Por: Tatu
Mito número uno: “Los jóvenes cubanos fueron educados para ignorar todo lo que sucedió en Cuba antes de 1959: antes del triunfo de la Revolución, todo era malo”
Al leer algunos de los comentarios que dejan en el blog, se puede ver la intención de mostrar cifras de antes del triunfo de la revolución, algunos incluso van hasta el siglo XIX. En los comentarios realizados en Las Mentiras de la Ley Helms-Burton (I) pueden encontrar varios ejemplos. Para nosotros lo jóvenes cubanos, martianos hasta los tuétanos, Cuba es una sola. Cómo podemos odiar a la Cuba donde vivieron Ramón Font, José Raúl Capablanca o Alfredo de Oro nuestro campeón de Billar, quién no ha utilizado un poema de José Ángel Buesa para conquistar un amor o quién que ame la lectura no ha disfrutado El reino de este mundo (1949) o Los pasos perdidos (1953) de Alejo Carpentier.
Los cubanos de hoy nos sentimos orgullosos de las maravillas de la ingeniería cubana (Acueducto de Albear, Túnel del Alcantarillado de La Habana, Carretera Central, Edificio FOCSA, Tunel de la Bahía de la Habana, Puente de Bacunayagua, Viaducto de La Farola).
Nunca negaremos los logros que obtuvo la nación antes de 1959. Si nos atenemos a los indicadores económicos, la isla aparecía como un país próspero, pero lo que no reflejan esos números es la forma en que se distribuían esas riquezas. La revolución cubana fue la única vía para que Cuba se desarrollara como nación, al recuperar las riquezas naturales, que antes estaban en manos de las empresas norteamericanas y los grandes propietarios cubanos, para ponerlas a disposición del pueblo. A partir de ese momento ya nunca más los embajadores yanquis pusieron y quitaron presidentes según su conveniencia.
No renunciamos a lo que ocurrió antes del Triunfo de la Revolución, estamos orgullosos de nuestro pasado, pero amamos y defendemos el proyecto social actual.
Mito número dos: “Los cubanos odian a todo el que se fue de la isla”
Una de las tretas de los enemigos de la Revolución cubana, es la de hacer creer a los cubanos que emigraron y que mantienen vínculos con la isla, que aquí son despreciados. Para ello cuentan con todos los medios de comunicación a su favor. Cuando nosotros en Cuba acusamos a la mafia terrorista de Miami, no nos referimos a todos los cubanos que viven en esa ciudad, sino a los asesinos que están libres en sus calles, con las manos manchadas con la sangre de más 3000 cubanos.
Disfrutamos la música de Orishas, Cucú Diamantes y tantos otros grupos musicales cubanos residentes fuera de la Isla. No a escondidas, sino a todo volumen en nuestro barrio y hasta el día de hoy no he visto un policía venir a reprendernos por esto.
Los jóvenes de hoy no vivimos la etapa de las UMAP o la del Mariel donde se le gritaba gusano a todo el que se iba de Cuba. Hubo mucha intolerancia en esos años, para nosotros ahora resulta inaudito que la música de los Beatles estuviera prohibida en la programación musical de la radio cubana. No podemos limitarnos a olvidar esos tiempos porque muchas personas resultaron perjudicadas, lo que tenemos que hacer es garantizar que no vuelva a ocurrir jamás.
¿Estamos los jóvenes solos en esto? No, el Che nos dijo que alguien podrá decir que la Revolución se equivocó pero nunca que la Revolución mintió. Siempre hemos sabido reconocer los errores. ¿Creen que es casualidad que una entrevista como la de Reinaldo González se publique íntegra en Cubadebate?
Lo que determina la condición de cubano, no es el lugar donde viva, sino la posición que se adopta ante los que agreden a la patria. Aplaudo cuando veo que en una entrevista un artista recién llegado a Miami, ante las preguntas de rigor, dice que su única aspiración es la de trabajar, que decidió vivir en Miami para estar junto a su familia. Detesto cuando se prestan para que los utilicen en la campaña anticubana.
No será un camino fácil, porque son muchas las heridas que han de sanar y son muchos los intereses de los que han hecho de la “lucha por la libertad de Cuba” un lucrativo negocio, pero al final (si el sentido común se impone) las relaciones entre los cubanos residentes tanto dentro como fuera, no pueden ser más que armónicas. Yo respeto tu sistema político, tu elección, respeta tú la mía. Sólo sobre la base del respeto pueden descansar la comunicación y el diálogo que necesitan todos los cubanos, de dentro y fuera del país.
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