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Kamala Harris para Cuba
La noticia es que Kamala Harris, la actual vicepresidenta estadounidense y ahora posible candidata demócrata tras la renuncia a la candidatura del actual mandatario Joe Biden, podría tomar un camino distinto con Cuba, a juzgar por su trabajo en el cargo actual y por sus opiniones sobre Cuba cuando no estaba subordinada a Biden.
Si bien Harris no es aún la candidata oficial ya que debe pasar la votación de la Convención Nacional Demócrata en agosto para asegurar la nominación, tiene un abrumador apoyo de pejes gordos dentro del partido gobernante y será difícil que otro aspirante se lance a competir con ella, fraccionando aún más el ya resquebrajado partido luego de los múltiples incidentes que produjeron la renuncia de Biden.
La carrera profesional de Kamala Harris es sólida y muestra un crecimiento natural. Su primer cargo de alta responsabilidad fue como fiscal general del estado de California entre 2011 y 2017, y luego fue electa como Senadora Demócrata por ese mismo estado.
Al asumir la vicepresidencia, Harris recibió la tarea de promover una estrategia para enfrentar la migración desde sus raíces, como por ejemplo la falta de oportunidades económicas de las personas que luego deciden emigrar a Estados Unidos. La vicepresidenta facilitó la inversión privada para ayudar al desarrollo de países emisores de migrantes como Guatemala, El Salvador y Honduras.
Al menos 5 mil millones de dólares fueron prometidos como inversión para esos países. Lo que desluce en esa estrategia tan lógica es que en el caso de Cuba se rompe. Harris y sus asesores comprenden que la única forma de cortar la afluencia de migrantes es conociendo y atacando las causas que motivan a miles de personas a huir de sus hogares, y por tanto han promovido la inversión y las posibilidades económicas, aunque con discretos resultados. No obstante, en el caso de Cuba la política ha sido exactamente la contraria: reforzar y engordar un sistema de sanciones que empobrecen a mayores grupos poblacionales y por tanto alimentan las caravanas de cubanos que vía Nicaragua terminan en la frontera sur y luego en la Florida, en una gran mayoría de los casos viviendo de Food Stamps y aprovechándose rápidamente de los privilegios que otorga la Ley de Ajuste Cubano.
¿Cuál es la opinión de Kamala Harris sobre las relaciones que su país mantiene con Cuba?
Habría que preguntárselo ahora mismo. Pero en el pasado ha opinado que el embargo comercial debe levantarse, y en 2017 votó a favor de un proyecto de ley fallido para promover la libertad de viajes hacia Cuba.
Cuando estaba postulándose para ser candidata por su partido en 2020, su equipo de campaña respondió una encuesta enviada por el Tampa Bay Times, un periódico de la Florida, y las declaraciones fueron críticas al orden de cosas: «Estados Unidos debe levantar el fallido embargo comercial y tomar un enfoque más inteligente que empodere a la sociedad civil cubana y a la comunidad cubano-americana para promover el progreso y puedan decidir».
Por demás, Harris repitió una línea de mensaje que la administración tuvo en el pasado y que no cumplió. «Nosotros revertiremos las políticas fallidas de Trump y, como él [Biden] hizo como vicepresidente, también demandará la liberación de los presos políticos y hará de los derechos humanos el centro de las relaciones diplomáticas», afirmó en el año 2020 en una entrevista a la agencia de prensa EFE.
Esto no sucedió y las tímidas acciones de Washington con respecto a Cuba no han tenido ningún efecto concreto todavía en la dura realidad de un pueblo que vive sometido a un sistema de sanciones de aplicación extraterritorial.
En esa misma entrevista, Harris demostró un conocimiento básico sobre las medidas unilaterales coercitivas que no parece conocer la campaña de Trump: «El embargo es ley, un acto del Congreso es necesario para levantarlo o que el presidente determine que hay un gobierno democráticamente elegido en el poder en Cuba. No esperamos que eso pase en corto tiempo».
En el mismo diálogo, opinó sobre el tema central de su trabajo como vicepresidenta: «Trump está deportando a cientos de cubanos de vuelta a la dictadura y al régimen represivo que solo aumenta en su represión bajo su presidencia», y además criticó la separación de las familias cubanas por las restricciones de visitas y remesas.
