He estado pensando mucho las últimas semanas en el concepto de tragedia: lo que oscurece, y lo que esclarece. Los EE.UU. y el mundo sufren la tragedia del coronavirus, pero los EE.UU. también padecen de los efectos de numerosas tragedias antinaturales, los resultados inexorables de mecanismos diseñados con intenciones dañinas desde el surgimiento del país.
Mientras un nuevo movimiento se manifiesta en las calles y lucha por la libertad de personas de color estadounidenses, tres episodios en la historia del EE.UU. son particularmente relevantes ahora: el período de esclavitud; la Reconstrucción intentada por los estados rebeldes del sur, incluyendo el movimiento populista original; y los sesenta del siglo XX y el movimiento de derechos civiles. Ya que, como dijo un autor sureño famoso, el pasado nunca está realmente muerto—ni siquiera está pasado—deberíamos revisar estos capítulos a ver qué podemos aprender sobre este momento tempestuoso de la historia estadounidense. También necesitamos considerar la larga y dolorosa historia del imperialismo y capitalismo estadounidense para entender qué será el camino hacia adelante para los habitantes de los EE.UU. y el resto del mundo cuando la etapa inicial de las protestas termine.
- Orígenes
Los EE.UU. fueron fundados en tierra robada, regada con sangre indígena y cultivada por la sangre de los esclavos africanos. Su esfuerzo, sin ninguna remuneración ni reconocimiento, literalmente se construyó los Estados Unidos. Numerosos bancos explotadores todavía existentes tenían esclavos o invertían en las plantaciones del Sur. Por siglos, el trabajo y el dolor de gente de color fueron el motor de enriquecimiento en el país más poderoso y rico de la historia mundial.
La esclavitud fue un sistema bárbaro y totalitario—familias fueron separadas como si nada, la cultura africana de los esclavos fue reprimida brutalmente, y los esclavos no recibían educación ni los derechos humanos más básicos. Los dueños eran abusadores sin vergüenza ni repercusión legal ninguna. Por supuesto, y contrario a libros de texto e historias populares estadounidenses que distorcionan el registro histórico, los esclavos no eran víctimas pasivas. Siempre hubo resistencia contra la dictadura de los dueños: según algunas investigaciones, más de 250 rebeliones de más de diez esclavos ocurrieron a lo largo del periodo de esclavitud estadounidense, incluyendo la famosa rebelión de Nat Turner. A pesar de esos intentos valientes, el despiadado sistema de esclavitud era profundamente arraigado y duró más de tres siglos en los Estados Unidos desde su principio en el siglo XVI hasta la emancipación de los últimos esclavos en el 19 de junio de 1865, el cual ahora es conmemorado cada año con el día festivo de Juneteenth.
Vale la pena enfatizar los hechos, ya que es fácil olvidarlos debido a demasiada familiaridad. Millones y millones de personas nacieron, vivieron, y murieron bajo un sistema que era un infierno hecho realidad. Este sistema permaneció por más tiempo aún que lo que separa el presente y el final de esclavitud en 1865. La maldad que este sistema creaba y desataba alteró el carácter de los Estados Unidos profunda e irrevocablemente. Por lo tanto, sus secuelas se ramificaron en el tiempo y corrompen el presente, amenazando el futuro del país y de las Americas. A pesar de todo, mucha gente blanca todavía no tiene el valor para enfrentar los hechos. Por eso, tendremos que ahondar en cómo exactamente terminó la Guerra de Secesión.
- La Reconstrucción Fracasada del Sur
Después de cuatro largos años de violencia intestina, en el 9 de abril de 1865, la Guerra de Secesión terminó. Más de 1.75 millones de personas habían fallecido. Grandes partes del Sur, en particular las granjas de Georgia, quedaron destrozadas. Las ciudades principales del Sur eran arruinadas, reducidas a cenizas. Era el momento oportuno por una transformación completa que hubiera realizado la promesa incumplida de libertad para todos, especialmente en un Sur básicamente feudal.
Al principio, parecía que los Republicanos Radicales, animados por el triunfo de la Unión, estuvieran dispuestos a hacer lo necesario para imponer una revolución en el Sur derrotado pero aún resistente. Los Republicanos Radicales querían llevar a cabo la plena emancipación de los antiguos esclavos: deseaban que la gente de color pudieran conseguir todos sus derechos civiles, incluyendo el voto, y que el racismo y nacionalismo de la Confederación fueran extirpados cuanto antes. Creían en la igualdad total entre las razas.
Para lograr este programa, abogaban el empoderamiento del gobierno federal, exactamente opuesto a los apoyadores de la Confederación, cuyo eslogan era “los derechos de los estados.” Crearon el Freedmen’s Bureau (el Departamento de Hombres Emancipados) para proveerles beneficios a las personas emancipadas y ayudarles a navegar el nuevo mundo del mercado de labor, ya que la esclavitud no existía. Algunos aliados blancos se mudaron al Sur para enseñar y entrenar la gente de color liberada. Los Republicanos escribieron una ley de derechos civiles y esperaba un proceso sencillo de aprobación.
Desgraciadamente, no era así de fácil. El presidente Johnson, el sucesor de Lincoln, fue muy conservador. Opuso la redistribución de tierra a la gente de color, y vetó la inicia y moderada ley de derechos civiles, diciendo que tenía simpatía con los negros pero no podía aceptar la extensión de poderes federales necesaria para implementar la ley. Dijo que era inconstitucional. En el Sur, surgió una enorme ola de resistencia—el KKK trató de usar una campaña de terrorismo y violencia para mantener el orden racial que había existido antes de la guerra, y numerosas personas de color murieron desafortunadamente en las manos de supremacistas blancas.
Al final, los Republicanos forzaron la aprobación de las Enmiendas XIII, XIV, y XV. La Enmienda XIII tuvo un gran y trágico agujero—dice que “ni la esclavitud ni la servidumbre involuntaria, excepto como castigo por un crimen de que la parte hayan sido condenada, existirá en los Estados Unidos”—el cual ahora sirve como la justificación legal del sistema de esclavitud que existe en las prisiones y cárceles. Hoy en día, muchos prisioneros estadounidenses tienen que trabajar por menos de un dólar por hora.
Los Republicanos también sometieron al presidente Johnson a un proceso de destitución. Después de eso, aprobaron los Actos de Reconstrucción, poniendo el Sur bajo control militar. 20,000 soldados fueron mandados al Sur. Los gobiernos militares protegieron los derechos de las personas recién liberadas—les ayudaron a ejercitar sus derechos por el registro de votantes negros y la supervisión de las elecciones. Los soldados también paralizaron al KKK: enjuiciaron a sus líderes y frustraron los intentos por defender la supremacía blanca. Coaliciones políticas liberales se formaron en el Sur basadas en el apoyo de las tropas ocupantes, la afluencia de norteños comprometidos con la causa de igualdad racial, y el nuevo papel político que la gente negra estaba desempeñando. Mientras tanto, el presidente Grant, un Republicano, trabajaba en ampliar los poderes del gobierno nacional para compeler el cumplimiento con la ley. Por un momento, parecía que este modo de luchar por la justicia racial funcionaría.
Pero desafortunadamente, ese instante prometedor no duraría. Con el paso del tiempo, la voluntad política en el Norte para mantener el Sur controlado se desvanecía. La resistencia no solo era cuestión de la oposición sureña, sino también el resultado de un racismo bien arraigado en el Norte. En la elección presidencial de 1876, las coaliciones precarias que habían formado se cayeron. La elección fue muy estrecha y nadie sabía quién realmente ganó. El Partido Demócrata aprovechó la oportunidad que tenía: consintió cederle la elección al Partido Republicano a cambio del final de la Reconstrucción y la retirada de todos los soldados del Sur.
Después de que se retiraron, los blancos del Sur retomaron el control de los gobiernos estatales y aprobaron leyes discriminatorias para privar la gente negra de sus derechos. Aunque la gente negra disfrutó de sus legítimos derechos por un periodo, su ejercicio fue dependiente de la injerencia activa del gobierno federal, la cual tuvo una fecha de vencimiento. Durante ese periodo, las personas de color lastimosamente no podían obtener el control sobre la tierra, las herramientas, y el dinero que necesitaba para empezar nuevas vidas con libertad verdadera. Debido a esta falta del capital y poder económico para gente de color, la clase de hacendados blancos pudo reinstituir un sistema muy parecido a la esclavitud durante la epoca que siguió a la Reconstrucción: el sistema de aparcería fue casi igual de brutal, mientras que era completamente legal.
- El Movimiento Populista Original
Un nuevo movimiento popular—la Alianza de Granjeros—empezó en las Grandes Llanuras después del fracaso de la Reconstrucción. Representaba una revuelta contra el capitalismo desencadenado y un intento por salvar la democracia estadounidense. Los granjeros sufrían de las depredaciones de las grandes empresas del este y querían poner fin a los monopolios y la oligarquía de Wall Street. Desarrollaron un programa claro con exigencias bien pensadas, todas basadas en una gran expansión de los poderes regulatorios del gobierno federal: reforma agraria, institución de impuestos progresivos, control federal del sector bancario, control federal del ferrocarril y las telecomunicaciones, establecimiento de bancos postales, y el reconocimiento del derecho a organizarse en sindicatos de los trabajadores. Para conseguir estas metas, la Alianza organizó manifestaciones con bandas y desfiles.
Encontró cierto éxito: a principios de 1884, solo tenía 10,000 miembros; en 1890, alcanzó más de un millón de miembros. El movimiento comenzó en el centro del país, pero para crear una coalición durable en los Estados Unidos, se necesita una base de apoyo nacionalmente distribuida. La clase trabajadora y la gente pobre en Estados Unidos era multirracial y de diferentes partes del país. Así que, para expandir su alcance, la Alianza tuvo que superar las arraigadas sospechas interraciales e interétnicas en el Sur y en las ciudades del Norte. Esto resultó problemático, tan difícil como romper el control corporativo del proceso político y vencer su fuerte resistencia.
Tomemos como ejemplo a Tom Watson, líder sureño del movimiento Populista. Al principio, fue un defensor de los derechos de las personas de color: abogó por la votación para ellos, y condenó rotundamente los linchamientos. Pero después de algunas derrotas electorales en 1896 y una misteriosa alteración psicólogica, Watson cambió de opinión y cerca del 1900, empezó a atacar a la gente de color usando términos racistas. Su abrupto giro simboliza el aprieto del movimiento Populista. Enfrentado con políticos revanchistas y una campaña de terror racial por parte de grupos racistas armados, el movimiento Populista titubeó—y eso fue la destrucción definitiva de la Reconstrucción y la promesa de democracia social en los Estados Unidos en el fin de siglo XIX.
- Los Sesenta y Una Movilización Frustrada
Adelantamos seis décadas. El régimen de segregación en el Sur se había endurecido, codificado en leyes estatales y prácticas diarias. Campañas de sindicalización en los cuarenta y cincuenta habían fracasado, incapaces de atravesar la frontera militarizada del racismo. Pero por fin un movimiento bien coordinado, con líderes capaces y miembros ordinarios listos y determinados, estaba en marcha.
Al principio, el movimiento por los derechos civiles encontró resistencia en el campo de opinión pública. En el mayo de 1961, el 57% de personas creyó que las demonstraciones en el Sur (las sentadas, los Autobuses de Libertad, etc.) dañaría la causa de la desegregación. Siquiera tan tarde como el mayo de 1964, después de muchas protestas, el 74% de personas creyó que las demonstraciones masivas por la gente negra sería perjuiciosas a la igualdad racial. Solo en el final de los sesenta, después de cinco años más de manifestaciones, y con el espectro de violencia racial colgante en el aire, finalmente cambió la opinión pública: el 63% opinó que protestas no violentas podrían alcanzar la igualdad racial en el mayo de 1969.
Cómo ocurrió este cambio de opinión es instructivo. También es educativo como evolucionó el movimiento por los derechos civiles. Inicialmente, con razón, reflejando los problemas más urgentes, se enfocó mayormente en la igualdad básica: el derecho a compartir facilidades públicas, el derecho a la votación sin represalias, el derecho a asistir escuelas integradas, el derecho a no sufrir discriminación laboral. Las manifestaciones en las calles sin duda funcionaron, creando el impulso necesario para que el gobierno federal actuara: no tuvo otra opción que tomar acción legislativa decisiva para hacer que la igualdad racial sea más que palabras vacías.
Pero Martin Luther King y otros líderes del movimiento, incluyendo al socialista democrático Bayard Rustin, reconocía que los derechos civiles no valen tanto sin los derechos ecónomicos. King preguntó, refiriéndose a las sentadas, “¿Qué vale el derecho a sentarse en un mostrador para almorzar si no puedes ni comprarte una hamburguesa?” En los años antes de su asesinato, King empezaba a prestar atención a la necesidad de grandes cambios estructurales a la economía. Fue asesinado cuando estuvo dando apoyo a una huelga de trabajadores sanitarios en Memphis. Estaba a punto de organizar una Marcha de Gente Pobre en 1968 para ganar derechos ecónomicos y derechos humanos universales. King y otros líderes del movimiento querían unificar la gente pobre blanca, los americanos nativos, los chicanos, la gente negra, y otros grupos marginalizados en una coalición poderosa capaz de transformar los Estados Unidos en un país civilizado con socialismo democrático, sin imperialismo ni militarismo. Las Panteras Negras y otras formaciones de poder negro más radicales en algunos casos enfatizaron los elementos separatistas en sus filosofías, pero siempre subrayaron la importancia de socialismo y antiimperialismo para ganar la libertad verdadera. Además, operaron programas de beneficios sociales en sus propias comunidades, ofreciendo un modelo de base de cambio social.
Por desgracia, las inoportunas muertes de King y Robert Kennedy, combinadas con las asesinatos de otros líderes más radicales como Malcolm X (1965) y Fred Hampton (1969) y la sangrienta guerra en Vietnam, conspiraron para desinflar el movimiento. Aunque la Marcha de Gente Pobre sí tuvo lugar, no recibió la atención que merecía, y los sueños de un país y un mundo más justo se desangraron, víctimas de la Guerra Fría y la reacción violenta racista dirigida por Richard Nixon, Ronald Reagan, y el Partido Republicano. En vez de resistir la regresión, los Demócratas se unieron con los Republicanos durante los ochenta y los noventa para aprobar legislación que construyó un sistema grotesco de encarcelamiento masivo y patrullaje descontrolado, escondiéndose detrás de esloganes anticrímenes. Mientras tanto, la historia de imperialismo y intervencionismo que destruía las vidas de gente de color a escala mundial seguía desarrollándose.
- El Presente
¿Cuáles lecciones nos dan estos episodios de la historia estadounidense?
Primero, la lucha por el voto libre siempre ha sido central en la lucha por justicia racial: desde el principio, durante la Reconstrucción, el movimiento Populista, y el movimiento por los derechos civiles. Una línea que atravesa la historia estadounidense es el intento por la élite de limitar el electorado—solo así puede mantener su lealtad hacia la idea de democracia formal. En cuanto el electorado se convierta en una amenaza contra el poder racista y capitalista, la elite siempre ha sido dispuesta a tirar su supuesta amor por la democracia, hasta que haya usado la violencia terrorista para reprimir gente de color.
Segundo, y posiblemente más importante aún, la Reconstrucción nunca realmente trataba de corregir las injusticias económicas y el desequilibrio racial de poder. Los antiguos esclavos simplemente eran convertidos contra su voluntad en trabajadores listos para entrar el nuevo mercado de trabajo que los capitalistas habían instituido en el Sur. No recibían reparaciones ni control sobre el capital. El Congreso no aprobó la reforma agraria. ¡La Enmienda XIII ni siquiera prohibó la esclavitud por completo! El fracaso de cambiar las condiciones materiales fue el punto más débil de la Reconstrucción.
Finalmente, podemos ver que la lucha entre el poder federal y “los derechos de los estados” siempre ha tenido implicaciones raciales. “Los derechos de los estados” funciona como un disfraz para preservar la supremacia blanca; el conflicto entre el gobierno nacional y los gobiernos locales es un indicador del estatus de derechos civiles en los EE.UU.
El lamentable fracaso del movimiento Populista nos demuestra que el racismo ha funcionado como un arma contra las movilizaciones populares en Estados Unidos. La inflamación de tensiones raciales sirve como un gran obstáculo contra la unidad de los grupos oprimidos, aunque los grupos marginalizados tengan muchos de los mismos intereses. Como la autora Isabel Wilkerson sugiere en un artículo muy recomendable, el sistema racial en los Estados Unidos debería ser considerado como un sistema de casta.
La experiencia del movimiento por los derechos civiles nos muestra que las manifestaciones obtienen resultados. Pueden cambiar la opinión pública, y pueden forzar cambios legislativos. Su fracaso tal vez fuera cuestión de mala suerte: los asesinatos de King, Malcolm X, Kennedy, y Fred Hampton eficazmente frenaron el impetu del ala radical y la corriente principal del movimiento.
La historia del movimiento por los derechos civiles y el movimiento Populista también recalca la conexión entre la lucha por igualdad racial y la lucha por un socialismo democrático: hay una relación dialéctica entre demandas particulares y demandas universales. Por razones tácticas, en un país con una clase trabajadora multirracial y multicultural, se necesita construir una coalición que unifique grupos distintos para tener posibilidades de derrotar una elite corporativa unida y potente.
Un análisis internacionalista es imprescindible: el papel que los EE.UU. juegan en el escenario internacional es inseparable de la situación doméstica. En otras palabras, el racismo de los EE.UU. contra sus propios ciudadanos y su racismo contra gente de color en países en desarrollo mundialmente tienen un vínculo muy fuerte. Justo por eso, antes de morir King empezó a criticar fuertemente la guerra en Vietnam, censurando el militarismo, el materialismo, y el imperialismo como un trío fatal vinculado con el racismo, y advirtiendo que los EE.UU. arriesgaban una “muerte espiritual.” La consecuencia inevitable de un sistema que menosprecia las vidas de una gran parte de su propia gente es que el desdén por la humanidad vaya a infectar cada célula de su cuerpo político, interna y externamente.
Estamos viendo esto de una manera muy preocupante ahora en Portland y otras partes de los EE.UU., donde tropas federales están reprimiendo manifestantes usando tácticas violentas y claramente ilegales. Para proteger la supremacia blanca, Trump y sus secuaces parecen dispuestos a iniciar un régimen autoritario en la patria estadounidense. Si esa posibilidad perturbadora pasara no sería una coincidencia, tiene mucho que ver con el racismo. Tampoco es coincidencia que las tropas federales estén utilizando las armas y la autoridad que les ha otorgado la Guerra Contra el Terrorismo, la cual ha sido un desastre para personas de color en el Medio Oriente, África, y el sur de Asia.
Pero también hay algunos aspectos prometedores en lo que está pasando en estos tiempos. Las protestas que vemos han durado bastante, y parece que una coalición amplia se está formando para apoyar a los manifestantes. Aunque la mayoría de la agenda de los manifestantes no se ha convertido en realidad aún, la conciencia acerca de la justicia racial está subiendo rápidamente, y la situación económica deplorable también ofrece una oportunidad de movilizar el pueblo para luchar por un orden económico justo.
También es prometedora la energía que se siente en las calles: aunque es tentador rendirse ante los retos que enfrentamos, los manifestantes se dedican a la lucha, venga lo que venga. La historia estadounidense ha sido trágica. Este capítulo no es una excepción: la ejecución extrajudicial de George Floyd por la policía sí fue especialmente despreciable. Aún así, solo fue una instancia en una serie demasiada larga de asesinatos semejantes. Pero la implicación del término “tragedia” es que no podemos evitar ni cambiar nuestro destino. Y afortunadamente, los manifestantes está demostrando, a pesar de todo, que todavía piensan lo contrario.
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