Buendía, machos alfa

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Hay obras literarias que desde su creación fueron consideradas imposibles, o casi, de llevar al cine. Ora por el escenario en que se desarrollaban, ora por la peculiar atmósfera poética que conseguían, ora por lo enrevesado de las peripecias, lo cierto es que The Lord of the Rings de Tolkien, Rayuela de Cortázar, Finnegans wake de Joyce, Pedro Páramo de Rulfo, Dune de Herbert o Cien años de soledad de García Márquez, entre otras, se resistieron y resisten, ahora y siempre, al invasor. En algún caso hubo alguna desafortunada tentativa que no funcionó del todo, en otros no se ha intentado nunca; sin embargo, en los últimos años hemos llegado a ver adaptaciones de un puñado de ellas que no desmerecen del texto original.

Vamos a ver, podríamos resucitar el añejo debate acerca de la pertinencia de trasvasar cualquier historia de un medio a otro, cuando es bien sabido que tras una lectura nos formamos imágenes mentales de personajes y ambientes, imágenes que varían levemente para cada individuo, de manera que sería un milagro que todas concuerden con la versión fílmica. Por otra parte, una adaptación, incluso si es para serie y no largometraje único, implica la reducción del material original; la selección, a juicio de alguien que por lo general no es el autor del texto matriz, de pasajes fundamentales mientras se apartan otros que se asumen prescindibles. Un fenómeno concomitante es que la gente lee cada vez menos pero cada vez consume más productos audiovisuales, con el resultado de que, no en el mejor pero sí en el más frecuente de los casos, conocen a los clásicos literarios por adaptaciones no siempre felices.

Pese a todo lo anterior, tan inevitable como echar barriga con los años, la Dune de Denis Villeneuve (la primera parte de 2021, la segunda de 2024, y habrá una tercera) consigue lo que no consiguió del todo la versión de 1984 del recientemente desaparecido maestro David Lynch: trasladar a la gran pantalla el universo de Herbert sin provocar demasiados infartos entre los fanáticos. Pedro Páramo (2024) de Rodrigo Prieto logra más o menos lo mismo al reconstruir la atmósfera surrealista y ominosa de la novela de Rulfo. Y todo el mundo se imaginaba al Balrog como lo retrata Peter Jackson en su trilogía de 2001 a 2003. En fin, que cada vez quedan menos narraciones infilmables, aunque siga siendo preocupante que para mucha gente constituyan un sucedáneo del texto de origen.

 Entonces llega la serie Cien años de soledad (2024) de Alex García y Laura Mora.

Una novela colombiana, un elenco colombiano para una producción filmada en Colombia y dirigida por nativos. No es una receta infalible per se, pero desde luego funcionó en este caso, sobre todo si se considera que la (temible) alternativa hubiera podido ser una versión con actores gringos hablando en inglés e intercalando palabras en español mal pronunciadas. Uf.

Reducir la novela de García Márquez a ocho capítulos de más o menos una hora es una proeza notable, si se tiene en cuenta que nada importante parece faltar. Conseguir el sabor del realismo mágico era todavía más difícil, pues no se trata de acumular espectacularidades; como dice el corrido, no hay que llegar primero, pero hay que saber llegar. En mi opinión, García y Mora llegan, y su Macondo es, si no el Macondo imaginado, sí un Macondo probable. En materia de actuaciones, me convence mucho más el José Arcadio joven (Marco Antonio González) que el viejo (Diego Vásquez); me gustan ambas Úrsulas Iguarán, la joven (Susana Morales) y la mayor (Marleyda Soto), Claudio Cataño como Aureliano Buendía… bueno, y muchos más, hay decenas de personajes. Mención especial merece la cubana Jacqueline Arenal como Leonor Moscote: ha desarrollado su carrera tanto en Cuba como en Colombia, y se mueve como pez en el agua aquí, allá y en todas partes.

Fueron construidos cuatro Macondos diferentes para ilustrar la evolución del pueblo. La fotografía es espectacular, y rinde tributo tanto a los paisajes naturales como a la belleza humana que se aparta de los cánones implantados por el Primer Mundo. Rebosante de símbolos y matices, Cien años… fue una producción costosa y dilatada, pero valió la pena: ya tenemos una versión decente del clásico, lo que no significa que no pueda ser corregida y aumentada en futuras aproximaciones.

También en español, aunque peninsular, y con otra Laura como directora, es la serie Machos Alfa (2021 – 2025) que ya ha estrenado su tercera temporada.

Para mí, esta es una de las mejores series que he visto en mucho tiempo. O por lo menos, una de las que más tienen que ver conmigo, con lo que creo, con lo que intento escribir. Vaya, que los productores no saben lo que se pierden al no contratarme para el equipo de guionistas.

Las premisas son sencillas: hay cuatro amigos varones y su vida privada; esto es, sus parejas, sus hijos y padres, sus conquistas y rechazos, todo a través del cristal coloreado de lo políticamente correcto en materia de género, en la sociedad española de hoy día. Aunque desde el título es evidente que los protagonistas son ellos, los personajes femeninos están tan bien desarrollados (no es un comentario sexista, hablo en términos dramáticos) y enfrentan no menos decisiones, inseguridades y derrotas que los machos.

La serie se mueve todo el tiempo sobre la cuerda floja de lo que es socialmente permitido, en un constante contrapunteo entre la visión tradicional de los roles de género y las mucho más justas, aunque no a salvo de extremismos contraproducentes, concepciones actuales. Aquí radica uno de los logros más notables del material: en no dejarse llevar por reducciones al blanco y negro, en no caer en el antes-todo-era malo y ahora-sí-sabemos-hacer-bien-las-cosas. Es muy interesante la manera en que se presenta el dilema de hasta qué punto el varón moderno está realmente convencido de la importancia de la igualdad de géneros, la libertad sexual, la necesidad del consentimiento, etcétera, o si en muchos casos se resigna o se camufla, como el animal que hiberna en espera de tiempos mejores. Y es igualmente destacable ver parecido rosario de actitudes en las mujeres, desde las que disfrutan y tantean hasta las cazadoras de herejes.

El hecho de que haya cuatro protagonistas permite a los guionistas poner en el portaobjetos las posturas más convencionales, sustanciadas en el machismo casi primitivo de Raúl (Raúl Tejón); la del esposo estoico y soft de Luis (Fele Martínez), pasando por la del tipo atractivo y triunfador, Pedro (Fernando Gil) que se esfuerza por seguir la corriente y deconstruir su masculinidad pero necesita una esposa trofeo, y la de Santi, el divorciado inseguro, incondicional del feminismo hasta el punto de declararse mujer en cierto momento… y recular luego (Gorka Otxoa). Todos son urbanitas, de diferentes estratos sociales, pero sus posiciones resultan frágiles aunque no se note a primera vista.  

Todo está bien calibrado en Machos Alfa, no para intentar convencerte, sino para hacerte mirar alrededor. La dupla creativa de Laura y Alberto Caballero ha sabido rodearse de un equipo eficaz, que incluye a los guionistas (bastante bien lo hacen, considerando que falto yo), los responsables de la fotografía y edición, hasta el elenco. Kira Miró como Luz, la abogada dada a la exploración y la aventura, María Hervás como la influencer Daniela, Raquel Guerrero como Esther, el ama de casa que aspira a ser actriz, y una miríada de actores y actrices secundarios e invitados configuran un ejército invencible. Y como la sociedad no se estanca (bueno, por lo menos la española no) podría haber más temporadas en el futuro…

Dos series en español, una de comedia, otra dramática. Eso recomiendo hoy a machos y hembras, a LGBTIQA+, a todos, no importa que seas Alfa o Beta y tengas Lambda, Épsilon o Theta…

4 COMENTARIOS

  1. De acuerdo con usted profesor. Cien años de Soledad entré admiradores, detractores y «puristas» del libro ha ofrecido un producto hermoso y digno, para disfrutarlo se debe dejar a un lado el «Macondo particular y los personajes imaginados por cada quien tras la lectura». El lenguaje audiovisual es «otra» manera de acercase a ése monumento literario y creo, sin ser especialista, que lo ha hecho con buen paso.

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Eduardo Del LLano
Eduardo Del LLano
Escritor, guionista y director de cine cubano

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