Estas declaraciones significan que aún es pronto para vaticinar las posibles acciones a tener en cuenta por parte de la candidata en caso de que llegara a ser presidenta. Todo depende de a quién consulte y los intereses que se muevan por medio.
Si las decisiones van a depender del grupo que tradicionalmente ha hecho un enorme rédito político de la hostilidad con Cuba, lo cual no ha ofrecido ningún resultado coherente con el avance hacia la democracia o el incremento de la influencia estadounidense en la Isla, poco cambio puede esperarse.
Sin embargo, Harris y Biden desde sus roles observaron la selección que hizo la administración Obama para sus asesores en el tema cubano: todos líderes e influyentes, pero con una visión de acercarse a la Isla, ser parte de la realidad del país.
El oído puede ponérsele a los representantes en el Congreso, Mario Díaz Balart y María Elvira Salazar y mantener la política de Trump, o la actual, que ha tenido cambios pero muy tímidos. En cambio, también se puede escuchar al creciente número de cubanoamericanos con intereses en el país, y a un mayor número de demócratas que apoyan el acercamiento con Cuba y el cambio de estrategia, desde Barbara Lee, Pramila Jayapal, Jim McGovern o Joaquín Castro.
Harris sí es testigo de que uno de los eventos recientes que justificaron el alejamiento con Cuba fue la perfecta excusa política para complacer a sectores que querían a La Habana como enemiga. Los incidentes de salud que generaron la saga novelera mediática de «los ataques sónicos» nunca demostrados, y que fueron bautizados en ley como el Síndrome de La Habana, fue sufrido por Harris y su equipo, pero no en Cuba o sus cercanías, sino en Asia. El incidente claramente reflejado en los medios de comunicación demuestra que Harris, si no padece de amnesia, sabe que el tema de Cuba ha sido rodeo político donde se conoce bien quién termina peor: el pueblo de Cuba y dentro de este los grupos más vulnerables.
Por otra parte, las presiones externas para mantener el orden de cosas con Cuba se mantendrán, especialmente en las voces de políticos cuyo principal trabajo es mantener la hostilidad al máximo, sin ningún resultado: trabajar para que nada cambie, básicamente. No obstante, el influyente ejército tiene un soldado menos: el demócrata Bob Menéndez ya confirmó que renunciará a su asiento en el Senado en agosto después de ser declarado culpable de extorsión y de actuar como agente para un gobierno extranjero, entre otros delitos. Menéndez ha sido la voz más hostil al acercamiento con Cuba y ha puesto condicionamientos frecuentes a todo nombramiento o decisión que favorezca el acercamiento a La Habana.
Harris ha sido además una defensora de los derechos de los migrantes y de las comunidades vulnerables, siendo ella misma hija de migrantes. ¿Podrá ahora ponerse en el lugar de las personas cuyas condiciones de vida las impulsan a emigrar, entre otras causas, por las políticas de máxima presión hacia Cuba?
Nuestra opinión es que de entrada cualquier alternativa a Trump es mejor para Cuba. El portavoz del candidato republicano ya avisó una política de máxima presión que solo afianzaría el autoritarismo en la Isla, justificado bajo la máxima de plaza sitiada.
Por tanto, Harris debería establecer un nuevo camino con Cuba en primer lugar porque sería coherente con su política de atacar la migración en sus causas. En segundo lugar, porque sería lo justo con el pueblo cubano, una mujer que ha empujado una carrera política en una supuesta lucha por el respeto a la ética, las leyes y la decencia. Y en tercer lugar, porque sería una ganancia política para un sector de la población cubana y también de muchos estadounidenses que consideran que la política con Cuba no tiene sentido y que limita sus propias libertades.
En adición, un alejamiento pronunciado de la política del exmandatario republicano, sería coherente con los intereses de Estados Unidos y en particular del Partido Demócrata: Cuba es un país en una profunda crisis, con un creciente y eficiente sector privado que es limitado y criticado por el gobierno, pero al que no pueden prohibir del todo.
Apoyar el fortalecimiento del sector privado y entablar relaciones con segmentos de la sociedad civil de ambos países sería un duro golpe, no solo para los conservadores norteamericanos, sino también para los que dentro del propio gobierno cubano o sus aliados lanzaron improperios a Obama cuando vino a Cuba y apareció jugando dominó con populares personajes de la televisión cubana.
