Corina Mestre: «Este es el único lugar donde me interesa morir»

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Luego del fallecimiento de la actriz cubana Corina Mestre y la polémica alrededor de su figura compartimos a solicitud del autor una entrevista realizada hace unos años con una introducción escrita por este. Consideramos que, más allá de las opiniones sobre su persona, sus respuestas son útiles para enriquecer el debate público.


El 1 de junio de 2024 a los 69 años de edad falleció Corina Mestre Vilaboy, primera actriz del teatro, la televisión, la radio y el cine. Licenciada en Artes Escénicas por el Instituto Superior de Arte (ISA) la también Profesora Titular y declamadora se ganó el respeto del público cubano por sus interpretaciones que transitaban con facilidad del drama a la comedia.

La noticia de su muerte ha provocado reacciones de todo tipo, como casi siempre sucede con personalidades tan conocidas. Sin embargo, no deja de sorprender algunos mensajes en redes sociales de quienes nunca aceptaron su militancia comunista y el legítimo derecho a respaldar cualquier sistema político. ¡Sobran las palabras ante tanta intolerancia y miseria humana al descubierto!

Corina Mestre recibió en vida el Premio Nacional de Enseñanza Artística 2015 y el  Premio Nacional de Teatro 2022. Durante muchos años trabajó como actriz en Habana Radio, emisora del patrimonio cubano donde coincidimos varias veces y donde conversamos una tarde, hace casi diez años.

Corina, ¿dónde usted se encontraba en 1959?

Cuando triunfa la Revolución yo estaba exiliada en Venezuela porque a mi papá lo había torturado Ventura[1], uno de los sicarios de Batista. A mi mamá la estaban buscando para matarla también y meses después el Movimiento 26 de Julio nos envió para Venezuela en un barco. Yo tenía cuatro años. En ese momento me doy cuenta, aparte de que era una niña muy avispada, que uno estaba metido en una vorágine muy particular, viendo cosas alrededor muy fuertes y eso hace que uno madure mucho más rápido.

Llegamos a La Habana justamente el 8 de enero, cuando Fidel entra a la capital. Mis padres estaban consagrados a la Revolución y eso fue lo que aprendí, en mi casa, en la cuna. Yo era una muchacha que me gustaba mucho leer y las cosas las aprendía muy fácil.

¿Cuándo es que ingresa al Ministerio del Interior?

Soy captada para el Ministerio del Interior (MINIT) en el año 1969, no había cumplido quince años todavía y entro definitivamente en el año 1972. Al principio pensé que había entrado por esa supuesta alma de aventurera y decía: «voy a vivir otras vidas».

¿Suponía un compromiso político más que familiar?

Después de los años veo las cosas diferentes. No era un compromiso familiar, porque mis padres querían que yo estudiara. Pero me sentía obligada, comprometida. También andaba con la gente de la Nueva Trova porque Noel Nicola era mi mejor amigo. Sus padres tenían excelentes relaciones con los míos. Con Noel me dejaban salir hasta las once de la noche, era mi hermano. De hecho, no he superado su pérdida. Y como todo el mundo estaba viviendo una epopeya, porque era la época de la heroicidad cotidiana y tenía que formar parte de todo aquello.

A nosotros no nos había tocado luchar en la Sierra Maestra para hacer la Revolución, entonces sentíamos la necesidad de hacer, hacer y hacer y aprender, aprender. Teníamos muy claro que en ese momento lo más importante era la cultura «del saber», que no es la cultura «del tener» de hoy.

Cuando entro a trabajar en el MINIT conozco a Humberto Rodríguez, el director de teatro, nos hacemos amigos y por casualidad me encaramo al escenario a hacer una obra con él.

¿Y por qué lo hizo?

