Yoss: la industria editorial está abocada a la muerte

Getting your Trinity Audio player ready...

Transcripción del cuarto episodio de La Sobremesa: «Ser escritor en Cuba, con Yoss».

Ya está disponible en todas las plataformas de audio y video:

YouTubeIvooxApple PodcastSpotify.

[Música de presentación]


Mariana Camejo (MC): Hola a quienes nos están viendo o nos están escuchando a través de las plataformas de audio. Estamos en otro episodio de La Sobremesa, un podcast de La Joven Cuba donde hablamos con la ligereza y el desparpajo de quien está en la sala de su casa.

Jorge Bacallao (JB): Bueno, pero yo todavía me siento más ligero, porque fíjate que me quité ya la camisa de todos los capítulos anteriores y me puse un pullovito. Tú sabes que hay una frase, Mariana, que dice que toda persona debe tener un hijo, sembrar un árbol y escribir un libro. Nosotros hoy vamos a hacernos eco de eso, pero vamos a dejar un momentico el árbol y el hijo a un lado, porque el tema es la literatura.

(MC): Exactamente, y una vez más tenemos un invitado de lujo. Nos vamos a cansar de estar repitiendo esto.

(JB): No, pero es que no fallamos con los invitados. La Sobremesa convoca y el invitado de lujo acude. (Risas).

(MC): Así que no se vaya, hacemos una pausa y enseguida regresamos.

(JB): Acuérdese, se lo digo siempre, no se entretenga que se pierde el principio.

[Música]

(JB): Si usted camina La Habana, seguramente se ha encontrado alguna vez a nuestro invitado de hoy, y si se lo ha encontrado, estoy seguro de que no se le ha olvidado. Hoy tenemos el gusto de conversar con José Miguel Sánchez, que nadie sabe que se llama así, la gente lo conoce por Yoss. Uno de los escritores que aquí en Cuba ha ganado todo lo ganable (casi casi), que escribe cualquier género y que en materia de fantasía y ciencia ficción es una autoridad. Además, es vocalista de un grupo, todólogo, como se dice…

Yoss (Y): Polímata.

(JB): Esa es la cosa. Bueno, bienvenido Yoss a La Sobremesa.

(MC): Bienvenido, Yoss.  

(Y): Un placer estar aquí, o como diríamos para estar bien entre cubanos, un solar.

Cómo viven los escritores

(MC): Yoss, vamos a empezar por la pregunta quizás más básica. ¿Qué es para ti un escritor? 

(JB): Porque, déjame acotar ahí, tú sabes que esa definición… para la Uneac hay que tener dos libros. El maestro Heras León desde que te sentabas ahí te decía: «ya usted es un escritor». Y el acosador de la guagua que se le acerca a la muchachita con el libro y el poema, dice: «mira, yo soy escritor». O sea, para Yoss, ¿qué es un escritor?

(Y): Yo creo que escritor no se define por la cantidad de libros que tú has publicado, ni siquiera por la cantidad de libros que has escrito, ni por los premios que has ganado. Ser escritor es una necesidad. Uno no elige ser escritor, no le queda más remedio que ser escritor. Los escritores somos gente que necesitamos escribir, que disfrutamos más el proceso de la escritura que el hecho de haber escrito. Un escritor nunca está diciendo: «yo escribí tal cosa, yo publiqué tal cosa, yo gané…» Sino, generalmente, está diciendo: «estoy escribiendo ahora una novela, o voy a escribir un cuento».

Ser escritor, a veces te podría decir que es una maldición, porque significa, en el 90% de los casos, si no eres Stephen King o J.K. Rowling, dedicarte a una vida de miseria, y que cuando el vecino te dice: «yo te he visto por televisión, tú tienes que tener dinero, ¡cómprame la pata de cebolla!», tú le dices: «no, no puedo comprarte ni un dedo, ¡qué la pata completa!»

Ser escritor, a veces te podría decir que es una maldición, porque significa, en el 90% de los casos, si no eres Stephen King o J.K. Rowling, dedicarte a una vida de miseria.

(JB): Vamos a pasar por la parte económica, a eso vamos a llegar.

(Y): Ah, está bien. Bueno, menos mal que no traje manga, porque entonces si vamos a hablar de economía, así viene sin censura. (Risas). Pero, por otro lado, también es una bendición. Para mí, ser escritor es una de las grandes coartadas de la vida. Es una de las cosas que me ha permitido interesarme por casi todo. Cada vez que yo me ponía, por ejemplo, a investigar sobre la cocina sumeria, y eso es un tema esotérico donde los haya: ¿cómo cocinaban los sumerios? ¿tenían ollas de presión?, mi mamá me decía, «¿qué rayos tú estás investigando?» «No, mamá, estoy averiguando unos datos para un libro». Probablemente el libro nunca lo escribiera. De hecho, todavía no he escrito nada sobre la cocina sumeria.

Pero creo que es la autorización para tú meterte en un montón de cosas en las cuales una persona normal no se metería. Y en ese sentido, ser escritor es de alguna manera ser un hombre del renacimiento. Hay quien dice que los escritores tienen que empezar jóvenes, hay quien dice también que los escritores tienen que empezar después que han vivido. Yo creo que los escritores empiezan cuando no les queda más remedio. Y en lo general, a no ser que se decepcionen mucho, nunca termina. El oficio de escritor, una de las cosas maravillosas y tristes que tiene es que no tienes jubilación. Esto en el sentido de que estás escribiendo hasta el último día de tu vida y nunca te van a pagar una pensión por ser escritor.  

Yoss en La Sobremesa
Yoss en La Sobremesa

Libro en papel vs libros digitales

(JB): Exactamente, exactamente. Bueno, hay una cosa que no quiero dejar pasar ahora, Yoss, y tiene que ver con los tiempos que estamos viviendo. De hace unos años para acá, internet, los soportes digitales, están casi matando, según lo que dice la gente, al libro impreso. ¿Qué tú crees de eso?

(Y): Mira, yo creo que el libro impreso está pasando por el mismo proceso con respecto a la publicación digital por el que pasó el teatro primero con el cine y luego con la televisión. Hay teatro, pero también hay cine y televisión y eso no mata al teatro. En estos momentos, como funciona el mercado del libro impreso es que la gente compra primero el libro digital. Si les gusta, si lo quieren tener, lo mandan a imprimir. Ya no hay espacio en las casas normales para tener 600 o 700 volúmenes. Yo tengo 5.000 libros en mi cuarto.

(JB): Pero tú no tienes una casa normal. (Risas)

(Y): No, sí. De hecho, mi cuarto es una biblioteca que incluye una cama.

(JB): Y espadas y cuchillos.

(Y): Y espadas y cuchillos, pero van en las paredes donde no he podido poner libros. Tengo libreros en tres de las cuatro paredes de la casa. Y eso porque en la otra pared está la puerta. Yo creo que en estos momentos muchos escritores ven la presencia digital como una terrible afección, una especie de pandemia que le ha caído a la literatura. Creo que los problemas se pueden ver como una tragedia o se pueden ver como una oportunidad. Esta también es la oportunidad de que muchos escritores o gente que escribe llegue a la fama o llegue a una difusión sin tener que pasar por la criba de las editoriales. Esos monstruos que se quedan con el 85% de lo que tú escribes, a pesar de que ellos solo publican el libro. Ahora hay mucha gente que se abre camino a través de sitios como Wattpad. Es verdad que el 99% de lo que se publica en Wattpad es basura. Pero, como dijo Theodore Sturgeon, el 99% de todo es basura. Olvídate de eso y quédate con el 1% que vale la pena.

Tengo libreros en tres de las cuatro paredes de la casa. Y eso porque en la otra pared está la puerta.

Creo que estamos viviendo una especie de singularidad tecnológica en la cual los escritores tendrán que acostumbrarse a pensar en sus obras como hipertextos, tendrán que dejar de presumir de conocimiento, porque cualquiera podrá buscar en internet el día que fue la batalla de Waterloo, la hora que había y decirle: «estás hablando basura, esto no fue así». Y tendrán que empezar a gestionar más argumentos y definición de personajes en vez de presumir de enciclopedias o libreros con patas, que era como le decían a Lezama Lima.

(MC): Bueno, pero la industria editorial también a nivel mundial está pasando diversos desafíos, que también pasan por el tema económico. Háblanos un poco de esos desafíos.

(Y): Mira, yo creo que la industria editorial, como se le conoce hoy, está abocada a la muerte. La única posibilidad que tiene la industria editorial es de empezar a filtrarse hacia la impresión por demanda. Como te decía, la gente comprará un libro digital.

La industria editorial, como se le conoce hoy, está abocada a la muerte. La única posibilidad que tiene la industria editorial es de empezar a filtrarse hacia la impresión por demanda.

(MC): ¿Pero abocada a la muerte por el libro digital?

(Y): Abocada a la muerte por el libro digital y abocada a la muerte porque la mayoría de la gente, justamente en esta era digital, de redes sociales, de SMS, cada vez quiere leer menos y quiere leer más rápido. Cada vez les interesa menos el estilo. Entonces habrá que hacer como hace el ministro de Economía de la India: se olvida del 65% de su población que quiere seguir plantando y reverenciando a Shiva, y se preocupa del otro 35% que quiere trabajar en empresas digitales y que está minando bitcoins.

(JB): Tú hablabas de algo ahí que ha hecho la industria para tratar de resolver los problemas, como la impresión por demanda. O sea, tú te estás comprando un libro ahora, —vamos a suponer que podamos comprarlo por Amazon, vamos a soñar— y ese libro que te estás comprando no está guardado en un almacén. No se demoran en llevártelo a la casa, pero entre que tú lo pides y te lo llevan, lo imprimen.

(MC): Lo hacen.

(JB): Incluso vi el otro día, no sé si sabes de eso, —debes saber porque tú eres el caballo de Atila—, de unas bibliotecas en donde llegas, dices «yo quiero ese y te lo hacen en el momento».

(Y): Ya tuve la oportunidad de visitar bibliotecas así. Incluso uno puede pedir, «¿tú crees que me puedas hacer El Paraíso Perdido, de Milton?» «Sí, sí, lo podemos hacer». «¿Pero, lo puedes ilustrar con los grabados de Gustave Doré de la Biblia?» «Sí, se puede hacer». «¿Y yo puedo elegir dónde van los grabados?» «Sí, también se puede hacer». «¿Y cuánto va a demorar?» «Danos 45 minutos». O sea, y 45 minutos que realmente terminaron siendo 30 minutos. Porque al revés de lo que pasa en Cuba, 45 minutos suele picar hacia una hora. En el resto del mundo si no llegas temprano, estás llegando tarde.

(JB): Sí, sí. Es increíble. O sea, ¿compraste un libro así?

(Y): Compré un libro así.

(JB): Después que se termina de imprimir, ¿está caliente?

(Y): No, no. Una cosa tiene: huele a tinta. Y eso, para los que estamos acostumbrados al libro físico, es una cosa maravillosa. Las páginas rechinan todavía. Las impresoras, supuestamente, imprimes la página y se queda caliente. Pero parece que después lo encuadernan ya desde hace tiempo. 

Una historia de metros en una ciudad sin metros

(MC): Podríamos decir un poco ahí que la vida del escritor se está facilitando en cuanto a posibilidades de publicación, plataformas.

(JB): Bueno, sin ir más lejos, y ahora sí quiero que me digas, porque sé que tienes que ver con esto. Tú decías que lo que para algunos escritores es un problema, para otros es una oportunidad. Y yo me acuerdo de Glujovsky, que llevó su metro a todas partes y le decían que no, hasta que lo sacó por internet, gustó, y se convirtió en el fenómeno que es, que tiene uno de los mejores videojuegos y tiene, que eso es lo que yo no sabía, Yoss nos podrá decir. Bueno, yo dejé la historia en algún punto. Se hizo como una franquicia en donde cada escritor, escritores en el mundo, podían contribuir a la franquicia hablando de… Claro, porque la novela es un futuro distópico en donde hubo una guerra nuclear y entonces se refugiaron en el metro de Moscú una serie de personas. Y ahí dentro se hicieron grupos diferentes y toda una organización. Hay más metros en el mundo.

(MC): ¿Eso se puede replicar?

(JB): Claro que sí. Muchísima gente ha incorporado libros a la franquicia poniendo lo que pasó en el metro de Polonia, en el metro de Madrid. Y nosotros aquí no tenemos metro, pero Yoss escribió lo que pasa en el metro de La Habana. Cuéntanos de eso.

Yoss en La Sobremesa
Yoss en La Sobremesa junto a Mariana Camejo y Jorge Bacallao

(Y): Bueno, esto fue una idea que surgió en el año 2011 cuando yo estaba en Les Imaginales, que se celebran en Épinal. Un escritor suizo me dijo, «mire, este ruso quiere que yo le escriba una historia, pero en Berna tenemos un metro muy pequeño. Además, por lo que me está pagando es muy poco». Digo, «por curiosidad, ¿cuánto te está pagando?» (Risas) «No, él dice que por 2,000 o 3,000 euros». Digo, «mira, yo te lo escribo mañana. Dame el contacto».

(JB): El de La Habana y el de Berna.

(Y): La única objeción que puso Glujovsky: «yo tengo entendido, en La Habana no hay metro». Le dije: «no te preocupes». Y así surgió el proyecto que inicialmente se llamaba Habana no Metro 2033, porque todas las novelas de la franquicia empezaban con el nombre de la ciudad. Por ejemplo, Varsovia Metro 2033, Berna Metro 2033, Río de Janeiro Metro 2023. La novela finalmente se terminó llamando Tuerca de Rosca Izquierda, que también es una cosa muy relacionada con lo que somos los cubanos y lo que era la novela. Y, como no tenemos metro, yo coloqué a los supervivientes de esta catástrofe nuclear, de esta especie de apocalipsis tecnológico, viviendo en los túneles populares, en lo que quedaban de las alcantarillas, en unos supuestos tramos del proyecto original de metro con apoyo de la Unión Soviética que se hicieron en los años 80, que nunca pasaron del proyecto. Pero, bueno, en Cuba hay tantas cosas que se dice que se van a proyectar y no se hacen, que por qué no se iban a hacer algunas que se dijeron que no se iban a hacer.

Como no tenemos metro, yo coloqué a los supervivientes de esta catástrofe nuclear, de esta especie de apocalipsis tecnológico, viviendo en los túneles populares.

Y la novela iba a salir en el año 2021 en ruso, porque el contrato especificaba que debía salir primero en ruso. Entonces empezó la guerra de Ucrania, Glujovsky se declaró contra la guerra de Ucrania, lo declararon persona non grata. Estuvo preso en Rusia, se fue de Rusia, regresó a Barcelona, por suerte pudo salir y tuvo buenos abogados, y la novela no va a salir en Rusia, porque en este momento Dimitri Glujovsky es persona non grata en Rusia. Es probable que pronto aparezca en polaco, porque los escritores y los lectores del fandom polaco están muy interesados en la novela.

Yo tuve que conectarla con un blog argumental en el cual aparecía un submarino nuclear ruso, el último submarino nuclear que se llamaba Iván Grozny, o sea, Iván el Terrible, que llegaba a La Habana a recoger algunas personas. Y creo que va a ser muy interesante cuando la novela se incorpore a este corpus de Mundo Compartido que ya es Metro 2033.

(JB): ¿Te pagaron?

(Y): Me pagaron. En el 2019 Glujovsky en persona, la primera vez que nos encontramos, me puso en la mano (muy a lo mafia rusa), 5000 euros en efectivo, con lo cual pagó completamente mi viaje a Rusia para la presentación y todo eso, y hasta lo hizo rentable.

(JB): Wao.

De qué viven los escritores

(MC): ¿Se puede ser escritor y nada más?

(Yoss): Mira, yo siempre le digo a la gente que mi vida como escritor se parece a la de Tarzán cuando se mueve por la selva. Tarzán iba por la selva de rama en rama, saltando, gritaba «tamangani», y por debajo estaban el león y el leopardo que trataban de saltar y cogerlo, pero no lo cogían porque era Tarzán.

Yo como escritor voy de un premio a un pago por una colaboración, a un adelanto, a una columna, y de vez en cuando el león y el tigre, o sea, el vendedor de cebolla y el vendedor de claria, me cogen por una pata y me desgarran porque yo no soy Tarzán. Ser escritor, exclusivamente, creo que en Cuba es posible si uno publica en el exterior con cierta asiduidad, pero, de todas maneras, como en el resto del mundo, el 90% de los escritores tienen otro trabajo, y el otro 10% no tienen otro trabajo y nos morimos de hambre con tremenda dignidad.

(JB): Bueno, ¿y qué trabajos serían esos? En tu caso yo sé que tú eres todólogo, como ya dijimos, pero normalmente ¿con qué profesiones o con qué ocupaciones compagina mejor el escritor?

(Y): Obviamente con profesiones que están relacionadas con las letras. La primera en la que muchos editores caen es editor. Es gracioso que a uno le pueden pagar por editar el libro de otro escritor más de lo que le pueden pagar como adelanto por tu propio libro. Otra muy frecuente es periodista. A veces los escritores tenemos este ojo diferente, que ve la realidad desde otro punto de vista y la señala, y nos volvemos periodistas, sobre todo periodistas de costumbre. Yo hace unos meses estoy publicando una columna con Hipermedia Magazine, que la columna sale religiosamente, o sea, cuando Dios quiere, lo cual ocurre más o menos tres veces al mes, y yo siempre le dije, «mira, yo no sé si yo puedo hacer un artículo de dos, tres cuartillas». «Escríbelo del largo que sea».

Es gracioso que a uno le pueden pagar por editar el libro de otro escritor más de lo que le pueden pagar como adelanto por tu propio libro.

Entonces soy muy feliz porque los artículos que yo hago van entre un mínimo de cuatro a un máximo de ocho o diez cuartillas. Pero me salen en un día. Los escribo feliz. Van desde lo que es ser un dueño de almendrón en Cuba hasta el último que salió justamente ayer, que evoca la época de los juguetes, del básico, no básico y dirigido. Y recuerda a un vecino que hacía maquetas y que tenía un gran secreto en su vida, que no es que fuera gay, vamos a decirlo.  

(JB): Chicos, yo he visto, bueno, en tu caso, tú sí has hecho muchísimas cosas. Hablamos que tocas en una banda. A veces yo me he puesto a pensar en qué es lo más extraño a lo que se puede dedicar una misma persona en cuanto a que esas cosas no compaginen. Yo tengo un ejemplo de una muchacha que conocí de la universidad, que no he encontrado dos cosas más diferentes.

La muchacha era a la vez jueza y skater. O sea, un día estaba en un tribunal ahí juzgando y después cogía con su patineta su pullover largo y a darse golpe.

(Y): Eso, como dirían los comentaristas deportivos, si no es un récord, es un buen average.

(MC): Yo creo que podemos hacer una pausa.

(JB): Sí, para que nosotros nos tomemos el café y a Yoss le toca jugo. ¿De qué tenemos jugo? De guayaba, ¿no?

(MC): De lo que sea.

(JB): Del que sea.

(Y): Después de un jugo de guayaba uno necesariamente tiene que decir dos o tres mentiras, ¿no?

(MC): Vamos a una pausa y enseguida regresamos.

(Spot del Observatorio sobre el Extremismo Político de la Joven Cuba).


Yoss en La Sobremesa
Yoss en La Sobremesa

La Industria del libro en Cuba

(JB): Bueno, estábamos hablando de la industria.

(MC): De la industria editorial, un poco.  

(JB): Y vamos a cosas tristes.  

(MC): Vamos a aterrizar un poquito en Cuba, en las cosas tristes. Industria editorial en Cuba. Desafíos. Que son varios.

(Y): El primer desafío en estos momentos es conseguir papel.

(JB): Y no solo para escribir. (Risas).

(Y): Imagínense. Si no tenemos papel para otros usos, para publicar no hay. La mayor parte de las revistas y las publicaciones periódicas del mundo han pasado completamente a ese puente digital. Lo cual es también una antesala de su desaparición. Porque hoy por hoy, cuando las noticias circulan digitalmente a través de las redes sociales con tal velocidad y sin filtro, la gente no quiere que una redacción de un periódico le organice las noticias. Quieren tener acceso a ellas y decidir en qué creen y no creen.

Si no tenemos papel para otros usos, para publicar no hay. La mayor parte de las revistas y las publicaciones periódicas del mundo han pasado completamente a ese puente digital.

Pero los libros sí se siguen publicando en papel. Los manuales de instrucciones se siguen publicando en papel. Porque imagínate cómo tú vas a resolver con un manual de instrucciones para un generador de corriente cuando no tienes electricidad. Si el manual es digital. Cuba este año tuvo que publicar casi el 90% de los títulos de las ferias digitales. Pero esto representa un gran desafío.

Hace unos años se pensaba que estábamos más preparados que ningún otro país para enfrentar el reto de la digitalidad, al menos en el aspecto de los pagos. Porque en Cuba sabes que los escritores cobramos la misma cifra si vendemos todos los libros el primer día de lanzamiento que si no vendemos ninguno. Son cifras fijas. No se cobra un porcentaje. Entonces, eso parecía que era lo más fácil.

(JB): Además, fijas también con respecto a la inflación.

(Y): La cuestión es que eso no es una cosa muy agradable, porque cuando te pagan el libro que sacaste el año anterior, te lo pagan este año. Lo que era dinero el año anterior ahora te sirve para comprarte una pizza. Y no en todos los lugares. Pero resulta que como somos tan maravillosos que para cada problema encontramos una solución. No, era al revés. Para cada solución encontramos un problema. Ahora que se podía pagar un precio fijo para los escritores por una publicación digital, decidieron que había que registrar la cantidad de ventas que tenía tu libro y que según la cantidad de ventas se te pagaba. Quiere decir que en este país que pudiera tener una calavera con dos tibias cruzadas en lugar de la estrella y el triángulo de la bandera, porque somos una nación pirata. Todas las películas y todos los seriales que ponen están pirateados. No se pagan derechos por nada. De pronto, como todos los cubanos piratean incluso de las plataformas supuestamente inaccesibles de Citmatel, como Súper Fácil, que debiera llamarse súper difícil. No hay manera de saber cuánta gente compra el libro. Y lo que hace un cubano que normalmente compra el libro, si le gusta se lo pasa a todos los amigos hasta que te dicen, «oye, todo el mundo ha leído tu libro». «¿Y cuántas compras hay?» «No, dos compras».

Lo que era dinero el año anterior ahora te sirve para comprarte una pizza. Y no en todos los lugares.

(JB): Por lo menos tú sabes quién fue el que lo dio.

(Y): Ya tú sabes quién fue el que lo dio.

(JB): Oye, increíble esto. Yo no tenía la cifra del porcentaje de libros digitales en la Feria. Ya un poco más que eso es ponerse un video en La Cabaña uno, ¿no? El año que viene.

(Y): Curiosamente, las pocas editoriales que han presentado ejemplares físicos, por no decir analógico, son las editoriales provinciales: 500 ejemplares, 1000 ejemplares Letras Cubanas, Gente Nueva, Último Milenio.

(JB): No tienen papel.

(Y): De hecho, se está hablando, Pueblo y Educación, que es la que hace los libros de texto para los niños, está hablando de pasar todos los libros de texto a digital. Lo cual es una maravilla porque como todo el mundo sabe cada niño cubano cuando nace recibe un celular de otro modelo con el cual se puede mover. (Risas)

(JB): La cigüeña se lo trae, se lo deja. 

(JB): El módulo básico que es celular, generador, auto eléctrico y laptop.

(Y): Pero hay mucha gente que ahora con el tema de las críticas a la Feria del Libro ha propuesto quizás, por ejemplo, hacer la Feria cada dos años para poder garantizar impresión. Además de garantizar que se impriman libros que de verdad a la gente le interese.

Se ha propuesto hacer la Feria cada dos años para poder garantizar impresión. Además de garantizar que se impriman libros que de verdad a la gente le interese.

(JB): En pocas ferias del libro del mundo entero te puedes comprar un collar de semillas tan bonito como los que se consiguen aquí en estas ferias.

(Y): O comprarte una pizza tan luchada como las que se ven o comprarte una selección de mangas japoneses.

(MC): Carísimos que, además, estuvieron esta vez.

(Y): Mi novia estuvo trabajando un día haciéndole promoción a los mangas, disfrazada de elfo, y yo le preguntaba «bueno, ¿cuánto vendiste?» «Como 5 o 6. Los más baratos estaban a 1000, los más caros a 6000. Pero un montón de gente se tiró foto conmigo, debí haber cobrado por la foto».

(JB): La Feria tiene récord de venta de Cristiano Ronaldo.

(MC): Además de materiales de oficina. La Feria está mutando a lo que originalmente era.

(JB): Y yo no sé qué creerás tú, pero para mí todo ese barullo creo que a veces le dificulta la vida al que va a buscar libros.  

(Y): Bueno, en realidad las ferias en todo el mundo son un gran espectáculo y un gran negocio. Yo siempre les recomendaba a todos los escritores que se creían el centro del universo, la mejor pluma de la galaxia o el mejor teclado de la galaxia, que si podían fueran a las grandes ferias, las de Guadalajara, las de Frankfurt, para que se dieran un bañito de humildad, para que se dieran cuenta de que hay un montón de escritores, un montón de libros, muchísimos buenos y la mayoría de ellos nunca van a ir a ninguna parte. Nunca van a entrar en la categoría del libro del mes, nunca los va a conocer nadie y son magníficos. Creo que la Feria del Libro en general, pero la Feria del Libro de La Habana, sobre todo, es una especie de vitrina de las vanidades en la que tratamos de aparentar, como aquel famoso bocadillo de la película Erick el Vikingo, de Terry Jones: Hy-Brasil no se está hundiendo… glu glu glu.

Tratamos de aparentar que todo está normal, que el sistema editorial sigue funcionando, que no tenemos problemas, que hemos pasado sin pena ni gloria, pero sin dolor, de las publicaciones analógicas a las publicaciones digitales. Pero, en realidad estamos completamente desconcertados. Los escritores están desconcertados, los promotores están desconcertados, los que trabajan en la editorial están desconcertados y eso significa que, de ahí para arriba, ministro de cultura y más arriba todo el mundo está desconcertado. O sea, no se sabe qué va a pasar con la Feria del Libro. Se habla de hacerla cada dos años, hay quien ha hablado simplemente de suspenderla, de que no necesitamos una feria nacional, que basta con una feria de provincia. Hay quien ha llegado a extremos: «¿y qué tal si hacemos una feria cada cinco años para tener de verdad algo que publicar?»

En realidad estamos completamente desconcertados. Los escritores están desconcertados, los promotores están desconcertados, los que trabajan en la editorial están desconcertados.

(JB): Una buena verdad. A mí me pasó una cosa con el único libro que tengo publicado. El libro salía para una Feria. Eso fue hace siete u ocho años. Me dijeron, «el libro no va a salir, el libro no va a salir». Y yo dije, «bueno, será que hay algún problema de censura», y me dijeron, «no, no, no, si hay como tres libros sobre el bloqueo que tampoco van a salir». Es un problema de papel entonces, me dije.  «Vamos a ver cuándo sale el libro». Y un día un amigo mío, durante la Feria me llama y me dice: «oye, ¿el libro por fin que tú ibas a publicar?». Yo le dije: «compadre, me dijeron que no». «Bueno, lo tengo aquí alante. Estoy en la librería Alma Mater, lo tengo alante, te lo voy a comprar». Imagínate tú. A lo mejor estaba yo hasta en calzoncillos en la casa. Me vestí, salí para allá a ver si era verdad, ¡y estaba ahí el libro! Esto es increíble.

(MC): Yo creo que también otro problema que está traspasando todo este tema es la comunicación. Por ejemplo, en Cuba no se trabaja con la idea del bestseller, aunque yo recuerdo en mi adolescencia El diablo ilustrado.

(Y): El concepto mismo del bestseller es contrarrevolucionario. (Risas).

(MC): Pero es que no, no podemos ir por ahí.

(Y): Sería el enriquecimiento ilícito de un escritor. ¿Queremos tener escritores millonarios?

(MC): ¡Yo sí quiero tener escritores millonarios!

(Y):  Yo quiero ser uno yo quiero ser uno, ¡eh!

(JB): Chico, ¿a ti te parece que se pudiese hacer algo en ese sentido? ¿Qué se podría hacer para mejorar ese asunto?

(Y): Lo primero que se podría hacer, no sé si tú sabes que todos los libros en Cuba están subsidiados porque cuesta más imprimirlos que el precio de venta. O sea, con cada libro el Instituto Nacional del Libro pierde dinero. A pesar de eso, se publican muchos libros que no tienen un gran valor económico, con temas tan interesantes como las luchas obreras en el puerto de Nuevitas entre 1941 y 1942, que probablemente le interese a mucha gente que vivió en el puerto de Nuevitas, familiares que vivieron en el puerto de Nuevitas.

Se publican muchos libros que no tienen un gran valor económico, con temas tan interesantes como las luchas obreras en el puerto de Nuevitas entre 1941 y 1942.

(JB): ¿Pero esos libros tienen la utilidad de dárselos en un Congreso del Partido a alguien con un diploma, un gladiolo?

(Y): Claro, claro, claro.

(MC): Es que hay que trabajar con el interés público.

(JB): Por supuesto.

(Y): Además, como tienen un tamaño estándar se ven de lo más bonitos cuando los pones en una colección.

(JB): Yoss, de eso no se ha hablado y yo veo que pasa desde siempre. Entro a una librería y el 90% no es que no me interese a mí, porque no me gustan esos temas, es que son libros que nadie mira. Uno se pregunta a quién le interesa.

(Y): Exacto, exacto, exacto. Mira, el sistema editorial cubano no está basado en la ganancia ni en el provecho económico. Eso tiene cosas buenas como, por ejemplo, pueden publicar autores desconocidos; no tienen que hacer contratos leoninos en los cuales la editorial se queda con el 90%. Pero lo malo es que, si un libro se vuelve un éxito, es lo peor que le puede pasar a un escritor. O sea, ahora mismo la gente me pregunta, «¿dónde están tus libros?» Digo: «en casa de la gente que los compró». «¿Pero no se han hecho reediciones?» En cualquier parte del mundo, si un libro se vende, la editorial dice «ah, esto es un negocio, vamos a lanzar más». En Cuba te dicen: «no, tuviste tu chance. Mil ejemplares, 2000 ejemplares. No aspires a más, no seas ambicioso».

El sistema editorial cubano no está basado en la ganancia ni en el provecho económico.

(JB): No sé si será verdad, tú me dirás. En algún momento, alguien me dijo que Agustín de Rojas no tenía Espiral.  

(Y): La primera edición de Espiral, la que se hizo en el año 82, la edición del David tuvo nada más 400 ejemplares. Como te darás cuenta, 400 ejemplares de una novela que es fundacional dentro de la ciencia y ficción cubana volaron. Yo nunca tuve un ejemplar de Espiral. Yo tuve una fotocopia que me hizo un amigo que vive en Portland, Oregón. Y la leí en el ejemplar dedicado por Agustín de Rojas que tenía mi vecino Arnoldo Águila. Agustín no tenía un ejemplar porque le había regalado el ejemplar a un vecino que se le quemó la casa y decía el vecino: «lo que más lamento es la pérdida de este ejemplar». Dice Agustín: «y yo». (Risas).

(MC): Bueno, pero el asunto aquí es que no se está pensando en la industria editorial como industria, como negocio que necesita sostenerse.

(Y): Pensar en la industria editorial como negocio en Cuba, como te digo, es contraproducente. Es dejar infiltrarse al capitalismo en el mismo seno de la economía socialista. O sea, fu fu. (Risas).

(MC): Pero es que, si ahora mismo hay un intento de convertir, por ejemplo, a los medios de prensa en autosostenibles, también tiene que haber un intento por convertir la industria editorial en autosostenible.

(Y): Muchos de los, pudiéramos decirles, jerarcas de la cultura tienen grandes miedos. ¿Qué leería la gente si les permitieran elegir? ¿Novelitas Corin Tellado?

(MC): Lo que ya está leyendo. Está digital.

(Y): Yo creo que también la gente leería cosas que no le hacen mucha gracia a la cultura. Leerían todas las novelas de Padura. Querrían leer las novelas policiacas de Lorenzo Lunar, las novelas y libros de cuentos de todos esos cubanos que viven fuera y publican sobre Cuba, pero en Cuba no se habla de ellos o se habla solo para decir: «son unos traidores, no quiero compartir la Feria de Tampa con ellos».

Premios literarios y jóvenes escritores

(JB): ¿Cómo está la salud del sistema de becas, premios?

(Y): El sistema de becas se mantiene. Pero como en Cuba siempre vamos un poquito por detrás de la actualización y la estanflación ha llegado a estos niveles, en estos momentos una beca o un premio presentan un monto ridículo.

(JB): Una lata de leche condensada.

(Y): Cinco mil pesos. Escribir para un premio cuyo monto es el salario mensual de una persona normal no tiene ningún atractivo.

(MC): Que no alcanza.

(JB): Se tiene que juntar el que gane en Narrativa con el que gane en Ensayo para comprar una caja de pollo. (Risas).

(Y): Cuando te dicen, el premio Alejo Carpentier, que supuestamente es el más sustancioso de Cuba, da 70 mil pesos. Tú dices «70 mil pesos, esos son como 200 dólares, ¡oh!».

(JB): Claro, cuando tú tiras eso contra el trabajo que cuesta escribir y ganar un premio como ese, bueno, pues…

(Y): Entonces también se manejan cosas.El año pasado, como era el centenario de Calvino, fue especialmente jugoso (y no lo digo porque se me haya acabado el jugo de guayaba). Cuatro mil de los de verdad. Lo ganó Carlos Esquivel, el poeta y narrador de Las Tunas, y durante 15 segundos todos los narradores de Cuba lo miraron con odio y con envidia. «¿Y si le diera un infarto en estos momentos?».

(JB): Si a pesar de todo lo dicho aquí hay gente que tiene el afán de ser escritor. Muchachos jóvenes y otros no tanto.

(MC): Que se están iniciando.

(JB): ¿Cuál sería el camino?

(Y): El primer camino es escribir. No puedes ser escritor sin escribir. No puedes decir: «yo quisiera ser escritor, pero no sé, es que no hay nada». No, tú no quisieras ser escritor. Si tú quisieras ser escritor, escribes. Después, envías a concurso. Molesta a los de las editoriales con tus manuscritos. Envía a concursos de todos los lugares. Al concurso de ferrocarriles, al de Songo La Maya, los constructores de pozo de Daca, Bangladesh. Cualquier concurso que ganes, aunque te dé el monto de una pizza, te estimula. Y a un escritor nunca le faltan estímulos. Cada vez que uno termina una obra cree que es el auténtico heredero de García Márquez.

Si tú quisieras ser escritor, escribes. Después, envías a concurso. Molesta a los de las editoriales con tus manuscritos.

(JB): La partí.

(Y): Quince minutos después, lees lo mismo que habías escrito y dices: «soy la última cucaracha roja perdiéndose en la choza del más repugnante de los mendigos. Nunca en la vida he sabido escribir. Yo suspendí Español, lo que no me lo dijeron». Redimensiónate y recuerda siempre que si lo quieres es hacerte rico, dedícate a hacer letras de reguetón o a vender cebolla. Los escritores, con mucha suerte, logramos no morirnos de hambre con un mínimo de dignidad. Pero, ¡coñ*, qué gusto da escribir!

(MC): Vamos a hacer una pausa antes de ponerle velocidad a esto.

(Y): Esa es la cosa. No se entretenga, que se lo pierde.

(Mensaje de bien público de La Joven Cuba)


Yoss 2
Yoss en La Sobremesa

(MC): Bueno, Yoss. Mucho se habla de la lectura, de la difusión de la lectura, y para un escritor, del tiempo de lectura. ¿Cuánto lees tú?

(Y): Uff. Mira, yo me llevo mi Kindle (el libro electrónico) cuando voy al gimnasio. Leo entre tanda y tanda. Leo cuando estoy almorzando, comiendo, lavándome los dientes, cuando estoy cocinando. Leo así en pequeños intersticios y, de vez en cuando, tres o cuatro veces al día, me siento a leer.

(JB): Además de todo lo otro.

(Y): Además. Estoy corriendo por aquí, estoy corriendo por allá. O sea, que yo normalmente me demoro dos o tres días en leerme un libro de unas 600-800 páginas. Leo muy rápido. Soy un heredero de aquellos tiempos en los que te pasaban, por ejemplo, El quinto jinete, de Dominique Lapierre y Larry Collins sobre la bomba atómica que colocaba al-Gaddafi en Nueva York y te decían: «este libro te va a gustar. Léetelo, me lo devuelves mañana». Yo decía: «bueno, esta noche no se duerme, pero yo voy a saber qué pasa con Gaddafi y la bomba atómica.

(JB): Hay una frase que se le atribuye a Borges que decía: «Hay quien se enorgullece de lo que ha escrito. Yo me enorgullezco particularmente de lo que he leído».

(Y): Yo creo, además, que la literatura es un proceso que, en cierta medida, se parece a la digestión, pero al revés. Mientras más tú comes, peor es la calidad de lo que tú defecas. Mientras más tú lees, mejor escribes.

(JB): El entrenamiento del escritor es la lectura. Hay una pregunta que te quiero hacer porque hay muchos mitos. Las novelas imprescindibles, por ejemplo, este tipo de novelas que las tienen como lo más grande.

(MC): Los clásicos.

(JB): Las más importantes, En busca del tiempo perdido, el Ulysses, ¿tú te has leído eso?

(Y): Mira, yo me he leído el Ulysses y En busca del tiempo los siete tomos.

(JB): Mírame a los ojos. (Risas).

(Y): Te estoy mirando. Te voy a mirar con toda tranquilidad. ¿Sabes con lo que no pude? Con La montaña mágica, de Thomas Mann. Yo me quedé por la mitad de esa loma.

(JB): Horrible.(Risas).

(Y): Yo creo que de la lista de los clásicos…

(JB): Y de madre, subir hasta ahí y todavía tenías que bajar un pedazo.(Risas).

(Y): Yo leía y leía, y decía: «pero, este tipo ahí está, todo el tiempo al borde de su manta de pelo de camello y da muela y muela con el señor, y no pasa nada, no pasa nada. No hay un muerto, no hay un crimen. No aparece Hércules Poirot tocándose el bigote. (Risas).

(JB): Ven acá, ¿y Paradiso?

(Y): Yo me leí Paradiso y reconozco que es una lectura muy difícil. De hecho, yo di una conferencia hace muchos años, en el 2000, en la universidad de Boloña, a la que asistió Humberto Eco. Bueno, yo supe que era él cuando después me dijeron, «¿sabes quién es ese de barbudito que está ahí?» En la que yo recomendaba leerse Paradiso, pero leérsela como había planeado Cortázar que se leyera Rayuela. Nunca empezando por el capítulo 1. Recomendándole a todo el que quiera leerse Paradiso, que empiece por el capítulo 8. Por el 8.

(MC): ¡Yo sabía que iba a decir eso!

(Y): Por el capítulo de la bachata. Y a partir de ahí, tú empiezas a ver.

(JB): Además, una bachata bastante intelectual.

(Y): Si no sabe lo que es un lectosomático, un macrogenitosoma, es que no te has leído a Lezama. (Risas).

(JB): Así mismo. Bueno, ahora todavía vamos a acelerar más.

(MC): Vamos a la batería de preguntas. Empiezo yo. ¿Los libros se prestan o no se prestan?

(Y): Hay dos tipos de imbéciles. Los que prestan libros y los que los devuelven. (Risas).

(JB): Si Yoss no fuese escritor, ¿qué sería?

(Y): Un lector fanático.

(MC): ¿Tus deseos para la literatura cubana en una palabra?

(Y): Un genio con una lámpara maravillosa.

(JB): Óyeme, Yoss, muchísimas gracias. Se nos quedan muchísimas cosas, porque, además, conversar contigo da para más, siempre.

(Y): Oh, coño.

(MC): Nos vemos en otro capítulo.

(JB): Te tuvimos aquí en La Sobremesa, y la verdad, esto sí fue como la sala de la casa. Muchas gracias.

(Y): Ya saben que, si me necesitan otra vez, solo me avisan y yo les envío la sitificación. No la notificación, sino la sí-tificación.

(JB): Está bien. (Risas).

[Música de despedida]

Deja una respuesta

Redacción
Redacción
Equipo donde se escriben, editan y organizan los contenidos en LJC. Compuesto por el equipo de comunicación y los editores

Más de este autor

Descubre más desde La Joven Cuba

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo