Lázaro Caballero: Juana Bacallao fue una artista sin ataduras

Juana Bacallao merecía no solo apoyo en su sepelio, también se le debió dar una esmerada atención estando viva y no la tuvo

Getting your Trinity Audio player ready...

Con la muerte de Neris Amelia Martínez Salazar, artísticamente conocida como Juana Bacallao, el pasado 24 de febrero a los 98 años de edad se ha reabierto ―al menos en redes sociales―el debate sobre la persistencia en Cuba de lo que algunos califican racismo institucional hacia figuras de marcado arraigo popular dentro y fuera de la Isla.

El término (acuñado por primera vez en 1967) se refiere a un tipo de discriminación menos abierta, más sutil y tácita. «Se origina en el funcionamiento de fuerzas establecidas y respetadas por la sociedad y, por lo tanto, recibe mucho menos condena pública que el racismo individual». Este puede darse por acción o por omisión, al omitir políticas en favor de las personas racializadas, además de desplazar, minimizar o no reconocer sus logros y méritos.

Artistas, periodistas y seguidores de la «diosa negra» han señalado que hubo apatía a la hora de convocar y organizar unas honras fúnebres a la altura de la Premio Nacional de Humor (2020). Hay quienes comparan lo sucedido con las exequias de Alicia Alonso en 2019, donde se vio a las máximas autoridades del Partido, el Gobierno y el Estado realizar una de las últimas guardias de honor ante el féretro de la Prima ballerina assoluta. Otros hablan también del funeral a la vedette Rosa Fornés en junio de 2020 realizado en el emblemático Teatro Martí.

Juana Bacallao
Juana Bacallao / Foto: Archivo personal de Lázaro Caballero

Si bien la nota emitida por el Ministerio de Cultura reconocía el alcance nacional e internacional de Juana Bacallao y admitía que su partida física representaba «una sensible pérdida para la escena musical cubana», la muerte de la «patriota y revolucionaria a toda prueba», no parece haber calado lo suficiente en los mandos de alto nivel, ni en los medios de comunicación.

Reclamos, más o menos parecidos, surgieron ante la muerte del trovador Pablo Milanés en noviembre de 2022 y, más recientemente, a favor de la multipremiada cantante Daymé Arocena representada grotescamente por el pintor Nelson Domínguez. En la mayoría de los casos, la respuesta gubernamental ante los requerimientos ha sido el silencio.

Por otro lado, una artista vinculada al humor y el cabaret —ámbitos preteridos en la política cultural— como Juana Bacallao, cuya proyección siempre se salió de los cánones de «lo correcto» y que deconstruía constantemente la figura de «la vedette», probablemente haya sido infravalorada por unas autoridades que siguen asumiendo una visión elitista y clasista sobre «lo culto» y «lo popular». No obstante, el gusto y el cariño por buena parte del pueblo cubano hizo que en el mundo virtual tuviera el homenaje que no le dieron en el plano físico.

juana bacallao 2
Juana Bacallao / Foto: Archivo personal de Lázaro Caballero

Juana Bacallao ya era un mito

Lázaro Caballero Aranzola es locutor, guionista, director de radio y espectáculos. Aceptar la pérdida de Juana le ha sido difícil, confiesa. A la vida de la veterana artista llegó hace más de 30 años y juntos trabajaron en teatros y programas radiales. Así nos cuenta:

«Tuvimos la satisfacción de llevarla en vivo a un programa de alta audiencia durante años. Allí podía interactuar con músicos, cantaba y eso constituyó un «show» sin precedentes, rompiendo todos los esquemas. Siempre hubo miedo de llevarla a la radio y a la televisión, de hecho, muchos de mis colegas a los que admiro y respeto, no se atrevían. El presentador Rolando Zaldívar y yo teníamos una rutina diaria de llamarla a su casa antes de irnos a nuestros trabajos, noche a noche, y así ocurrió por años. Conservo muchas de esas llamadas en las que no hablábamos con Juana, lo hacíamos con Neris, la amiga que nos daba consejos artísticos y personales, acompañados de anécdotas que algunas hoy se pueden contar, otras no».

En El Gato Tuerto, el famoso bar-restaurante de la calle O, Juana hizo historia. Allí llegó a sugerencia de Lázaro Caballero, cumpliendo una petición del periodista, productor y director artístico Julio Acanda. La noche de Juana se convirtió en la más comercializada: llegaban nacionales y extranjeros solo para ver a la showoman de Cuba.  

«Esto que voy a decir sonará increíble: Juana era una persona muy rápida de mente, poseía un ardid para escapar airosa, lo mismo en escena que en su vida privada. Es la artista más ingeniosa en el escenario que he conocido. Ahora bien, me gustaría aclarar que existen muchas anécdotas distorsionadas y otras poco probables con relación a Juana que siempre se movió, en una fina línea, entre lo inverosímil, lo absurdo y lo imposible.

