Iván Giroud: «No podemos renunciar a dialogar»

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Transcripción del séptimo episodio de La Sobremesa: «Cine y Asamblea de Cineastas, con Iván Giroud».

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[Música de presentación]


Mariana Camejo (MC): Hola a quienes nos están viendo o escuchando a través de las plataformas de audio. Hemos llegado al último episodio de la primera temporada de La Sobremesa, un podcast de La Joven Cuba, donde hablamos con la ligereza y el desparpajo de quien está en la sala de su casa.

Jorge Bacallao (JB): Así mismo, y hoy venimos con un tema que últimamente está generando una cantidad de noticias tremenda. Una noticia tras otra. Estamos hablando del cine. ¡Tremenda actualidad! El cine está como Expocuba: «siempre algo nuevo».

(MC): Tenemos un invitado con el que no bajamos el nivel.

(JB): La verdad que no nos podemos quejar, Mariana.

(MC): Los invitados están bien.

(JB): Los que estamos flojos somos nosotros. (Risas).

(MC): Entonces, hacemos una pausa, y comenzamos.

(JB): Como siempre le digo: no se vaya, que se pierde el principio.

[Música]

(MC): Hoy tenemos en La Sobremesa a alguien con una larguísima trayectoria en el sector cinematográfico. Uno de los autores de Historias en común. 40 años/50 películas del cine iberoamericano. Ha sido jurado en numerosos festivales de cine. Fue, además, director del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. Bienvenido, Iván Giroud.

Iván Giroud (IG): Muchas gracias por la invitación.

Asamblea de cineastas

(JB): Agradecidos de tenerte aquí. Empezamos directo al pecho: ¿cuál tú crees que sea el estado actual del cine cubano?

(IG): El programa no alcanza (Risas). Estamos viviendo una situación muy compleja, no solo para el cine, sino también del país y del entorno. Hay un diálogo que está por construirse que no se acaba de producir entre un gremio —bastante prolífero en personas, en actividad dentro de la industria—, y la institución. Y eso es muy delicado, porque los diálogos hay que tratar siempre de establecerlos. Entonces, siempre está la esperanza de que en un momento se entienda que no hay otra solución que el diálogo, porque hay que ir al origen de lo que es la Asamblea de Cineastas. La Asamblea no nació ahora, nació hace tiempo. Pero, quizás sea otra pregunta. No me quiero adelantar.

(JB): Exactamente. Es como si tuvieses una bola de cristal. Es otra pregunta.

(MC): Yo te iba a decir que una de las características que tiene este gremio es que está organizado y articulado. Diría que esa es una diferencia entre el gremio del cine y otros gremios hoy. Pero, si vamos a hablar de la Asamblea, ¿qué papel tiene en el escenario del cine cubano actualmente?

(IG): A ver, el problema es que el cine por su naturaleza está articulado. O sea, la diferencia, por ejemplo, que puede haber con un grupo de teatro es que está articulado en ese mismo grupo, pero no hacia los demás grupos. En el caso del cine, es un gremio que trabaja hoy con una estructura, mañana con otra, y en un país pequeño la gente viene con la formación desde la escuela. Se conocen desde jóvenes, hacen producciones, intercambian. Es un país con pocos recursos, pero con muchas personas solidarias entre sí. Todo eso contribuye a conformar una red. A partir de eso hay determinadas demandas del gremio, de pasos necesarios que hace tiempo se vienen reclamando. Es una comprensión del mismo proceso de evolución del cine y de las condiciones del propio cine, así como de otras experiencias y prácticas que acontecen en América Latina.

(MC): ¿Podríamos decir que la Asamblea está representando todo ese cúmulo de cosas todavía pendientes?

(IG): No quiero generalizar, pero en sí misma la Asamblea sí recoge esa diversidad. Es un lugar de confluencia, no de unanimidad. Ahí hay diferentes personalidades, discursos, propuestas, pero están todas de una manera u otra con cierta representación. Hay otro sector de creadores que no forman parte o que no han querido estar, porque no quieren pertenecer a ninguna estructura, lo cual también es válido.

La Asamblea sí recoge esa diversidad. Es un lugar de confluencia, no de unanimidad.

(JB): Aunque, probablemente, tengan las mismas inquietudes.

(IG): Absolutamente. Yo creo que las inquietudes forman parte del mismo proceso, de las necesidades que van surgiendo.

(JB): El que no está en la Asamblea no es porque crea que no hace falta una.

(MC): Exactamente.

(JB): Esta sí es una pregunta para un adivino, Iván. ¿Qué probabilidades de éxito tú crees que tenga?

(IG): El problema es que no se puede ver a la Asamblea como algo que va a terminar mañana o que ya cumplió su papel, porque la Asamblea existirá mientras haya necesidad de hacer cambios. Mientras haya un gremio que quiera canalizar, discutir y profundizar en esos cambios que se quieran hacer en el proceso mismo de creación; en las demandas de cómo se articula ese proceso de creación en un país con pocos recursos. Entonces, es algo que no va a acabar mañana, ni pasado. Puede dormir un ratico, puede reaparecer, pero aquí lo más importante es que no se está dando atención no solo a la Asamblea como un cuerpo que puede ser incómodo para el gobierno, sino a la razón de por qué existe. ¿Por qué existe?

La Asamblea existirá mientras haya necesidad de hacer cambios. Mientras haya un gremio que quiera canalizar, discutir y profundizar.

(MC): ¿Por qué?

(IG): Ahí está la clave. Existe porque hay necesidades que no han sido cubiertas en los ámbitos establecidos institucionales. Quiere decir, si funcionaran, quizás la Asamblea no hubiera sido necesaria. Pero es necesario.

(JB): Bueno, la normalidad casi en cualquier lugar del mundo es que los gremios tengan asociaciones de ese tipo desligadas de la institucionalidad.

(IG): Claro, es una cosa muy natural. Sobre todo, el gremio en ese sentido se tiene que articular no solo con problemas de carácter más sindical, sino también en cuanto a la defensa de ciertos objetivos y su responsabilidad ante la sociedad. Eso es un proceso muy natural que, desgraciadamente, se ha ignorado o pretendidamente ignorado.

Si hay una crisis, que tú lo tengas en cuenta o no, no significa que ese problema va a desaparecer. Ese problema va a ir enconándose, mutando. Cada vez será más difícil y más complejo llegar a intervenir de manera proactiva. Establecer una sinergia que permita atender esas demandas, en las cuales tú puedes estar o no de acuerdo en cómo se plantean, pero eso es otro tema de discusión. Para llegar ahí primero hay que sentarse.

(MC): Yo creo que lo primero que está faltando aquí es reconocer a la Asamblea como un interlocutor válido.

(IG): Yo llegaría más lejos, incluso. Si no se quieren ver en esa situación que puede establecer otros precedentes, porque uno puede comprender la sociedad en que vivimos, tú pudieras decir «no, no voy a dialogar con la Asamblea». Pero tú no puedes decir que no vas a dialogar con Fernando Pérez, ni con Daranas, ni con Luis Alberto García, por ejemplo. No puedes decir eso porque son figuras, porque por algo la televisión cubana sigue poniendo Clandestinos. No podemos renunciar a dialogar porque la Asamblea está constituida por personas, por individualidades también. Se pueden atender las demandas de muchas maneras; ir buscando los espacios donde naturalices una relación que sea en beneficio de todos.

El dilema de las políticas culturales

(MC): Hace poco en una entrevista con La Joven Cuba decías, algo más o menos así, que «el problema de fondo es de política cultural y hasta que no se discuta con toda la transparencia, las crisis seguirán siendo más seguidas y más agudas». ¿Por qué el problema de fondo es de política cultural?

(IG): Sí, porque yo creo que esto en el fondo parte de una gran falta de conocimiento. No solo de la actividad profesional de lo que representa el cine, sino también de una falta de visión política. Un problema no se va a solucionar porque tú no quieras considerarlo. El problema va a seguir. Es lo que decía hace unos minutos. Entonces, si no hay una consecuencia de una política cultural, si no hay el saber cómo conducir una situación compleja… ¿Por qué hemos llegado a la Asamblea? La Asamblea no es nueva. Si fuéramos a ver los orígenes se remonta a 2013, cuando se creó la primera Asamblea. ¿Por qué se crea? Ahí están las preguntas. ¿De dónde sale? ¿Por qué sale? ¿Qué hemos hecho para atender las cosas? Entonces, es un problema de cómo tú intervienes como institución en una realidad. No virando la cara y tratando de construir una realidad paralela, porque ese va a ser tu primer enemigo.

