La Revolución Cubana de 1959 no es posible entenderla cabalmente en sus orígenes, en sus razones, sin conocer todo el mundo que representó Fulgencio Batista y Zaldívar en la política nacional de la Isla durante décadas. Llegó a ser el “hombre fuerte” en un largo período histórico y el dictador que, tras el golpe de Estado de 1952, provocó la ira, y a la vez la gesta, de miles de cubanos. No conozco la cifra exacta de muertes en su dictadura, pero es imposible negar la evidencia de cientos y tal vez miles de ellas, como es imposible negar las espeluznantes torturas, tantos jóvenes masacrados, tanta gente buena que no pudo sobrevivir…
Quise explicar parte de esta historia hoy en la sacramental de San Isidro en Madrid, el lugar donde reposan los restos del dictador junto a su esposa y uno de sus nueve hijos, Carlos Manuel, fallecido en 1969. A la pregunta de por qué está en este lugar, respondió hace un tiempo otro de sus hijos, Roberto Francisco (Bobby) Batista Fernández, quien contó que una vez que muere en 1973 –fallece de un infarto en un hotel de la Villa de Guadalmina y es velado en Marbella—, es trasladado a este lugar porque estaba enterrada la madre de su esposa Marta Fernández de Miranda y el mencionado hijo Carlos Manuel.
No ha faltado nunca alguna bibliografía, antes y después del golpe de 1952, como se puede extraer de lo investigado por Frank Argote-Freyre en su Fulgencio Batista: From Revolutionary to Strongman de 2006, con una visión sesgada y casi adulona de esta figura en la historia, entre las que cabe citar la de su amigo Edmund Chester A Sergeant Named Batista; o Ensayo biográfico Batista: Reportaje histórico de Raúl Acosta Rubio de 1943; o La personalidad y la obra del General Fulgencio Batista Zaldívar de Ulpiano Vega Cobiellas, del propio año 1943 (y que años más tarde actualizaría como Batista y Cuba: Crónica política y realizaciones). Ni qué decir, en francas poses justificativas y tendenciosas, de la literatura realizada con posterioridad al triunfo revolucionario por el propio Batista (ya había publicado Revolución social o política reformista en 1944 y Sombras de América: problemas económicos y sociales en 1946) como Respuesta de 1960 (y traducido al inglés como Cuba Betrayed: The Growth and Decline of the Cuban Republic en 1962); Piedras y leyes de 1961 y Paradojas de 1962, con una segunda edición que titularon Paradojismos. Cuba víctima de las contradicciones internacionales en 1964; o de otras obras más recientes de algunos autores abiertamente panfletarias que no valen la pena referenciar.
Ahora que reaparece con fuerza brindar una historia anterior que no fue, una historia donde el mundo fue rosa y palomas blancas revoloteaban sin cesar, bastaría tan solo preguntarse, como hicieron en su momento dos grandes juristas cubanos al mundo romano que se justificaba: ¿Y por qué se rebelaron? ¿Y por qué cayeron? ¿Y por qué triunfaron?
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