La libreta vacía

Drástica diminución de los productos de la canasta familiar normada

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La noticia es que la canasta básica normada, la red de racionamiento de alimentos subsidiados para las grandes mayorías en Cuba, la llamada coloquialmente como la libreta, se aleja cada vez más de cumplir las necesidades más básicas de alimentación de los cubanos.

Una conclusión a la que se puede arribar tras escuchar la conferencia de prensa colmada de malas noticias que ofreció la ministra de Comercio Interior de Cuba (Mincin), Betsy Díaz Velázquez.

Después de un verano con pocas razones para ir a la bodega, septiembre llega con la certeza de que no vendrá aceite, café, y el arroz está siendo cubierto con donativos y con reservas en almacenes, debido a que, según se informó públicamente por primera vez, están los barcos en el puerto pero no se pueden descargar porque el país no ha pagado a los proveedores.

Tres buques con arroz esperan en los puertos de La Habana y Santiago de Cuba, mientras que también faltan productos tan básicos y antiguamente disponibles con facilidad en el país como el azúcar y la sal, y otros como el pollo ya dejaron hasta de esperarse. La ministra informó que habrá que importar azúcar, en un país otrora líder en la región en la producción de este endulzante.

¿Qué significa esto para las familias cubanas? Las principales fuentes de acceso a los alimentos de las familias cubanas son, en primer lugar la llamada «libreta», luego las tiendas en CUP para las que se ofrecen turnos de acceso específicos en días de la semana y que cada día tienen una oferta más reducida, las tiendas que comercializan en MLC para los que puedan acceder a esta moneda electrónica, los agromercados y las tiendas privadas surtidas por las mipymes, estos tres últimos con precios inaccesibles para quienes viven de un salario o pensión estatal.

No obstante, ya no es posible decir que «la libreta» previene de la hambruna al hogar cubano. No responde ya ni a las necesidades más básicas de grano, puesto que los frijoles o el chícharo escasean también. Por ejemplo, según el Órgano oficial del Partido en La Habana, la distribución de los productos normados en la capital solo incluye por consumidor: 5 libras de arroz, 2 libras de azúcar, 10 onzas de frijoles, 30 onzas de chícharos, compotas (14 cajitas para niños de 0 a 2 años, 11 meses y 29 días), y sal.

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Productos de la libreta de abastecimiento de agosto / Foto: Tribuna de La Habana

La ministra señaló que las dificultades en el acceso de los alimentos a través de la canasta básica no solo se deben a la disponibilidad de los productos, sino a problemas de mala distribución, dificultades logísticas, y problemas con el combustible para mover los alimentos. Más de una vez durante su intervención señaló problemas organizativos en los territorios, pero no mencionó cómo se solucionarán esos problemas, quiénes son los responsables, y quién responderá por las consecuencias de las entregas tardías de productos en almacenes, mientras tantas personas comen poco o mal.

La alta funcionaria confirmó que agosto ha sido un mes difícil, por la tardanza de los barcos con granos, la falta de electricidad, y lo que ella llamó «la falta de una mejor estrategia en la organización de las operaciones».

El arroz disponible, mientras se paga el que está en puerto, es el donado por China, que prometió enviar más de 20 mil toneladas del cereal a Cuba durante este año, una parte en avión y otra por barco. Según reportes, Vietnam, aunque ha seguido donando arroz a Cuba, cerró hace dos años su programa de apoyo a la producción de este alimento en el municipio de La Sierpe, en Sancti Spíritus, agravando así la ya deprimida producción, imprescindible en la mesa cubana.

Durante las sesiones del parlamento, el primer ministro Manuel Marrero Cruz anunció una política de incentivos a los productores de arroz que incluía el pago en divisas de una parte de la cosecha como una forma de sustituir importaciones y favorecer al campesino local. Era algo que venían recomendando varios economistas, sin embargo, hasta el momento no ha habido reportes de que se haya aplicado.

Los comentarios en el reporte de Cubadebate sobre el tema revelan la indignación de muchos. Un usuario llamado JManuel se cuestiona: «Y el pollo y huevos sin comentario alguno?», haciendo referencia a que ya no se ofrece razón de dónde conseguir fuentes de proteína altamente subsidiadas, y por tanto, accesibles a los salarios de la gran mayoría de la gente.

Otro usuario se mete en lo hondo:

«No es cosa del estado regular precios ni hacer comercio, solo cobrar impuestos y dejar la economía en manos privadas, todos los experimentos fracasarán, no porque no se hagan de buena gana, es que ya está probado. China es un ejemplo, allí hay empresarios millonarios que con su talento han aportado mucho al desarrollo del país. Qué impide que en Cuba pueda hacerse».

En otro comentario se afirma que en Camagüey no han dado ni «una libra de arroz, y hay que oír en la televisión que se está dando el arroz».

Esta semana fue desmentida por medios estatales una noticia falsa sobre presuntas medidas anunciadas por la titular del Mincin que supuestamente alargaba los ciclos de distribución de varios productos normados. Si bien estas declaraciones nunca se produjeron, lo cierto es que en la práctica entre retrasos y faltantes estos productos están cada vez más inestables.

La funcionaria puede decir que se está distribuyendo, pero si depende de la disponibilidad estrecha de combustible de un territorio, puede tardar semanas en llegar lo que se anunció como entregado, lo cual profundiza la falta de credibilidad en las autoridades. La distancia entre el Ministerio y la bodega es eternamente larga.

Nuestra opinión es que la severa falta de divisas que sufre el país, más el peso de las sanciones que hace todo más difícil para Cuba, y que le impide acceder a créditos internacionales, además de las muchas disfuncionalidades de los sistemas internos de distribución, ponen a la siempre salvadora libreta en su más austero momento de la historia.

A la vez sobresale un esquema de inversión y una serie de señales que no indican que esto tendrá solución en el mediano plazo, porque las inversiones en agricultura son prácticamente inexistentes, y las crisis con el combustible y los fertilizantes, sumado a la falta de incentivos a los productores, ponen al campo cubano en su época más infértil.

Si esto se combina con la aprobación de un nuevo paquete de medidas que limita las capacidades importadoras del sector privado y la indefinición sobre cómo podrá ser el pago a proveedores, invita a pensar que podría presentarse una contracción de las importaciones, y por tanto, un desabastecimiento en las próximas semanas y el alza de los precios, lo cual podría resultar en unos próximos meses más difíciles aún para los cubanos.

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Redacción
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