La narrativa de un político en la Casa Blanca que al menos a nivel de discurso respete la soberanía nacional, y además, elimine varias de las trabajas que hoy —aunque tienen probada afectación— se utilizan como justificantes para evitar analizar los problemas internos en la Isla, pone a algunos paladines conservadores dentro del Partido Comunista Cubano a jugar en un terreno totalmente nuevo, y por tanto inseguro, en el que tendrían que buscar más armas políticas que el enfrentamiento directo y la victimización.
Por otro lado, el acercamiento con Cuba y un mayor intercambio económico le permitiría a Estados Unidos propiciar un alejamiento de una posible presencia rusa más invasiva en la Isla —a 90 millas de las costas de la Florida— aceptada con un gobierno cubano desesperado por las penurias económicas y que necesita de cualquier potencia para inyectar capital.
La candidata en los siguientes meses deberá enfrentar una batalla campal contra un adversario que no reparará en utilizar sin ninguna ética cualquier elemento contra ella. Sin embargo, es una persona hábil cuya experiencia como fiscal la ayudará a darle en el talón de Aquiles a su contrincante: los problemas con la justicia. Con el apoyo de su partido, las posibilidades de ganar son mayores, algo que ha esperanzado a muchos cubanoamericanos con ideas progresistas que esperan no ser decepcionados si Harris lograra sentarse en la silla presidencial.
Cuba y Rusia: entre el deseo, la promesa y la necesidad
La noticia es que el presidente de la Duma rusa, la cámara baja de ese país, Viacheslav Volodin, visitó Cuba y se reunió con el presidente cubano Miguel Díaz-Canel.
La amplia delegación que también sostuvo encuentros con los directivos de la Asamblea Nacional cubana, visitó la Isla tras participar en los eventos de celebración por el 45 aniversario de la Revolución Sandinista.
Pocos días después han sido noticia las negociaciones en curso entre Cuba y Rusia para que empresas rusas construyan una refinería de petróleo en Cuba, un anuncio hecho por Alexander Babakov, vicepresidente de la DUMA e integrante de la delegación que visitó la Isla.
El alto funcionario se refirió a las potencialidades de Cuba en este sentido: «Cuba tiene petróleo crudo: es lógico no importar productos petrolíferos sino producirlos aquí», dijo Babakov. «Las mayores empresas rusas podrían participar aquí», afirmó el funcionario en lo que puede interpretarse como un acuerdo concretado o decidido a hacerse público tras esta visita de la delegación parlamentaria.
Según la información de la agencia rusa TASS, el proyecto podría ampliarse al área de la producción de fertilizantes, una de las mayores debilidades de la industria agrícola cubana debido a su incapacidad de comprarlo en el exterior por la falta de divisas. La información aclara que todo está en etapa de negociación aún, pero que el aspecto más importante es que Cuba tiene reservas de petróleo crudo.
Cuba ha recibido varias ayudas que han llegado en momentos de emergencia en forma de barcos cargados de petróleo. A finales de marzo, un buque con 650 mil barriles de petróleo ruso permitió un respiro a la industria energética nacional en un país en el que se reportaban apagones de hasta 18 y 20 horas diarias.
Sin dudas, una refinería sería de gran impulso para la industria petroquímica cubana, un país que tiene probadas reservas pero de un crudo que necesita procesamiento. El año pasado, la prensa local confirmó los trabajos de exploración de una empresa australiana en Matanzas. La Melbana Energy detectó volúmenes de producción de hasta 1100 barriles de petróleo diarios en el pozo Alameda-2, que según un funcionario de Cupet, lo hallado es un crudo más ligero y con menor contenido de azufre.
La Isla tiene cuatro refinerías duramente golpeadas por la explotación y la falta de tecnología: la Ñico López en la capital, la Sergio Soto de la provincia de Sancti Spíritus y la Hermanos Díaz en Santiago de Cuba datan de antes de 1959. La Camilo Cienfuegos fue rescatada por la industria petrolera venezolana y es la de mayores rendimientos.
En adición, TASS también anunció alianzas entre ambos países en materia de capacitación para la administración tributaria concretadas en un memorando de entendimiento firmado por Daniil Egorov, jefe del Servicio Federal de Impuestos de Rusia, y la jefa de la Oficina Nacional de Administración Tributaria de la República de Cuba (ONAT), María Blanca Ortega Barredo. En varias ocasiones las autoridades cubanas han manifestado su preocupación sobre la evasión fiscal que abunda en el sector privado; estos acuerdos pudieran ser una de las tantas formas de aprender a combatirla.
Esta noticia significa que si bien el intercambio político, la frecuencia de las visitas recíprocas y la voluntad del acercamiento no se han concretado en los resultados anunciados, ya comienza a fraguar en planes que sí podrían tener un impacto tanto para la economía cubana como para beneficiar a Rusia.
Esto ocurre a solo un mes de la alharaca que levantó la visita de una flotilla de la Marina de Guerra Rusa que incluía un submarino de propulsión nuclear, un tema que ha sido hasta mencionado en el discurso reciente que ofreciera Donald Trump en la Convención Nacional Republicana, confirmando que la presencia rusa en Cuba sigue siendo un tema que interesa a los políticos estadounidenses como una afrenta a lo Guerra Fría.
La visita de Díaz-Canel a Rusia, en la que deseó suerte a Vladimir Putin en «la operación militar especial en Ucrania», la reciente visita del canciller de ese país Serguey Lavrov, las visitas de Ricardo Cabrisas, viceprimer ministro cubano y principal negociador de las deudas cubanas en el exterior a Moscú, así como una larga lista de conversaciones, comisiones, reuniones y encuentros, dan cuenta de un vínculo que crece ante la necesidad de Rusia de asegurar aliados históricos para hacer frente a un occidente que considera adverso.
Nuestra opinión es que Cuba necesita industrializarse rápidamente y hacer uso de los recursos disponibles que tiene, así como contar con la tecnología disponible para hacer frente a las carencias de tantos productos esenciales para la agricultura como los fertilizantes o los combustibles en sus diferentes formas y usos.
El aumento de turismo ruso, si bien una urgencia de la industria turística nacional deprimida y padeciendo un largo post-covid, es un débil impulso ya que buena parte de este turismo se concentra en las zonas de playa y con paquetes contratados directamente a empresas o compañías administradas por el gobierno —en su totalidad o en correlación con otras corporaciones extranjeras—. Esto, si bien pudiera ayudar a llenar las depreciadas arcas estatales, trae como consecuencia que muchos de esos visitantes rusos no interactúan con la vida cotidiana del cubano de a pie, ni dinamizan el comercio local privado.
Una refinería, en cambio, sí traería muchos beneficios, incluyendo la posibilidad de usar en el país un recurso propio del que se pudiera sacar muchísimo más provecho que el que se obtiene hoy.
No obstante, esta caída en la fuerza gravitacional de Rusia que desde el gobierno se ve probablemente como una decisión soberana y consciente, tiene los costos relacionados al hecho de que Rusia no es ya la Unión Soviética. Tiene una clara agenda de mostrarse presente en la Isla como una forma de provocación y probar fuerza con Washington, así como establecer contratos ventajosos con los privilegios de ser una gran potencia negociando con un país en crisis. Los momentos en los que Moscú subsidiaba buena parte del bienestar cubano para presentarla como una vitrina del socialismo en el continente, no volverán.
Por otro lado, los medios cubanos han dado baja cobertura a muchas de estas alianzas. Nótese que las noticias de colaboración se conocieron por declaraciones de funcionarios rusos a una agencia de este país; no es la primera vez que esto sucede. Medios internacionales y de la oposición se han hecho eco de estas noticias —principalmente de la relacionada con la refinería— citando siempre a la fuente rusa, mientras tanto sus contrapartes en Cuba siguen en silencio. Hasta en la parte comunicacional la nación euroasiática lidera esta relación.
Todo acuerdo que se establezca con Rusia, como con cualquier otra potencia, debe tener como centro el beneficio a largo plazo para la economía nacional y la transparencia en torno a los fines.
Dos cubanos entre los «refugiados» en París 2024
La noticia es que dos atletas cubanos emigrados han sido incluidos en la nómina del Equipo Olímpico de Refugiados y competirán en los Juegos Olímpicos de París 2024. El Comité Olímpico Cubano ha exigido su expulsión bajo la premisa de que su inclusión es una violación de los principios del movimiento olímpico y que responde a intereses políticos.
El sitio web de las Olimpiadas explica que «para ser elegibles [en el equipo de refugiados], los atletas deben ser competidores de élite en su respectivo deporte y ser refugiados en su país anfitrión, reconocidos por el ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados».
