Los que mejor promoción hacen de Cuba son aquellos que la agreden. Quien nos visita viene pensando en encontrar tantas cosas malas que luego irremediablemente se enamora de la isla cuando caminan por sus calles, que es la única forma de conocer un país al que los grandes medios quieren ocultar.
Hice acopio de paciencia para ver fragmentos de programas de la televisión de Miami donde entrevistaban a personas que viajaron a Cuba después de cerca de cuatro décadas sin regresar. Las entrevistas se parecían mucho porque primero el entrevistado explicaba lo que vio, el cariño de los cubanos, la nostalgia, etc. Luego el entrevistador hacía una seguidilla de preguntas estilo: Pero, ¿qué fue lo que vio? ¿Qué fue lo que más le impactó? ¿Qué fue lo que más le dolió? Hasta que el entrevistado entendía de qué iba la cosa y describía entonces los edificios viejos, sin pintar, etc.
Uno de los interrogados fue un funcionario de un zoológico de Miami y al parecer invitado asiduo al programa Sábado Gigante. El hombre asombrado describió el miedo que sintió cuando en el aeropuerto se le acercó una mujer que lo miraba fijamente, o en La Habana Vieja cuando lo llamó una pareja de policías, pero en ambos casos lo saludaron efusivamente, le preguntaron si era el que asistía a Sábado Gigante y se tomaron fotos con él. Se mostró asombrado por el calor humano que vio en Cuba, por su gente y al final expresó que él no proponía se le diera una oportunidad al gobierno cubano sino a su pueblo, que era tan lindo…
¿Es que acaso se puede separar al pueblo cubano de su gobierno? ¿Si en Cuba no hay pandillas, tráfico de drogas, redes de prostitución o trabajo infantil como en otros países del área no es por políticas gubernamentales?
Hace poco estuve más de dos horas conversando con cerca de veinte estudiantes norteamericanos de visita en la isla. Me hicieron mil preguntas, desde el funcionamiento de La Joven Cuba, pasando por la libertad de expresión, las elecciones libres, la libertad de prensa, etc. Les respondí con sinceridad, sin ocultar problemas, pero siempre les dije: “no me crean a mí, caminen por las calles de Cuba y ahí encontrarán la verdad”. Como ejemplo de la manipulación de la realidad cubana les mencionaba que Cuba es la única “dictadura” donde los exiliados o refugiados políticos regresan de vacaciones. Caso único en el mundo.
Para satisfacer la curiosidad les pregunté qué sabían de Cuba antes de venir y qué impresión se llevaban de ella. Uno de ellos me dijo que se llevaba muchas fotos porque lo que sabía de Cuba se lo había contado la abuela que a su vez lo que hizo fue repetirle las historias de una emigrada cubana en los momentos más duros del período especial. Me dijo que se iba cargado de fotos para la abuela, para mostrarle la Cuba real.
Ningún Task Force podrá engañar a todo el mundo todo el tiempo. La verdad sobre Cuba está allá fuera, en sus calles y es tan fuerte que derriba cualquier mito.
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