(JB): Iván, todas estas necesidades que han hecho surgir la Asamblea, entre las cuales podríamos hablar de la censura y de muchísimas otras, a mucha gente, sobre todo a creadores jóvenes, les ha hecho pensar que quizá la solución personal es irse de aquí. Porque aquí no se puede hacer cine. Teniendo en cuenta que, aunque se vayan, esas personas siguen haciendo cine cubano desde afuera. ¿Qué opinas tú de este éxodo? Y de las personas que aún sin irse lo están valorando.

(IG): El éxodo trasciende el escenario del cine. Es realmente uno de los problemas más graves a los cuales nos tendremos que enfrentar en el futuro inmediato y más a largo plazo. Porque hay una gran masa de esa juventud que ha sido formada y que hemos perdido.

El éxodo trasciende el escenario del cine. Es realmente uno de los problemas más graves a los cuales nos tendremos que enfrentar en el futuro inmediato.

(JB): Fíjate, Iván, hay una cosa. El problema no solo está en el que se va, sino en el que vive aquí y tiene la cabeza puesta en irse. Por tanto, no inicia planes porque no se ve en el futuro.

(IG): Claro. Hay muchos elementos que contribuyen a esto, y el cine ha sido muy afectado, como todo. Yo quiero ahí hacer un breve tema del cine y los jóvenes. Este es un problema que se remonta casi a la creación de las escuelas de Famca y la Escuela de San Antonio, porque en ese momento se graduaban los jóvenes y no tenían espacio en las instituciones. Comienza a cambiar cuando las tecnologías se empiezan a desarrollar y no hay una dependencia real de «para yo hacer una obra necesito de la institución». Pero las instituciones estaban cerradas, no porque no entendieran que era bueno que se sumaran, sino por un problema de estructura, de plantilla y cosas así. Entonces, este es un fenómeno que se remonta casi a hace 30 – 40 años. Los jóvenes se graduaban, no tenían oportunidades; algunos se iban, otros se quedaban, pero empezaban a trabajar en la periferia de las instituciones. A medida que las tecnologías fueron avanzando, ese cine periférico, que no es el cine institucional, es el independiente, va ganando fuerza. Fueron haciéndose cada vez obras con mayor calidad y los cineastas empezaron a tener herramientas para mover ese cine hacia el mundo.

(MC): Si tuviéramos que hablar de la salud de la enseñanza del cine en Cuba, ¿cómo la valoras?

(IG): No estoy muy cerca del tema de la formación de las materias curriculares y solo lo puedo juzgar a partir de las obras de algunos de ellos. Pero, hay algo que no está resuelto en la enseñanza, y es que muchos de los creadores importantes de este país no están vinculados. La enseñanza no ha tenido la capacidad y la ductilidad de hacer programas que permitan, por ejemplo, que un director más activo o, sobre todo, editores, fotógrafos puedan tener un taller de dos o tres semanas, porque no pueden estar en un curso lectivo completo. O sea, esa docilidad sí creo que ha faltado, y es muy importante en una asignatura o una carrera creativa que esté atendida por creadores. Son un punto de inspiración y de motivación para los alumnos.

Hay algo que no está resuelto en la enseñanza, y es que muchos de los creadores importantes de este país no están vinculados.

(MC): Yo creo que hay otros factores aquí que están incidiendo también en el éxodo de los cineastas jóvenes cubanos. Tiene que ver, por ejemplo, con casos como que la Muestra se cerró.

(IG): Sí. El tema de la Muestra es igual muy complejo desarrollarlo aquí, porque tiene muchas aristas. Cuando surgió el Fondo de Fomento, me dije: «ah, esto es de verdad lo que nos va a salvar» ¿Por qué? Porque el Fondo se convertía en un punto de confluencia. No estoy en contra de la Muestra, estoy a favor de que los jóvenes deben empezar a reconocerse, a jerarquizarse, a trabajar juntos. Pero lo que se veía era una gran división. Yo creo que la Asamblea, en cierta medida, empieza a resolver esas diferencias generacionales que no se pueden ignorar. Los presupuestos de cómo entiende el cine una generación joven van a ser diferentes de los de una madura. Lo importante es que se entiendan, que haya un flujo y reflujo.

