Qué Lanthimos me das

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Por inusual que resulte, Yorgos Lanthimos acaba de lanzar un nuevo largometraje, apenas unos meses después de la brillante Poor things. Su más reciente entrega se titula Kinds of kindness y ya anuncia su próxima obra, Bugonia, para 2025.

En Kind of kindness el griego vuelve a trabajar con Emma Stone, Willem Dafoe y Margaret Qualley (la hermosa hija de la no menos rutilante Andie MacDowell), incorporando además a Jesse Plemons (a quien vimos no mucho ha en Killers of the flower moon, de Scorsese), Hong Chau (actriz de origen vietnamita que recordaremos de The whale [2022] de Aronofsky) y un par de actores más. Compuesta por tres historias diferentes pero de alguna manera interrelacionadas (concretamente, a través de un cadáver con una accidentada vida después de la muerte), permite a Stone y compañía lucirse interpretando personajes distintos en cada relato, con el denominador común de resultar inquietantes.

Si con Poor things algunos acusaron a Lanthimos de acercarse unos milímetros más allá de lo recomendable al mainstream y lo políticamente correcto, con Kind… el realizador vuelve a su zona de confort, esto es, a un cine personalísimo, surrealista y provocador al que le importan un bledo las modas y los índices de audiencia. Baste decir que la vi en una pequeña sala, con otras siete personas… y la cifra se había reducido a cuatro al terminar la proyección. Desde luego, es una película difícil, con más de una escena en que te sientes tentado a apartar la vista, con más de una situación incómoda donde te preguntas si sucederá lo que sospechas que va a suceder… y lo que ocurre supera tus temores.

El relato inicial, The death of R.M.F, probablemente el mejor para mi gusto, nos habla de la supeditación, la servidumbre absoluta de un empleado a su jefe. El primero ni siquiera se atreve a cuestionar las órdenes, tan absurdas como invasivas, del segundo (que incluyen con quién casarse, qué comer, qué libro leer), y cuando al fin se rebela descubre que es fácilmente reemplazable, y que siempre hay alguien que irá más lejos que él para no perder el puesto y la confianza del amo. Como he dicho, ese cuento no solo es mi favorito, sino que bastaría para redimir la película, de la que se ha dicho que no aporta nada nuevo, que es un apresurado compendio de las obsesiones recurrentes del artista. Tal vez lo sea. ¿Y qué? Desde Bergman a Woody Allen, numerosos autores se han ceñido a un par de temas en una obra tras otra, cometiendo varias veces el mismo pecado, gracias a Dios.

En la segunda historia, R.M.F is flying, el tema se relaciona con hasta qué punto llegamos a conocer a la persona amada, y los sacrificios que se hacen para no perder al ser querido cuando la confianza ha sido sustituida por el rechazo y aun la hostilidad.

Tratándose de Lanthimos, no hay que sorprenderse si la cosa va un poquito más lejos, hasta el horror absoluto, hasta el canibalismo. Por cierto, una de las primeras señales que el protagonista lee como prueba de que su pareja ha sido reemplazada por un lookalike es que los pies parecen haberle crecido, recurso que nos remite tanto a la Cenicienta y sus zapatitos de cristal como a Le retour de Martin Guerre (1982) de Daniel Vigne, donde el impostor de Depardieu es desenmascarado por la razón exactamente contraria, e incluso al acongojado travesti de Cobra (1972), la novela de Severo Sarduy, quien no consigue esconder la masculinidad de su enorme base. El final del cuento de Lanthimos, sugerente pero ambiguo, no exime de culpa al obcecado personaje, sugiriéndonos el triunfo, bien de la locura, bien de un amor excluyente y homicida.

El tercer y último episodio, R.M.F eats a sándwich, resulta según mi punto de vista, el menos efectivo. Aparte de un intenso e inesperado baile de Emma Stone cerca del final, poco hay en él que me parezca vale la pena. La historia se centra en una secta religiosa en busca de una Elegida dotada de poderes especiales. En los tres capítulos, y particularmente en este, el sexo se nos ofrece despojado de todo elemento emocional, de romanticismo y ternura, deviniendo mera gimnasia con que se premia el mérito o simplemente se mata el tiempo. La intervención del azar para cerrar la trama se me antoja un recurso no solo manido, sino traído por los pelos.

La música de Kinds of kindness es tan torturante como la de Poor things, ahora centrada en acordes erráticos y teclazos obsesivos en un piano. Sin embargo, como en aquella, encaja de extraña manera, cobra sentido al acompañar a los personajes en su devenir surrealista. La fotografía es gélida aun con colores vivos, con algunos primerísimos planos que llegan a ser incómodos, blanco y negro para los flashbacks y las fantasías, y cierto regodeo en la impersonalidad de lo arquitectónico.

Por cierto, R.M.F es el cadáver a que me referí al principio. El papel de este actor, Yorgos Stefanakos, consiste básicamente en yacer con los ojos cerrados, dejarse atropellar por un auto y sentarse en una camilla. Y ya que hablamos de actuaciones, la Stone sigue siendo la carta de triunfo, sin fisuras ni momentos flojos. Sus tres personajes, si bien no están en las antípodas uno de otros, marcados los tres por una vulnerabilidad que aflora más pronto o más tarde, son convincentes y llenos de matices. El diseño de vestuario y maquillaje es un buen punto a favor. Dafoe, en cambio, aquí parece estar trabajando únicamente por el salario. Y Jesse Plemons es un acierto de casting si lo que se buscaba era un individuo que encarne la inseguridad, que evidencie un caudal subcutáneo de bajas pasiones, que no resulte atractivo en absoluto. En todo caso, convenció tanto a Lanthimos que repite en su proyecto venidero.

Decididamente, Kind of kindness es inferior al trabajo precedente de este enigmático autor griego, pero sigue siendo una pieza interesante, algo muy distinto a las tonterías de Marvel y las babas románticas al uso, turbadora como una película de terror, aun sin serlo, extrañamente divertida por momentos sin ser en puridad una comedia. Incluso en sus momentos menos inspirados, los grandes artistas dejan huellas.

 Y también está el bailecito de la Stone.

3 COMENTARIOS

  1. Por que si este senor (Eduardo) es tan sagas e inteligente para difinir la calidad de una pelicula nunca ha relizado algo que valga la pena ( Solamente algunos capitulos de Nicanor mas nada)

    • Por lo menos sé que es señor, no «senor»; sagaz, no «sagas»; realizado, no «relizado», y que es preferible nada más a «mas nada». En todo caso, tengo una ventaja sobre la mayoría de los críticos, que no han realizado una película en su vida.
      Es más, sospecho que tu nombre es Orosmán, no «Orosman», y tu apellido Peláez, no «Pelaez».

  2. Lanthimos…un provocador, un creador de universos para cuestionarle al «sentido común» precisamente su sentido. Momento de seguirle el rastro a «Formas de bondad»…ah caraj! También quiero ver el bailecito de Emma.

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Eduardo Del LLano
Eduardo Del LLano
Escritor, guionista y director de cine cubano

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