Porque una niña que trabajaba con él se había enfermado con varicela antes de ir al Festival de Aficionados. Entonces estaba en la Nueva Trova, en el MINIT… era como un tren, no paraba. Todo el día me la pasaba trabajando, participaba en los conciertos, también en Teatro Estudio… era como la necesidad de estar en todas partes y de aprender.

corina mestre
Foto: Jaime Masó Torres

Como dicen por ahí desde chiquitica tenía ese bichito por la actuación…

No, ningún chiquitica. Ese cuento de que yo me disfrazaba, no. Yo desde niña recité poesías, estuve en la Nueva Trova, viví, que es lo más importante. Mi casa estaba al lado de Teatro Estudio, mi mamá hacía guardia con Raquel Revuelta. A veces me permitían hacer la guardia con ellas, buscar ladrones… En esa época se hacían muchas cosas y yo metida en todos esos «shows».

Luego me presenté en el Instituto Superior de Arte (ISA) en el curso para trabajadores. Cuando vi que estaba aprobada empecé a pedir la baja en el MINIT y salí definitivamente en diciembre de 1980. Te repito, yo siempre estuve en Teatro Estudio, era como la mascotica de allí, viendo los ensayos…

¿Aceptaron sus decisiones en la casa?

Recuerdo que un día mi mamá le pidió a Raquel Revuelta ver una de las obras donde yo participaba para decirle que yo no tenía ninguna condición para ser actriz. Ese día fueron a ver la obra Berta Martínez, Vicente y Raquel Revuelta. Quería morirme, ni salir del camerino. Pero bueno, al final hice la obra y cuando se terminó me fui para el camerino hasta que se fueran.

Cuando bajo, todos estaban allí y Raquel Revuelta me dice: «tú vas a hacer actriz». Vicente y Berta me felicitaron y cuando llego a la casa mi mamá me dijo un montón de cosas y hasta se peleó con Raquel. Nada, después se le pasó.

Cuando dejé el MINIT donde ganaba cerca de trescientos pesos y empiezo en Teatro Estudio con cerca de ciento y tantos pesos, mi mamá se disgustó mucho porque decía que ser actriz era la última carta de la baraja.

¿Lo superó?

Sí, mi madre es una mujer brillante, con una capacidad increíble. Yo la admiro mucho y te das cuenta que cuando hablo de ella se me iluminan los ojos. Algo me lleva a decir: «esta mujer es de armas tomar». Eso debe estar en los genes. Las mujeres de mi familia son muy fuertes, creo que la menos fuerte soy yo. (Se Ríe).

Mi mamá es una fortaleza hasta sobrehumana. Además de la rebeldía, yo lo que tengo es un sentido muy amplio de la justicia. No soporto una bofetada en la mejilla de nadie. Puede parecer una pose, pero no lo es. Te repito: no soporto las injusticias, me sacan de mis casillas y me ponen en un estado temperamental muy fuerte, porque no lo resisto. Y de hecho, a veces me meto en lo que no me importa.

¿Ya ha pensado en retirarse de la actuación y del magisterio?

No. Jamás. Ni en los momentos más difíciles.

¿Y nadie ha intentado persuadirla para que se vaya de Cuba?

No solamente eso, yo he tenido propuestas de trabajo para no estar en Cuba. Lo que pasa es que yo tengo muy bien definidos qué cosa es patria, identidad, la Revolución. Hay una obra de teatro que se llama Puerto de coral, de Maikel Chávez, que me dio la posibilidad de decir lo que pienso con respecto a las generaciones. Estoy aquí porque este es el único lugar donde me interesa morir.

Corina Mestre
Foto: Jaime Masó Torres

Corina, ¿desde el arte es posible «resolver» algunos problemas que vive la sociedad cubana actual?

Siempre he pensado en esto: la política nos divide, la religión, los idiomas… Pero cuando tú te paras frente a una obra de arte, empiezas a sentir una serie de sensaciones que te llevan a las emociones. Cuando tú sientes y te emocionas, eres capaz de cambiar. No es sólo lo que yo hago, sino todo lo que puede hacer el arte en función de modificar al individuo, de tocar las zonas más sensibles para hacerlo reflexionar. Si existe una pérdida de valores se debe—entre otras cosas— a que la gente ha sacado de su vida el arte.

¿Le gusta escribir?

No te puedes imaginar cuánto respeto eso.

Poesía, por ejemplo…

La poesía es para mí lo divino y quienes escriben poesía están tocados por una varita. De hecho, no creas que no lo hice, pero lo desaparecí porque era malo.

¿Es verdad eso de que los actores son muy desorganizados?

Es lo que se hace pero no debería ser así. Los actores deben tener una vida muy organizada porque el trabajo que hacemos nos puede llevar al desequilibrio. Hay que ser muy ordenado para poder distanciarte, observar, hacer las cosas y salir de ellas. Si no eres capaz de dominar la técnica de esa manera no eres realmente un actor, eres una persona que está haciendo catarsis.

¿Entonces qué provoca ese tipo de comportamiento?

Es que hay un problema de formación. La actuación no es una terapia y si se toma como terapia no es actuación.

Hablemos de su trabajo como actriz. ¿La llama poco para trabajar?

No es eso, es que yo rechazo muchas propuestas. He rechazado cerca de doce telenovelas y lo voy a hacer hasta que me presenten una que diga aquello que me interesa decir.

¿Doce? ¿No es demasiado selectiva?

Para nada, ¡es que no me interesan los guiones! La esencia no es que la gente me vea y pueda ganar un dinero. Me gusta que mi trabajo cumpla una función y si no lo hace, ¿para qué lo voy a hacer? Por suerte aparecieron las series de Rudy Mora. Con él me encanta trabajar porque nunca está conforme. Se pasa la vida entera investigando, buscando para encontrar nuevos caminos. Me entiendo muy bien con él. Tampoco tengo ningún problema con que un joven venga y me presente un buen proyecto. Pero todo lo que Rudy me presente yo lo voy a aceptar.

¿Qué pasa entonces con las telenovelas?

Es que tienen un esquema y cuando te sales de él, resulta muy difícil. Por eso me gustan más las series, porque puedes trabajar la cotidianidad, la realidad, diciendo cosas más fuertes. Sin embargo, eso no me pasó con Pasión y Prejuicio, donde participé en la investigación. Pero es sólo por eso, tampoco es que lo rechazo todo. A mí me gusta hacer lo que es importante hacer, lo que es válido. De hecho, hice Meñique y ahora mismo estoy haciendo otra serie que se llama La Reina de la ortografía que me tiene alborotada porque es para niños de tres a cinco años.

¿Cómo lleva la cotidianidad?

A mí la cotidianidad nunca me ha aplastado. Es fuerte pero no me aplasta, porque la mayor parte de las cosas las hago por amor y entonces eso te alimenta otras zonas que creo son más importantes. No es un secreto para nadie que yo trabajo en las escuelas y no cobro ni un centavo por eso. Y en Habana Radio por ser actriz, es el sitio donde con regularidad gano un salario. Pero la cotidianidad me lleva como a cualquier cubano de a pie, eso es lo que soy: una cubana de a pie.


Entrevista incluida en el libro La memoria está ahí. Editorial EnVivo, 2020.

[1] Esteban Ventura Novo, coronel de la policía durante la dictadura de Fulgencio Batista.

2 COMENTARIOS

  1. Todo para mí, y para muchos, por suerte y fe para el futuro mejoramiento humano, lo resume ésta «sentencia» escrita en el comienzo de este artículo y cito: …¡Sobran las palabras ante tanta intolerancia y miseria humana al descubierto!
    Incluso al enemigo se respeta. No es precisamente enemigo ésta cubanisima exponente de los mejores valores del arte y la cultura general, también crítica cubana.

  2. Bueno si a Rosita Fornés apenas se le mencionó en esta parte cuando murió, y algunos nos enteramos que estaba aquí cuando ocurrió su deceso, no es de extrañar. De Juana Bacallao, tampoco apenas mencionada, dijeron que era una loca y hasta algunos usaron ciertas alegorias ofensivas para referirse a ella. Las imprescindibles redes sociales. Pero lo curioso es que aquí nadie reconoce haber sido miitante, cederista y a veces ni pionero. Todos fueron anti castristas. Que en paz descanse Corina quien tantos buenos momentos deja en el recuerdo de tantos, con sus actuaciones magistrales, en televisión o en teatro. Vale la persona y su obra. A la persona no la conoci, pero su obra fue maravillosa.

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