Entonces, el Fondo para mí era el punto de la maravilla de la confluencia, donde todo el mundo presentaba un proyecto, ya fuera joven o no. A las primeras películas les daban el 100% de los beneficios. Eso iba permitiendo que se fuera creando algo que no era cine independiente ni cine estatal. Yo creo que el problema ha sido cómo se han interpretado los cambios mismos que se van generando en la sociedad y en el propio cine. No puedes pensar en el Icaic del año 59 que se creó, además, cuando en el país había también empresas privadas, porque era un mundo totalmente diferente. Hay que repensar todo eso. Por eso la Asamblea realmente para mí es el reflejo de un grupo, de una expresión, de la misma naturaleza de las necesidades que hay, de las cosas que se están planteando. Que la misma Asamblea haya llamado la atención sobre la importancia de una Ley de cine, que era una cosa que retoma del G20.  

(JB): Le vamos a caer a eso. Tenemos aquí unas preguntas interesantísimas, pero, te soy franco, yo no me siento capaz de entrarle a esa parte sin un café en el cuerpo.

(IG): Bueno, pues dale.

[Mensaje de bien público La Joven Cuba]


Iván Giroud junto a Jorge Bacallao en La Sobremesa
Iván Giroud junto a Jorge Bacallao en La Sobremesa

(JB): Bueno, Iván, sírvete café. Estás en tu casa. Con tal que me dejes.

(IG): Tiene buena pinta el café.

Diálogo vs censura, los retos del cine cubano

(MC): Estabas comentando sobre el Fondo de Fomento. Hablábamos sobre que se cerró la Muestra. Yo no sé a ustedes, a mí me encantaría que la Muestra se abriera de nuevo.

(IG): Yo creo que se debe hacer una muestra de cine joven anual. Sería muy importante recuperar, ya sea independiente o no… Sé que había un proyecto que tuvo la anterior dirección del Icaic que era hacer un Festival de cine cubano y que la Muestra de cine joven estuviera dentro, como una sección dentro de ese festival.

(MC): Mucho más grande.

(IG): Mucho más grande. No sé. Pero yo creo que es importante crear un espacio o recuperar un espacio donde se concentre el cine joven; donde se hagan las discusiones de los problemas que están enfrentando; donde también haya un espacio para la generación de proyectos. Todo este trabajo que vienen haciendo los festivales hace unos años, que no solo exhiben las obras terminadas, sino que preocupan por las ideas que se están construyendo para hacer una película. Son fundamentales los espacios físicos.

(MC): ¿Qué más tendría que confluir para que los cineastas jóvenes quieran y puedan hacer cine en Cuba?

(JB): Además de que haya luz. (Risas).

(IG): Si pudiéramos tener la capacidad de abstraernos de la situación actual, lo mejor que hace falta es crear un clima. Hay que crear el clima de diálogo. Es lo que más se puede hacer ahora. Crear las estructuras, medir las posibilidades y no desestimar esa posibilidad. El clima no solo se crea con dinero, también con dinero, en el caso de las producciones, pero, sobre todo con diálogo, con la comprensión.

Hay que crear el clima de diálogo. Es lo que más se puede hacer ahora. Crear las estructuras, medir las posibilidades y no desestimar esa posibilidad

(MC): Es que habla de una voluntad política, ¿no?

(IG): Efectivamente. Entonces, un poco cierra lo que tú me preguntabas ahorita cuando yo decía la voluntad política. Comprender realmente cuánto les corresponde a las instituciones, al Estado y también las limitaciones, porque el Estado tiene que distribuir los pocos recursos.

(MC): Yo creo que también va de comprender que al final el relato cinematográfico es el relato en su diversidad.

(IG): Efectivamente. En su complejidad y en su diversidad.

(JB): Esto me da pie para la siguiente pregunta. Hay un debate que se ha agudizado últimamente a nivel de audiencia en las redes y que es de lo más curioso, porque la cosa va sobre los temas que debería reflejar el cine cubano. Voy a empezar por la siguiente pregunta: ¿debería existir ese debate? ¿Convendría preocuparnos por lo que debería reflejar el cine?

(IG): Eso es algo que no se puede evitar. Forma parte de la misma naturaleza de las redes sociales, donde antes nosotros nos enterábamos de qué pensaba el vecino cuando hablábamos con él. Ahora nos enteramos de las opiniones más brillantes y las opiniones más necias. La gente tiene la misma posibilidad de expresarse y de manifestarse en las redes sociales. Que esas opiniones sean válidas o no ya depende de si realmente están sustentadas. Yo no creo que nadie debe decir qué debe ser el cine cubano. El cine cubano será lo que puede ser y lo que le permitan ser.

Yo no creo que nadie debe decir qué debe ser el cine cubano. El cine cubano será lo que puede ser y lo que le permitan ser.

Nadie tiene que decir «el cine cubano tiene que ser así», porque los procesos de creación no se dirigen. Los procesos de creación surgen de un contexto, de una realidad, de un conocimiento, de una sensibilidad. No se pueden planificar. Otra cosa es que la institución diga: «bueno, hay problemas en la sociedad que necesitamos que el cine los aborde de una manera importante». Por ejemplo, la violencia contra la mujer. Para ello abre un concurso específico y que personas sensibles del medio cinematográfico se interesen por aplicar porque tienen una historia que contar, eso es otra cosa. Otra cosa es normar. Decir «hay que hacer este cine, o hay que abordar la realidad de esta manera». Eso no se puede hacer. Es, primero, un acto de ignorancia y después de estupidez.

(MC): Y que luego conduce a la censura.

(JB): Efectivamente. Aunque más bien ha habido una unidad temática. O sea, hay temas que se tocan mucho…

(IG): Pero se tocan porque nacen. Yo recuerdo que hace unos años empezaba a aparecer todo el tema del homosexualismo en el cine cubano y la gente decía «¡hasta cuándo!». Había estado noventa años sin tratarse. Las películas tienen un proceso. No es igual que un artículo, que tú te sientas y en un día o dos lo terminas. Tú, yo, el vecino estamos viviendo en una misma ciudad, en un mismo país, con una misma confrontación. Y muchas veces coincidimos en algunos temas y enfoques, o no. A la crítica le corresponde también hacer esos trabajos, que no lo haga es otra cosa.

(JB): Aun así, hay películas que han salido. Estoy pensando, no sé, en Juan de los muertos. Una película de terror, por decirlo de alguna manera.

(MC): Que rompe los esquemas.

(JB): O Vinci, de Eduardo del Llano. Son bocanadas de aire fresco que se agradecen mucho.

(IG): Y son muy necesarias en una industria. Lo que yo te decía ahorita, son películas con un potencial comercial mayor, con un nivel de popularidad, que tienen más seguidores y permiten películas más complejas, o más herméticas, con un discurso que no es el que comparte la mayor cantidad de espectadores.

(MC): Vamos a hacer una pausa enseguida y regresamos.

(Mensaje de bien público del Observatorio sobre Extremismo Político de La Joven Cuba)


Iván Giroud junto a Jorge Bacallao en La Sobremesa
Iván Giroud junto a Jorge Bacallao en La Sobremesa

Ley de cine

(JB): Iván, una de las cosas de las que se ha hablado más en los últimos tiempos es de la necesidad de una Ley de cine. ¿Qué ventajas tú crees que pueda tener?

(IG): Ahorita yo me refería a que esto es una vieja demanda y que me gustaba mucho que la Asamblea en sus últimas declaraciones hubiera puesto el énfasis en el tema de la Ley de cine. Es un reclamo que viene desde 2013-2014, cuando el Estado decidió o instruyó al Icaic para establecer un sistema nuevo que repensara el cine… Y solamente se llamó a dos cineastas. Ahí surge la primera Asamblea, porque esta es como un resurgir de otra. Y la defensa que tuvo todo el periodo que estuvo trabajando esa primera Asamblea era ir camino hacia una Ley de cine. Eso fue súper mal interpretado por las autoridades en su momento. Fueron demonizados. Pero, además, lo que estaban pidiendo los cineastas era participar en la construcción de esa ley para que sus necesidades, su visión del cine estuviera contenido y no se hiciera en un departamento de abogados ajenos a una realidad que no dominan.  

(JB): Tengo entendido que hay Ley de cine en todas partes.

(IG): Bueno, en primera, en Cuba se creó el Icaic con una Ley de cine. Es la ley número 169. Quiere decir que la Revolución triunfa en enero y en marzo tiene la ley número 169. Había una prioridad para el cine en ese momento. La Ley de cine se firma antes que la Ley de Reforma Agraria, ¡fíjense si era importante! Entonces lo que se ha demandado es eso. Transversaliza todos los procesos del cine, por eso es tan importante, porque dentro de una ley tienen que estar comprendidos todos los procesos. El proceso de los fondos; cómo se integran los jurados; todo el tema de la distribución; el tema del patrimonio…

La Ley de cine se firma antes que la Ley de Reforma Agraria, ¡fíjense si era importante! Entonces lo que se ha demandado es eso.

Por eso a principios de este medio siglo en países de América Latina donde no existía la cinematografía como República Dominicana, hoy produce mucho… Una ley no hace milagros, pero cuando tú encuentras un financista, por ejemplo, en Francia, te pregunta si en tu país hay una Ley de cine —porque para establecer temas impositivos necesita que haya un cuerpo legal que mantenga un contrato entre entidades oficiales de cada país— y por eso se reclama tanto. Lo que pasa es que eso estuvo demonizado en su origen y sigue demonizado, desgraciadamente. Los cineastas no van a redactar la Ley. Aquí lo que se está convocando es a la sensibilidad política de comprender la necesidad de una ley para que entre o no en la agenda.

(JB): Luis Alberto García tiene una serie de publicaciones muy simpáticas, donde pone ejemplos de países chiquiticos. Dice «este país que tiene tantos habitantes…» y termina diciendo algo así como «¿sabes qué? Tiene Ley de cine». O sea, países mucho más chiquitos que nosotros.

(MC): Claro. Yo creo que todo esto es un poco circular, porque al final tiene todo que ver con política cultural.

(IG): Absolutamente. Tiene que ver con una lectura de la realidad, no oblicua, sino de ver la complejidad que tiene, que no se puede simplificar. Y también de un conocimiento de los procesos de creación y de los procesos industriales del cine, que son muy diferentes a otros procesos del libro o de manifestaciones tan individuales como las artes plásticas.


Iván Giroud junto a Jorge Bacallao en La Sobremesa
Iván Giroud en La Sobremesa

(JB): Bueno, creo que ya vamos al tiroteo. Tú sabes, estas son tres preguntas que se responden con economía de recursos.

(IG): Yo no soy muy hábil en eso, pero bueno…

(MC): Aunque no todo el mundo lo ha respetado. Vamos a empezar. ¿Tu época cubana preferida y por qué?

(IG): Fue mi infancia.

(MC): ¿Por qué?

(IG): Bueno, porque ahí es donde está la construcción de todos los afectos. Es por eso.

(JB): Mi infancia fue una cosa sin preocupaciones, sin deberes. No hay nada más maravilloso que ese momento de estar sentado en el orinal y llamar a tus padres cuando terminas. (Risas)

(MC): Bacallao, era el último episodio, ¡y tenías que decir eso! (Risas).

(JB): Bueno, Iván, si tú fueses el encargado de salvaguardar solamente tres clásicos del cine cubano para que queden para la posteridad porque, hipotéticamente, lo demás se va a destruir…

(IG): Esas preguntas nunca me han gustado, porque no se puede. Hay que salvarlo todo. Esa es una pregunta que no tiene respuesta. No puedo salvar tres películas sabiendo que hay tanto de valor.

(MC): Entonces, la última: tus deseos para el cine cubano, en una sola palabra.

(IG): Diálogo.

(MC): Muchísimas gracias.

(JB): Muchísimas gracias. Ha sido maravilloso. Nos hemos tomado como cuatro tazas de café. (Risas). Muchas gracias por tenerte aquí y esperemos que se repita.

[Música de despedida]

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Redacción
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