Según declaraciones oficiales de Cuba ha habido una comunicación fluida con el Comité Olímpico Internacional informándoles que los incluidos en este equipo, el canoísta Fernando Dayán Jorge, campeón olímpico de Tokio, y el pesista Ramiro Mora Moreno, no cumplen con los requisitos originales de este equipo.
La más reciente declaración del Comité Olímpico Cubano (COC) afirma que «hemos estado en comunicación con el Comité Olímpico Internacional (COI) para que esta lamentable situación fuera esclarecida, teniendo en cuenta que los directivos del COI reconocen que ninguno de esos deportistas cubanos es desarraigado por la guerra o perseguido».
El COC exigió la expulsión de estos atletas del Equipo Olímpico de Refugiados y afirmó que, como una forma de encontrar una solución constructiva, autorizaría a que esos atletas participaran representando los países en los que residen: el canoísta Jorge en Estados Unidos y el pesista Mesa en Reino Unido.
Sin embargo, ya el COI defendió la selección de los cubanos y no dio atisbos de rectificar el hecho de que los cubanos no son refugiados. Según un reporte de Martí Noticias, el COI respondió a preguntas realizadas por correo electrónico y defendió su decisión al decir que «el Equipo Olímpico de Refugiados se selecciona basándose en el estatus de refugiado de los atletas, verificado por el ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados».
En su Manual de Procedimientos y Criterios para Determinar La Condición de Refugiado, la ACNUR define a un refugiado como una persona que «debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentre fuera del país de su nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera acogerse a la protección de tal país; o que, careciendo de nacionalidad y hallándose, a consecuencia de tales acontecimientos, fuera del país donde antes tuviera su residencia habitual, no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera regresar a él». Hasta ahora la organización no se ha pronunciado sobre el tema.
Desde mayo se conoció que 37 atletas de 11 países competirían en los Juegos de París como parte del Equipo Olímpico de Refugiados, una iniciativa creada en los Juegos de Río en 2016 como una forma de darle oportunidad a atletas que huyen de sus países por la guerra, el desplazamiento forzado o por distintos tipos de discriminaciones. En la lista de países están Irán, Afganistán, Siria, Sudán del Sur, Sudán, Eritrea, El Congo, Camerún, Etiopía, Venezuela y Cuba.
En un comentario televisivo de hace algunas semanas de Pavel Otero, una de las voces más influyentes dentro del escenario editorial deportivo cubano, se preguntaba: «¿Esos dos atletas cubanos participaron en alguna guerra que los alejó de Cuba por ese motivo? ¿Son perseguidos por el color de la piel o por la religión que practican? ¿O fueron expulsados de Cuba por sus creencias políticas? Todos sabemos que no es así». Dijo en un largo comentario en el que el periodista explicaba la posición de las instituciones deportivas cubanas en este tema.
Esta noticia significa que el Comité Olímpico Internacional tomó el camino de aceptar las diferencias políticas como una razón para estar en el equipo de refugiados, un precedente que pudieran utilizar otros atletas que discrepen con los gobiernos de sus países y argumenten posibles represalias por ello.
A menudo los cubanos migrantes argumentan casos de persecución política en la Isla para regularizar sus estatus migratorios en los países de llegada. Esto siempre ha sido un elemento polémico, pues más allá de que el gobierno cubano tiende a ejercer coacciones con quienes se le oponen, lo cierto es que muchas personas utilizan la imagen internacional de Cuba como Estado autoritario para obtener privilegios migratorios sin haber sufrido ningún tipo de persecución política. Incluso, muchas veces, luego de regularizado su estatus, van a vacacionar al país que supuestamente los persigue.
La propia ACNUR especifica que «la oposición a medidas económicas de carácter general no constituye de por sí motivo suficiente para reivindicar el estatuto de refugiado […] más bien que su oposición a las medidas económicas propiamente dichas las que expongan a la persona de que se trate a graves consecuencias».
Cuba ha sido por años un país formador de deportistas de gran nivel, así como de entrenadores que están repartidos por el mundo. Sin embargo, solo estos dos casos han logrado la categoría de refugiados para conseguir un ticket que los lleve a los Juegos Olímpicos de París. Este año, al menos 20 atletas cubanos participarán representando otras camisetas en los Juegos Olímpicos, según previsiones de expertos, y casi todos tienen posibilidades de irse a su nueva casa con una medalla en el pecho. ¿En qué se diferencian las historias de estos 20 atletas y las de los 2 presuntos refugiados? Hasta ahora es un misterio.
Nuestra opinión es que los atletas que abandonan delegaciones oficiales e intentan probar suerte en ligas internacionales de otro nivel, e incluso de mejorar su rendimiento en países con más condiciones infraestructurales para ello, están en su derecho de hacerlo y es comprensible para cualquier persona que vea de cerca las condiciones de vida de buena parte de los deportistas cubanos, del nivel que sean.
Si bien para muchos el honor de representar al pueblo de Cuba es premio mayor y suficiente, sin duda, las pésimas condiciones de las instalaciones deportivas, la dificultad para conseguir los alimentos adecuados y la indumentaria, y la imposibilidad de alcanzar su máximo potencial, son razones que impulsan a una cantidad cada vez más creciente a probar suerte en otras geografías, no sin un altísimo costo psicológico y emocional.
Sin embargo, de ahí a poner en el mismo equipo de personas que salieron huyendo de guerras, de bombardeos o hambrunas, a dos personas que partieron de sus países voluntariamente sin argumentar hasta el momento ningún tipo de persecución, es bastante controversial y hasta cierto punto irrespetuoso con quienes sí vienen de situaciones extremas en sus lugares de origen.
Sobresale que en ese equipo no haya palestinos y sí dos cubanos, uno de los cuales logró en condiciones de paz y apoyo de la institucionalidad deportiva cubana una medalla olímpica. Ambos huyen probablemente de condiciones de pobreza y ambos tienen el derecho de buscar realidades mejores, pero no de aprovecharse de una oportunidad destinada a quienes huyen de guerras, cuando las condiciones de vida en el país del que dicen haber huido les permitió a ambos convertirse en atletas del más alto nivel del mundo.


Ustedes saben que el atleta que no esté de acuerdo con simples decisiones de los dirigentes del INDER ó se manifiesten abiertamente en contra de las políticas de la dirigencia en Cuba. NO SALE MÁS a competir a ningún lado. Es decir, lo apartan de una forma velada e hipócrita. ¿Eso como lo llamarían?
aunque eso suceda sigue sin ser un refugiado, apréndase el concepto y concéntrese en él y deje el odio arcaico a su propio país.
Irrespetuoso?? Una opinión sesgada ideologicamente , los atletas se van por condiciones decadentes , y aquellos que abandonan su delegación no pueden entrar en su país , o sea tendrían que refugiarse
Hola, a la redaccion ustedes de verdad qu son malos cubanos cuestionar y criticar a los cubanos de que llegan a estados unidos de ser beneficiados de food stamp. y hacerlo con esa retorica .cuando gracias a ellos cuba se alimenta al menos con esa remesas .criticar el ajuste cubano del cual uno de sus escritores y miembros se benefician .preguntenle a lopes levis o a harold cardenas como ajustaron su estatus en el enemigo.ojala no me censuren.
Lo de Kamala y Trump respecto a conveniencias en cuanto a victoria electoal es un tema complejo. La situación económica que deja el gobierno Biden es bastante aguda y en cuanto a la intrenacionnal no puede ser peor, con dos conflictos muy peligrosos que le estan rindindiendo muy buenos réditos a los complejos financieros y militares de esta orilla. El tema cubano solo interesa en Healeah y zonas aledañas de San Nicolas del Miameo. Los votantes que decidirán el regreso de Trump o no, son una mayoria enfocada en los problemas que les afectan directamente: empleo, costo de vida, salarios, rentas, seguros y reducción de la acequibilidad a beneficios y coutas de bienetar social. Es una realidad, aunque tal como se ven las cosas no hay nada claro en el horizonte politico de este pais de cara a los resutados n las elecciones. Muchos intereses e interesados detras de bambalinas. Sobre los refugiados que no son refugiados y reciben el reconocimiento recomiendo un documental bastate bueno de ARTE sobre este tema con tres deportistas aspirantes a participar en la Olimpiada de París, refugiados ellos en Suiza y Francia. Respectivamnete son de Afganistán, Irán y Eritrea, un conflicto olvidado y apenas tenido en cuenta por medios y organizaciones internacionales.
Saludos