy discutido

Luego, a nivel intelectual, está el discurso de la nación que no llega a completarse, que es un discurso por ejemplo de Jorge Mañach, debido a todas las ausencias de la República. Ana Cairo fue la persona que visibilizó que Mañach es el autor del primer prólogo a La Historia me absolverá, que se publicó sin su firma. Esto es un dato poco conocido y que habla de las posiciones críticas que, desde un amplio espectro político, de izquierdas y de derechas, se tenía sobre la República.

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Jorge Mañach / Foto: Biblioteca Nacional

La fecha como tal, el 20 de mayo, fue muy reverenciada como un resultado de prácticamente 30 años de guerras de independencia, en un país que terminó en ruinas, con muchísima gente en la pobreza y con mucha gente muerta en la contienda. Por supuesto, fue realmente una gesta heroica. Pudo haber terminado peor de lo que terminó, como un protectorado directo, con anexión como fue luego con Puerto Rico, por ejemplo. Esto no pasó justamente por la cultura de la independencia y por la presión popular para que Cuba fuera independiente. Por eso digo que se reverencia la fecha, pero que el proceso al que dio lugar fue muy discutido.

Fernando Martínez Heredia mencionaba que la revolución del 30 es la menos estudiada de las revoluciones cubanas; el periodo del 36 al 40, que es el proceso en que se produce, por ejemplo, la alianza del Partido Comunista con Batista, ha sido muy poco ventilado en público. Es decir, que hay campos poco estudiados, hecho que tiene que ver con la negación oficial de todo ese proceso.

Fernando Martínez Heredia mencionaba que la revolución del 30 es la menos estudiada de las revoluciones cubanas.

Sin embargo, si uno analiza la constituyente del 39 y del 40  y las posiciones de intelectuales críticos cubanos del sector progresista revolucionario, incluso comunista, como Blas Roca, entiende que la Constitución del 40, que por supuesto que tenía déficits,  mediaciones, blindajes de intereses creados, etcétera, se reconocía como un documento muy importante para la Cuba de esa época, como se reconoce en los 50´s cuando es colocada como un documento cuya recuperación es central para el proceso político a construir.

¿Qué matices adquiere el debate sobre el republicanismo dentro del desafío socialista cubano actual?

El desafío de la tradición actual es complejo porque las tradiciones suelen superponerse. Una tradición nacionalista puede superponerse sobre una republicana. El contenido republicano tiene contenidos específicamente políticos sobre qué hacer con la libertad, qué hacer con la ley, qué hacer con la propiedad, por ejemplo, que no son necesariamente contenidos del nacionalismo.

Algo parecido pasó con el socialismo. Si uno busca las referencias de la República de los 20, los 30 o los 40, se encuentran discursos muy críticos acerca de la república. Fernando Ortiz decía que había que «republicanizar la república». Él se inventó un término crítico para el estado de esa República, que llamó «republicanaje» para trazar una línea de continuidad con el coloniaje. Y hay todo un discurso que varios historiadores de las ideas han llamado el «discurso de  la frustración republicana», que abarca a Ortiz, como a Mañach, a Lezama, a Orígenes, y a otros grupos o intelectuales cubanos que van dando cuenta de las carencias de esa República creada en 1902. O, por otra parte, la gran impugnación que recibió esa República en forma de la protesta del partido de los independientes de color, en 1912, como impugnación del orden oligárquico que había surgido en Cuba en 1902, y que se había reproducido con exclusiones racializadas hacia los sectores mestizos y negros cubanos.

Fernando Ortiz
Fernando Ortiz / Foto: Granma

Pero si uno sigue la línea hasta los 50, todo lo que encuentra básicamente son los llamados de poner en su lugar la Constitución del 40, lo que es un llamado a recuperar la república. Y eso pasa en el 59. Muchos símbolos en las revistas cubanas, en los periódicos cubanos, apelan a la Marianne, y hacen menciones específicas a la república. Pasa así aun en 1960. Hay un importante grabado, de Carmelo González, que es estrictamente una versión cubana de la obra La libertad guiando al pueblo, y se publica en un manual del Ejército Rebelde en un año en el que el responsable de la formación de esta organización armada era Ernesto Che Guevara. Se publica allí esa versión, representando que no habría conflicto entre socialismo y república.

Si uno sigue la línea hasta los 50, todo lo que encuentra básicamente son los llamados de poner en su lugar la Constitución del 40.

Esa historia cambia, por poner una fecha, tras la declaración del carácter socialista de la Revolución. Se pasa a superponer la tradición socialista sobre la republicana. La republicana pasa a ser una tradición de segunda clase, una historia que debe borrarse. Ahí aparecen muchas de las malas etiquetas sobre aquella república, como «pseudo» república, que lo que hacen básicamente es borrar toda la tradición política cubana, de sus movimientos sociales, de los movimientos cívicos, de los propios movimientos revolucionarios que se albergaron en esa república y que formaron el campo político del 59. En ningún caso, esos movimientos eran antirepublicanos, sino que buscaban completar democráticamente en lo social y en lo político la república cubana.

Hasta el centenario de la república cubana, en 2002, ese fue un discurso bastante común, el de denostar «aquella República». Todavía se hace hoy, pero ya se ha ido acumulando un cuerpo muy importante de bibliografía, entre ellos son muy señalados trabajos de Ana Cairo Ballester, que hizo aportes fundamentales sobre este tema. También Eusebio Leal, con discursos que circularon en aquella época y que decían que «no se puede entender la Revolución sin la República». Con esto parecía que había un renacimiento dentro de Cuba —fuera de Cuba la República ha sido muy estudiada, con diferente rigor, pero en todo caso se cuenta con un sólido cuerpo bibliográfico crítico sobre la República—, con una comprensión más integral, más crítica y más informada sobre «aquella república».

La prensa cubana masiva, la prensa estatal, no da cuenta de ello. De hecho, en estos días ha (re)publicado que si aquella república fue «bochornosa», pero eso es un tipo de uso político de la república que es totalmente contrario a lo que la historiografía cubana ha construido al menos en los últimos 20 o 30 años, que cuenta con una gran pluralidad de análisis. Lo que hace ese enfoque es disociar el conocimiento de calidad que existe en Cuba y sobre Cuba con lo que se le entrega a los lectores, abriendo una brecha profunda entre la investigación histórica de calidad y el nivel tan bajo de la propaganda sobre la Historia.

El republicanismo y el socialismo no son enemigos, como tampoco lo son el republicanismo y el nacionalismo, si no que tienen tradiciones distintas, contenidos que hacen énfasis distintos. El socialismo siempre ha hecho mucho énfasis en la igualdad social, en la justicia social, en la inclusión social, en el control de la actividad productiva por parte de los sujetos populares. Pero ninguno de esos empeños es contrario a una república popular, al contrario, esos contenidos socialistas son necesarios para hacer popular una república, a la vez que la república le impone contenidos políticos al socialismo sobre la necesidad de un derecho justo, sobre la necesidad de una representación controlada, sobre la necesidad de justicia social a la vez que de igualdad política.

El republicanismo y el socialismo no son enemigos, como tampoco lo son el republicanismo y el nacionalismo.

Por lo cual, una tradición republicana que bebe del socialismo suele ser una tradición más poderosa. Así ha sido en varios de los republicanismos más fuertes que han existido en América Latina o en Europa, por ejemplo, la tradición de la República Española, o en Chile la tradición de Salvador Allende.

Visto de conjunto, como idea que atraviesa de lado a lado los momentos históricos que abarca esta entrevista, es un empeño crucial de toda la historia de Cuba ser una república. Es un empeño para el XIX, es un empeño para el XX y es también un empeño para el XXI. Esto es, tenemos que ser una república.

4 COMENTARIOS

  1. El Patricio Matancero, Juan Gualberto Gómez lo señaló con toda la sencillez o claridad del mundo: «Tendremos República o no tendremos nada» mirando con agudeza la situación de Puerto Rico, Guam y Las Filipinas.
    Muy esclarecedor, como siempre, este comentario de Guanche.
    Para mi el mal mayor de toda democracia: Liberal, Monárquica o Socialista son los Partidos. Varios e incluso uno.
    Todo partido divide la sociedad en intereses de grupos: Económicos, políticos , ideológicos y religiosos. La tribalizan; y ese siempre ha sido mal desde siempre ha nuestros dias.
    Se que muchos me van a decir que esa es la tradición; pero esa tradición hay que romperla y llegar a la sociedad de la meritocracia pero donde el pueblo decida quien o quienes lo guían y lo dirigen, mediante elecciones periódicas. Porque las generaciones cambian y los paradigmas también.
    Ley de la vida, ley dialéctica.

  2. El socialismo totalitario y dictatorial nada tienen que ver con la república democrática. Sin libertad no hay república ni buen gobierno

    • Under a capitalist republic, the role of government is only to serve the interests of the ruling class, rule over the people with a brutal police state, and a military that overthrows governments overseas to secure more resources and people to exploit.

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Ariel Dacal Díaz
Ariel Dacal Díaz
Escritor y educador popular. Doctor en Ciencias Históricas por la Universidad de La Habana

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