El presidente ruso Vladimir Putin anunció esta noche en un discurso televisivo, el inicio de lo que llamó «una operación militar especial» en la región de Donbass, al este de Ucrania, en respuesta a una «solicitud de ayuda» por parte de las autoproclamadas repúblicas populares.
El objetivo de estas acciones, según expresó el mandatario, «es proteger a las personas que son objeto de abusos y genocidio del régimen de Kiev durante ocho años». Para ello, aseguró que las tropas del Kremlin buscarán «desmilitarizar y desnazificar Ucrania y llevar ante la justicia a quienes cometieron numerosos crímenes sangrientos contra personas pacíficas, incluidos nacionales rusos».
Mientras tanto, medios internacionales y ciudadanos en redes sociales, han reportado explosiones y disparos en zonas cercanas incluso a Kiev, la capital, ubicada más allá de los territorios del este mencionados por Putin.
Dymitro Kuleba, ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, calificó la operación como una «invasión a gran escala» y pidió a la comunidad internacional el recrudecimiento de las sanciones a Rusia y ayuda militar, financiera y humanitaria a su país, actualmente bajo Ley Marcial.
Desde la Casa Blanca, el presidente estadounidense Joe Biden declaró que había tenido contacto con su homólogo ucraniano, y que se reuniría con sus aliados y los líderes del G-7 para imponer «severas sanciones sobre Rusia».
El conflicto en Europa del Este es el resultado inevitable de las tensiones entre potencias económico-militares: por un lado, Estados Unidos, que tras no disolver la OTAN al desaparecer la URSS, ha incrementado su presencia en la zona de influencia rusa; por otro, el gobierno que preside Vladimr Putin que se comporta con una lógica imperial similar a la estadounidense, y pretende garantizar sus intereses con una acción militar que desestabiliza la paz y la economía mundial. En medio se encuentra el pueblo ucraniano, atrapado en una pugna entre Occidente y Rusia.
Las acciones iniciadas este miércoles recuerdan lo sucedido en la desaparecida Yugoslavia, cuyo saldo en vidas humanas y desplazados, así como sus costos económicos, causaron devastación y solo fueron de provecho para la gran maquinaria militar de Estados Unidos y Occidente.
El pueblo cubano sabe lo que significa coexistir con un vecino poderoso y verse atrapado entre dos modelos en pugna. Desde La Joven Cuba condenamos el comportamiento de aquellas potencias que amenazan la seguridad de terceros países en conflictos que rara vez tratan de valores o solidaridad, sino de intereses geopolíticos. Un enfrentamiento de esta magnitud podría provocar una reacción en cadena con consecuencias que deberían evitarse a toda costa.
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