Juana Bacallao 3
Juana Bacallao / Foto: Archivo personal de Lázaro Caballero

Ella se creó un halo místico y mucho antes de fallecer ya el imaginario popular la colocó en situaciones que nunca ocurrieron o en eventos en los que jamás estuvo, tanto es así que después de 45 años se encuentra con su amiga Celia Cruz en París y no en Nueva York como se asegura. Tampoco es cierta la anécdota: dame el ramo de flores y piérdete que una de las dos es de la seguridad. El relato íntegro aparece en el libro Juana La Cubana, en entrevista que concedió el albacea de La Guarachera de Cuba, Omer Pardillo Cid.  

«Antes de su deceso, Juana ya era un mito que, imagino, aumentará con el paso del tiempo. Su vida tiene mucho de realidad y de fantasía: era muy supersticiosa y tenía rutinas antes de salir a escena. Por ejemplo, no le agradaba que hablaran en el camerino y le gustaba mantenerse tranquila antes de salir», recuerda.

«Temida por su lengua suelta»

Caballero Aranzola es el autor del único libro que existe sobre la figura de Juana Bacallao, titulado Juana La Cubana, publicado por la editorial estadounidense Unos&Otros y actualmente disponible en la plataforma Amazon. Al respecto, nos dice:

«Siempre traté como creador de tenerla activa en la memoria de las personas, porque aprecié y pude ver en ella algo singular y único. Pienso que es poco probable que vuelva a surgir una artista como Juana. Su enajenación, más allá del show, la hacen uno de los fenómenos más auténticos de Cuba».

Juana la cubana
Libro Juana, la cubana

¿Existen posibilidades de que tu libro se pueda publicar en Cuba?

«El libro ha tenido muy buena acogida. Hicimos una presentación en Miami con un éxito de público increíble y después fuimos invitados a un conversatorio en el Ingenio Teatro sobre figuras prominentes y pintorescas de la cultura cubana como Guillermo Álvarez Guedes, El Caballero de París, Matías Pérez y Juana Bacallao. Fue una experiencia sorprendente y compartimos con los asistentes muchas historias de la Reina de los Cabarets en Cuba. Tenemos otra presentación programada para el mes de abril. Estoy en proceso de reedición del volumen con nuevas anécdotas y opiniones de intelectuales que conocieron a la Bacallao, la intención de publicarlo en Cuba está en nuestro radar, solo esperamos apoyo».  

Decías recientemente que todavía existen personas que utilizan frases de admiración, con dardo incluido, para desdeñar su arte. ¿Crees que en Cuba se le valoró y reconoció lo suficiente?

«Para hablarte de la figura de Juana tengo que decirte algo que he analizado por años, viendo sus condiciones histriónicas: ella en algún momento de su carrera quiso ser tomada en cuenta, en serio. Si escuchas grabaciones en su juventud, te darás cuenta que tenía una voz agradable. He imaginado que en algún momento deseó ser una cantante seria, pero en la medida que se dio cuenta que podía sacarle partido a su vis cómica creó el personaje que le acompañó, una pieza del músico Obdulio Morales que no le gustó del todo al principio, pero que funcionó muy bien en el Teatro Martí. Tanto es así que Rita Montaner le pidió a Morales que le diera el tema para cantarlo, según reseña en mi libro el investigador Ramón Fajardo Estrada. Recordemos que ya lo habían interpretado Olga Chaviano y Rosa Fornés, respectivamente».

A raíz de su muerte hay quienes consideran que fue un acto de racismo el desinterés mostrado por las autoridades a la hora de organizar sus honras fúnebres. ¿Cómo valoras lo que pasó?   

«No te voy a hablar de racismo porque siendo mestizo nunca lo he sentido en carne propia, tampoco voy a hacer comparaciones con otros sepelios de determinadas artistas. Juana merecía no solo apoyo en su sepelio, también se le debió dar una esmerada atención estando viva y no la tuvo. En Cuba existen instituciones a nivel artístico y de gobierno que pudieron velar por su bienestar como se hace en México, por ejemplo, donde existe la Casa del Actor que vela porque sus artistas estén bien atendidos, con una calidad de vida respetable.Ante nuestros ojos se está muriendo una generación de artistas únicos y nadie hace nada».

Para ti, ¿cuál fue el mayor aporte de Juana a la cultura cubana, más allá de su gracejo? ¿Qué te enseñó en el plano personal?

«Juana fue una artista sin ataduras, no se regía por estándares establecidos, ni cánones de este u otro estilo. Fue temida por su lengua suelta en el escenario y en los predios artísticos, pero creo que pasará a la historia como un personaje emblemático de la cultura popular. En el plano personal, me enseñó a ser constante, a lidiar con el difícil camino del arte. Fue enemiga de las injusticias».

Juana Bacallao
Juana Bacallao / Foto: Archivo Lárazo Caballero
Juana Bacallao
Juana Bacallao / Foto: Archivo Lárazo Caballero
Juana Bacallao
Juana Bacallao / Foto: Archivo Lárazo Caballero
Juana Bacallao
Juana Bacallao / Foto: Archivo Lárazo Caballero

1 COMENTARIO

Deja una respuesta

Más de este autor

Descubre más desde La Joven Cuba

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo