“No es la voluntad de ganar lo que importa, todo el mundo la tiene. Es la voluntad de prepararse para ganar lo que importa”.
Paul Bryant
¡Balón que sube! ¡Diago, Javier González, Leandro Macías… balón que baja Despaigne, Dennis, Osvaldo Hernández, Marshall, Raydel Poey, Osmany Juantorena, Yoandy Leal, Wilfredo León…! ¡Chiquitica por el centro de Yhosvany, Robertlandy…!
Coliseo de la Ciudad Deportiva abarrotado. El vitorear de “Cuba sí se puede” es ensordecedor. Partido rompecorazones de una edición X de la Liga Mundial de Voleibol, en una época en que nos codeábamos de tú por tú con la élite de la malla alta, entiéndase Rusia, Brasil, Holanda. Únicamente Italia se antojaba nuestra bestia negra.
Las espectaculares Morenas del Caribe parecían una píldora amarga para cualquier otro elenco net por medio. Mireya, Regla, Raiza, Magaly, Lily, Regla Bell, Idalmis, Yumilka, Zoila y compañía… de la mano de Eugenio George, Ñico Perdomo y Luis Felipe Calderón eran de manera inobjetable uno de los equipos a derrotar en las altas competiciones.
Basta recordar su inigualable cadena de tres oros olímpicos entre Barcelona 1992 y Sídney 2000; aderezado con el bronce de Atenas 2004, en lo que pudiera considerarse el epílogo de una verdadera dinastía.
(Foto: Scott Barbour/ALLSPORT)
Hoy, estas líneas van de nostalgia por esos, nuestros años felices, cuando la realidad del voly cubano dista mucho de ser la de entonces, amén de que varias de las principales figuras de nuestras actuales selecciones nacionales, por sus virtudes, se desempeñan en los principales escenarios ligueros del planeta.
El ejemplo más latente lo hallamos en las semifinales de la actual campaña de la Serie A italiana, considerada por años el principal certamen de su tipo entre hombres, y en el cual, de los tres conjuntos inmersos, cuentan con sangre antillana en sus nóminas: el actual campeón, Lube Civitanova, el Alianza Milano, y el Piacenza. Este último tiene en sus filas al astro central Robertlandy Simón, al nacionalizado brasileño Yoandy Leal y a Roamy Alonso. Por su parte, Osniel Mergarejo y Klistan Lawrence se incluyen en el Milano; en tanto el actual monarca de la Lube Civitanova, cuenta con los servicios de Marlon Yant.
Ataque en penetración a los referentes
Lo cierto es que tenemos a punto de desbordarse el cofre de las nostalgias y ahogadas las alegrías, al menos en la modalidad de voleibol de sala, más allá de rendimientos o premios individuales de nuestros legionarios en disímiles clubes.
El voleibol, después del béisbol, se erige como la disciplina que más ha padecido en nuestro país el fenómeno de la migración. Hablamos de más de 150 jugadores entre ambos sexos y que tuvo como punto de salida aquel diciembre de 2001 cuando Ángel Dennis, Ihosvany Hernández, José Luis Hernández, Yasser Romero, Leonel Marshall y Ramón Gato, decidieron no regresar luego de coronarse en la Copa de Campeones de 2001, y estar inmersos en una concentración en Bélgica.
Las causas reales de aquella estampida múltiple se erigen sobre diversos criterios de inconformidad esgrimidos por esos y otros voleibolistas respecto a condiciones e infraestructura de entrenamiento; pagos de premios en metálico retrasados o en discordancia con lo realmente merecido y acordado con la Federación Cubana de la disciplina; unido a la imposibilidad de seguir contratándose como jugadores profesionales en diferentes certámenes en el exterior.
Respecto a estas cuestiones, el avezado director técnico Gilberto Herrera, entrenador de aquella selección, ofreció consideraciones al igual que los entonces miembros del combinado insular, el central Ihosvany Hernández y el pasador Raúl “el mago” Diago.
Afloran entonces no pocas incongruencias sobre las cuáles volver la mirada:
1 – ¿Por qué se truncó un proceso de inserción en los principales torneos ligueros a finales de la década de los 90 del pasado siglo —entiéndase Italia para los hombres y Rusia en el caso de las féminas—, si estos constituían y siguen siendo, los principales entornos de desarrollo individual y adquisición de experiencia y visión de jugadores y técnicos?
2- ¿Era necesario esperar hasta 2013 para establecer una política de contratación de atletas en el exterior de manera institucional?
3- ¿No existía la posibilidad real, a tono con el discurso promulgado por la máxima dirección del país, de premiar a estos jugadores con un porcentaje mayor de lo ganado con el esfuerzo de su trabajo y tomando en cuenta sus necesidades reales?
El pictograma encontrado entre discurso y toma de decisiones se repite una vez más, independientemente de lo influyente que pudo haber sido en el desenlace posterior el séptimo escaño alcanzado bajo los cinco aros en Sídney 2000 por nuestro elenco varonil.
(Foto: Falso9Sports)
Hablamos de una armada ubicada tercera del ranking mundial al momento de la competición, y campeona de la Liga Mundial de 1998, además de segunda en las versiones de 1997 y 1999.
La determinación de truncar los contratos se amparó en el hecho de que los miembros del plantel, luego de jugar un volumen considerable de partidos en ese escenario, con alto grado de protagonismo en sus respectivos clubes, argumentaron cargas físicas acumulativas excesivas; lo cual incidió en su posterior rendimiento en los Taraflex australianos. Las mismas que cargaron a cuestas los jugadores más descollantes de Serbia y Montenegro, Rusia, Italia, Argentina y Holanda y Brasil, ocupantes de las primeras posiciones. Una pincelada: el partido que le daba a Cuba el pase a semifinales, se perdió 3-2 ante los rusos, a la postre subtitulares.
Visiones
En no pocas tribunas he reiterado que, en la totalidad de los deportes colectivos, los jugadores adquieren el grueso de su preparación individual en sus respectivos torneos ligueros, siguiendo criterios contemporáneos de mercantilización y deporte como espectáculo, así como también soportando la gestión contractual en agentes individuales en la mayoría de los casos.
Hay un nivel de maestría tal en el entorno más excelso del voly y del resto de estas disciplinas, que no se requieren prolongados periodos de preparación o adquisición de dinámicas de team-work.
Ello, lejos de contribuir al engranaje de un equipo, puede convertirse en un enemigo. Se trata de una cuestión que demanda un análisis, pues más de dos décadas después de Sydney, tenemos el mismo hándicap.
30 Sep 2000: Regla Torres (left) and Mireya Luis of Cuba celebrate (Foto: Scott Barbour/ALLSPORT)
Aunque ya nos hemos desprendido en alguna medida de esos arquetipos, aún pretendemos moldear selecciones competitivas en las canchas-laboratorio de la Escuela Nacional de Voleibol, en muchas ocasiones frenando el ciclo evolutivo de atletas con talento que pudieran ser contratados en ligas de diferente nivel.
Por si esto no bastara, cabe reconocer que nuestros campeonatos nacionales, o las denominadas Ligas Élite, no ofrecen una vitrina de confrontación de calidad para la cantera de voleibolistas de la que se dispone, igualmente deprimida con relación a otras épocas y con un volumen de partidos insuficientes en sus calendarios.
Distamos de aquellos tiempos de bonanza en los que buena parte de nuestro roce se sustentaba en confrontar con los exigentes equipos de los países miembros del Campo Socialista o Europa del Este, como las Espartaqueadas de los Ejércitos Amigos, y los Juegos de Buena Voluntad, entre otros…
En aras de mitigar varios de estos fenómenos, urge seguir y actualizar, de ser preciso, la política de remuneración vigente implementada para nuestros deportistas, lo cual indiscutiblemente tributaría a mejoras económicas para los protagonistas, y a su vez a la infraestructura de desarrollo de la disciplina.
Cambios de este tipo significarían un “torniquete” a la hemorragia de jugadores que continúa produciéndose. Igualmente resulta imprescindible apresurar desde la Federación doméstica el proceso de reinserción de jugadores interesados en defender los colores de nuestra bandera en la arena internacional. Robertlandy Simón y Michael Sánchez, constituyen dos de los primeros ejemplos en tal sentido.
(Foto: Lube Civitanova)
Otra cuestión insoslayable es el hecho de atemperar los saberes de los cuerpos de dirección a los criterios que rigen la disciplina en la contemporaneidad, tanto en el apartado masculino como en el femenil, de los representativos sub-19, sub-21 y de mayores.
El voly mundial se ha revolucionado, y solo sobreviven en la élite equipos cuyo accionar es compacto, y las diferencias entre los distintos indicadores de juego no es notable. Prueba fehaciente de tal afirmación la hallamos en la última derrota mundialista 3-1 sufrida por nuestro conjunto varonil ante Japón, un elenco nipón sin solidez descollante en algún indicador de juego en específico.
Allí, en los mondoflex de Polonia y Eslovenia el pasado año, recalamos en la posición 14 entre 24 naciones en concurso, con una única victoria y tres deslices.
Si bien Cuba vive una especie de resurrección en su voleibol, fundamentalmente en el sector masculino, con una docena de jugadores fraguados por nuestra escuela militando en la Serie A italiana en la campaña que llega a su epílogo; también nos falta para vanagloriarnos nuevamente de pertenecer a la élite mundial.
Una mirada a los actuales rankings del orbe en las distintas categorías arroja lo siguiente:
Sala Masculino
- Senior: (lugar 12-229.75 ptos).
- Sub 21: (lugar 20-18 ptos)
- Sub 19: (lugar 33-11 ptos)
Sala femenino
- Senior: (lugar 28-131.59 ptos)
- Sub 21: (lugar 19-22 ptos)
- Sub 19: (lugar 59-0ptos)
Es válido señalar que para elaborar estos rankings en las modalidades de sala y playa por la Federación Internacional de Voleibol (FIVB), se toman en cuenta tanto la participación como los rendimientos en competiciones punteables.
Cuba, como consecuencia de la profunda crisis económica en la que se encuentra inmersa, tiene que recurrir a subterfugios de diversa índole para poder asegurar su inscripción en alguno de estos certámenes, pues el presupuesto del que dispone la Federación de Voleibol y el INDER son insuficientes para solventar la ruta crítica competitiva a los diferentes niveles.
(Foto: Cubadebate)
En no pocos casos, declina de participar, tras analizar posibles rendimientos y en consonancia con la magnitud del certamen, en caso de que este, como sucede en nuestra región de Norte, Centroamérica y el Caribe (Norceca), no requiera de clasificación previa.
Viajo en el tiempo a la Ciudad Deportiva, rememoro transmisiones olímpicas, retumba el eco ensordecedor de la afición y las emotivas narraciones del colega René Navarro de nuestras espectaculares Morenas del Caribe y el choque de otros equipos contra la ¡muralla color chocolate! Sumido en ese sentimiento de retrospectiva nostálgica pasa el tiempo y yo, como millones de cubanos, me aferro a aquellos años felices.
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