Diálogo político ¿con qué condiciones?

Getting your Trinity Audio player ready...

El diálogo político es un recurso que implica, en la mayoría de las ocasiones, un camino largo. Tiene particularidades que lo distinguen de otros recursos como la negociación o la mediación, aunque estos pudieran ser antesala para alcanzar la condición de diálogo, pero difieren en sus esencias, sentidos y el tipo de relación que se establece entre las partes.

En la escena política existe, al menos, tres tipos de actores: los enemigos (antagónicos), los adversarios (diferentes) y los aliados. Con cada uno de ellos existe un tipo de relación, de intercambio entre posturas, agendas e intereses, no siempre con la posibilidad de llegar a la condición de diálogo político.

La negociación política, por ejemplo, es trueque de posturas, pone más énfasis en el resultado, menos en la transformación de las relaciones. En la negociación se confrontan las partes con intereses distintos, con la intención de ver quién gana más y quién menos. En este tipo de intercambio se hace latente la asimetría de poder entre las partes.

La negociación política es trueque de posturas, pone más énfasis en el resultado, menos en la transformación de las relaciones.

La mediación comienza cuando no es posible un encuentro directo entre las partes interesadas. Puede pasar que las diferencias sean demasiado fuertes y ese tipo de vínculo no avance, se estanque y hasta genere un retroceso en la relación y la posibilidad de llegar a un acuerdo. Por tanto, la mediación se convierte en una opción viable pues, a condición de una posición imparcial, es más probable lograr un resultado satisfactorio para las partes con el uso de la mediación.

Si la negociación y la mediación suelen ser procesos más expeditos, para superar alguna crisis aguda, incluso para salvar vidas, el diálogo lleva tiempo, no es una línea recta. Mientras que la negociación y la mediación ponen el énfasis en los resultados, el diálogo lo pone en el proceso. El diálogo supone la oportunidad de cambiar de opinión. Este necesita más tiempo porque enfrenta y aborda la asimetría de poder.

Solo en la práctica concreta el diálogo puede adquirir su plena dimensión y sentido como valor social, herramienta, actitud y proceso político. Es solo en la práctica constante, y metodológicamente gestionada, sobre la base de condiciones adecuadas, que podremos construir una cultura del diálogo.

En el lenguaje del diálogo político es más preciso usar el término transformación, y no el de resolución, como en los casos de la negociación y la mediación. Este «sencillo» cambio de término contribuye a disminuir las tensiones, aleja el foco de los problemas, sugiere la búsqueda de las mejores vías para las partes involucradas. De esta manera, pone en el centro objetivos comunes, al tiempo que produce resultados más estables.

En el lenguaje del diálogo político es más preciso usar el término transformación, y no el de resolución, como en los casos de la negociación y la mediación.

Esta lógica abarca desde la vida cotidiana, los pequeños núcleos sociales hasta las situaciones de conflicto que requieren de diálogos nacionales, medio válido de superación de las discordias internas y reconstrucción de las relaciones entre el Estado, sus instituciones y diversos colectivos de la sociedad, en ocasiones fragmentada, con el propósito de establecer un nuevo contrato social entre los interesados.

La pérdida del contacto con la otredad ha provocado la fragmentación de la sociedad y ha creado barreras que impiden la comprensión de aquello que es diferente. El diálogo es un espacio para que hablen directamente aquellos actores que tal vez no han tenido esa oportunidad. Es primordial para alentar y fortalecer las relaciones sociales de igualdad, justicia, derecho y dignidad.

Un diálogo tiene mayor posibilidad de llegar a buen puerto cuando las partes escuchan de qué conflicto están hablando, qué les pasa, cómo ha ocurrido y cómo seguir hacia adelante. En ese proceso de ordenar la conversación y definir los conflictos y sus consecuencias, las partes van dibujando un mapa común sobre una realidad hasta entonces dividida.

Ahora bien, no es prudente idealizar el diálogo político como vía unívoca de solucionar conflictos sociales, incluso aquellos de mayor gravedad que implican la muerte de grupos humanos. No siempre hay disposición a este proceso, sobre todo cuando existen agendas que prevén para su fin la aniquilación del enemigo y no la convivencia con los diferentes, sean adversarios o aliados.

No es prudente idealizar el diálogo político como vía unívoca de solucionar conflictos sociales, incluso aquellos de mayor gravedad que implican la muerte de grupos humanos.

En este escenario, hablar de aliados no implica ausencia de contradicciones; al mismo tiempo no desatiende el poco desarrollo de una cultura de diálogo que, en última instancia, potencie la calidad de la democracia. Se hace necesario establecer mínimos para que el diálogo se convierta en un mecanismo viable de creación política.

Desde esta perspectiva, es válido asumir que la finalidad del diálogo no es suprimir la existencia de conflictos, sino dejar que se expresen de un modo que permita prevenir o reducir sus manifestaciones destructivas. Los procesos de diálogo cobran sentido en la medida en que buscan:

  • aceptación de la necesidad del diálogo político;
  • claridad en los objetivos de las partes;
  • objetivos de valor superior compartidos por las partes;
  • generar un espacio de distensión y mutuo reconocimiento para acortar las brechas de desconfianza;
  • manejo ético de todo el proceso;
  • propiciar una comunicación que fomente el entendimiento mutuo de los diversos puntos de vista sobre problemas compartidos;
  • promover soluciones colaborativas mediante la construcción de consensos.

Al mismo tiempo, los procesos de diálogo requieren planificación metodológica, así como de una serie de condiciones de base entre las que podemos destacar:

  • reconocimiento recíproco entre las partes;
  • la voluntad, compromiso y participación de quienes se involucran;
  • la presencia de interlocutores representativos y legitimados por los grupos que participan en este;
  • actores preparados para el proceso y con capacidades desarrolladas para el diálogo;
  • información adecuada, clara, oportuna y veraz;
  • asesoría respecto de los temas de fondo;
  • asistencia técnica al proceso;
  • planificación participativa, con agendas y normas del proceso definidas;
  • leyes y normativas que faciliten la asociatividad para dialogar
  • soporte institucional para atender los aspectos logísticos;
  • capacidad de cumplir lo pactado de manera plena, leal y oportuna;
  • desarrollo de estrategias al interior de las instituciones para facilitar la viabilidad de los acuerdos.

Cada uno de los puntos anteriores requiere su propia amplitud, sobre todo para el desarrollo de métodos de comunicación que viabilicen las prácticas dialógicas. No es suficiente querer dialogar, es necesario, además, saber hacerlo. De esa condición comentaremos en trabajos venideros.

4 COMENTARIOS

  1. Considero que el diálogo político con enemigos y adversarios no es lo que está en la mesa para acometer de inmediato en nuestro país. Esto podría hacerse cuando los enemigos y adversarios demuestren clara disposición a dicho diálogo. La dirección cubana siempre ha estado dispuesta al diálogo pero enemigos y adversarios no lo han estado de forma permanente. Me parece que el paso inmediato para encontrar la solución a la multicrisis nacional por la que estamos pasando es darle más participación al pueblo, que en su mayoría apoya a la Revolución, en las decisiones de su interés. Confío más en el perfeccionamiento de las modalidades de la democracia directa que ya se aplican y en la introducción de nuevas modalidades de este tipo de democracia, que en mi opinión es la única que se puede calificar como socialista. En especial, creo que ya está a la orden del día avanzar en la democracia directa electoral en los niveles nacionales del Estado y del Gobierno, así como en todos los niveles del Partido político único y las organizaciones de masas y sociales. Ello comportaría la supresión de las llamadas Comisiones de Candidatura y que sean los propios electores los que postulen a los candidatos a ocupar los cargos a elegir. Esta modalidad ya se aplica con éxito para postular y elegir a los delegados de los órganos municipales del Poder Popular en la cual se postulan una mayor cantidad de candidatos que los cargos a ocupar mediante la elección. Ese es el método que, en mi opinión, debe aplicarse en todos los niveles territoriales del país, con las correspondientes modificaciones según el caso, pero siempre respetando que postulen los propios electores.

  2. Antes de todo.., no existía nada…

    Pero, ¿Usted porque dialoga con su pareja? o ¿Por que dialoga con sus compañeros de trabajo?, lo primero, antes del dialogo, es que exista una necesidad de dialogar., pero.., ¿Qué sucede su usted tiene todos los poderes y no existe amenaza alguna de perderlos? usted sería un dictador, y los dictadores – a no ser que haya una presión en las calles – no dialogan ¿Y por que lo harían?

    Si al menos hubiera una razón común, digamos, el bienestar de la sociedad.., quizás se podría establecer algún dialogo. Pero ese bienestar no esta en el programa (ni ha estado) ni del «dictador» – o grupo de dictación – , y se visualiza simplemente en las leyes, normas, decretos, discursos, constitución, etc.

    Será preferible hundirse en el mar – niños, abuelos, padres, etc. – que ceder., claro que no hay una consulta ciudadana o encuesta que pregunte si todos están de acuerdo con semejante barbaridad. Pero ese es otro punto.

    Así que la pregunta es… ¿Por qué dialogarían? ¿Por qué cederías?

    —-

    A veces los leo – me refiero a las publicaciones oficiales del grupo en el poder – y llego a la conclusión de que la política la han transformado en un partido de beisbol.., lo importante es ganar. ¿Realmente lo importante es ganar? ¿Ganar que? ¿Demostrar que?

    —-

    ¡Hemos ganado!, solos, sin nadie en las gradas, sin brazos, sin piernas, sin luz ni esperanza.., ¡Hemos ganado! victoriosamente desmembrados.

    s2

  3. No creo que el Gobierno cubano haya estado dispuesto al diálogo, pues siempre se ha identificado al otro como enemigo e invasor y se ha autodefinido, por siempre, como “la única opción”.
    Con el Gobierno cubano, NO HAY POSIBILIDADES de diálogo que lleve a un buen resultado.

  4. No hace falta dialogar el gobierno sabe lo que piden .
    – Libertad para los presos políticos.
    – Elecciones libres
    – Una asamblea costituyente y una nueva constitución.
    – Entre otras cosas.

Deja una respuesta

Ariel Dacal Díaz
Ariel Dacal Díaz
Escritor y educador popular. Doctor en Ciencias Históricas por la Universidad de La Habana

Más de este autor

Descubre más desde La Joven Cuba

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo